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BIENVENIDOS A TOD@S A ESTE BLOG, ESPERO QUE DISFRUTÉIS LEYENDO LAS ADAPTACIONES DE CRÓNICAS VAMPÍRICAS.

COMO SABÉIS LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN Y LAS HISTORIAS QUE ADAPTARÉ TENDRÁN EL NOMBRE DE LA AUTORA AL FINAL DE CADA HISTORIA


GRACIAS

05 marzo 2013

Shades Capitulo 06


Capítulo 6
 Mi mano se agarra de su cabello, mientras mi boca se encuentra febril
contra la de Damon, consumiéndolo, saboreando el sabor de su
lengua en la mía. Y él se encuentra igual, devorándome. Es celestial.
De repente me jala y me acerca, toma el borde de mi camiseta, jalándola sobre mi
cabeza y lanzándola al suelo.
—Quiero sentirte —dice ávidamente contra mi boca mientras sus manos se ponen
detrás de mí para desabrochar mi sostén. En un rápido movimiento, lo quita y lo
pone a un lado.
Me recuesta de nuevo en la cama, presionándome contra el colchón, su boca y su
mano se mueven hasta mis pechos. Mis dedos se curvan en su cabello y él toma
uno de mis pezones entre sus labios y lo aprieta con fuerza.
Grito mientras la situación se desliza a través de mi cuerpo, pinchazos, y apretones
por todos los músculos alrededor de mi ingle.
—Sí nena, déjame escucharte —murmura contra mi sobrecalentada piel.
Hombre, lo quiero dentro de mí ahora. Con su boca, juega con mi pezón, jalándolo,
haciéndome retorcerme y suspirar por él. Siento su anhelo mesclado con… ¿qué?
Veneración .Es como si me estuviese adorando.
Me toma el cabello con los dedos, mi pezón poniéndose duro y alargándose bajo su
hábil toque. Su mano se mueve hasta mis vaqueros, y hábilmente suelta el botón,
baja el cierre, y desliza su mano entre mis bragas, deslizando sus dedos contra mi
sexo.
Su aliento sisea mientras sus dedos se deslizan en mi interior. Empujo mi pelvis
contra el talón de su mano y él responde frotándose contra mí.




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—Oh nena —dice en un respiro, mientras se cierne sobre mí, mirándome
atentamente—. Estás tan mojada. —Su voz está llena de maravilla.
—Te deseo —murmuro.
Su boca se une de nuevo con la mía, y siento su hambrienta desesperación, su
necesidad de mí. Esto es nuevo —nunca ha sido así excepto cuando regresé de
Georgia— y sus palabras del principio volvieron a mí. Necesito saber que estamos
bien. Ésta es la única manera que conozco.
El pensamiento me lo aclara todo. Saber que tengo tal efecto en él, que puedo
ofrecerle tanto consuelo, haciendo esto, mi Diosa interior ronronea con puro placer.
Él se sienta, toma el dobladillo de mis pantalones, y los jala, seguidos de mis
bragas.
Manteniendo sus ojos en mí, se pone de pie, saca un paquete de aluminio de su
bolsillo y me lo lanza, luego se quita los pantalones y sus bóxers en un rápido
movimiento.
Rasgo el paquete con avidez, y cuando él se acuesta de nuevo a mi lado,
lentamente deslizo el condón en él. Toma mis dos manos y su pone sobre su
espalda.
—Tú, arriba —ordena, me pone a horcadas sobre él—. Quiero verte.
Oh.
Me guía, y dudando me deslizo sobre él. Cierra sus ojos y flexiona sus caderas para
encontrarme, llenándome, extendiéndose, su boca formando una perfecta O
cuando exhala.
Oh, eso se siente tan bien, poseyéndolo, poseyéndome.
Toma mis manos, y no sé si es para estabilizarme o para evitar que lo toque a pesar
de todo ya tengo asegurado el camino.
—Te sientes muy bien —murmura.




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Me levanto de nuevo con el poder que tengo sobre él, mirando a Damon Salvatore,
poco a poco desmoronándose debajo de mí. Suelta mis manos y toma mis caderas,
y pongo mis manos en sus brazos, se mete dentro de mí bruscamente, haciéndome
gritar.
—Así es, nena, siénteme —dice su voz tensa.
Tiro mi cabeza hacia atrás y hago exactamente eso. Esto es lo que hace tan bien.
Me muevo —luchando contra su ritmo en perfecta simetría— entumeciendo toda
idea y razón. Sólo soy sensación perdida en este hoyo de placer. Arriba abajo… una
y otra vez… oh sí… Abriendo mis ojos, bajo la mirada directamente hacia él, mi
respiración irregular, me está regresando la mirada, ojos ardiendo.
—Mi Lena —articula.
—Sí —digo en tono áspero—. Siempre.
Él gime con fuerza, cerrando de nuevo sus ojos, tirando su cabeza hacia atrás. Oh
mi… ver a Damon desecho es suficiente para sellar mi destino, y me vengo de
manera audible, agotadoramente, girando hacia arriba y alrededor, y colapso sobre
él.
—Oh nena —gime cuando encuentra su liberación, sosteniéndome inmóvil y
dejándose ir.
Mi cabeza está en su pecho en la zona de acceso prohibido, mi mejilla contra el
ligero vello en su esternón. Estoy jadeando, candente, y resisto la urgencia de
fruncir mis labios y besarlo.
Simplemente me acosté sobre él, recuperando mi aliento. Él alisa mi cabello, y su
mano se desliza por mi espalda, acariciándome mientras tranquiliza su aliento.
—Eres tan hermosa.
Alzo mi cabeza para mirarlo, mi expresión es escéptica. Él frunce el ceño a modo
de respuesta y se sienta rápidamente, tomándome por sorpresa, su brazo
deslizándose para mantenerme en el lugar. Me agarro de sus bíceps cuando
estamos cara a cara.




