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BIENVENIDOS A TOD@S A ESTE BLOG, ESPERO QUE DISFRUTÉIS LEYENDO LAS ADAPTACIONES DE CRÓNICAS VAMPÍRICAS.

COMO SABÉIS LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN Y LAS HISTORIAS QUE ADAPTARÉ TENDRÁN EL NOMBRE DE LA AUTORA AL FINAL DE CADA HISTORIA


GRACIAS

25 febrero 2013

Shades Capitulo 02


Me conduce dentro de un pequeño e íntimo restaurante.

—Este lugar tendrá que hacerlo —gruñe Damon—. No tenemos
mucho tiempo.

El restaurante se veía bien para mí. Sillas de madera, manteles de
lino y paredes del mismo color que el cuarto de juegos de Damon —profundo
rojo sangre— con pequeños espejos dorados colocados al azar, con velas y
pequeños floreros con rosas blancas. Ella Fitzgerald canturrea de fondo What is this
thing called love? Es muy romántico.



El camarero nos lleva a una mesa para dos en un pequeño hueco y me siento
aprensiva, preguntándome qué va a decir.

—No nos quedaremos mucho tiempo —le dice Damon al camarero mientras se
sienta—, entonces tendremos cada uno un bistec de solomillo cocido a término
medio, Sauce Béarnaise7 si tiene, patatas fritas y vegetales verdes, cualquiera que
tenga el chef; y tráigame la lista de vinos.

—Por supuesto, señor. —El camarero, tomado por sorpresa por la frescura de
Damon y su calma eficiente, se marcha. Damon coloca su BlackBerry en la
mesa. Jesús, ¿no tengo elección?

—¿Y si no quiero bistec?
Suspira.

—No empieces, Elena.

—No soy una niña, Damon.
                                                         
7 Sauce Béarnaise: La salsa bearnesa es una salsa emulsionada a base de mantequilla y yema de
huevo, condimentada con estragón y chalotas, con perifollo, cocinado en vino y vinagre para hacer
un glaseado. Se sirve caliente.
***

—Bien, deja de actuar como una.
Es como si me hubiera abofeteado. Parpadeo hacia él. Así es como va a ser, una
conversación agitada y tensa, aún en un entorno muy romántico pero ciertamente
sin corazones y flores.

—¿Soy una niña porque no me gusta el bistec? —murmuro, tratando de ocultar mi
dolor.

—Por ponerme celoso deliberadamente. Es una cosa infantil para hacer. ¿No tienes
respeto por los sentimientos de tu amigo, llevándolo a eso? —Damon presiona
sus labios en una delgada línea y frunce el ceño mientras el camarero regresa con
la lista de vinos.

Me sonrojo. No había pensado en eso. Pobre Stefan. Ciertamente no quiero alentarlo.
Repentinamente, estoy mortificada. Damon tiene un punto; fue una cosa que hice
sin pensar. Le echa una mirada a la lista de vinos.

—¿Te gustaría elegir el vino? —pregunta levantando las cejas hacia mí, expectante,
la arrogancia personificada. Sabe que no sé nada acerca de vinos.

—Tú eliges —respondo, hosca pero con disciplina.

—Dos copas de Barossa Valley Shiraz8, por favor.

—Eh… sólo vendemos ese vino por botella, señor.

—Una botella entonces —chasquea Damon.

—Señor. —El camarero se retira sometido y no le culpo por ello. Le frunzo el ceño
a Cincuenta. ¿Qué está corroyéndolo? Oh, probablemente yo y en algún lugar en lo
profundo de mi mente, mi Diosa interior se levanta soñolienta, se estira y sonríe.
Ha estado durmiendo bastante.

—Eres muy gruñón.
                                                         
8 Barossa Valley Shiraz: Valle Barosa es conocido por ser una región productora de vino,
sobretodo por el vino rojo Shiraz.



 Me mira impasiblemente.

—¿Me pregunto por qué es eso?

—Bien, es bueno establecer el tono adecuado para una animada y honesta
discusión sobre el futuro, ¿no dirías eso? —Le sonrío dulcemente.

Su boca se presiona en una dura línea, pero entonces casi a regañadientes, sus
labios se levantan y sé que está tratando de reprimir su sonrisa.

—Lo siento —dice.

—Disculpa aceptada. Y estoy encantada de informarte que no he decidido
convertirme en vegetariana desde la última vez que comimos.

