Hola

BIENVENIDOS A TOD@S A ESTE BLOG, ESPERO QUE DISFRUTÉIS LEYENDO LAS ADAPTACIONES DE CRÓNICAS VAMPÍRICAS.

COMO SABÉIS LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN Y LAS HISTORIAS QUE ADAPTARÉ TENDRÁN EL NOMBRE DE LA AUTORA AL FINAL DE CADA HISTORIA


GRACIAS

06 abril 2013

Shades Epílogo


Epílogo


Todo el color abandona mi cara cuando mi sangre se vuelve hielo y el miedo
atraviesa mi cuerpo. Instintivamente me pongo de pie entre ella y
Damon.

—¿Qué es? —murmura Damon, su voz cautelosa.

Lo ignoro. No puedo creer que Katrina esté haciendo esto.



—¡Katrina! Esto no tiene nada que ver contigo. —La miro venenosamente, enojo
reemplazando mi miedo. ¿Cómo se atreve a hacer esto? Ahora no, hoy no. No en el
cumpleaños de Damon. Sorprendida por mi respuesta, ella me pestañea, amplios
ojos verdes.

—Lena, ¿qué es? —dice de nuevo Damon, su tono más amenazante.

—Damon, ¿podrías solo irte, por favor? —le pido.

—No. Muéstrame. —Sostiene su mano afuera, y sé que no es con quien pelear, su
voz es fría y dura. A regañadientes le paso el e-mail.

—¿Qué te ha hecho? –pregunta Katrina, ignorando a Damon. Se ve tan aprensiva.

Me sonrojo cuando un millar de imágenes eróticas pasan rápidamente a través de
mi mente.

—Eso no es asunto tuyo, Katrina. —No puedo quitar la exasperación de mi voz.

—¿De dónde sacaste esto? —pregunta Damon, su cabeza inclinada a un lado, su
rostro sin expresión, pero su voz… tan suavemente amenazante. Katrina se sonroja.

—Eso es irrelevante. —Ante su mirada de piedra, ella continúa deprisa—. Estaba
en el bolsillo de una chaqueta, la cual asumo era tuya, que encontré detrás de la
puerta de la habitación de Lena. —Enfrentada con la gris mirada ardiente de
Damon, la fuerza de Katrina decae, pero parece recuperarse y frunce el ceño.

Es un faro de hostilidad en un ajustado, vestido rojo fuerte. Luce magnífica. ¿Pero
por qué demonios estaba revisando mi ropa? Normalmente es al revés.

—¿Le contaste a alguien? —La voz de Damon es como un guante de seda.

—¡No! Por supuesto que no —suelta Katrina ofendida. Damon asiente y parece
relajarse. Se gira hacia la chimenea. Sin una palabra Katrina y yo observamos cuando
levanta un encendedor de la repisa, le prende fuego al e-mail, y lo suelta,
dejándolo flotar encendido lentamente hacia la rejilla hasta que no queda nada. El
silencio en la habitación es opresivo.

—¿Ni siquiera a Elliot? —pregunto, volviendo mi atención a Katrina.

—A nadie —dice Katrina rotundamente, y por primera vez se ve confundida y
herida—. Solo quería saber que estabas bien, Lena —susurra.

—Estoy bien, Katrina. Más que bien. Por favor, Damon y yo estamos bien, muy
bien, estas son historias pasadas. Por favor ignóralo.

—¿Ignorarlo? —dice ella—. ¿Cómo puedo ignorar eso? ¿Qué te ha hecho? —Y sus
ojos verdes están tan llenos de sincera preocupación.

—No me ha hecho nada, Katrina. Honestamente, estoy bien.
Pestañea.

—¿En serio? –pregunta.

Damon envuelve un brazo alrededor de mí y me atrae, sin quitar sus ojos de
Katrina.

—Lena ha aceptado ser mi esposa, Katherine —dice suavemente.

—¡Esposa! —chilla Katrina, sus ojos ampliándose con incredulidad.

—Nos vamos a casar. Vamos a anunciar nuestro compromiso esta tarde —dice él.


—¡Oh! —Katrina me mira. Está sorprendida—. Te dejo sola por dieciséis días, ¿y
ocurre esto? Es muy repentino. Así que ayer, cuando dije… —Ella me mira,
perdida—. ¿Dónde encaja ese e-mail en todo esto?

—No lo hace, Katrina. Olvídalo, por favor. Lo amo y él me ama. No hagas esto. No
arruines su fiesta y nuestra noche —susurro. Ella pestañea e inesperadamente sus
ojos están brillando con lágrimas.

—No. Por supuesto que no lo haré. ¿Estás bien? —Quiere asegurarse.

—Nunca he estado más feliz —susurro. Ella se estira hacia adelante y toma mi
mano a pesar del brazo de Damon envuelto alrededor de mí.

—¿Estas realmente bien? —pregunta esperanzada.

—Sí. —Le sonrío, mi emoción volviendo. Está de nuevo en la posición correcta. Me
sonríe, mi felicidad reflejándose en ella. Me alejo del agarre de Damon, y ella me
abraza de pronto.

—Oh, Lena, estaba tan preocupada cuando leí esto. No sabía qué pensar. ¿Me lo vas
a explicar? —susurra.

—Un día, ahora no.

—Bien. No le diré a nadie. Te amo tanto, Lena, como mi propia hermana. Solo
pensé… No sabía qué pensar. Lo siento. Si eres feliz, entonces yo soy feliz.       —
Mira directamente a Damon y repite su disculpa. Él le asiente, sus ojos glaciales,
y su expresión no cambia. Oh mierda, todavía está enojado.

—Realmente lo siento. Tienes razón, no es asunto mío —me susurra.
Hay un golpe en la puerta que nos sobresalta a Katrina y a mí alejándonos. Grace
mira alrededor.

—¿Todo bien, cariño? —le pregunta a Damon.

—Todo está bien, Sra. Salvatore —dice Katrina inmediatamente.