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—Tú. Eres. Hermosa —dice de nuevo, su tono enfático.
—Y tú eres maravillosamente dulce a veces. —Lo beso suavemente.
Me levanta y me deja a un lado. Me estremezco cuando lo hace. Inclinándose, me
besa suavemente.
—No tienes idea de cuán atractiva eres, ¿cierto?
Me sonrojo. ¿A dónde va con esto?
—Todos esos chicos persiguiéndote, ¿no es suficiente para una pista? 
—¿Chicos? ¿Qué chicos?
—¿Quieres la lista? —Damon frunce el ceño—. El fotógrafo, está loco por ti, ese
chico en la ferretería, el compañero de cuarto de tu hermano, tu jefe —añade
amargamente.
—Oh, Damon, eso no es cierto.
—Créeme. Les gustas. Quieren lo que es mío. —Me acerca a él, y reposo mis brazos
en sus hombros, mis manos en su cabello, mirándolo entretenidamente.
—Mía —repite, sus ojos brillando posesivamente.
—Sí, tuya —le aseguro, sonriendo. Luce apaciguado, y me siento perfectamente
cómoda desnuda sobre su regazo en una cama bajo la luz de un sábado por la
tarde. ¿Quién lo habría pensado? Las marcas de lápiz labial permanecen en su
cuerpo exquisito. Noto algunas manchas en la funda nórdica, y me pregunto si la
señora Jones las notara.
—La línea aún está intacta —murmuro, con valentía remonto la marca en su
hombro con mi dedo índice. Él se pone rígido, parpadeando de repente—. Quiero
seguir explorando.
Me mira escépticamente.
—¿El apartamento?




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—No. Estaba pensando en el mapa del tesoro que había dibujado para ti. —Mis
dedos pican por tocarlo.
Sus cejas se alzan en sorpresa, y parpadea inseguro. Froto mi nariz contra la suya.
—¿Y que implicaría exactamente eso, señorita Gilbert? 
Alzo mi mano de su hombro y deslizo mis yemas en su cara.
—Quiero tocarte en todos los lugares que me están permitidos.
Damon atrapa mi dedo índice en sus dientes, mordiéndolo suavemente.
—Au —protesto y sonríe, un suave gruñido saliendo de su garganta.
—De acuerdo —dice, soltando mi dedo, pero su voz está mezclada con
aprensión—. Espera. —Se acuesta a mi lado, alzándome de nuevo, y se quita el
condón, dejándolo caer sin fijarse en el suelo al lado de la cama.
—Odio esas cosas. Tengo muchas ganas de llamar a la doctora Greene para que te
ponga una inyección. 
—¿Crees que la mejor ginecóloga en Seattle simplemente va a venir corriendo?
—Puedo ser muy persuasivo —murmura, poniendo mi cabello detrás de mí
oreja—. Franco ha hecho un gran trabajo con tu cabello. Me gustan estas capas.
¿Qué?
—Deja de cambiar el tema.
Me muevo de nuevo, ahora estoy sobre él, apoyándome en sus rodillas, mis pies a
cada lado de sus caderas. Él se inclina hacia atrás con sus brazos.
—Toca —dice sin humor. Luce nervioso, pero está tratando de esconderlo.
Manteniendo mis ojos en los suyos, me acerco y deslizo mi dedo debajo de la línea
del lápiz labial, a través de sus finamente esculpidos músculos abdominales. Se
estremece y me detengo.
—No tengo que… —susurro.




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—No está bien. Sólo toma un poco… de reajuste de mi parte. Nadie me ha tocado
por un largo tiempo —murmura.
—¿La señora Robinson? —Las palabras salen espontáneamente de mi boca, y
sorprendentemente, me las arreglo para mantener toda la amargura y el rencor en
mi voz.
Él asiente, obviamente incómodo. 
—No quiero hablar sobre ella. Agriará tu buena actitud.
—Puedo manejarlo.
—No, no puedes, Lena. Te pones roja cada vez que la menciono. Mi pasado es mi
pasado. Es un hecho. No puedo cambiarlo. Tengo suerte de que tú no lo tengas,
porque me volvería loco que lo tuvieses.
Frunzo el ceño, pero no quiero pelear. 
—¿Volverte loco? Más de lo que ya estás. —Sonrió, esperando aligerar la atmosfera
entre nosotros.
Sus labios se contraen. 
—Loco por ti —susurra.
Mi corazón se hincha de alegría.
—¿Llamo al doctor Flynn? 
—No creo que eso sea necesario —dice secamente.
Se mueve hacia atrás de esta manera está sobre sus pies. Pongo mis dedos de
nuevo en su vientre y dejo que se muevan a través de su piel. Se pone rígido de
nuevo.
—Me gusta tocarte. —Mis dedos patinan hasta su ombligo después hacia el sur a lo
largo de su camino de la felicidad. Sus labios se parten mientras su respiración
cambia, sus ojos se oscurecen y su erección despierta y da tirones debajo de mí.
Joder. Round dos.




 160 
—¿Otra vez? —murmuro.
Él sonríe. 
—Oh sí, señorita Gilbert, otra vez.

*  *  *

¡Qué deliciosa manera de pasar la tarde de sábado! Me paro bajo la ducha,
lavándome distraídamente, cuidadosa de no mojar mi cabello negro recogido,
contemplando el último par de horas. Damon y la vainilla parecían llevarse bien.
Está revelando mucho hoy. Es asombroso, tratando de asimilar toda la información
y reflexionar sobre lo aprendido: los detalles de su salario              —Whoa… es
apestosamente rico, y para alguien tan joven; es simplemente extraordinario— y los
expedientes que tiene sobre mí y sobre todas sus sumisas morenas. Me pregunto si
están todas en ese archivador.
Mi subconsciente frunce los labios y sacude la cabeza —no vayas allí. Frunzo el
ceño. ¿Sólo una rápida miradita?
Y ahí está Leila, con una pistola, potencialmente, en alguna parte, y su gusto de
mierda por la música aún en su iPod. Pero aún peor, la señora Paedo Robinson, no
puedo enredar mi cabeza en ella, y no quiero. No quiero que sea un espectro de
cabello brillante en nuestra relación. Él está en lo correcto, me voy hasta el fondo
cuando pienso en ella, así que quizás es mejor que no lo haga.
Salgo de la ducha y me seco, de repente estoy capturada por una ira inesperada.
¿Pero quién no lo haría? ¿Qué clase de persona cuerda, y normal le haría eso a un
niño de quince años? ¿Cuánto ha contribuido ella a su mierda? No la entiendo. Y
peor aún, él dice que ella lo ayudo. ¿Cómo?
Pienso en sus cicatrices, la física cruda encarnación de una horripilante niñez y un
nauseabundo recuerdo de cicatrices mentales que debe soportar. Mi dulce, triste
cincuenta tonos. Dijo cosas tan encantadoras hoy. Está loco por mí.