—Desde la última vez que comiste. Creo que ese es un punto discutible.

—Ahí está esa palabra de nuevo, discutible.

—Discutible —pronuncia y sus ojos se suavizan con humor. Pasa su mano a través
de su cabello y está serio nuevamente—. Lena, la última vez que hablamos, me
dejaste. Estoy un poco nervioso. Te lo dije, te quiero de vuelta, y tú has dicho…
nada. —Su mirada es intensa y expectante. Mientras que su candor es totalmente
desarmante. ¿Qué demonios debo decir a eso?

—Te he extrañado… realmente te he extrañado, Damon, los pasados últimos días
han sido… difíciles. —Trago, y el nudo en mi garganta se inflama y recuerdo mi
desesperada angustia desde que lo dejé.

La semana pasada ha sido la peor de mi vida, el dolor ha sido indescriptible. Nada
se le ha acercado. Pero la realidad me golpea de vuelta, arrollándome.

—Nada ha cambiado. No puedo ser lo que quieres que sea —digo las palabras
pasando del nudo en mi garganta.

—Eres lo que quiero que seas —dice, su voz es suave y enfática.

—No, Damon, no lo soy.


—Estás alterada por lo que pasó la última vez. Estaba siendo estúpido, y tú…
Entonces tú. ¿Por qué no dijiste la palabra de seguridad, Elena? – Su tono
cambia, volviéndose acusatorio.
¿Qué? Wow, cambio de dirección. Me sonrojo, parpadeando hacia él.

—Respóndeme.

—No lo sé. Estaba abrumada. Estaba tratando de ser lo que necesitas que sea,
tratando se sobrellevar el dolor y se fue de mi mente. Tu sabes… lo olvidé        —
susurro avergonzada, y me encojo de hombros disculpándome.

Jesús, quizás podríamos haber evitado todo este dolor.

—¡Lo olvidaste! —Jadea con horror, agarrando los lados de la mesa y mirándome
fijamente.

Me marchito bajo su mirada fija.

¡Mierda! Está furioso otra vez. Mi Diosa interior me mira fijamente también. ¡Ves, tú
trajiste todo esto sobre ti!

—¿Cómo puedo confiar en ti? —dice, su voz baja—. ¿Alguna vez?

El mesero llega con nuestro vino y nos sentamos mirándonos fijamente el uno al
otro, ojos azules a grises. Ambos llenos de recriminaciones no pronunciadas
mientras el mesero quita el corcho con una innecesaria floritura y pone un poco de
vino en la copa de Damon. Automáticamente Damon se extiende y toma un
sorbo.

—Está bien —su voz es cortante.

Con cuidado el camarero llena nuestras copas, colocando la botella sobre la mesa
antes de irse en una rápida retirada. Damon no quita sus ojos de mí en todo el
tiempo. Soy la primera en quebrarse, rompiendo el contacto visual, levantando mi
copa y tomando un largo trago. Apenas lo saboreo.


—Disculpa —susurro, repentinamente sintiéndome estúpida. Lo dejé porque
pensé que éramos incompatibles, ¿pero él me está diciendo que podría haberlo
detenido?

—¿Disculpa por qué? —dice alarmado.

—Por no usar la palabra de seguridad.

Cierra los ojos como aliviado.

—Podríamos haber evitado todo este sufrimiento —murmura.

—Luces bien. —Más que bien. Te ves como tú mismo.

—Las apariencias pueden engañar —dice tranquilamente—. Estoy cualquier cosa
menos bien. Me siento como si el sol se hubiera puesto y no hubiera amanecido por
cinco días, Lena. Estoy en perpetua noche aquí.

Estoy sin aliento por su reconocimiento. Oh Dios, igual que yo.

—Dijiste que nunca me dejarías, entonces las cosas se ponen difíciles y sales por la
puerta.

—¿Cuándo dije que nunca te dejaría?

—En tus sueños. Fue la cosa más confortante que he oído en mucho tiempo,
Elena. Me hizo relajarme.

Mi corazón se contrae y me estiro por mi vino.

—Dijiste que me amabas —susurra—. ¿Es ahora en tiempo pasado? —Su voz es
baja, mezclada con ansiedad.

—No, Damon, no lo es.

Me mira fijamente y se ve tan vulnerable mientras exhala.

—Bien —murmura.