—Bien, mamá —dice Damon.

—Bueno. —Grace entra—. Entonces no les importará si le doy a mi hijo un abrazo
de cumpleaños. —Nos sonríe a ambas. Lo abraza fuertemente y se funde
inmediatamente.

—Feliz cumpleaños, cariño —dice suavemente, cerrando sus ojos en su abrazo—.
Estoy tan feliz de que sigas con nosotros.

—Mamá, estoy bien. —Baja su sonrisa hacia ella. Ella retrocede, lo mira de cerca, y
sonríe.

—Estoy tan feliz por ti —dice ella y acuna su cara.

Él le sonríe, su sonrisa de mil megawatt.
¡Ella sabe! ¿Cuándo le contó?

—Bueno, niños, si han terminado con su tête-à-tête, hay una multitud de gente aquí
para ver que realmente estás en una pieza, Damon, y para desearte un feliz
cumpleaños.

—Iré pronto.

Grace nos mira ansiosamente a Katrina y a mí y parece tranquilizada por nuestras
sonrisas. Me guiña mientras sostiene la puerta abierta para nosotros. Damon me
estira sus manos hacia mí y yo las tomo.

—Damon, realmente pido disculpas —dice Katrina humildemente. La Katrina humilde
es algo para ser contemplado. Damon le asiente, y la seguimos hacia afuera.
En el pasillo, miro nerviosamente hacia Damon.

—¿Tu mamá sabe sobre nosotros?

—Sí.

—Oh. —Y pensar que nuestra tarde pudo haber sido descarriada por la tenaz
señorita Kavanagh. Me estremezco con el pensamiento, las ramificaciones del estilo
de vida de Damon reveladas a todos. Santa cielo.


—Bueno, ese fue un comienzo interesante para la tarde. —Le sonrío dulcemente. Él
baja su mirada hacia mí, y está de vuelta, su mirada divertida. Gracias a Dios.

—Como siempre, señorita Gilbert, tienes un don para la modestia. —Levanta mis
manos hacia sus labios y besa mis nudillos mientras caminamos dentro de la sala
de estar a una repentina, espontánea, y ensordecedora ronda de aplausos.
Mierda. ¿Cuánta gente hay aquí?

Analizo rápidamente la habitación: todos los Greys, Ethan con Mia, Dr. Flynn y su
esposa, asumo. Está Mac del bote, un alto, atractivo Afroamericano                —
recuerdo haberlo visto en la oficina de Damon la primera vez que vi a
Damon— la amiga putilla de Mia, Lily, dos mujeres que no reconozco para nada,
y… Oh no. Mi corazón se hunde. Esa mujer… La señora Robinson.
Gretchen se materializa con una bandeja de champaña. Está en un vestido negro de
bajo corte, sin coletas sino un moño alto, sonrojada y moviendo sus pestañas hacia
Damon. El aplauso muere, y Damon aprieta mi mano mientras todos los ojos se
giran expectantes hacia él.

—Gracias a todos. Parece que voy a necesitar una de estas. —Toma dos tragos de
la bandeja de Gretchen y le da una pequeña sonrisa. Creo que Gretchen va a
extinguirse o desvanecerse. Me pasa una copa a mí.
Damon levanta su copa al resto de la habitación, e inmediatamente todos se
adelantan. Guiando la carga está la malvada mujer de negro. ¿Alguna vez usa otro
color?

—Damon, estaba tan preocupada. —Elena le da un rápido abrazo y le besa
ambas mejillas. Él no me deja ir a pesar del hecho de que estoy intentando liberar
mi mano.

—Estoy bien, Elena —murmura fríamente Damon.

—¿Por qué no me llamaste? —Su súplica es desesperada, sus ojos buscando los de
él.

—He estado ocupado.

—¿No recibiste mis mensajes?

Damon se gira incómodamente y me atrae más cerca, poniendo su brazo
alrededor de mí. Su cara se mantiene imperturbable mientras observa a Elena. Ella
ya no puede ignorarme, así que asiente educadamente en mi dirección.

—Lena —arrulla—. Luces encantadora, querida.

—Elena —arrullo de vuelta—. Gracias.
Atrapo la mirada de Grace. Ella frunce el ceño, observándonos a los tres.

—Elena, necesito hacer un anuncio —dice Damon, mirándola fríamente.

Sus ojos azules claro se nublan.

—Por supuesto. —Finge una sonrisa y retrocede.

—Todos —llama Damon. Espera por un momento hasta que el murmullo en la
habitación muere y todos los ojos están en él una vez más—. Gracias por venir hoy.
Tengo que decir que estaba esperando una tranquila reunión familiar, así que esto
es una agradable sorpresa. —Mira deliberadamente a Mia, quien sonríe y le hace
un pequeño saludo. Damon sacude su cabeza con exasperación y continúa.

—Ros y yo —menciona a la pelirroja mujer de pie junto a una pequeña y
chispeante rubia—, tuvimos un encuentro cercano ayer.

Oh, esa es la Ros con la que trabaja. Ella sonríe y levanta su copa hacia él. Él asiente
de vuelta.

—Así que estoy especialmente agradecido de estar aquí hoy para compartir con
todos ustedes mis muy buenas noticias. Esta hermosa mujer. —Baja la mirada
hacia mí—. La señorita Elena Rose Gilbert, ha aceptado ser mi esposa, y me
gustaría que fueran los primeros en saber.

Hay generales jadeos de sorpresa, la extraña ovación, ¡y luego una ronda de
aplausos! Jesús, esto está realmente ocurriendo. Creo que estoy del color del
vestido de Katrina. Damon sostiene mi barbilla, levanta mis labios a los de él, y me
besa rápidamente.


—Pronto serás mía.

—Ya lo soy —susurro.

—Legalmente —me dice y me da una sonrisa perversa.