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Mirándome reflexivamente, sonrió al recuerdo de sus palabras, mi corazón
llenándose una vez más, y mi rostro se transforma en una ridícula sonrisa. Tal vez
podemos hacer que esto funcione. Pero, ¿cuánto tiempo va a querer hacer esto sin
tirar la mierda sobre mí, por cruzar alguna línea arbitraria? 
Mi sonrisa se desvanece. Esto es lo que no sé. Esta es la sombra que cuelga entre
nosotros. Peculiar mierda, sí, ¿puedo hacer eso, pero más?
Mi subconsciente me mira fijamente sin comprender, por una vez sin ofrecer
palabras de sabiduría sarcásticas. Regreso a mi recámara a vestirme.
Damon está abajo alistándose, haciendo lo que sea que esté haciendo, así que
tengo el cuarto para mí. También todos los vestidos en el closet, tengo cajones
llenos de ropa interior nueva. Elijo un corpiño corsé negro con una etiqueta de
quinientos cuarenta dólares. Tiene un acabado plateado como filigrana y la más
breve de las bragas para hacer juego. A la altura del muslo medias, también, en un
color natural, muy fino, pura seda. Guau… se sienten… seductoras… y algo
candentes… sí.  
Estoy llegando por el vestido cuando Damon entra sin previo aviso. ¡Vaya, que
podría tocar! Él está de pie inmóvil mirándome, sus ojos grises brillando,
hambrientos. Me pongo roja en todas partes, lo siento. Está usando una camisa
blanca y unos pantalones negros que hacen juego, el cuello de su camisa está
abierto. Puedo ver la línea del lápiz labial todavía en su sitio, y todavía está
mirando.
—¿Puedo ayudarlo, señor Salvatore? Asumo que hay otro propósito en su visita
además de mirarme curiosamente.
—Estoy disfrutando mirarla embobado, gracias, señorita Gilbert —murmura
sombríamente, dando un paso más dentro de la habitación y absorbiéndome—.
Recuérdame enviarle una nota personal de agradecimiento a Caroline Acton.
Frunzo el ceño. ¿Quién demonios es ella? 
—La compradora personal en Neiman’s —dice, espeluznantemente respondiendo
a mi pregunta no formulada.




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—Oh.
—Estoy un poco distraído.
—Puedo verlo. ¿Qué quieres Damon? —le doy una mirada sin sentido. Él
responde con una sonrisa retorcida, y saca las cosas de plata redondas como
huevos de su bolsillo, deteniéndome. ¡Mierda! ¿Quiere azotarme? ¿Ahora? ¿Por
qué?
—No es lo que piensas —dice rápidamente.
—Ilumíname —susurro.
—Pensé que podrías usar estas esta noche.
Y las implicaciones de esa oración cuelgan entre nosotros mientras la idea se
hunde.
—¿Para este evento? —Estoy sorprendida.
Él asiente lentamente, sus ojos oscureciéndose.
Oh mi...
—¿Me azotarás más tarde?
—No.
Por un momento, sentí una punzada fugaz de decepción.
Él ríe. 
—¿Quieres que lo haga?
Trago, simplemente no sé.
—Bueno, ten por seguro que no te voy a tocar de esa manera, ni siquiera si me
ruegas.
Oh. Estás son noticias.




 163 
—¿Quieres jugar este juego? —Continua, sosteniendo las bolas—. Siempre puedes
quitarlas si son demasiado.
Lo miro fijamente. Luce perversamente tentador, descuidado, cabello luego de
follar, ojos oscuros que brillan con pensamiento eróticos, esa hermosamente
esculpida boca, labios levantados en una sonrisa sexy y divertida.
—De acuerdo —consiento en voz baja. ¡Sí maldita sea! Mi Diosa interior ha
encontrado su voz y grita a los cuatro vientos.
—Buena chica. —Sonríe Damon—. Ven aquí, y te las pondré, una vez que te
hayas puesto tus zapatos.
¿Mis zapatos? Me giro y veo los tacones de gamuza gris paloma que coinciden con
el vestido que he elegido usar.
¡Complácelo! Ladra mi Diosa interior.
Él extiende su mano para darme soporte mientras me calzo los zapatos de Damon
Louboutin, un robo de tres mil doscientos noventa y cinco dólares. Debo ser al
menos cinco centímetros más alta ahora.
Él me lleva a la cama y no se sienta, pero camina hacia la única silla del cuarto,
tomándola, la transporta y la pone en frente de mí.
—Cuando asienta, te agachas y agarras la silla. ¿Entiendes? —Su voz es ronca.
—Sí.
—Bien, ahora abre tu boca —ordena, su voz aún suave.
Hago lo que me dice, pensando que va a poner las bolas en mi boca de nuevo para
lubricarlas. No, él mete su dedo.
Oh…
—Chupa —dice, me acerco y agarro su mano, sujetándola firme y hago lo que se
dijo… ven, puedo ser obediente, cuando quiero.




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Sabe a jabón… mmm. Chupo con fuerza, y me siento recompensada cuando sus ojos
se abren y su boca se entreabre mientras inhala. No voy a necesitar ningún
lubricante a este ritmo. Él pone las bolas en mi boca mientras hago una felación a
su dedo, enrollando mi lengua alrededor de él. Cuando trata de retirarlo, cierro
mis dientes.
Sonríe luego agita su cabeza, amonestándome, así que lo dejo ir. Él asiente, y me
agacho y agarro los lados de la silla. Mueve mis bragas a un lado y lentamente
desliza un dedo dentro de mí, dando vueltas tranquilamente, así lo sentía, en todas
partes. No puede evitar el gemido que escapaba de mis labios.
Retira el dedo brevemente y con mucho cuidado, mete las bolas, una a la vez,
empujándolas en mi interior. Una vez están en posición, pone de nuevo las bragas
en su lugar y besa la parte posterior. Deslizando sus manos en cada una de mis
piernas desde el tobillo hasta el muslo, suavemente besa la parte superior de cada
muslo donde mis medias terminan.
—Tienes unas hermosas, muy hermosas piernas, señorita Gilbert —murmura.
Poniéndose de pie, agarra mis caderas y me tira hacia él para que sienta su
erección.
—Quizás te tenga así más tarde cuando lleguemos a casa, Elena. Puedes
ponerte de pie ahora.
Me siento mareada, más allá de despierta mientras el peso de las bolas empuja y
jalan en mi interior. Inclinándose detrás de mí Damon besa mi hombro.
—Compré estos para que los usaras en la gala del último sábado. —Pone su brazo
a mi alrededor y extiende su mano. En su palma descansa una pequeña caja roja
con Cartier escrito en la tapa—. Pero me dejaste, así que nunca tuve la oportunidad
de dártelos.
Oh.
—Ésta es mi segunda oportunidad —murmura, su voz dura con un poco de
emoción sin nombre. Está nervioso.