Estoy sorprendida por su declaración. Ha tenido un cambio de actitud. Antes,
cuando le dije que lo amaba, estaba horrorizado. El mesero está de vuelta.
Rápidamente coloca los platos en frente de nosotros y se marcha caminando.
Santo infierno, comida.

—Come —ordena Damon.

En el fondo sé que tengo hambre, pero justo ahora mi estómago está hecho nudos.
Sentada frente al único hombre del que he estado enamorada y debatiendo nuestro
incierto futuro, no promueve un apetito saludable. Miro dubitativamente a mi
comida.

—Que Dios me ayude, Elena. Si no comes, te tendré sobre mis rodillas aquí en
este restaurante y no tendrá nada que ver con mi satisfacción sexual. ¡Come!
Jesús, cálmate Salvatore. Mi subconsciente me mira fijamente por encima de sus anteojos
de media luna. Está de acuerdo de todo corazón con Cincuenta tonos.

—Está bien, comeré. Guarda tu palma inquieta, por favor.

No sonríe, pero continúa mirándome. A regañadientes levanto mi cuchillo y
tenedor y corto mi bistec. Oh, está tan buena que hace agua la boca. Estoy
hambrienta, realmente hambrienta. Mastico y se relaja visiblemente.
Comemos nuestra cena en silencio. La música ha cambiado. Una suave voz de
mujer canta en el fondo, sus palabras haciendo eco de mis pensamientos.
Miro a Cincuenta. Está comiendo y mirándome. Hambre, deseo y ansiedad
combinadas en una solo mirada caliente.

—¿Sabes quién está cantando? —Trato por algo de conversación normal.
Damon se detiene y escucha.

—No… pero es buena, quien quiera que sea.

—También me gusta.

Finalmente sonríe con su enigmática sonrisa privada. ¿Qué está planeando?

—¿Qué? —pregunto.

Sacude su cabeza.

—Sigue comiendo —dice suavemente.

He comido la mitad de la comida en mi plato. No puedo comer nada más. ¿Cómo
puedo negociar esto?

—No puedo manejar nada más. ¿He comido lo suficiente para el señor?
Me mira impasiblemente sin responder, entonces mira su reloj.

—Realmente estoy llena —agrego, tomando un sorbo de delicioso vino.

—Debemos irnos dentro de poco. Niklaus está aquí, y tienes que levantarte por la
mañana para trabajar.

—Igual que tú.

—Funciono con menos sueño que tú, Elena. Al menos has comido algo.

—¿No vamos a regresar vía Charlie Tango?

—No, pensé que podría tomar una copa. Niklaus nos recogerá. Además de esta
manera te tengo en el auto para mí solo durante unas pocas horas, al menos. ¿Qué
podemos hacer excepto hablar?

Oh, ese es su plan.
Damon llama al camarero para pedir la cuenta, entonces toma su BlackBerry y
hace una llamada.

—Estamos en Le Picotin, Sureste tercera avenida. —Cuelga.
Jesús, ha cortado el teléfono.

—Eres muy brusco con Niklaus, de hecho, con la mayoría de la gente.

—Solo voy al punto rápidamente, Elena.

—No has estado yendo al punto esta tarde. Nada cambia, Damon.

—Tengo una proposición para ti.

—Esto comenzó con una proposición.

—Una proposición diferente.

El camarero regresa y Damon saca su tarjeta de crédito sin verificar la cuenta.
Me mira especulativamente mientras el camarero desliza su tarjeta. El teléfono de
Damon vibra una vez y lo revisa.
¿Tiene una proposición? ¿Ahora qué? Un par de escenarios corren a través de mi
mente: secuestro, trabajar para él. No, nada tiene sentido. Damon termina de
pagar.

—Ven. Niklaus está afuera.

Nos levantamos y toma mi mano.

—No quiero perderte Elena. —Besa mis nudillos con ternura y el toque de sus
labios sobre mi piel resuena en todo mi cuerpo.

Afuera, el Audi está esperando. Damon abre la puerta. Subo y me hundo en el
lujoso cuero. Él avanza al lado del conductor, Niklaus sale del auto y hablan
brevemente. No es el protocolo usual. Tengo curiosidad. ¿De qué están hablando?

Momentos después ambos suben, miro a Damon quien está usando su rostro
impasible mientras mira fijamente hacia adelante.

Me permito un breve momento para examinar su apuesto perfil: nariz recta, labios
llenos esculpidos, cabello cayendo deliciosamente sobre su frente. Este hombre
divino seguramente no es para mí.