Lily, que está de pie al lado de Mia, luce alicaída; Gretchen luce como si hubiera
comido algo asqueroso y amargo. Miro nerviosamente alrededor de la multitud
reunida, y alcanzo a ver a Elena. Su boca está abierta. Está sorprendida, hasta
horrorizada, y no puedo evitar un sentimiento pequeño pero intenso de
satisfacción al verla estupefacta. ¿Qué rayos está haciendo aquí, de todas formas?
Carrick y Grace interrumpen mis poco caritativos pensamientos, y pronto estoy
siendo abrazada y besada y pasada alrededor por todos los Greys.

—Oh, Lena… estoy encantada de que vayas a ser familia —dice efusivamente
Grace—. El cambio en Damon… Él es… feliz. Estoy tan agradecida contigo.  —
Me sonrojo, avergonzada de su exuberancia pero secretamente encantada también.

—¿Dónde está el anillo? —exclama Mia cuando me abraza.

—Um… —¡Un anillo! Jesús. No había pensado siquiera en un anillo. Levanto
nerviosamente la mirada hacia Damon.

—Vamos a elegir uno juntos. —Damon la mira fulminantemente.

—¡Oh no me mires así, Salvatore! —lo regaña ella, luego envuelve sus brazos en él—.
Estoy tan feliz por ti, Damon —dice. Ella es la única persona que conozco que no
es intimidada por la mirada fulminante Salvatore. Me tiene temblando… Bueno,
definitivamente solía hacerlo.

—¿Cuándo se casarán? ¿Han definido fecha? —Le sonríe radiantemente a
Damon.

Él sacude su cabeza, su exasperación es tangible.

—Ni idea, y no, no lo hemos hecho. Lena y yo necesitamos discutir todo eso     —
dice irritable.


—Espero que tengas una gran boda… aquí. —Sonríe con entusiasmo, ignorando su
tono mordaz.

—Probablemente vamos a volar a Las Vegas mañana —le gruñe, y él recibe una
completa mueca de puchero Mia Salvatore. Rodando los ojos, se gira hacia Elliot, quien
le da su segundo abrazo de oso en muchos días.

—Bien hecho, hermano. —Golpea la espalda de Damon.

La respuesta de la habitación es sobrecogedora, y pasan unos pocos minutos antes
de que me encuentre de vuelta junto a Damon con el Dr. Flynn. Elena parece
haber desaparecido, y Gretchen está huraña rellenando copas de champaña.
Junto al Dr. Flynn hay una atractiva mujer joven con largo, oscuro, casi negro
cabello, escote, y unos encantadores ojos avellana.

—Damon —dice Flynn, estirando su mano. Damon la sacude con gusto.

—John. Rhian. —Besa a la mujer de cabello oscuro en la mejilla. Ella es pequeña y
bonita.

—Un placer que sigas con nosotros, Damon. Mi vida sería de lo más aburrida —y
mísera— sin ti.
Damon sonríe con suficiencia.

—¡John! —regaña Rhian, para la diversión de Damon.

—Rhian, esta es Elena, mi prometida. Lena, esta es la esposa de John.

—Un placer conocer a la mujer que finalmente ha capturado el corazón de
Damon. —Rhian me sonríe amablemente.

—Gracias —murmuro, avergonzada de nuevo.

—Esa fue una googly67 la que lanzaste allí, Damon. —El Dr. Flynn sacude su
cabeza en divertida incredulidad. Damon le frunce el ceño.
                                                         
67 Googly: una jugada de cricket. 

—John… tú y tus metáforas de cricket. —Rhian rueda los ojos—. Felicitaciones a
los dos y feliz cumpleaños, Damon. Que maravilloso regalo de cumpleaños.     —Me
sonríe abiertamente.

No tenía idea de que el Dr. Flynn iba a estar aquí, o Elena. Es una sorpresa, y me
retuerzo los sesos para ver si tengo algo que preguntarle, pero una fiesta de
cumpleaños difícilmente parece el lugar apropiado para una consulta psiquiátrica.
Por algunos minutos, tenemos una pequeña charla. Rhian es un ama de casa con
dos niños. Deduzco que ella es la razón para que el Dr. Flynn practique en Estados
Unidos.

—Ella esta bien, Damon, respondiendo bien al tratamiento. Otro par de semanas
y podremos considerar un programa de pacientes externos. —Las voces del Dr.
Flynn y Damon son bajas, pero no puedo evitar escuchar de manera maleducada
desconcentrando a Rhian

—Así que todo es  juego y pañales en este momento…

—Eso debe ocupar tu tiempo. —Me ruborizo, volviendo de nuevo mi atención a
Rhian, quien ríe dulcemente. Sé que Damon y Flynn discuten sobre Leila.

—Pregúntale algo por mí —murmura Damon.

—¿Entonces que haces, Elena?

—Lena. Por favor. Trabajo en publicidad.

Damon y el Dr. Flynn bajan aún más sus voces; es tan frustrante. Pero se
detienen cuando se nos unen dos mujeres que no había reconocido más temprano,
Ros y la rubia llena de vida que Damon presenta como su pareja, Gwen.
Ros es encantadora, y pronto descubro que viven casi en frente del Escala. Ella está
llena de elogios hacia las habilidades de pilotaje de Damon. Fue su primera vez
en el Charlie Tango, y dice que no dudaría en hacerlo de nuevo. Es una de las
pocas mujeres que he conocido que no está aturdida por él… bueno la razón es
obvia.


Gwen es risueña y con un irónico sentido del humor, y Damon parece
extraordinariamente a gusto con las dos. Las conoce bien. No hablan sobre trabajo,
pero puedo ver que Ros es una mujer inteligente que fácilmente puede mantenerse
a su nivel. También tiene una risa grande, gutural y de fumadora.

Grace interrumpe nuestra relajada conversación para informarle a todo el mundo
que la cena ha sido servida al estilo buffet en la cocina Salvatore. Lentamente los
invitados se dirigen hacia la parte de atrás de la casa.
Mia me agarra en el pasillo en su vestido de color rosa pálido y sus tacones
asesinos, se eleva sobre mi como un hada de cuento de navidad. Está sosteniendo
dos vasos de cocteles.