 165 
Tentativamente tomo la caja y la abro. Dentro brillan un par de pendientes de gota.
Cada uno tiene cuatro diamantes, uno en la base, luego tres diamantes
perfectamente espaciados colgando uno después del otro. Son hermosos, simples,
y clásicos. Lo que yo escogería si me diesen alguna vez la oportunidad de comprar
en Cartier.
—Son encantadores —susurre, y porque son pendientes de segunda oportunidad,
los amo—. Gracias.
Se relaja contra mí mientras la tensión deja su cuerpo, y besa de nuevo mi hombro.
—¿Usarás el vestido de satén plateado? —pregunta.
—¿Si? ¿Está bien?
—Por supuesto, te dejare alistarte. —Sale por la puerta sin mirar atrás.

*  *  *

He entrado en un universo alternativo. La joven que me mira fijamente parece
digna de una alfombra roja. Su vestido straples, largo hasta el suelo, de satín
plateado es simplemente impresionante. Tal vez le escriba personalmente a
Caroline Acton. Está ajustado y adula las pocas curvas que tengo.
Mi cabello cae en ondas suaves alrededor de mi cara, derramándose sobre mis
hombros hasta mis pechos. Meto un mechón detrás de mi oreja, dejando al
descubierto mi segunda opción en pendientes. Mantuve mi maquillaje al mínimo,
buscando un aspecto natural. Delineador de ojos, mascara, un poco de rubor
rosado y el lápiz labial de color rosa pálido.
Realmente no necesito el rubor. Estoy un poco enrojecida por el constante
movimiento de las bolas de plata. Sí, van a garantizar que tenga un poco de color
en las mejillas esta noche. Sacudiendo mi cabeza ante la audacia de las ideas
eróticas de Damon, me inclino a recoger mi abrigo de raso y el bolso plateado y
voy en busca de mis Cincuenta tonos.




 166 
Él está hablando con Niklaus y otros tres hombres en el pasillo, de espaldas a mí.
Sus sorpresivas expresiones de aprecio alertan a Damon de mi presencia. Se
voltea mientras me detengo y espero con torpeza.
¡Santo cielo! Se me seca la boca. Él se ve impresionante... Traje de noche negro,
corbata de lazo negro y su expresión cuando me mira es de asombro. Él camina
hacia mí y besa mi cabello.
—Elena. Te ves impresionante. 
Me ruborizo ante el cumplido frente a Niklaus y los otros hombres.
—¿Una copa de champán antes de irnos?
—Por favor —murmuro, demasiado rápido.
Damon asiente con la cabeza hacia Niklaus, quien se dirige al hall de entrada con
sus tres cohortes34.
En la gran sala, Damon recupera una botella de champán de la nevera.
—¿Equipo de seguridad? —pregunto.
—Protección Cercana. Están bajo el control de Niklaus. Ha entrenado en eso
también. —Las manos de Damon me acercan una copa de champán.
—Él es muy versátil.
—Sí, lo es. —Sonríe Damon—. Te ves hermosa, Elena. Salud. —Levanta su
copa y la choca con la mía. El champán es de un pálido color rosado. Tiene un
sabor deliciosamente crujiente y ligero.
—¿Cómo te sientes? —pregunta, sus ojos se calientan.
—Muy bien, gracias. —Sonrío dulcemente, sin dejar escapar nada, a sabiendas de
que se refiere a las bolas de plata.
Él me sonríe.
                                                          
34 Cohorte: Unidad táctica del ejército romano.




 167 
—Aquí, vas a necesitar esto. —Me entrega una bolsa de terciopelo de gran tamaño
que estaba descansando en la isla de la cocina—. Ábrelo —dice entre sorbo y sorbo
de champaña. Intrigada, meto las manos en la bolsa y saco una intrincada mascara
de plata con plumas azul cobalto en un penacho que corona la parte superior.
—Es un baile de máscaras —afirma con total naturalidad.
—Ya veo. —La máscara es bella. Una cinta de plata rodea los bordes plateados y
una exquisita filigrana está grabada alrededor de los ojos.
—Esto muestra tus hermosos ojos, Elena.
Sonrío tímidamente.
—¿Tu llevas una?
—Por supuesto. En cierta forma son muy liberadoras —añade, levantando una ceja
y sonriendo.
Oh. Esto va a ser divertido.
—Ven. Quiero mostrarte algo. —Tendiéndome la mano, me conduce hacia el
pasillo y hacia una puerta al lado de las escaleras. La abre, revelando una gran sala
de más o menos el mismo tamaño que la sala de juegos, que debe estar
directamente encima de nosotros. Ésta está llena de libros. Wow, una biblioteca,
cada pared repleta de piso a techo. En el centro hay una mesa de billar de tamaño
completo, iluminada por una larga lámpara Tiffany en forma de prisma triangular.
—¡Tienes una biblioteca! —rechino asombrada, abrumada por la emoción.
—Sí, la sala de bailes como Elliot llama. El apartamento es muy amplio. Me di
cuenta hoy, cuando mencionaste la exploración, que nunca te llevé a recorrerlo. No
tenemos tiempo ahora, pero pensé que podría mostrarte esta habitación, y tal vez
retarte a un juego de billar en un futuro no muy lejano. 
Le sonrío.




 168 
—Manos a la obra. —En secreto, me abrazo a mí misma con alegría. Stefan y yo
unidos en la piscina. Hemos estado jugando durante los últimos tres años. Yo soy
un as con el taco. Stefan ha sido un buen maestro.
—¿Qué? —pregunta Damon, divertido.
¡Oh! Realmente debo dejar de expresar todas las emociones que siento en el instante en que
las siento, me regañe.
—Nada —le digo rápidamente.
Damon entorna los ojos.
—Bueno, tal vez el doctor Flynn puede descubrir tus secretos. Vas a reunirte con él
esta noche. 
—¿El charlatán caro? —Santa mierda.
—El mismo. Se muere por conocerte. 

*  *  *

Damon toma mi mano y suavemente roza su pulgar sobre mis nudillos cuando
nos sentamos en la parte trasera del Audi hacia el norte. Me retuerzo y siento la
sensación en la ingle. Resisto la tentación de quejarme, ya que Niklaus se encuentra
en la parte delantera, sin usar el iPod, con uno de los chicos de seguridad cuyo
nombre creo que es Sawyer.
Estoy empezando a sentir un dolor sordo y placentero en lo profundo de mi
vientre, causado por las bolas. Lentamente, me pregunto: ¿cuánto tiempo voy a ser
capaz de manejarme sin un, eh... alivio? Cruzo mis piernas. Mientras lo hago, algo
que ha estado apareciendo en el fondo de mi mente resurge de repente.
—¿De dónde sacaste la barra de labios? —pregunto a Damon en voz baja.
Él sonríe y me señala hacia el frente. 