La música suave se filtra en la parte trasera del auto, una pieza orquestal que no
conozco y Niklaus se pone en la luz del tráfico encaminándose por la I-5 y Seattle.
Damon se mueve hacia mí.

—Como estaba diciendo, Elena, tengo una proposición para ti.
Miro nerviosamente a Niklaus.


—Niklaus no puede oírte —me asegura Damon.

—¿Cómo?

—Niklaus —llama Damon. Niklaus no responde. Llama de nuevo, todavía sin
respuesta.

Damon se estira y toca su hombro. Niklaus remueve un auricular que no había
notado.

—¿Sí, señor?

—Gracias, Niklaus. Está bien, reasume lo que estás escuchando.

—Señor.

—¿Feliz ahora? Está escuchando su iPod. Puccini. Olvida que está aquí. Yo lo hago.

—¿Deliberadamente le pediste que lo hiciera?

—Sí.

Oh.

—Está bien, ¿tu proposición?

Damon se ve repentinamente determinado y en modo de negocios. Santa mierda.
Vamos a negociar un trato. Escucho atentamente.

—Déjame preguntarte algo primero. ¿Quieres una relación regular vainilla sin
nada en absoluto de follar pervertido?

Mi boca cae abierta.

—¿Follar pervertido? —chillo.

—Follar pervertido.

—No puedo creer que hayas dicho eso. —Miro nerviosamente a Niklaus.

—Bueno, lo hice. Respóndeme —dice calmadamente.



Me sonrojo. Mi Diosa interior está arrodillada con sus manos juntas en súplica,
rogándome.

—Me gusta tu perversión al follar —susurro.

—Eso es lo que pensé. Entonces ¿qué es lo que no te gusta?
El no poder tocarte. Tú disfrutando mi dolor, el dolor del cinturón.

—La amenaza de un castigo cruel e inusual.

—¿Qué significa eso?

—Bien, tienes todas esas varas, látigos y otras cosas en tu sala de juegos y espantan
la luz del día de mí. No quiero que los uses en mí.

—Está bien, entonces sin látigos ni varas; o correas, para el caso —dice
irónicamente.

Lo miro desconcertada.

—¿Estás tratando de redefinir los límites de dureza?

—No como tal, sólo trato de entenderte, tener una imagen clara de lo que te gusta
y lo que no.

—Fundamentalmente, Damon, es tu alegría en infligirme dolor lo que me es
difícil de manejar. Y la idea de que lo haces porque he cruzado alguna línea
arbitraria.

—Pero no es arbitraria, las reglas están escritas.

—No quiero un conjunto de reglas.

—¿No del todo?

—Sin reglas. —Sacudo mi cabeza, mi corazón está en mi boca. ¿A dónde va con
esto?

—¿Pero no te importa si te pego?

—¿Pegarme con qué?

—Esto —dice y extiende su mano.

Me remuevo incómodamente.

—No, no realmente. Especialmente con esas bolas de plata… —Gracias al cielo está
oscuro, mi rostro está en llamas y mi voz se apaga mientras recuerdo esa noche.
Sí… lo haría de nuevo.
Me sonríe.

—Sí, eso fue divertido.

—Más que divertido —murmuro.

—Entonces puedes lidiar con algo de dolor.

Me encojo de hombros.

—Sí, supongo. —Oh, ¿a dónde está yendo con esto? Mi nivel de ansiedad se ha
disparado a elevadas magnitudes en la escala de Richter.
Sostiene su barbilla, sumido en sus pensamientos.

—Elena, quiero comenzar de nuevo. Hacer la cosa de vainilla y entonces
quizás, una vez que confíes más en mí y yo confíe en que serás honesta y te
comuniques conmigo, podemos avanzar y hacer algunas de las cosas que me
gustan.

Lo miro fijamente, petrificada, sin ningún pensamiento en mi cabeza, como una
computadora descompuesta. Me mira ansiosamente, pero no puedo verlo
claramente mientras estamos envueltos en la oscuridad de Oregon. Se me ocurre
finalmente, eso es.

Él quiere la luz, pero ¿puedo pedirle que haga esto por mí? Y, ¿no me gusta la
oscuridad? Algo de oscuridad, a veces. Recuerdos de la noche de Tomas Tallis van
a la deriva a través de mi mente.