—Lena —sisea conspirativamente. Alzó la mirada a Damon, me suelta con una
mirada de buena suerte encuentro difícil lidiar con ella, y entro al comedor con
ella.

—Aquí —dice con picardía—, éste es uno de los Martini de limón especiales de mi
padre… mucho mejor que la champaña. —Me ofrece un vaso y observa
ansiosamente mientras tomo un tentativo sorbo.

—Mmm… delicioso. Pero fuerte. —¿Qué quiere? ¿Está tratando de embriagarme?

—Lena necesito un consejo. Y no puedo preguntarle a Lily… ella es tan prejuiciosa
sobre todo. —Mia pone sus ojos en blanco y luego me sonríe—. Está tan celosa de
ti. Creo que esperaba que un día ella y Damon pudieran estar juntos. —Mia se
echa a reír ante la absurdez y yo me acobardo en el interior.

Esto es algo contra lo que tendré que luchar en el futuro… otras mujeres deseando
a mi hombre. Alejo la molesta idea lejos de mi cabeza y me distraigo con el
problema en mi mano, tomo otro sorbo de mi Martini.

—Trataré y ayudaré. Dispara.

—Como sabrás, Ethan y yo nos conocimos recientemente, gracias a ti. —Me
sonríe—. Lena… él no quiere salir conmigo. —Hace un mohín.

—Oh. —Parpadeo hacia ella, perpleja, y pienso: Quizás no está loco por ti.  


—Mira, eso sonó muy mal. Él no quiere salir porque su hermana está saliendo con
mi hermano. Sabes… piensa que es todo algo incestuoso. Pero sé que le gusto.
¿Qué puedo hacer?

—Oh ya veo —murmuro, tratando de hacerme algo de tiempo, ¿qué puedo
decir?—. ¿Estarías de acuerdo en ser amigos y darle algo de tiempo? Digo, acaban
de conocerse.

Inclina la ceja y me ruborizo.

—Mira, sé que acabo de conocer a Damon pero… —Frunzo el ceño hacia ella
insegura de lo que voy a decir—. Mia, esto es algo en lo que tú y Ethan tienen que
trabajar juntos. Yo trataría una ruta de la amistad.
Mia sonríe.

—Has aprendido esa mirada de Damon.
Me ruborizo.

—Si quieres consejo, pregúntale a Katrina. Puede tener alguna percepción de cómo se
siente su hermano.

—¿Tú crees? —pregunta Mia.

—Sí. —Sonrío alentadoramente.

—Genial, gracias Lena. —Me da otro abrazo y huye emocionada,                         —
impresionantemente, dado sus altos tacones— hacia la puerta, sin duda a molestar a
Katrina. Tomo otro sorbo de mi Martini, y estoy a punto de seguirla cuando me
detengo en seco.

Elena se desliza al interior del cuarto, su rostro tenso, sombrío, enojada
determinación. Cierra la puerta tranquilamente después de entrar y me frunce el
ceño.
Oh mierda.

—Lena —se burla.

Invoco todo mi autodominio, un poco borroso debido a las dos copas de champaña
y el coctel letal que sostengo en mi mano. Creo que la sangre se ha drenado de mi
rostro, pero reúno tanto a mi subconsciente como a mi Diosa interna para parecer
tan calmada e imperturbable como me sea posible.

—Elena. —Mi voz es pequeña, pero estable… a pesar de mi boca seca. ¿Por qué
esta mujer me asusta tanto? ¿Y qué quiere ahora?

—Te ofrecería mis muy sentidas felicitaciones, pero creo que eso seria inapropiado.

—Sus penetrantes y fríos ojos azules miran glacialmente a mi interior, llenos de
odio.

—Yo tampoco necesito ni quiero tus felicitaciones, Elena. Estoy sorprendida y
decepcionada de verte aquí.

Ella alza una ceja. Creo que está impresionada.

—No habría pensado en ti como una digna adversaria, Elena. Pero me
sorprendes con cada movimiento.

—Yo no he pensado para nada en ti —miento, con frialdad. Damon estaría
orgulloso—. Ahora si me disculpas, tengo mejores cosas que hacer que perder mi
tiempo contigo.

—No tan rápido, señorita —sisea, apoyándose contra la puerta, bloqueándola
efectivamente—. ¿Qué demonios crees que haces, consintiendo en casarte con
Damon? Si piensas por un minuto que puedes hacerlo feliz, estás muy
equivocada.

—Lo que esté aceptando hacer con Damon no es de tu interés. —Sonrió con una
sarcástica dulzura. Ella me ignora.

—Él tiene necesidades, necesidades que tú posiblemente no puedes empezar a
satisfacer —se regodea.

—¿Qué sabes de sus necesidades? —gruño. Mi sentido de la indignación entra en
erupción brillantemente, quemando en mi interior mientras la adrenalina surge a
través de mi cuerpo. ¿Cómo se atreve está maldita zorra a sermonearme?—. No
 eres más que una enferma abusadora de niños, y si fuera por mí. Te lanzaría al
séptimo círculo del infierno y me alejaría sonriendo. Ahora fuera de mi camino…
¿O tengo que quitarte?

—Estás cometiendo un gran error aquí, señorita. —Mueve un largo, delgado, y
finamente manicurado dedo hacia mí—. ¿Cómo te atreves a juzgar nuestro estilo
de vida? No sabes nada, y no sabes en qué te estás metiendo. Y si crees que va a
estar feliz con una pequeña ratonil interesada como tú…

¡Es todo! Tiro el resto de mi Martini de limón en su rostro.

—¡No te atrevas a decirme en que meterme —le grito—. ¿Cuándo aprenderás? No
es tu maldito problema.

Me mira boquiabierta, golpeada por el horror, limpiando la pegajosa bebida de su
rostro. Creo que está apunto de embestirme, pero de repente es lanzada hacia
adelante cuando la puerta se abre.

