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COMO SABÉIS LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN Y LAS HISTORIAS QUE ADAPTARÉ TENDRÁN EL NOMBRE DE LA AUTORA AL FINAL DE CADA HISTORIA


GRACIAS

04 mayo 2013

Una Noche Epilogo


Epilogo

HACIENDO a un lado su disgusto por la terquedad de Damon, Elena nunca fue más feliz en su vida. Se hacían el amor todas las noches, no con tanto apasionamiento como ambos querrían, pero había algo único y muy especial en la forma que Damon la sostenía en sus brazos; en cómo la cuidaba a ella y a su hijo.
Ya estaba en su octavo mes de embarazo y empezaba a sentirse incómoda. El recoger algo del suelo le era casi imposible y necesitaba la ayuda de Damon para entrar y salir de la tina.


Poco después de su matrimonio, Anabelle les informó que ella no sería un estorbo en sus vidas, pero Elena le dijo de inmediato que era al contrario.

—Puesto que Damon dedica todo su tiempo a la granja, me sentiría muy sola sin usted —le aclaró con cariño. Así fue que las dos adquirieron el hábito de pasar las tardes juntas y compartir la cena con Damon a su regreso.

Por las tardes, si éste no salía, Elena lo ayudaba con las tareas de oficina. Dos veces por semana iban a ver cómo progresaba Susie con la administración de la librería. Mary ya trabajaba tiempo completo y con muy buenos resultados. Pensaba en buscar a quien arrendar la casa —habitación, después de Navidad.

Ella y Anabelle ya hacían planes para redecorar la casa de la granja, pero, como todo lo demás, tendrían que esperar hasta después del nacimiento del niño.

En la planta alta preparaban el cuarto del infante. En Hereford adquirieron los muebles necesarios y serían entregados en el momento preciso.

El verano cedió su lugar al otoño, con sus días despejados y frescos, con sus vientos aromáticos.
El vaquero de Damon predijo un invierno tempranero y un día de fines de octubre, despertó con una fuerza helada y al terminar esa semana, las distantes montañas galesas ya lucían su primer manto de nieve.

La temperatura bajó considerablemente en los primeros días de noviembre y la nieve también cayó en los montes cercanos a la granja. A mediados de mes, Elena se sentía incómoda y una visita al médico confirmó que el niño nacería en cualquier momento.

Las tierras heladas demoraron el arado de otoño del terreno y Damon no se encontraba en casa cuando ella volvió. Cuando al fin lo hizo con apariencia cansada, Elena decidió no decirle que el doctor Thomas le advirtió que el niño podría llegar antes de lo esperado.

Esperaban a Bonnie y a William a cenar y Elena apresuró a Damon para que fuese a arreglarse.

—No existe la posibilidad de que me acompañes, ¿verdad? —preguntó Damon con una sonrisa maliciosa, al verla muy elegante con el único vestido de fiesta que todavía le quedaba.

—Ni pensarlo —confirmó Elena, respondiendo la sonrisa— Además, me parece que llega un auto; deben ser Bonnie y William.

—Mi hermana siempre ha sido muy puntual —gruñó Damon, subiendo la escalera.

Más tarde, Anabelle lo atribuyó a la cena pesada, Bonnie opinó que Elena se sugestionó por la visita al hospital, en tanto que Elena afirmó con tranquilidad que no se trataba de nada de eso; sólo era la Madre Naturaleza que decidió que ese momento era el indicado. Cualquiera que fuese el motivo, las incomodidades que sufrió en el camino de regreso a casa, crecieron durante la cena, aunadas a un dolor más intenso que, poco a poco, creció en oleadas que subían y bajaban, primero tranquilas y cada vez con mayor urgencia.

Fue Bonnie quien la descubrió, doblada, en la cocina mientras preparaba el café

— ¡Damon! ¡William! —exclamó alarmada, comprendiendo la situación de inmediato.

Los dos hombres acudieron enseguida.

—Elena ha entrado en las labores del parto —los informó Bonnie— Damon, ve por el auto.

— ¡No! —gritó Elena, tratando de respirar profundamente.

—Elena, no seas tonta —comento Damon con firmeza— Sé que tienes entre ceja y ceja la idea de que el niño nazca en la granja, pero.

—Ya es demasiado tarde para ir al hospital —le indicó Elena entre dientes, doblada por el dolor— Ya no habrá tiempo —cruzaron una larga mirada entre ellos y Bonnie, que ya tomaba él tiempo entre cada contracción, los interrumpió con firmeza.

—Elena tiene razón.

— ¡Dios mío! Tenías que saberlo —Damon la contemplaba desesperado y ella no pudo mentirle. Lo sabía... casi desde el momento en que regresó a la granja. La fuente se le había roto hacía mucho y, durante la cena, las contracciones fueron en aumento.

—Ya es demasiado tarde para lamentaciones —señaló Bonnie— William, ¿qué diferencia hay entre el parto de un niño y un becerro?

—No mucha —replico William con una sonrisa que provocó una expresión de angustia de Damon— Ve a llamar al doctor Thomas y sé un buen chico. Elena, ¿crees poder subir la escalera?

Lo intentó y lo logró, satisfecha al saber que su hijo nacería en casa, donde ella quería.
La partera y el doctor Thomas llegaron a tiempo para ver a Damon sostener a su hija en sus brazos por vez primera, con expresión azorada.

Más tarde, cuando al fin los tres quedaron solos, Damon miró a su esposa con actitud desafiante, y le dijo:

—Nunca tuviste la intención de que la niña naciera en el hospital, ¿no es cierto? Es usted una dama muy terca y voluntariosa señora Salvatore. Debí imaginarlo desde el momento en que invadiste mi habitación de hotel y me sedujiste.

— ¿Yo te seduje? —exclamó Elena indignada— Me gusta eso.

— ¡A mí también me gustó!

—Oh, Damon, ¡me haces tan feliz! —le indicó ella con debilidad.— ¡Te amo tanto! —lo tomó de la mano y ambos contemplaron a su hija dormida— Me has dado tanto. Hiciste renacer en mí la fe en la vida y en el amor. Ya no abrigo temores —le tendió los brazos— ¿Cómo la llamaremos?

— ¿Caroline? —sugirió Damon, después de contemplarlas a las dos.

—Si…

La nena se agitó y la importancia del momento se perdió para ellos en su embeleso por la diminuta criatura.

La vida continuó, el dolor se atenuó y desapareció; ése es el orden natural de las cosas y ahora, además de tenerse uno al otro, tenían esa pequeña vida para amar y adorar. Había recibido mucho, pensó Elena agradecida. De un gran dolor surgió un gran amor y nunca dejaría de dar gracias por ello.



FIN
 AUTOR:
PENNY JORDAN

TITULO:
AVENTURA DE UNA NOCHE

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