—Pero, ¿qué hay acerca de los castigos?

—Sin castigos. —Sacude su cabeza—. Ninguno.

—¿Y las reglas?

—Sin reglas.

—¿Ninguna? Pero tienes necesidades.

—Te necesito más a ti, Elena. Estos pocos días han sido como el purgatorio.

Todos mis instintos me decían que te dejara ir, me decían que no te merezco.
»Esas fotos que tomó el chico… puedo ver cómo te ve. Luces tan despreocupada y
hermosa, no es que no seas hermosa ahora, pero aquí estás sentada. Veo tu dolor.
Es duro saber que soy el único que te hace sentir de esa manera.
»Pero soy un hombre egoísta. Te he deseado desde que caíste en mi oficina. Eres
exquisita, honesta, cálida, ingeniosa, seductoramente inocente; la lista es
interminable. Te admiro. Te deseo, y la idea de alguien más teniéndote es como un
cuchillo girando en mi alma oscura.

Mi boca se seca. Santa mierda. Mi subconsciente asiente con satisfacción. Si esto no
es una declaración de amor, no sé qué es. Y las palabras se escapan de mí como de
un dique roto.

—Damon ¿por qué piensas que tienes un alma oscura? Nunca podría decir eso.
Triste quizás, pero eres un buen hombre. Puedo verlo… eres generoso, eres
amable, y nunca me has mentido. Y no he tratado lo suficientemente fuerte.
»El sábado pasado fue como un shock para mi sistema. Fue mi llamada de
atención. Me di cuenta de que lo habías hecho fácil para mí y que no podía ser la
persona que querías que fuera. Entonces después de que te dejé, me di cuenta de
que el dolor físico que me infligiste no era tan malo como el dolor de perderte.
Quiero complacerte, pero es difícil.

—Me complaces todo el tiempo —susurra—, ¿cuántas veces tengo que decírtelo?

—Nunca sé que estás pensando. Algunas veces eres tan cerrado… como un estado
aislado. Me intimidas, por eso me quedo callada. No sé qué dirección ha tomado tu
humor. Se balancea de norte a sur y de regreso en un nanosegundo. Es confuso y
no me dejas que te toque y quiero tanto tocarte para mostrarte lo mucho que te
amo.

Parpadea hacia mí en la oscuridad, con cautela, pienso y no puedo resistírmele
más. Desabrocho mi cinturón y me subo hacia su regazo, tomándolo por sorpresa y
tomo su cabeza en mis manos.

—Te amo, Damon Salvatore. Y si estás preparado para hacer todo esto por mí, soy la
única que no te merece y sólo puedo pedirte perdón ya que no puedo hacer todo
eso por ti. Quizás con tiempo… no sé… pero sí, acepto tu proposición. ¿Dónde
firmo?

Envuelve sus brazos alrededor de mí y me aplasta hacia él.

—Oh, Lena. —Exhala mientras entierra su nariz en mi cabello.

Nos sentamos, nuestros brazos envueltos alrededor del otro, escuchando la música
—una suave pieza de piano— que refleja las emociones en el auto, la calma dulce y
tranquila después de la tormenta. Me acurruco en sus brazos descansando mi
cabeza en la curva de su cuello. Él acaricia gentilmente mi espalda.

—Tocar es un límite de dureza para mí, Elena —susurra.

—Lo sé. Desearía entender por qué.

Después de un tiempo, suspira, y con voz suave dice:

—Tuve una horrible niñez. Uno de los proxenetas de la perra drogadicta… —Su
voz se apaga y su cuerpo se tensa mientras recuerda algún horror inimaginable—.
Puedo recordarlo —susurra estremeciéndose.

Abruptamente mi corazón se contrae mientras recuerdo las cicatrices de
quemadura estropeando su piel. Oh, Damon. Aprieto mis brazos alrededor se su
cuello.

—¿Era abusiva? ¿Tu madre? —Mi voz es baja y suave, con lágrimas contenidas.

—No que yo recuerde. Era negligente. No me protegía de sus proxenetas. —Se
encoge de hombros—. Pienso que era yo quien veía por ella. Cuando finalmente se
 mató a sí misma, tomó cuatro días para que alguien diera la alarma y nos
encontrara… lo recuerdo.
No puedo contener mi jadeo de horror. Santa madre jodida. La bilis sube a mi
garganta.

—Eso es muy jodido —susurro.

