Tiempo después el susurro de alguien a mi lado me
despertó, dejando a mi vista a mi hermano hablando con Esme.
-Ellen cariño ¿cómo estás?-preguntó Esme-
-Esme…-¿Dylan le habría dicho sobre el embarazo? ,
pensé-
-Lo siento tanto-dijo abrazándome-
En ese momento no pude evitar abrazarla y llorar,
por todo lo ocurrido otra vez, por el rabillo del ojo vi como Dylan cerraba la
puerta de la habitación, dejándonos solas, lo que no sabía, si eso sería algo
bueno o malo, ya que si le había dicho algo…
-Está hablando por teléfono-contestó acariciándome
la cara, cuando vio que miraba la puerta- ¿cómo estás?, ya me dijo Dylan, que
pasaste la noche en el hospital.
-Bien.
-Debes de cuidarte Ellen, la anemia que tienes, se
puede agravar si no comes bien-dijo con una pequeña sonrisa-
Menos mal, que no le contó-pensé-
-Lo haré no te preocupes Esme-dije algo más
tranquila-
Minutos después, Dylan entró en la habitación algo
serio.
-Buenas tardes, Ellen toma, tienes que tomarte las
pastillas y comer algo.
Yo solo asentí.
-Esme… gracias por encargarte de todo lo de mis
padres-dijo mirándola-
-Es lo menos que puedo hacer, mientras Ellen come,
voy a prepararte algo a ti también, seguro no has comido nada.
-Gracias Esme-contestó mi hermano-
Cuando Esme salió, me relajé bastante.
-Gracias por no contarle…-dije tocando mi vientre-
-Ellen no es momento para eso, sé que cuando estés
preparada le dirás, decidas lo que decidas, yo estaré contigo-dijo abrazándome-
Yo solo asentí.
Empecé a comer el sándwich de pollo que subió Dylan
y después me tomé las pastillas. Mientras comía no podía dejar de mirar cada
parte de la habitación de nuestros padres, el armario estaba entornado, por él
se veía el vestido favorito de mi madre, a la izquierda del armario había una
pequeña cómoda, dónde mamá guardaba sus sábanas cosidas a mano y el ajuar que
mi abuela Marie hizo para mí hace muchos años, a mi derecha estaba la ventana y
delante de esta había un pequeño escritorio, donde papá y mamá hacían sus papeles
y todo lo referido a sus trabajos. Junto a la puerta, había un pequeño tocador
donde mamá tenía sus perfumes y peines, delante de él, había un pequeño
taburete, dónde ella cuando yo era pequeña me peinaba, mientras me contaba las
travesuras que hacía con sus amigas.
Cuando miré a Dylan, él seguía en silencio mirando
como a fuera llovía a cántaros. Para romper el silenció le pregunté por la
llamada de teléfono que hicieron cuando llegamos.
-Dylan, ¿quién llamó?-dije poniéndome a su lado-
-¿Recuerdas a Paige y Chaise, los amigos de nuestros
padres?-dijo mirándome a los ojos-
-Sí, ¿qué pasa con ellos?-pregunté extrañada-
-Ya sabes que ellos y nuestros padres, eran como
hermanos-yo asentí-quieren que nos vayamos a vivir con ellos a Alaska-dijo mirándome-
-¿Y qué les contestaste?-pregunté-
-Que debía hablar contigo primero, y si después
decidíamos irnos…que tendríamos que hablar en la universidad y en el instituto
para trasladarnos.
-¿Perderás el año de universidad?-pregunté-
-No, aún no he empezado siquiera las clases, seguro
puedo trasladarme.
-No quiero que dejes la universidad ahora-dije-
-No la voy a dejar, solo que cogeré menos
asignaturas para buscar un trabajo-dijo-
-Dylan si quieres…puedes hacer este año en Foster
City, yo me marcharé con Paige y Chaise a Alaska, y cuando termines este año te
vienes con nosotros.
-Ellen, quiero estar contigo durante tu….-se calló
al oír la puerta abrirse-
-Chicos siento interrumpiros, pero hay un hombre
llamado Biagio, que dice ser el abogado de vuestros padres-dijo Esme-
-¿Qué quiere?-preguntó mi hermano-
-Seguramente hablaros del testamento de vuestros
padres-contestó Esme-
-Bien, gracias Esme, ya bajamos.
Cuando Esme salió de la habitación Dylan la siguió
hasta la puerta de la habitación de mis padres, yo los seguí de cerca
observando cada detalle de la habitación, marcharnos era lo mejor, asique
quería guardar en mi memoria cada detalle de este lugar, ya que seguramente no
volvería aquí en mucho tiempo.
