Epílogo
Nochebuena
Tuvieron que apartar algunos
de los regalos colocados debajo del árbol de Navidad para que Klaus y Stefan
montaran el tren eléctrico que circularía alrededor. Emma estaba eufórica y
chillaba de alegría mientras corría detrás del tren, vestida con su pijama rojo
de franela. Renfield se acercó con recelo y lo observó todo sin fiarse
demasiado.
Habían acordado que Emma podía
abrir un solo regalo esa noche y que dejaría el resto para la mañana de
Navidad. Como era de esperar, había elegido la caja más grande, que resultó ser
la del tren.
En otra caja estaba la
casita de hadas que Elena había empezado a hacerle, junto con los tubos de
pintura, las bolsitas que contenían el musgo y las flores secas, el tubito de
cola con purpurina y el resto de los materiales que Emma necesitaría para
decorarla.
Damon se había sentado en el
sofá al lado de Elena, que estaba enderezando un montón de cuentos navideños
que habían estado leyendo.
—Es tarde —murmuró ella—.
Debería irme pronto.
Al ver que Damon se
inclinaba para hablarle al oído, sintió un agradable escalofrío.
—Quédate esta noche conmigo.
Elena sonrió.
—¿No teníais una regla que prohibía
traer invitadas a dormir? —le preguntó en voz baja.
—Sí, pero hay una excepción:
puedo invitar a una mujer a dormir si luego me voy a casar con ella.
Elena le lanzó una mirada de
reproche.
—Salvatore, me estás
presionando.
—¿Ah, sí? En ese caso, seguro
que no te gusta uno de los regalos que pienso darte mañana por la mañana.
Elena notó que le daba un
vuelco el corazón.
—¡Ay, Dios! —Escondió la
cara entre las manos—. Por favor, que no sea lo que creo que es... —
Separó los dedos para
mirarlo.
Damon le sonrió.
—Tengo motivos para sentirme
esperanzado. Últimamente, te cuesta mucho decirme que no.
Cosa que era más o
menos cierta. Elena bajó las manos y lo miró. A ese hombre tan guapo y tan sexy que había cambiado
su vida en tan poco tiempo. Sintió una oleada de felicidad tan intensa que apenas pudo
respirar.
—Eso es porque te quiero
—confesó.
Damon la abrazó, inclinó la
cabeza y le dio un beso dulce en los labios.
—¡Uf! —exclamó Emma—. ¡Se
están besando otra vez!
—Sólo podemos hacer una cosa
—le dijo Stefan—. Irnos arriba para no verlos.
—¿Ya es hora de irme a la
cama?
—Hace media hora que pasó tu
hora de irte a la cama.
Emma abrió los ojos de par en par.
—Papá Noel vendrá enseguida.
Tenemos que dejar preparadas la leche y las galletas.
—Que no se te olviden las
zanahorias para los renos —le recordó Elena mientras se apartaba de Damon y se
levantaba para acompañar a la niña a la cocina.
—¿Crees que Papá Noel se
asustará cuando vea a Renfield? —le preguntó Emma, y su voz llegó hasta el
salón.
—¿Con todos los perros que
ha visto? Qué va... Klaus se incorporó y estiró la espalda.
—Me piro. Yo también me voy
a la cama.
—Vendrás mañana por la
mañana, ¿no? —le preguntó Stefan.
—¿Elena hará el desayuno?
—Al menos, supervisará el
proceso.
—Entonces sí. —Klaus se
detuvo al llegar a la puerta y volvió la cabeza para mirarlos
—. Me gusta esto
—dijo con un deje reflexivo, sorprendiéndolos—. Tiene un aire... muy familiar.
—Se detuvo un momento para despedirse de Elena y de Emma, y se marchó.
—Creo que mejorará poco a
poco —comentó Stefan—. Sobre todo cuando acabe lo del divorcio. Damon esbozó
una sonrisa torcida.
—Creo que todos mejoraremos.
Emma volvió al salón y dejó
sobre la mesita del sofá un plato con galletas y un vaso de leche.
—Renfield, no vayas a
comértelas, ¿eh? El bulldog meneó el trasero con alegría.
—Vamos, bichito —le dijo Stefan
a Emma—. Te acompaño a la cama. La niña miró a Damon y a Elena.
—¿Subirás a darme un beso de
buenas noches?
—Dentro de un momento —le
prometió Elena—. Vamos a recoger todo esto y a dejar algunas cosas preparadas
para mañana. —Observó con ternura a Emma mientras la niña subía las escaleras.
Cuando Damon fue a
desconectar el tren, Elena se acercó al plato de galletas y se sacó un trozo de
papel del bolsillo.
—¿Qué es eso? —le preguntó Damon
cuando regresó a su lado.
—Una nota que Emma me ha
dado para que la deje con las galletas. —Se la enseñó—. ¿Sabes a qué se
refiere?
Querido Papá Noel:
Gracias por hacer realidad
mi deseo. te quiere
EMMA
Damon dejó la nota en la
mesa para abrazar a Elena.
—Sí —dijo, mirando esos ojos
castaños—. Sé a lo que se refiere.
Y mientras inclinaba la
cabeza para besarla, Damon Salvatore por fin creyó en la magia.
FIN
UNA NOCHE MÁGICA
LISA KLEYPAS
1º De la Serie Friday Harbor
A Continuación....
CRUEL
Él le arrebató su virginidad por venganza, ahora,la llevará al altar. El multimillonario Damon Salvatore creía que Elena Gilbert había tenido un papel determinante en la muerte de su hermana, y la buscó para hacérselo pagar.
La sedujo, le reveló su identidad...y después la rechazó cruelmente.
Pero Elena no había hecho nada malo. Se sentía avergonzada por haberle entregado su virginidad al despiadado Salvatore y, por si eso fuera poco, acababa de descubrir que estaba embarazada.
Ahora el italiano con un oscuro corazón volvía a reclamarla, pero en esta ocasión para convertirla en su esposa.
genial la historia¡ es preciosa y muy emotiva¡ gracias¡ ^^
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