Damon está en la entrada. Le toma un nanosegundo evaluar la situación, yo
pálida y temblando, ella empapada y muy furiosa. Su hermoso rostro se
contorsiona  y se oscurece por la ira mientras viene a pararse entre nosotras.

—¿Qué mierdas estás haciendo Elena? —dice, su voz glacial y mezclada con
amenaza.
Ella parpadea hacia él.

—Ella no es adecuada para ti, Damon —susurra.

—¿Qué? —grita, sorprendiéndonos a ambas. No puedo ver su rostro pero todo su
cuerpo se ha tensado e irradia animosidad.

—¿Cómo mierdas sabes lo que está bien para mí?

—Tienes necesidades, Damon —dice su voz se suaviza.

—Te lo he dicho antes, esto no es tu jodido asunto —ruge. Oh mierda, el muy
enojado Damon ha levantado su no fea cabeza. La gente va a escuchar.

—¿De qué se trata? —Se detiene, mirándola—. ¿Crees que eres tú? ¿Tú? ¿Crees que
eres la correcta para mí? —Su voz es más suave, pero gotea desprecio, y de repente
no quiero estar aquí. No quiero ser testigo de este encuentro íntimo, soy una
intrusa. Estoy atascada… mis miembros no están dispuestos a moverse.
Elena traga y parece ponerse en posición vertical. Su postura cambia sutilmente,
luce más dominante, y da un paso hacia él.

—Fui la mejor cosa que te ha pasado —sisea arrogantemente hacia él—. Mírate.
Uno de los más ricos y exitosos empresarios en Estados Unidos —controlado,
impulsado— no necesitas nada. Eres el maestro de tu universo.

Da un paso hacia atrás como si hubiera sido golpeado, y abre la boca sin poder
creerlo, indignado.

—Lo amabas, Damon, no trates de engañarte a ti mismo. Estabas en el camino de
la autodestrucción y te salvé de eso, te salvé de vivir tras las rejas. Créeme, cariño,
ahí es donde habrías terminado. Te enseñé todo lo que sabes, todo lo que necesitas.
Damon palidece, mirándola con horror. Cuando habla, su voz es baja e incrédula.

—Me enseñaste como follar, Elena. Pero eso es vacío, como tú. No es de extrañar
que Linc se fuera.

La bilis sale por mi boca. No debería estar aquí. Pero estoy congelada en mi lugar,
mórbosamente fascinada mientras se destripan el uno al otro.

—Nunca me tomaste —susurra Damon—. Nunca dijiste que me amabas.
Ella entrecierra sus ojos.

—El amor es para tontos, Damon.

—Fuera de mi casa. —La implacable y furiosa voz de Grace nos sobresalta. Tres
cabezas se giran hacia donde Grace está de pie en el umbral del cuarto. Está
mirando a Elena, que palidece bajo su bronceado St. Tropez.
El tiempo parece suspendido mientras colectivamente tomamos una respiración
profunda, y Grace se desplaza hacia el salón. Sus ojos ardiendo por la furia, nunca
abandonan a Elena, hasta que está en frente de ella. Los ojos de Elena se abren
alarmados, y Grace la golpea con fuerza en el rostro, el sonido del impacto resuena
en las paredes del comedor.

—Saca tus sucias garras de mi hijo, zorra, y sal de mi casa, ahora —sisea  a través
de sus apretados dientes.

Elena agarra sus enrojecidas mejillas y mira con horror por un instante,
conmocionada y parpadeando hacia Grace. Luego se apresura a salir del cuarto,
sin molestarse en cerrar la puerta.

Grace se gira para enfrentar a Damon y un tenso silencio se instala como una
delgada manta sobre nosotros mientras Damon y Grace se miran fijamente.
Después de un segundo, Grace habla.

—Lena, antes de entregártelo, ¿me darías un minuto o dos a solas con mi hijo? —Su
voz es tranquila, ronca, pero, oh, tan fuerte.

—Por supuesto —susurro, y salgo tan calmada como puedo, mirando
ansiosamente sobre mi hombro. Pero ninguno de ellos me mira mientras me voy.
Siguen mirándose el uno al otro, su comunicación tacita fuertemente alta.

En el pasillo, estoy momentáneamente perdida. Mi corazón late y mi sangre se
desplaza por mi venas… me siento presa del pánico en mi interior. Joder, eso fue
fuerte y ahora Grace lo sabe. Mierda. No puedo pensar en lo que le va a decir a
Damon, y sé que está mal, lo sé, pero me recuesto contra la puerta tratando de
escuchar.

—¿Cuánto, Damon? —La voz de Grace es suave, difícilmente le escucho.
No puedo oír su respuesta.

—¿Qué edad tenías? —Su voz es más insistente—. Dime. ¿Qué edad tenías cuando
todo esto empezó? —De nuevo no puedo escuchar a Damon.

—¿Todo bien Lena?  —Ros me interrumpe.

—Sí, bien. Gracias… yo.

Ros sonríe.
—Voy a buscar mi bolso. Necesito un cigarrillo.

Por un breve instante contemplo unírmele.

—Voy al baño. —Necesito reunir mi astucia y mis ideas, para procesar lo que he
visto y escuchado. Escaleras arriba parece el lugar más seguro para estar sola. Veo
a Ros pasear por el salón, subo dos escaleras a la vez hacia el segundo piso, luego
al tercero. Sólo hay un lugar en el que quiero estar.

Abro la puerta del cuarto de juegos de Damon y la cierro tras entrar, engullo un
gran aliento. Dirigiéndome a su cama, me dejo caer en ella mirando hacia el blanco
techo.

Santo cielo. Esto tiene que ser, sin duda, uno de los enfrentamientos más terribles
que he tenido que soportar, y ahora me siento entumecida, mi prometido y su ex
amante, ninguna aspirante a novia debería ver eso. Habiendo dicho eso, parte de
mí está agradecida de que me haya revelado su verdadero yo, y que pude estar ahí
para dar testimonio.