Cuando llegué a la puerta me giré por última vez para verla y dando un suspiro, cerré la
habitación de mis padres. Dylan me esperaba en las escaleras, miró a la puerta
cerrada de la habitación y después a mí, tendió su mano hacia mí, y juntos
bajamos a enfrentarnos a esta nueva etapa de nuestra vida.
Cuando llegamos al salón, allí nos esperaba un
hombre rubio con ojos marrones de unos 40 años más o menos.
-Buenas tardes-saludamos-
-Buenas tardes chicos-saludó dándonos la mano-
-Mi nombre es Biagio Simon, soy el abogado de
vuestros padres, siento su pérdida-dijo-
-Gracias.
-Bueno, estoy aquí para leer el testamento de
vuestros padres, asique comencemos.
“Nosotros Bruce y Scarlet Sweeney dejamos nuestras
empresas a nuestros hijos Dylan e Ellen Marie Sweeney, nuestra casa de San
Francisco a nuestra hija Ellen, el dúplex de Nueva York a nuestro hijo Dylan,
las acciones de ambas empresas serán iguales para ambos, en el caso de que
alguno de los dos sea menor de edad, queremos que estén con nuestro hermano Chaise
y su esposa, hasta que ambos sean mayores de edad.
Todos nuestros ahorros y dinero de los seguros se
repartirán de igual forma entre los dos, el Jeep es oficialmente, de mi hijo Dylan
y si en un futuro tengo nietos…. Ellos heredarán parte de las acciones de las
empresas y el pago total de todos sus estudios en las mejores escuelas y
universidades del país.
Como regalo de cumpleaños por mayoría de edad a
nuestra hija Ellen, le dejamos a elegir entre una casa unifamiliar de lujo o un
dúplex de lujo en los Ángeles.
Así mismo, mi hijo Dylan manejará el dinero y
pertenencias de nuestra hija Ellen, hasta que esta cumpla su mayoría de edad.
Firmado: Bruce y Scarlet Sweeney.”
Yo me quedé sorprendida, ya que no sabía que
nuestros padres tuviesen tantas viviendas.
-Se me olvidaba, ya llamé a los señores Bears para decirles lo que los
señores Sweeney querían.
-Sí ya hablé con Chaise por teléfono-contestó mi
hermano-
-Perfecto, entonces empezaré con el papeleo para el
cambio de nombre de los propietarios y cuando tenga todo listo, me pongo en contacto
con vosotros.
-Gracias por todo Biagio-dijo mi hermano con un
apretón de manos-
Dylan lo acompañó a la puerta mientras yo volvía al
sillón, antes de sentarme, fui a la ventana y allí vi el coche de él, lo que me
tensó. Asique cogí la cortina y la corrí para que no me viese.
-Ellen cariño, tengo que irme ya, despídeme de Dylan,
si quieres le digo a Peter y Alia que después de dejarme en casa, vengan a
haceros compañía-dijo poniéndose la chaqueta-
-No hace falta Esme-contestó mi hermano serio,
seguro los vio- te están esperando en el coche.
Cuando Esme se fue, no pude evitar preguntarle.
-¿Los viste?-pregunté con lágrimas en los ojos-
-Sí, bueno, hablando sobre el testamento, ya sabes
que Chaise y Paige sabían de esto…
-Me marcharé con ellos después del funeral,
terminaré este año en Alaska y cuando nazcan los bebés estudiaré mi carrera a
distancia, no te preocupes, estaré bien con ellos, tú solo preocúpate de
aprobar todo este año, ya no hace falta que busques un trabajo, con lo que
dicen nuestros padres en el testamento.-dije cortándole-
-Sé que tienes razón Ellen, pero no quiero estar tan
lejos de ti en estos momentos, además quiero malcriar a mis sobrinas-dijo
tocando mi vientre-¿irás al ginecólogo antes de marcharte?
-No, ya sabes cómo es la gente, si alguien me ve
allí empezarán a hablar y eso puede llegar a oídos de los Canterville-dije con
dolor-Dylan… he decidido que no quiero decírselo, al menos no ahora, eso no
quiere decir que no les vaya a decir nunca nada, solo…. No sé, tal vez cuando
los niños sean más grandes o cuando nazcan se lo cuente, al menos a Justin y
Esme.
-Está bien Ellen, a mí no me gustaría que me
hiciesen eso si estuviese en tu lugar, pero lo entiendo-dijo abrazándome-
mañana iré a hablar con el director de tu instituto para el cambio.
-Gracias-dije besando su mejilla-y Dylan
-¿Sí?