 169 
—Niklaus —modula.
Me eché a reír. 
—Oh. —Y me detengo rápidamente, las bolas.
Me muerdo el labio. Damon me sonríe, con sus ojos brillando con malicia. Él sabe
exactamente lo que está haciendo, siendo la bestia sexy que es.
—Relax —respira—. Si es demasiado... —Su voz se apaga y suavemente me besa
los nudillos uno a la vez, chupando suavemente la punta de mi dedo meñique.
Ahora sé que él está haciendo esto a propósito. Cierro mis ojos mientras el oscuro
deseo se desarrolla a través de mi cuerpo. Me rindo brevemente ante la sensación,
mis músculos apretados muy dentro de mí. Oh mi...
Cuando abro los ojos otra vez, Damon se está acercando a mí, un príncipe
oscuro. Debe ser el esmoquin y la corbata de lazo, pero parece mayor, sofisticado,
un devastadoramente apuesto libertino con una intención licenciosa.
Él simplemente me quita el aliento. Soy su esclava sexual, y si voy a creerle, él es el
mío. La idea trae una sonrisa a mi cara y su sonrisa responde ciegamente.
—Entonces, ¿qué podemos esperar en este evento?
—Ah, lo de siempre —dice Damon despreocupadamente.
—No es habitual para mí —le recuerdo.
Damon sonríe con cariño y me besa la mano de nuevo. 
—Mucha gente destellando su dinero. Subasta, rifas, cena, baile —mi madre sabe
cómo organizar una fiesta. —Sonríe y por primera vez en todo el día, me permito
sentirme un poco emocionada por esta fiesta.
Hay una línea de autos de lujo encabezando el camino de la mansión Salvatore. Larga
linternas de papel de color rosa pálido cuelgan por todo el sendero, mientras nos
acercamos en el Audi, puedo ver que están en todas partes. En la luz del atardecer
se ven mágicas, como si estuviésemos entrando en un reino encantado. Echo un




 170 
vistazo a Damon. Cuán apropiado para mi príncipe, y mi entusiasmo infantil
florece, eclipsando todos los demás sentimientos.
—Mascaras puestas. —Sonríe Damon mientras se pone su sencillo antifaz negro
y mi príncipe se convierte en algo más oscuro, más sensual.
Todo lo que puedo ver en su cara es su hermosa boca cincelada y su fuerte
mandíbula.
Santa Mierda… Mi ritmo cardíaco se tambalea con sólo verlo. Me coloco mi
máscara y le sonrío, ignorando el hambre profunda en mi cuerpo.
Niklaus se detiene en la entrada y un ayudante abre la puerta de Damon. Sawyer
salta a abrir la mía.
—¿Lista? —pregunta Damon.
—Tanto como puedo estarlo.
—Te ves hermosa, Elena. —Me besa la mano y sale del coche.
Una alfombra de color verde oscuro corre a lo largo del césped a un lado de la
casa, conduciéndonos hasta el impresionante terreno en la parte trasera. Damon
tiene un brazo protector a mi alrededor, apoyando su mano en mi cintura,
mientras seguimos la alfombra verde con un flujo constante de la élite de Seattle,
vestida con sus mejores galas y llevando toda clase de máscaras iluminadas por los
faroles durante todo el camino. Dos fotógrafos invitan a posar para las fotos con el
trasfondo de un árbol cubierto de hiedra.
—¡Señor Salvatore! —llama uno de los fotógrafos. Damon asiente con la cabeza
reconociéndolo y me hala más cerca mientras posamos rápidamente para una foto.
¿Cómo saben que es él? Su marca, el rebelde cabello cobrizo, sin duda.
—¿Dos fotógrafos? —le pregunto a Damon.
—Uno de ellos es del Seattle Times y el otro es para los recuerdos. Podremos
comprar una copia más tarde.




 171 
Oh, mi foto en la prensa de nuevo. Leila entra brevemente en mi mente. Así es
como me encontró, posando con Damon. La idea es inquietante, aunque es
reconfortante que esté irreconocible debajo de mi máscara.
Al final de la línea, servidores vestidos de blanco sostienen bandejas llenas con
copas de champán y me siento muy agradecida cuando Damon me pasa una,  me
distraen efectivamente de mis pensamientos oscuros.
Nos acercamos a una gran pérgola blanca adornada con versiones más pequeñas
de las linternas de papel. Debajo de ella, brilla un piso de baile de cuadros blanco y
negro rodeado por una valla baja con entradas en los tres lados. En cada entrada
hay dos elaboradas esculturas de hielo en forma de cisnes. El cuarto lado de la
pérgola está ocupado por un escenario en el que un cuarteto de cuerda está
tocando en voz baja, una pieza inquietante y etérea que no reconozco. El escenario
parece establecido para una banda grande, pero no hay señales de los músicos
todavía. Me imagino que esto debe ser para más adelante. Tomando mi mano,
Damon me lleva entre los cisnes a la pista de baile, donde los invitados se
congregan, charlando sobre copas de champán.
Hacia la costa se encuentra una enorme carpa, abierta en el lado más cercano a
nosotros, así que podemos vislumbrar las mesas y sillas dispuestas formalmente.
¡Hay tantas!
—¿Cuántas personas van a venir? —le pregunto a Damon, pasando por la escala
de la carpa.
—Pienso que unas trescientas. Tendrías que preguntarle a mi madre. —Me sonríe,
y tal vez es porque sólo puedo ver su sonrisa iluminando su rostro, pero mi Diosa
interior se desmaya.
—¡Damon!
Una joven aparece de entre la multitud y arroja sus brazos alrededor de su cuello, e
inmediatamente sé que es Mia. Está vestida con un elegante vestido de gasa, de
color rosa pálido, de cuerpo entero con una impresionantemente delicada máscara
Veneciana a juego. Se ve increíble. Y por un momento, me sentí sumamente
agradecida por el vestido que Damon me ha dado.