—Cincuenta tonos —murmura.

Giro mi cabeza y presiono mis labios sobre su cuello, buscando y ofreciendo
consuelo mientras imagino a un pequeño niño sucio de ojos grises perdido y solo
junto al cuerpo de su madre muerta.

Oh, Damon. Inhalo su esencia. Huele celestial, mi aroma favorito en el mundo
entero. Estrecha sus brazos alrededor de mí, besa mi cabello y me siento envuelta
en su abrazo mientras Niklaus acelera en la noche.

*  *  *

Cuando me despierto, estamos conduciendo a través de Seattle.
—Hey —dice Damon suavemente.

—Perdón —murmuro mientras me siento, parpadeando y estirándome, aún estoy
en sus brazos, en su regazo.

—Podría verte dormir por siempre, Lena.

—¿Dije algo?

—No. Estamos llegando a tu lugar.
¿Oh?

—¿No vamos al tuyo?

—No.

Me siento y lo miro.

—¿Por qué no?

—Porque tienes trabajo mañana.

—Oh. —Hago pucheros.

Me sonríe.

—¿Por qué? ¿Tenías algo en mente?

Me sonrojo.

—Bien, quizás.

Se ríe entre dientes.

—Elena, no voy a tocarte de nuevo. No hasta que me ruegues que lo haga.

—¡Qué!

—Entonces empezarás a comunicarte conmigo. La próxima vez que hagamos el
amor, vas a tener que decirme exactamente qué quieres en gran detalle.

—Oh. —Me saca de su regazo mientras Niklaus frena fuera de mi apartamento.

Damon baja y mantiene la puerta del auto abierta para mí.

—Tengo algo para ti. —Se mueve a la parte trasera del auto, abre la maletera, y
saca una gran caja envuelta para regalo. ¿Qué infiernos es esto?

—Ábrela cuando estés dentro.

—¿No vas a entrar?

—No, Elena.

—Entonces, ¿cuándo te veré?

—Mañana.

—Mi jefe quiere que vaya a tomar una copa con él mañana.
El rostro de Damon se endurece.

—¿Lo hace? —Su voz está mezclada con amenaza latente.

—Para celebrar mi primera semana —agrego rápidamente.

—¿Dónde?

—No lo sé.

—Podría recogerte ahí.

—Está bien… Te mandaré un e- mail o un mensaje de texto.

—Bien.

Me encamina a la puerta de entrada y espera hasta que saco mis llaves del bolso.
Mientras abro la puerta, se inclina hacia adelante y toma mi barbilla, inclinando mi
cabeza hacia atrás. Su boca está sobre la mía y cerrando sus ojos, corre un camino
de besos desde la esquina de mi ojo hasta la comisura de mi boca.

Un pequeño gemido escapa de mi boca mientras mi interior se derrite y se
despliega.

—Hasta mañana —suspira.

—Buenas noches, Damon —susurro y puedo oír la necesidad en mi voz.
Sonríe

—Entra —ordena, y camino a través de recepción llevando mi misterioso paquete.

—Nos vemos, nena —llama, entonces se gira con gracia encaminándose de regreso
al auto.

Una vez en mi apartamento, abro la caja de regalo y encuentro mi MacBook Pro
laptop, el BlackBerry y otra caja rectangular. ¿Qué es esto? Desenvuelvo el papel
plateado. Dentro hay una caja de cuero negra y delgada.
 Abriendo la caja, encuentro un iPad. Santa mierda… un iPad. Una tarjeta blanca
descansa sobre la pantalla con un mensaje escrito de puño y letra por Damon.

Elena: Esto es para ti.
Sé lo que quieres escuchar.
La música aquí lo dice por mí.
Damon.

Mierda. Tengo una cinta recopilada por Damon con la apariencia de iPad de
última generación. Sacudo mi cabeza en desaprobación porque es demasiado, pero
profundamente lo amo. Ty en la oficina tiene uno, así que sé cómo funciona.
Lo enciendo y jadeo mientras aparece el salvapantallas: una pequeña maqueta de
planeador. Oh mi.... Es el Blanik L23 que le regalé, montado sobre un escaparate de
vidrio y puesto en lo que pienso es el escritorio de Damon en su oficina. Alucino
ante él.
¡
Lo construyó! Realmente lo construyó. Ahora recuerdo que lo mencionó en la nota
con las flores. Me tambaleo y sé en ese instante que ha puesto una gran cantidad de
pensamientos en este regalo.