-Te quiero
-Yo también te quiero enana, por cierto quiero que
me avises cuando vayas al ginecólogo para ir contigo, asique intenta que todas
caigan en viernes-dijo haciendo pucheros-
-Lo haré, aunque te extrañaré en la primera.
-Puedo ir…
-Dylan vas a empezar ahora la universidad, no vas a
empezar faltando ya.
-Vale, pero no pienso faltar a las próximas.
La cara que puso era tan graciosa que no pude evitar
abrazarlo y reír.
-Entendido, luego quiero que me des tu correo para
mandarte una copia de las ecografías-dije riéndome-
-Claro, te daré la dirección que me den en la University
of California Berkeley -me dijo-
-¿Vas a dejar la universidad de Stanford?
-Sí, anoche después de pensarlo mucho, decidí
cambiar de universidad, no sé si podría aguantar verlo sin golpearlo-dijo
refiriéndose a él-
-Entiendo
Me levanté del sillón, entré a la cocina para
prepararnos algo de cenar, asique abrí el frigorífico para buscar lo que necesitaba,
y fue en la puerta de este donde vi la nota que nos dejaron nuestros padres
antes de irse, la cual no habíamos leído en estos días.
“Dylan
quiero que cuides a tu hermana, algo me dice que sé lo que le pasa, y bueno no
quiero que le pase nada malo, eres el mayor y tienes que ser responsable, si tu
hermana sigue estando mal, quiero que le des unas pastillas que compré el otro
día, están en el armarito de mi cuarto de baño, aliméntala bien y seguro se
sentirá mejor. Si no mejora, quiero que me llames inmediatamente.
Ellen
cielo, siempre me preocupó tu relación con Peter en este sentido, se os ve tan
enamorados, pase lo que pase, quiero que sepas, que tanto tu padre como yo te
apoyaremos.
Os
queremos chicos, nos vemos el viernes”
Cuando terminé de leer la nota, no pude evitar
llorar otra vez, ella lo sabía, sabía que podía estar embarazada…pensé
apoyándome en el frigorífico.
Al menos sabía que ellos estarían conmigo pasase lo
que pasase, y espero que estén donde estén me ayuden con todo lo que me espera.
Me limpié las lágrimas, me levanté del suelo y
calenté la última comida que dejó mamá hecha para nosotros, una sabrosa sopa de
pescado, y encima ensalada con pollo y nata.
Cuando la comida estaba caliente fui al salón, le
puse a Dylan sus platos en la mesa del salón y en silencio cenamos. Yo no podía
evitar dejar de mirar cada foto que había a nuestro alrededor, sobre todo
cuatro de ellas, la foto de mis padres de casados, la de mi madre saliendo del
hospital con Dylan en brazos, la de papá conmigo de bebé saliendo del hospital
con mamá enfurruñada a sus espaldas con Dylan de la mano, y por último la foto
que nos hicimos en el pasado cumpleaños de papá, los cuatro junto al río
Mississippi. Me traían tantos recuerdos.
-Ellen, deberías irte a la cama, ya es muy tarde, y
mañana tenemos que madrugar-dijo mi hermano llevándose los platos-
-Tienes razón….Dylan….
-¿Sí?
-¿Puedo dormir contigo?-dije aguantando las
lágrimas-
-Claro hermanita, ve subiendo, limpio esto y estoy
contigo.
Subí las escaleras, dirección a la habitación de mis
padres, cogí una camisa de papá y el relicario de mamá, entré a su baño para
ver qué tipo de pastillas había comprado mamá y al verlas, confirmé mis
sospechas, ella lo sabía.
Me quité mi ropa, me puse la camisa de papá, me
abroché al cuello el relicario de mamá, y al salir del baño vi a Dylan acostado
en la cama de nuestros padres.
-Si quieres, podemos dormir aquí esta noche, ya que
será nuestra última noche juntos, aquí y en mucho tiempo-explicó Dylan-
-Gracias-dije dirección a la cama-
Abrió la colcha del lado de la cama, y me acurruqué
a su lado.
-Que descanses-nos dijimos abrazados, antes de caer
al mundo de los sueños-
Cuando al día siguiente desperté, la cabeza me dolía
horrores, seguramente por todas las emociones del día anterior, Dylan ya no
estaba en la cama y abajo se escuchaba mucho
ruido, asique despacio me levanté de la cama, al mirar por la ventana vi que el
día estaba oscuro, pronto empezaría a llover, solo esperaba que el tiempo
aguantase para poder despedirnos de nuestros padres.
Me puse el tipo de ropa que en estas ocasiones se
debe poner y bajé a la planta de abajo en busca de mi hermano.