 172 
—¡Lena! ¡Oh, querida, te ves preciosa! —Ella me da un abrazo rápido—. Tienes que
venir a conocer a mis amigas. Ninguna de ellas puede creer que por fin Damon
tiene novia. 
Disparo una rápida mirada de pánico hacia Damon, quien se encoge de hombros
con un gesto de “sé que es imposible, pero he tenido que vivir con ella por años”, y
deja que Mia me lleve hasta un grupo de cuatro mujeres jóvenes, con vestidos
caros y peinados impecables.
Mia hace las apresuradas presentaciones. Tres de ellas son dulces y amables, pero
Lily, creo que su nombre es, me mira con amargura por debajo de su máscara roja.
—Por supuesto que todas pensábamos que Damon era gay —dice
sarcásticamente, ocultando su rencor con una gran y falsa sonrisa.
Mia le pone mala cara.
—Lily, pórtate bien. Es obvio que tiene un gusto excelente en mujeres. Estaba
esperando a que llegara la correcta y ¡no eras tú! 
Lily se sonroja del mismo color que su máscara, tanto como yo. ¿Podría ser más
incómodo?
—Señoritas, ¿puedo tener a mi cita de regreso, por favor? —Serpenteando su brazo
alrededor de mi cintura, Damon me hala a su lado. Las cuatro mujeres se
sonrojan, sonríen y se inquietan, su deslumbrante sonrisa haciendo lo que siempre
hace. Mia me mira y rueda los ojos y tengo que reír.
—Encantada de conocerlas —les digo mientras él me arrastra.
—Gracias —le modulo a Damon, cuando estamos a cierta distancia.
—Vi que Lily estaba con Mia. Ella es una desagradable pieza de trabajo.
—Le gustas —murmuro con sequedad.
Él se estremece. 
—Bueno, el sentimiento no es mutuo. Ven, déjame presentarte a algunas personas. 




 173 
Me paso la siguiente media hora en un torbellino de presentaciones. Me encuentro
con dos actores de Hollywood, dos consejeros delegados más y varios médicos
eminentes. Mierda... no hay manera de que recuerde el nombre de todos.
Damon me mantiene cerca de su lado y estoy muy agradecida. Francamente, la
riqueza, el glamour y la magnitud del fastuoso evento me intimida. Nunca he
estado en algo como esto en mi vida.
Los servidores vestidos de blanco se mueven sin esfuerzo a través de la creciente
multitud de invitados con botellas de champán, reponiendo mi vaso con una
regularidad preocupante. No debo beber demasiado. No debo beber demasiado me
repito, pero estoy empezando a sentirme mareada y no sé si es el champán, la
atmósfera cargada de misterio y emoción creada por las máscaras, o las bolas de
plata secretas. El dolor sordo debajo de la cintura se está convirtiendo en algo
imposible de ignorar.
—¿Así que usted trabaja en el SIP? —pregunta un señor calvo en una máscara de
medio-oso, ¿o es un perro?— He oído rumores de una adquisición hostil.
Me ruborizo. Hay una adquisición hostil de un hombre que tiene más dinero que
sentido común y es un acosador por excelencia.
—Sólo soy un asistente de bajo nivel, Sr. Eccles. No sé nada de esas cosas. 
Damon no dice nada y sonríe con suavidad hacia Eccles.
—¡Señoras y señores! —El maestro de ceremonias, vistiendo una impresionante
máscara de arlequín en blanco y negro, nos interrumpe—. Por favor, tomen
asiento. La cena está servida. 
Damon toma mi mano y seguimos a la ruidosa multitud hacia la gran carpa.
El interior es impresionante. Tres enormes, achatados candelabros arrojan destellos
multicolores sobre el forro de seda de marfil que reviste el techo y paredes. 
Debe haber por lo menos treinta mesas, y me recuerdan al comedor privado de los
Heathman, vasos de cristal, telas de lino blanco que cubren las mesas y sillas, y en
el centro, una pantalla exquisita de peonías rosadas pálidas que se reunían




 174 
alrededor de un candelabro de plata. Envuelta en gasas de seda junto a él esta una
cesta de golosinas.
Damon consulta el plano de la sala y me lleva a una mesa en el centro. Mia y
Grace ya están en el lugar, enfrascadas en una conversación con un joven que no
conozco. Grace está usando un vestido verde menta brillante con una máscara
veneciana para combinar. Ella se ve radiante, para nada estresada, y me saluda
cordialmente.
—Lena, ¡qué encantador volverte a ver! Y luciendo tan hermosa, también.
—Mamá —la saluda Damon con rigidez y la besa en ambas mejillas.
—Oh, Damon, ¡tan formal! —Ella lo regaña bromeando.
Los padres de Grace, el Sr. y la Sra. Trevelyan, se unen a nuestra mesa. Lucen
exuberante y juveniles, aunque es difícil decir por debajo de sus máscaras de
bronce a juego. Ellos están encantados de ver a Damon. 
—Abuelo, abuela, ¿les puedo presentar a Elena Gilbert?
La señora Trevelyan estalla sobre mí como una erupción.
—¡Oh, hasta que finalmente has encontrado a alguien! ¡Qué maravilloso y es tan
bella! Bueno, espero que hagas de él un hombre de bien —dice a borbotones,
estrechando mi mano.
¡Santo cielo! Doy las gracias a los cielos por mi máscara. 
—Madre, no avergüences a Lena. —Grace viene a mi rescate.
—No hagas caso de la focha35 vieja tonta, querida. —El Sr. Trevelyan estrecha mi
mano—. Piensa que como es tan vieja, tiene el derecho divino de decir cualquier
tontería que se le venga a esa confusa cabeza de ella. 
                                                          
35 Focha: Fulica es un género de aves gruiformes de la familia Rallidae conocidas vulgarmente
como fochas o gallaretas. La mayor variedad de especies está en América del Sur, y es probable que
el género se haya originado allí.




 175 
—Lena, está en mi cita, Sean. —Mia presenta con timidez a su joven. Él me da una
sonrisa maliciosa, y sus ojos marrones danzan con diversión a medida que nos
damos la mano.
—Encantada de conocerte, Sean. 
Damon estrecha la mano de Sean mientras lo considera astutamente. No me
digas que la pobre Mia sufre por su hermano dominante, también. Le sonrío a Mia
con simpatía.
Lance y Janine, los amigos de Grace, son los últimos en llegar a nuestra mesa, pero
todavía no hay señales del Sr. Salvatore.
De pronto, hay un chiflido en el micrófono, y la voz del Sr. Salvatore resuena a través
de los altavoces, provocando que la algarabía de voces se apagara. Carrick se para
en un pequeño escenario en un extremo de la carpa, llevando una impresionante,
máscara dorada de Polichinela.
—Bienvenidos, damas y caballeros, a nuestro baile de caridad anual. Espero que
ustedes disfruten de lo que hemos dispuesto para ustedes esta noche y que
busquen en lo profundo de sus bolsillos para apoyar el trabajo fantástico que
nuestro equipo hace con Coping Together. Como ustedes saben, es una causa que
es muy cercana al corazón de mi esposa, y al mío. 
Veo disimuladamente con nerviosismo a Damon, quien veía impasible, creo, al
escenario. Me mira y sonríe.
—Les dejo ahora con nuestro maestro de ceremonias. Por favor, siéntense y
disfruten —termina Carrick.
Un cortés aplauso sigue, entonces la algarabía en la tienda comienza de nuevo.
Estoy sentada entre Damon y su abuelo. Admiro la pequeña tarjeta blanca a cabo
con fina caligrafía plateada que lleva mi nombre mientras el camarero enciende las
luces de los candelabros con una vela larga. Carrick se une a nosotros, besándome
en ambas mejillas, sorprendiéndome.
—Un placer verte de nuevo, Lena —murmura. Realmente se ve muy llamativo en
su extraordinaria máscara de oro.