Deslizo la flecha al botón de la pantalla para desbloquear y jadeo nuevamente. La
fotografía de fondo es de Damon conmigo en la carpa de mi graduación en la
carpa. Es la misma que apareció en el Seattle Times. Damon luce tan guapo y yo
no puedo ayudar mi enloquecido rostro sonriente mientras mi Diosa interior se
envuelve y abraza a sí misma en su chaise longue9. ¡Sí y es mío!
Con un simple toque de mi dedo, los íconos cambian y varios nuevos aparecen en
la siguiente pantalla. Un Kindle app, iBooks, Words... sea lo que sea.
¡Santa mierda! ¿La Biblioteca Británica? Toco el ícono y el menú aparece: Colección
Histórica. Desplegándolo, selecciono Novelas del siglo XVIII y XIX. Otro menú.
Selecciono un título: El Americano de Henry James. Una nueva ventana se abre,
 ofreciéndome una copia escaneada del libro para leer. Santa mierda… Es una
primera edición, publicada en 1879, ¡y está en mi iPad! Me ha comprado la
Biblioteca Británica al toque de un botón.

Salgo rápidamente, sabiendo que podría perderme en esta aplicación por una
eternidad. Noto una aplicación de “Buena Comida” que me hace rodar los ojos y
sonreír al mismo tiempo, una aplicación de noticias, una aplicación del clima, pero
su nota mencionaba música. Regreso a la pantalla anterior, pulso el ícono de iPod y
aparece una lista de reproducción. Avanzo entre las canciones, y la lista me hace
sonreír. Thomas Tallis: no voy a olvidar esa en mucho. La escuché dos veces,
después de todo, mientras me azotaba y mientras me follaba.
Witchcraft10 mi sonrisa se ensancha... bailando alrededor del gran salón. La pieza de
Bach Marcello11... oh no, es demasiado triste para mi estado de ánimo justo ahora. Hmmm.
Jeff Buckley. Sí, he escuchado sobre él. Snow Patrol12 —mi banda favorita— y una
canción llamada Principles of Lust13 de Enigma. Como Damon. Sonrío. Otra
llamada Possession14 … oh sí, muy Cincuenta Tonos. Y unas cuantas más de las que no
he escuchado hablar.

Seleccionando una canción que captura mi mirada, presiono play. Se llama Try de
Nellie Furtado. Empieza a cantar y su voz es un pañuelo de seda envuelto a mi
alrededor, envolviéndome. Me recuesto en mi cama.
¿Significa esto que Damon va a tratar? ¿Tratar esta nueva relación? Bebo la letra,
mirando fijamente al techo, tratando de entender su cambio. Me ha extrañado. Lo he extrañado. Quizás siente algo por mí. Debe hacerlo. Este iPad, estas canciones,
estas aplicaciones... se preocupa. Realmente se preocupa. Mi corazón se hincha de
esperanza.
                                                         

La canción termina y lágrimas fluyen de mis ojos. Rápidamente avanzo a otra: The
Scientist de Coldplay15; Una de las bandas favoritas de Katrina. Conozco la canción,
pero nunca antes escuché la letra realmente. Cierro los ojos y dejo que las palabras
pasen sobre y a través de mí.
Mis lágrimas comienzan a fluir. No puedo detenerlas. Si esto no es una disculpa,
¿qué es? Oh, Damon.

¿O es una invitación? ¿Responderá mis preguntas? ¿Estoy leyendo demasiado en esto?
Probablemente estoy leyendo demasiado en esto. Mi subconsciente asiente, tratando de
esconder su compasión.
Alejo mis lágrimas. Tengo que enviarle un e-mail para agradecerle. Salto de la
cama a buscar la laptop.
Coldplay continúa mientras me siento con las piernas cruzadas sobre mi cama. El
Mac se enciende e inicio la sesión.


De: Elena Gilbert
Asunto: iPad
Fecha: 9 de junio de 2011 23:56
Para: Damon Salvatore

Me has hecho llorar otra vez.
Amo el iPad.
Amo las canciones.
Amo la aplicación de la Biblioteca Británica.
                                                         
15The Scientist de Coldplay: En la canción él le pide disculpas y perdón y que vuelvan al
comienzo porque las cosas son difíciles pero no quiere separarse, le pide que vuelva y le diga que lo
ama. Le pide que le cuente sus secretos y que le pregunte lo que quiere saber.