Mis pensamientos regresan a Grace. Pobre Grace, escuchar todo eso. Agarro una
de las almohadas de Damon. Habrá escuchado que Damon y Elena tenían un
romance, pero no de la naturaleza de ese. Gracias a los cielos. Gimo.
¿Qué estoy haciendo? Quizás la malvada bruja tenga un punto.
No, me rehúso a creer eso. Ella es tan fría y cruel. Agito mi cabeza. Ella esta
equivocada. Yo estoy bien para Damon. Soy lo que él necesita. Y en un momento
de aturdidora claridad. No cuestiono cómo ha vivido su vida hasta hace poco, sino
por qué. Sus razones para hacer lo que ha hecho a incontables chicas, ni siquiera
quiero saber cuantas. El cómo esto está mal. Todas eran adultas. Todas estaban en
—¿cómo lo planteo Flynn?— relaciones sanas, seguras y consensuadas. Ese es el
por qué. El por qué estaba mal. El por qué  era de su lugar oscuro.

Cierro mis ojos y pongo mi brazo sobre ellos. Pero él ha dejado eso atrás, ha
seguido adelante, y ambos estamos en la luz. Estoy deslumbrada por él y él por mí.
Podemos guiarnos. Una idea se me ocurre. ¡Mierda! Una roída e insidiosa idea  y
estoy en el lugar donde puedo acostar este fantasma para que descanse. Me siento
sobre la cama. Sí, debo hacerlo.

Temblando me pongo de pie, me quito los zapatos, camino hacia su escritorio,
examino el tablón encima de él. Las fotos de Damon joven están todavía allí, más
conmovedoras que nunca cuando pienso en el espectáculo que acabo de presenciar
entre él y la señora Robinson. Y allí en la esquina está la pequeña foto en blanco y
negro, de su madre, la perra drogadicta.

Enciendo la lámpara del escritorio y enfoco la luz sobre su foto. Ni siquiera sé su
nombre. Ella se parece tanto él, pero más joven, más triste y todo lo que siento,
mirando su rostro doloroso, es compasión. Trato de ver las semejanzas entre su
rostro y el mío. Me acerco al cuadro, poniéndome realmente, realmente cerca y no
veo ninguna. Excepto tal vez nuestro cabello, pero pienso que el suyo es más claro
que el mío. No me parezco a ella en absoluto. Esto es un alivio.

Mi subconsciente me chasquea la lengua, con los brazos cruzados, mirando por
encima de sus lentes de media luna. ¿Por qué te torturas? Tú has dicho sí. Tú has hecho
su cama. Le frunzo mis labios. Sí lo he hecho, con mucho gusto también. Quiero
acostarme en aquella cama con Damon por el resto de mi vida. Mi Diosa interior,
se sienta en posición de loto, ríe serenamente. Sí. He tomado la decisión correcta.

Debo encontrarlo, Damon estará preocupado. No tengo ni idea de cuánto tiempo
he estado en su habitación; él pensará que he escapado. Ruedo mis ojos mientras
contemplo su reacción exagerada. Espero que él y Grace hayan terminado. Me
estremezco al pensar que más podría haberle dicho ella.
Encuentro a Damon cuando sube la escalera hacia el segundo piso, buscándome.

Su rostro está tenso y cansado, no el despreocupado Cincuenta con el que llegué.
Cuando estoy de pie en el descanso, se queda en el escalón superior de la escalera
de modo que nosotros estamos cara a cara.

—Hola —dice cautelosamente

—Hola —contesto con cautela.

—Estaba preocupado…

—Lo sé —lo interrumpo—. Lo siento, no podía enfrentar las festividades. Solo
tenía que alejarme, tú sabes. Para pensar.

Levantando mi mano, acaricio su rostro. Él cierra sus ojos y apoya su cara en mi
mano.

—¿Y pensaste qué harías eso en mi habitación?

—Sí.

Él alcanza mi mano y me atrae en un abrazo voy con mucho gusto a sus brazos, mi
lugar favorito en el mundo entero. Él huele a ropa recién lavada, jabón para el
cuerpo y a Damon, el aroma más relajante y excitante del planeta. Él inhala mi
cabello.

—Siento que tuvieras que aguantar todo esto.

—Esto no es tu culpa, Damon. ¿Por qué ella estaba aquí? —Él me mira fijamente,
y curva su boca excusándose.

—Ella es amiga de la familia.
Trato de no reaccionar.

—Ya no más. ¿Cómo está tu mamá?

—Mamá está jodidamente molesta conmigo ahora mismo. Estoy realmente
contento de que tú estés aquí y que estemos en medio de la fiesta. De otra manera
podría ser mi última respiración.

—¿Tan mal, huh? —Él asiente, sus ojos serios y siento su aturdimiento en su
reacción.

—¿Puedes culparla? —Mi voz es tranquila, persuasiva.

Él me abraza fuerte y parece desconcertado, procesando sus pensamientos.
Finalmente él contesta:

—No.

¡Wow! Un gran avance.

—¿Podemos sentarnos? —pregunto.

—Seguro. ¿Aquí? —Asiento y nos sentamos en lo alto de la escalera.

—¿Entonces, cómo te sientes? —pregunto, con inquietud agarrando su mano y
mirando fijamente a su triste y serio rostro.
Él suspira.

—Me siento liberado—. Él se encoge de hombros, luego sonríe, una gloriosa y
despreocupada sonrisa de Damon, el cansancio y la tensión presentes hace un
momento han desaparecido.

—¿De verdad? —Sonrío de regreso. ¡Wow! Podría arrastrarme sobre vidrios rotos
por esa sonrisa.

—Nuestra relación de negocios está terminada. Hecho.
Lo miro con el ceño fruncido.

—¿Liquidarás el negocio del salón?
Él resopla.

—No soy vengativo, Elena —me increpa—. No. Se lo voy a regalar a ella.
Hablaré con mi abogado el lunes. Le debo mucho.
Arqueo una ceja a él.