 176 
—Señoras y señores, por favor, nombren a un jefe de mesa —dice el maestro de
ceremonia en voz alta.
—Oooh, ¡yo, yo! —dice Mia inmediatamente, saltando con entusiasmo en su
asiento.
—En el centro de la mesa se encuentra un sobre —continua el MC—. Donde todos
podrán pedir, robar o pedir prestado un billete de la más alta denominación que
puedan manejar, escriben su nombre en él, y lo colocan dentro del sobre. Los jefes
de mesa, por favor, guardan los sobres con cuidado. Vamos a necesitarlos más
adelante. 
Maldición. No había traído nada de dinero conmigo. ¡Cuán estúpida… es un evento de
caridad!
Alcanzando su cartera, Damon saca dos billetes de cien.
—Aquí tienes —dice.
¿Qué?
—Te pagaré —susurré.
Su boca se tuerce un poco, y sé que él no está feliz, pero no comenta. Yo firmo con
mi nombre usando la pluma, es negra, con un adorno de flor blanca en la tapa, y
Mia pasa a la ronda del sobre.
Frente a mí encuentro otra tarjeta con caligrafía plateada, nuestro menú.





Baile de Mascara en Ayuda a “Coping Together”
Tártara de Salmón con Crema Fraiche y Pepino en




 177 
Brioche Tostado
Alban Estate Roussanne 200636 
Asado de Pechuga de Pato Moscovita
Cremoso puré de Sunchoke, Cerezas Dulces en Tomillo Asado
Foie Fras37
Châteauneuf-du-Pape Vieilles Vignes 2006 Domaine de la Janasse
Tarta Azucarada de Nuez Encostrada
Higos confitados, Sabayón, Helado de Arce
Vin de constance 2004 klein Constatia
Selección de quesos locales y panes
Alban Estate Grenache 2006
Café y Petis Fours38



Bueno, lo que explica el número de vasos de cristal en todos los tamaños que
apiñan mi lugar. Nuestro camarero está de vuelta, ofreciendo vino y agua. Detrás
de mí, los lados de la carpa a través del cual entramos se están cerrando, mientras
que en la parte delantera, dos servidores retiran las telas, dejando al descubierto el
atardecer sobre Seattle y la bahía de Meydenbauer.
Es una vista absolutamente impresionante, las luces parpadeantes de Seattle en la
distancia y la anaranjada calma oscura de la bahía que reflejaba el cielo ópalo.
Wow. Es tan tranquilo y pacífico.
                                                          
36 Alban Estate Roussanne 2006: Vino.
37 Foie Fras: Hígado Graso.
38 Petis Fours: es un pastel de pequeño tamaño, dulce o salado, de la repostería francesa.




 178 
Diez servidores, cada uno con un plato, vienen a interponerse entre nosotros. En
una señal silenciosa, nos sirven nuestras entradas en completa sincronización,
luego desaparecen de nuevo. El salmón se ve delicioso, y me doy cuenta estoy
muerta de hambre.
—¿Hambrienta? —murmura Damon para que solo yo pueda oírlo. Sé que no se
está refiriendo a la comida, y el músculo en lo profundo de mi vientre responde.
—Mucho —susurro, audazmente encontrándome con su mirada, y los labios de
Damon se separaban mientras inhala.
¡Ja! Ves… los dos podemos jugar este juego.
El abuelo de Damon me involucra en la conversación inmediatamente. Es un
hombre mayor maravilloso, muy orgulloso de su hija y sus tres hijos.
Es extraño pensar en Damon como en un niño. El recuerdo de las cicatrices de
sus quemaduras viene espontáneamente a mi mente, pero rápidamente se anulan.
No quiero pensar en eso ahora, sin embargo, irónicamente, es la razón detrás de
esta fiesta.
Deseo que Katrina este aquí con Elliot. Encajaría tan bien, el gran número de
tenedores y cuchillos dispuestos frente a ella no intimidarían a Katrina, ella regiría la
mesa. Me la imagino enzarzada en combate con Mia sobre quién debería ser el jefe
de mesa. La idea me hace sonreír.
La conversación en la mesa va de acá para allá. Mia está entretenida, como de
costumbre, y casi eclipsa al pobre Sean, que en su mayoría se queda callado como
yo. La abuela de Damon es la más vocal. También tiene un sentido del humor
mordaz, por lo general a expensas de su marido. Empiezo a sentir un poco de
lástima por el Sr. Trevelyan.
Damon y Lance hablan animadamente de un dispositivo de la compañía de
Damon que se está desarrollando, inspirado por el principio de Schumacher
Pequeño es Bello. Es difícil mantener el ritmo. Damon parece decidido a
empoderar a las comunidades pobres de todo el mundo con dispositivos de




 179 
tecnología eólica hasta que no necesiten electricidad ni baterías y un
mantenimiento mínimo.
Verlo en pleno desarrollo es asombroso. Él es apasionado y está comprometido a
mejorar las vidas de los menos afortunados. A través de su compañía de
telecomunicaciones, que es la intención de ser el primero en comercializar un
teléfono móvil de viento.
Wow. No tenía ni idea. Quiero decir que sabía acerca de su pasión por alimentar al
mundo, pero esto. . .
Lance parece incapaz de comprender el plan de Damon de regalar la tecnología y
no patentarla. Me pregunto vagamente cómo Damon hace todo su dinero si está
tan dispuesto a echarlo todo por la borda.
A lo largo de la cena un flujo constante de hombres vestidos con elegantes trajes de
gala a la medida y máscaras oscuras pasan por la mesa, dispuesto a conocer a
Damon, estrechan su mano, e intercambian bromas. Me presenta a algunos y a
otros no. Me intriga saber cómo y por qué hace la distinción.
Durante una conversación, Mia se inclina y sonríe.
—Lena, ¿ayudarás en la subasta? 
—Por supuesto —respondo demasiado dispuesta.
Para el momento en que el postre es servido, la noche ha caído, y me siento
verdaderamente incómoda. Tengo que deshacerme de las bolas Antes de que
pudiera retirarme, el maestro de ceremonias aparece en nuestra mesa, y con él, si
no estoy confundida, La señorita Coletas Europea.
¿Cuál es su nombre? Hansel, Gretel… Gretchen. 
Está enmascara por supuesto, pero sé que es ella cuando su mirada no se aparta de
Damon. Se sonroja, y egoístamente estoy contenta de que Damon no la
reconoce en absoluto.