Te amo.
Gracias.

Buenas noches.
Lena xx


De: Damon Salvatore
Asunto: iPad
Fecha: 10 de junio de 2011, 00:03
Para: Elena Gilbert

Me alegra que te gustara. Compre uno para mí.
Ahora, si estuviera ahí desaparecería tus lágrimas con mis besos.
Pero no estoy, así que ve a dormir.

Damon Salvatore
Gerente General, Salvatore Enterprises Holding Inc.


Su respuesta me hace sonreír, aún tan mandón, todavía tan Damon. ¿Cambiará
esto también? Y me doy cuenta en ese momento que espero que no. Me gusta como
es —al mando— siempre que pueda hacerle frente sin temor al castigo.


De: Elena Gilbert
Asunto: Sr. Gruñón
Fecha: 10 de junio de 2011, 00:07
Para: Damon Salvatore

Suenas en tu modo usual de jefe y posiblemente tenso, posiblemente gruñón, Sr.
Salvatore. Conozco algo que puede hacerlo más fácil. Pero entonces, no estás aquí: no
dejarías que me quede y esperas que ruegue.
Siga soñando, Señor.



Lena xx

PD: He notado que incluiste el himno del acosador Every Breath you take16. Disfruto
tu sentido del humor, pero ¿lo sabe el Dr. Flynn?


De: Damon Salvatore
Asunto: Calma como Zen
Fecha: 10 de junio de 2011 00:10
Para: Elena Gilbert

Mi querida señorita Gilbert:
Las nalgadas ocurren también en las relaciones vainilla, lo sabes. Usualmente con
consentimiento y en un contexto sexual… pero seré más que feliz de hacer una
excepción.
Te aliviará saber que el Dr. Flynn también disfruta de mi sentido del humor.
Ahora, por favor, ve a dormir ya que no tendrás mucho más mañana.
A propósito: rogarás, créeme. Y estaré esperando por ello.
Damon Salvatore
Tenso, Gerente General, Salvatore Enterprises Holding Inc.


De: Elena Gilbert
Asunto: Buenas noches, dulces sueños
Fecha: 10 de junio de 2011, 00:12
Para: Damon Salvatore

                                                         
Bien ya que me lo pides tan dulcemente y me gusta tu delicioso trato, me
acurrucaré con el iPad que tan amablemente me diste y caeré dormida buscando
en la Biblioteca Británica, escuchando la música que dice eso por ti.
A xxx


De: Damon Salvatore
Asunto: Una última petición
Fecha: 10 de junio de 2011 00:15
Para: Elena Gilbert

Sueña conmigo.
X
Damon Salvatore
Gerente General, Salvatore Enterprises Holdings Inc.

¿Soñar contigo, Damon Salvatore? Siempre.
Me cambio rápidamente a mi pijama, cepillo mis dientes y me deslizo en mi cama.
Poniéndome los auriculares, tiro del aplastado globo Charlie Tango de debajo de
mi almohada y lo abrazo.
Estoy rebosante de alegría, con una estúpida gran sonrisa en mi rostro. ¡Qué
diferencia puede hacer un día! ¿Cómo podría dormir?
Stefan Gonzales17 empieza a cantar disparando una melodía con un hipnótico riff18 de
guitarra y lentamente voy a la deriva en el sueño, maravillándome de cómo el mundo se corrige a sí mismo en una tarde y preguntándome ociosamente si debo
hacer una lista de reproducción para Damon.

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10 Witchcraft: Brujería. Una canción de la banda Pendulum. Habla sobre cambios. Alguien trata de
rescatarlo de algún lugar oscuro, y le pide que se aleje de su oscuridad.
11 Bach Marcello: la pieza que toca Damon cuando está en su piano, la primera vez que duerme
en su apartamento.
12 Snow Patrol: Banda de Rock alternativo e indie. Rock originaria de Escocia.
13 Principles of Lust: Principios de Lujuria. Una canción de la banda Enigma.
14 Possession: es una canción de Sarah McLachlan la canción habla sobre el no querer perder y
aferrar a esa persona que aleja la soledad.

17 Stefan Gonzalez: Cantautor de música Folk y Country, influenciado por la música Folk
Latinoamericana.
18 Riff: en la música el término riff se utiliza para indicar que una frase o las notas se repiten a
menudo

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