Lo encontré en la cocina vestido casi al completo de
negro, tenía ojeras al igual que yo, y miraba por la ventana con una taza de
café en la mano de forma distraída. A las diez llegó un coche para llevarnos a
la pequeña iglesia de San Francisco, nos adentramos en él en silencio, mirando
hacia el bosque llegamos al fin a la iglesia. El resto de sucesos para mí
fueron una neblina, después de ver los ataúdes donde descansarían mis padres para
siempre, después de eso de lo único que me di cuenta, fue de la tierra
hundiéndose bajo mis pies del cementerio debido a la tormenta que caía desde
hacía no sé cuánto tiempo.
Mi hermano me guió por el cementerio hasta el lugar
donde descansarían nuestros padres para siempre, cuando los féretros, empezaron
a bajar a su eterno descanso, miré a mi alrededor con las lágrimas abandonando
mis ojos, a mi derecha estaban los señores Bears, junto a mi hermano estaban
Esme y Justin, a mi izquierda estaba mi hermano agarrando mi mano, al lado de
los Bears, estaban Jonathan y Sam y al final de ellos, vi a ellos mirándonos a
mi hermano y a mí, moví la cabeza para no verlos y abracé a mi hermano por la
cintura.
-¿Ellen, estás bien?-susurró contra mi pelo-
-Solo quiero salir de aquí-dije contra su pecho-
-Se lo diré a Paige para que os vayáis ya-me dijo-
-No, debo estar aquí hasta el final por ellos.
-Ellen, estoy seguro de que ellos no querrían que
estuvieses así, vete con los Bears a casa y descansa, después de tomar algo,
nos vemos allí antes de que nos vayamos al aeropuerto.
-Vale-dije acercándome a los féretros de mis padres
y dejando sobre estos dos rosas, una roja y la otra blanca-os quiero.
Después de despedirme de ellos, salí del cementerio
junto a los Bears, junto a su coche estaban Jonathan y Sam, por lo que no pude
evitar correr a abrazarme a ellos.
-Lo sentimos pequeña-dijeron abrazándome los dos a
la vez-
-Gracias por estar aquí-dije secándome las
lágrimas-os echaré de menos chicos.
-Y nosotros a ti, promete que seguiremos en
contacto-dijo Sam-
-Lo intentaré, hay si no recuerdo mal 1 hora de
diferencia entre Alaska y San Francisco…pero no os preocupéis tendréis noticias
mías, además, podríais venir a visitarnos algún día-contesté-
-Lo haremos-contestó esta vez Jonathan-
-Os quiero chicos, cuidaros-dije subiendo al coche
junto a los Bears-
Como me dijo Dylan al llegar a casa me puse cómoda,
comí algo e intenté descansar, antes de que se me olvidase algo importante
aquí, decidí revisar la maleta por si me faltaba algo, al ver que estaba todo,
entré por última vez a la habitación de mis padres y cogí una foto de ellos dos
con Dylan y conmigo de pequeños, para sentirlos cerca, cogí todas las joyas de
mi madre y las guardé en mi bolso de mano, el relicario lo volví a abrochar a
mi cuello y por último cogí mi nuevo pijama, la camisa de mi padre.
Después bajé de nuevo al salón con la maleta en la
mano y así esperé a que mi hermano llegara.
Media hora después Dylan llegó a casa mojado por el
diluvio que había fuera, se quitó los zapatos y el chaquetón, y se acercó hasta
donde yo estaba.
-¿Has descansado?-preguntó sentándose a mi lado-
-Sí, he logrado dormir un poco.
-Eso está muy bien, voy a decirles a tía Paige y tío
Chaise….
-Gracias-dije avergonzada-
-De nada.
Se levantó de mi lado y fue hacia la cocina, donde
los Bears estaban hablando tranquilamente, yo lo seguí.
-Tía Paige, tío Chaise, antes de salir dirección al
aeropuerto, debéis saber que…Ellen está embarazada por partida doble, y bueno
si es mucho para vosotros…no tengo problema porque se quede conmigo-dijo mi
hermano abrazándome-
-Hijo esas son buenas noticias, dos personas
importantes se han ido, pero otras dos vienen en camino, Dylan no te preocupes
por ellos, nosotros los cuidaremos, tú solo céntrate en la universidad y ven a
visitarlos cuando quieras-contestó Chaise-
-Gracias por todo, vamos os acompaño al aeropuerto.
Nos montamos en el coche alquilado de mis tíos, y
así mirando los bosques y los lugares donde
pasé mi infancia, dejé San Francisco con la única cosa en mente de que
ahora dos personitas dependen de mí.
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