 180 
El MC pregunta por nuestro sobre con un ademán muy practicado y elocuente, le
pide a Grace que saque el billete ganador. Es el de Sean, y la cesta de seda forrada
se le entrega a él.
Aplaudo con cortesía, pero me resulta imposible concentrarme en nada más de las
actuaciones.
—Si me disculpas —le murmuro a Damon.
Me mira fijamente.
―¿Necesitas el baño?
Asiento. 
―Te lo mostraré ―dice misteriosamente. 
Cuando estoy de pie, todos los otros hombres de la mesa se paran conmigo. Oh,
qué estilo 
―¡No, Damon! No vas a llevar a Lena… yo lo haré.
Mia está de pie antes de que Damon pueda protestar. Su mandíbula se tensa, sé
que él no está contento. Francamente, tampoco lo estoy. Tenía… necesidades. Me
encojo de hombros en tono de disculpas hacia él, y se sienta rápidamente,
resignado. 
A nuestro regreso, me siento un poco mejor, aunque el alivio de la eliminación de
las bolas no ha sido tan instantáneo como esperaba. Ahora están escondidas de
forma segura en mi monedero.
¿Por qué creí que podría durar toda la noche? Todavía estoy anhelando… tal vez
pueda persuadir a Damon que me llevé a la casa bote después. Me quito el
pensamiento y lo miro mientras tomo mi asiento. Se me queda mirando, el
fantasma de una sonrisa cruza sus labios.
Vaya… ya no está enojado por la oportunidad perdida, aunque tal vez yo lo estoy. Me
siento frustrada, incluso irritable. Damon me aprieta la mano, y ambos
escuchamos atentamente a Carrick, quien está de regreso en el escenario hablando




 181 
de Coping Together. Damon me pasa otra carta, una lista de los premios de la
subasta. Yo la escaneo rápidamente.







REGALOS SUBASTADOS Y AFECTUOSOS DONATIVOS PARA COPING TOGETHER

BATE DE BÉISBOL FIRMADO POR THE MARINERS —DR.EMILY MAINWARING.
BOLSO GUCCI, WALLET&KEYRING —ANDREA WASHINGTON
UN DÍA GRATIS PARA DOS EN ESCLAVA, BRAEBURN CENTER39 
—ELENA LINCOLN.
DISEÑO DE JARDINERÍA Y PAISAJE —GIA MATTEO
SELECCIÓN COCO DE MER COFFRET&PERFUME BEAUTY  —ELIZABETH
AUSTIN
ESPEJO VENECIANO —SR. Y SRA. J. BAILEY.
DOS CAJAS DE VINO DE SU ELECCIÓN DE ALBAN ESTATES —ALBAN ESTATES
2 BOLETOS VIP PARA XTY EN CONCIERTO —SRA L. YESYOV
DÍA DE CARRERAS EN DAYTONA —EMC BRITT INC.
PRIMERA EDICIÓN DE ORGULLO Y PREJUICIO —DR. A.F. M. LACE-FIELD
CONDUCCIÓN DE UN ASTON MARTIN DB7 POR UN DÍA —SR. Y SRA. L.W. NORA.
PINTURA EN ACEITE EL AZUL POR J. TROUTON —KELLY TROURON.
                                                           
39 BRAEBURN CENTER: Centro de bronceado.




 182 
LECCIONES DE VUELO DE PARAPENTE —SEATLE SOARESR CLUB
FIN DE SEMANA DE VACACIONES EN HEATHMAN, PORTLAND —THE
HEATHMAN
UN FIN DE SEMANA DE ESTADÍA EN ASPEN, COLORADO (6 ADULTOS) —SR. C.
GREY.
UNA SEMANA DE ESTADÍA A BORDO DEL YATE SUSIECUE (6 LITERAS)
ARRIBADA EN SANTA LUCÍA —DR. Y LA SRA. LARIN.
UNA SEMANA EN EL LAGO ADRIANA, MONTANA (8 ADULTOS) —SR. & DRA.
GREY.



Santa mierda. Parpadeé hacia Damon.
―¿Tienes una propiedades en Aspen? —Un silbido. La subasta está en marcha, y
tengo que mantener la voz baja.
Él asiente con la cabeza, sorprendido por mi arrebato y se irrita, me parece. Pone
su dedo sobre los labios para hacerme callar.
—¿Dónde más tienes propiedades? —susurro. Él asiente de nuevo e inclina su
cabeza hacia un lado en advertencia.
La sala entera estalla en vítores y aplausos, uno de los premios se ha ido por doce
mil dólares.
—Te diré luego —dijo Damon silenciosamente—. Quería ir contigo —añade más
bien de mala gana.
Bueno, no lo hiciste. Hago puchero y me doy cuenta que sigo siendo quejumbrosa, y
sin duda, es el efecto de frustración de las bolas. Mi estado de ánimo se oscurece
después de ver a la señora Robinson en la lista de donantes generosos.
Echo un vistazo alrededor de la carpa para ver si puedo detectarla, pero no puedo
ver su característico pelo. Sin duda, Damon me hubiera advertido si fuese




 183 
invitada esta noche. Me siento y me resigno, aplaudiendo cuando es necesario, ya
que cada lote se vende por cantidades asombrosas de dinero.
La subasta se pasa al lugar de Damon en Aspen y llega a veinte mil dólares.
—A la una, a las dos —dice el MC.
Y no sé lo que me posee, pero de repente escucho mi propia voz resonando
claramente por encima de la multitud.
—¡Veinticuatro mil dólares! 
Todas las máscaras en la mesa se vuelven hacia mí con asombro sorprendidas, la
mayor reacción de todos ellos procedente a mi lado. Oigo su ingesta aguda de
respiración y siento su ira sobrepasándome como un maremoto.
—¡Veinticuatro mil dólares, a la adorable chica de plateado, a la una, a las dos…
¡Vendido!

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