—¿No más Sra. Robinson? —Su boca se tuerce en diversión y sacude su cabeza.

—Se fue.
Sonrío abiertamente.

—Lo siento, perdiste una amiga.
Se encoge de hombros entonces sonríe maliciosamente.

—¿De verdad lo sientes?

—No —confieso, sonrojada.

—Ven. —Él está de pie y me ofrece su mano—. Vamos a unirnos a la fiesta en
nuestro honor. Aún podría emborracharme.

—¿Te emborrachas? —pregunto mientras tomo su mano.

—No desde que era un adolescente salvaje. —Caminamos escaleras abajo.

—¿Has comido? —pregunta.
Oh mierda.

—No.

—Bueno tú deberías. Por la apariencia y el olor de Elena, fue uno de los cócteles
mortales de mi padre el que lanzaste sobre ella. —Me mira fijamente, intentando y
fallando en mantener la diversión en su rostro.

—Damon, yo…
Él levanta su mano.

—No discutas, Elena. Si vas a beber —y lanzar alcohol sobre mis ex—necesitas
comer. Es la regla número uno. Creo que ya hemos tenido esta discusión después
de nuestra primera noche juntos.

—Oh sí. El Heathman.

De vuelta en el vestíbulo, hace una pausa para acariciar mi rostro, sus dedos
rozando mi mandíbula.

—Estuve sin poder dormir durante horas y te miré dormir —murmura él—. Te
podría haber amado incluso entonces.
Oh.

Se inclina hacia abajo y me besa suavemente y me derrito por todas partes, toda la
tensión de la última hora o así rezuman lánguidamente de mi cuerpo.

—Come —él susurra.


—Está bien —consiento porque ahora mismo probablemente haría cualquier cosa
por él. Tomando mi mano, él me conduce hacia la cocina donde la fiesta está en
pleno apogeo.

*  *  *

—Buenas noches, John, Rhian.

—Felicidades otra vez, Lena. Ustedes dos estarán muy bien. —El Doctor Flynn nos
sonríe amablemente, de pie, tomados del brazo en el pasillo mientras él y Rhian se
despiden.

—Buenas noches.
Damon cierra la puerta y sacude su cabeza. Él me mira fijamente, sus ojos de
repente brillantes con entusiasmo.
¿Qué es esto?

—Sólo queda mi familia. Creo que mi madre ha bebido demasiado. —Grace está
cantando karaoke en una consola de juego en la sala familiar. Katrina y Mia están
compitiendo con ella.

—¿La culpas? —Le sonrío con satisfacción, tratando de mantener la atmósfera
ligera entre nosotros. Tengo éxito.

—¿Está sonriéndome, señorita Gilbert?

—Lo estoy.

—Ha sido un gran día.

—Damon, recientemente, cada día contigo ha sido un buen día. —Mi voz es
sardónica.

Él sacude su cabeza.

—Punto bien hecho, señorita Gilbert. Ven quiero mostrarte algo. —Tomando mi
mano, me conduce por la casa a la cocina donde Carrick, Ethan y Elliot están
hablando de Marineros, bebiendo el último de los cócteles y comiendo las sobras.

—¿Salen a dar un paseo? —Elliot se burla sugestivamente mientras hacemos
nuestro camino por las puertas francesas. Damon lo ignora. Carrick mira con el
ceño fruncido a Elliot, sacudiendo su cabeza en un reproche silencioso.

A medida que hacemos nuestro camino por las escaleras hasta el jardín, me quito
los zapatos. La media luna brilla intensamente sobre la bahía. Está brillante,
echando todo en la miríada de sombras de color gris, mientras las luces de Seattle
centellean dulcemente en la distancia. Las luces del cobertizo para botes están
encendidas, un faro que brilla suavemente en la fría luz de la luna.

—Damon, me gustaría ir a la iglesia mañana.

—¿Ah?

—Recé para que regresaras vivo y lo hiciste. Es lo menos que podría hacer.

—Bien.

Vagamos de la mano en un relajado silencio durante unos momentos. Entonces
algo se me ocurre.

—¿Dónde vas a poner las fotos que Stefan me tomó?

—Pensé que nosotros podríamos ponerlas en la nueva casa.

—¿La compraste?
Se detiene a mirarme fijamente, su voz llena de preocupación.

—Sí. Pensé que te gustaría.

—Me gusta. ¿Cuándo la compraste?

—Ayer por la mañana. Ahora necesitamos decidir qué hacer con ella                 —
murmura él, aliviado.

—No la derribes. Por favor. Esta es una casa tan encantadora. Sólo necesita algo de
cariño y atención.

Damon me mira y sonríe.

—Bien. Hablaré con Elliot. Él conoce a un buen arquitecto; ella hizo algunos
trabajos en mi casa en Aspen. Puede hacer la remodelación.

Resoplo, recordando de repente la última vez que cruzamos el césped bajo la luz
de la luna hacia el cobertizo para botes. Ah, quizás esto es lo que vamos a hacer
ahora. Sonrío.

—¿Qué?

—Recuerdo la última vez que me llevaste al cobertizo para botes.
Damon ríe relajadamente.

—Ah, eso fue divertido. De hecho... —Él se detiene repentinamente y me lleva
sobre su hombro y chillo, aunque no tengamos que ir muy lejos.

—Tú estabas realmente enfadado, si recuerdo correctamente —jadeo.

—Elena, siempre estoy realmente enfadado.

—No, tú no lo estás.

Él aplasta mi trasero mientras se detiene afuera de la puerta de madera. Me desliza
bajo su cuerpo hasta el suelo y toma mi cabeza en sus manos.

