Capítulo 11
Elena
no tenía palabras para definir el miedo que le daba
meterse en el avión de vuelta a Nueva York. Los dos últimos días habían sido perfectos y, si aquello
había sido sólo un sueño, no quería despertar.
–Todo va a ir bien –le dijo él como si hubiera podido percibir lo nerviosa que estaba–.
Confía en mí.
Le
habría encantado que fuera tan sencillo.
Trató de relajarse y se preparó para el largo vuelo.
Fue Damon
entonces el que pareció ponerse más y
más nervioso según se acercaban a Nueva
York.
No
habían hablado de cómo iba a ser su vida
en Nueva York, ninguno de los dos había querido echar a perder los dulces
momentos que habían tenido en la isla hablando de la dura vuelta a la realidad.
Un
coche los esperaba en el aeropuerto
para llevarlos de vuelta al piso de Damon.
Estaba nevando. Damon la rodeó con su brazo y le dio un beso en la sien.
–¿Sabes
lo que me apetece hacer ahora? Voy a pedir
que nos lleven la cena a casa, comeremos frente a la chimenea y después,
haremos el amor hasta que amanezca.
Suspiró al oírlo
y se relajó contra su torso. Damon había
intuido a la perfección lo que necesitaba escuchar en ese momento para
poder relajarse.
–Lo he pasado
muy bien en la isla –le dijo ella.
–Me
alegro. Yo también. Ha sido como en los
viejos tiempos, ¿verdad? O puede que incluso
mejor.
Elena
asintió con la cabeza.
Ella también tenía la sensación
de que esa vez podía ser mejor, era una relación más honesta y real.
Habían
pasado los últimos días riendo, hablando y haciendo el amor. Le habría encantado no haber tenido que volver a Nueva York.
–Le
pedí a Jansen que llamara a la clínica. Tienes una cita con tu médico
mañana.
Sonrió al ver lo preocupado que estaba.
–Después de los últimos días que he pasado contigo, creo que ya estoy mucho mejor.
Vio
que a Damon le gustaba oírlo
y le dio un beso en los labios.
El
coche se detuvo pocos
segundos después, ya habían llegado
al edificio de Damon.
Él
salió rápidamente y la ayudó, acompañándola hasta la puerta para que
no se enfriara demasiado.
Mientras subían en el
ascensor, se le hizo un nudo en el
estómago. No le gustaba nada estar
allí, en su casa y en esa ciudad.
–El
chófer no tardará en subir
las maletas. ¿Por qué no te pones
cómoda en el sofá? Mientras tanto,
prepararé la chimenea. ¿Tienes hambre?
–No,
ahora mismo no. Pero
me encantaría que pidieras comida
tailandesa para cenar.
–Eso
está hecho –repuso Damon–. Ahora,
túmbate en el sofá y pon los pies en
alto. Tienes los tobillos algo hinchados después del
vuelo.
Era increíble tenerlo tan pendiente de ella,
pero no se quejó y siguió sus consejos.
Damon
llegó poco después con un zumo. Estaba sentándose en el sofá cuando le sonó el
teléfono móvil.
Vio
que Damon fruncía el ceño al ver quién llamaba.
–Hola,
mamá –saludó al contestar.
–Sí,
ya estamos de vuelta. Escucha,
mamá. ¿Por qué le dijiste a Charlotte
que fuera? No me gusta que te metas
en mi vida. Tienes que
aceptar que Elena está conmigo.
Si no puedes hacerlo, vamos a tener
serios problemas tú y yo.
Le
pareció increíble que le hablara así y
le gustó ver esa nueva faceta de Damon.
–Ya
veremos –continuó él poco después–. Por ahora, necesitamos pasar algún
tiempo juntos, sin interferencias de ningún tipo. Te llamaré cuando estemos listos para ir a cenar a tu casa.
Ella
hizo una mueca al oírlo,
pero era la madre de Damon y tenía que
soportar ciertas cosas. Después
de todo, se trataba además de la abuela
de su bebé.
–Yo
también te quiero, mamá. Acabamos de llegar y los dos estamos cansados.
Damon
colgó y dejó el teléfono en el sofá.
–Mi
madre se ha disculpado por la actitud de Charlotte y también por
la suya. Quiere que vayamos a
cenar a su casa cuanto antes y le he dicho
que lo haremos cuando
estemos preparados –le explicó él.
Como no sabía qué decir, no dijo nada.
Tomó el vaso del zumo y bebió.
Alguien
llamó al timbre y Damon se levantó del sofá.
–Debe
de ser nuestro equipaje. Ahora vuelvo.
Le dio
un beso en la frente y salió del salón.
Se
tumbó de lado en el sofá y se quedó absorta mirando la
maravillosa vista. Sequía nevando y no
se cansaba de observar cómo
caían los copos, era muy relajante. También era agradable
tener la chimenea encendida, parecía un hogar
de verdad.
Se tapó con la manta de sofá y no luchó contra el sueño cuando se le fueron cerrando los ojos. Sabía
que Damon la despertaría cuando fuera la hora de cenar.
Cuando
Damon volvió al salón, vio que Elena se
había quedado dormida. Tenía un aspecto
muy inocente, no era así como se imaginaba a una mujer
capaz de enfrentar a un hermano contra otro.
Sabía
que era
mejor no pensar en
esas cosas. Se habían prometido olvidar
el pasado, pero no podía evitarlo.
Prefería
no pensar en ello y concentrarse en esa segunda oportunidad. Pero, para
lograrlo, tenía que descubrir qué era lo
que había fallado en el pasado. Tarde o temprano, iban a tener que
hablar de ello.
Tomó su teléfono móvil y, sin hacer ruido, se fue a otra habitación para llamar
a Tyler y a Cameron.
diooos que ganas tengo de que se descubra la verdaaad¡¡¡ y que daimon se sienta culpable por desconfiar de ellaaa¡ jaja gracias y espero el próximo ^^
ResponderEliminarMe alegra que te guste,gracias por seguir comentando día a día y siento no contestar siempre ;)
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