—No, nunca más. —Inclinándose, me besa con fuerza. Cuando se retira, estoy sin
aliento y el deseo corre alrededor de mi cuerpo. Me mira fijamente y en el
resplandor de un rayo de luz que viene desde el interior del cobertizo para botes,
puedo ver que está ansioso. Mi hombre ansioso, no un caballero blanco ni un
caballero oscuro, sino un hombre... un hermoso-hombre-no-demasiado-jodido-a
quien amo. Lo alcanzo y acaricio su rostro, mis dedos corriendo a través de sus
patillas y a lo largo de su mandíbula hasta su barbilla, luego dejo a mi índice tocar
sus labios. Él se relaja.

—Tengo algo aquí para mostrarte —murmura él y abre la puerta.

La luz intensa de los fluorescentes ilumina la impresionante lancha a motor en el
muelle, flotando suavemente sobre las oscuras aguas. Hay un bote de remos al
lado.

—Ven. —Damon toma mi mano y me conduce encima de la escalera de madera.

Abriendo la puerta en lo alto, se aparta para dejarme entrar. Mi boca se cae al piso.
El ático está irreconocible. La habitación está llena de flores... hay flores por todas
partes. Alguien ha creado una pérgola mágica de flores de prado hermosas,
salvajes mezcladas con el encendido de bombillas de colores y linternas en
miniatura dando un resplandor suave y pálido alrededor de la habitación.

Mi rostro gira rápidamente alrededor para encontrar el suyo y él me mira
fijamente, su expresión ilegible. Se encoge de hombros.

—Tú querías corazones y flores —murmura. Parpadeo ante él, no creyendo
exactamente lo que estoy viendo.

—Tú tienes mi corazón. —Él hace un ademán hacia la habitación.

—Y aquí están las flores —susurro, completando su oración—. Damon, esto es
hermoso. —No puedo pensar qué más decir. Mi corazón está en mi boca mientras
las lágrimas pinchan mis ojos.

Tirando de mi mano, me arrastra dentro de la habitación y antes de darme cuenta,
se hinca en una rodilla delante de mí. Santo infierno... ¡No esperaba esto! Dejo de
respirar. Del interior del bolsillo de su chaqueta extrae un anillo y me mira, sus
ojos grises brillantes y salvajes, llenos de emoción.

—Elena Gilbert. Te amo. Quiero amarte, quererte y protegerte por el resto de mi
vida. Sé mía. Siempre. Comparte mi vida conmigo. Cásate conmigo.

Parpadeo hacia él mientras mis lágrimas caen. Mi Cincuenta, mi hombre. También
lo amo y todo lo que puedo decir mientras la ola gigante de emociones me golpea
es:

—Sí.

Él sonríe abiertamente, aliviado y suavemente desliza el anillo en mi dedo. Es
hermoso, un diamante oval en un anillo de platino. Por Dios, es grande... grande
pero, ah-tan-simple y sorprendente en su simplicidad.

—Oh, Damon —sollozo, de repente abrumada con la alegría y me uno a él sobre
mis rodillas, mis dedos cerrándose en su cabello mientras lo beso, lo beso con todo
mi corazón y alma. Beso a este hombre hermoso, que me ama como yo lo amo; y
entonces él envuelve sus brazos a mi alrededor, sus manos se mueven sobre mi
cabello, su boca sobre la mía. Sé dentro de mí que siempre seré suya y él siempre
será mío. Juntos hemos llegado tan lejos, tenemos mucho camino por recorrer, pero
estamos hechos el uno para el otro. Estamos destinados a estar juntos.

*  *  *

La colilla del cigarrillo brilla intensamente en la oscuridad mientras él toma una
profunda calada. Sopla el humo en una larga exhalación, terminando con dos
anillos de humo que se disuelven delante de él, pálido y fantasmal a la luz de la
luna. Se mueve en su asiento, aburrido y toma un rápido trago de Borbón barato
de una botella envuelta en papel marrón en mal estado antes de apoyarla de nuevo
entre sus muslos.

No puede creer que todavía esté sobre la pista. Su boca se tuerce en una sardónica
mueca. El helicóptero había sido un movimiento imprudente y audaz. Una de las
cosas más estimulantes que alguna vez había hecho en su vida. Pero en vano.
Rueda sus ojos irónicamente. ¿Quién habría pensado que el hijo-de-perra podría en
realidad volar al cabrón?
Resopla.

Ellos lo han subestimado. Si Salvatore pensó por un minuto que él iría a gimotear
silenciosamente en la oscuridad, ese estúpido no sabe una mierda.
Había sido lo mismo toda su vida. La gente constantemente lo subestimaba, tan
solo un hombre que lee libros. ¡Joder! Un hombre con una memoria fotográfica que
lee libros. Ah, las cosas que aprendió, las cosas que sabe. Bufa otra vez, sí, sobre ti,
Salvatore. Las cosas que sé sobre ti.

No está mal para un chico de los suburbios de Detroit.
No está mal para un chico que se ganó una beca para Princeton.
No está mal para un chico que se rompió el culo para pagar sus estudios y entrar
en la industria editorial.

Y ahora todo está jodido, jodido a causa de Salvatore y su pequeña perra. Él frunce el
ceño a la casa como si esta representara todo lo que desprecia. Pero nada está
sucediendo. El único drama había sido la atractiva, y voluptuosa rubia vestida de
negro, sacudiéndose a lágrima viva por el camino de entrada antes de subirse en
un Mercedes blanco y largarse a la mierda.

Él ríe taciturno, luego se estremece. ¡Mierda! sus costillas. Todavía adolorido por
las rápidas patadas que el secuaz de Salvatore le había dado.
Repite la escena en su mente. Tú imbécil si tocas a la Srta. Gilbert de nuevo, realmente te
mataré.

Ese hijo de puta conseguirá su merecido, también. Sí, él obtendrá lo que viene para
él.
Se recuesta en su asiento. Parece que esta va a ser una larga noche. Se quedará, mirará
y esperará. Toma otra calada de su Marlboro rojo. Su oportunidad vendrá. Su
oportunidad vendrá pronto.

Fin

AUTOR:
E.L.James

TÍTULO:
50 SOMBRAS 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Post Relacionados

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...