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BIENVENIDOS A TOD@S A ESTE BLOG, ESPERO QUE DISFRUTÉIS LEYENDO LAS ADAPTACIONES DE CRÓNICAS VAMPÍRICAS.

COMO SABÉIS LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN Y LAS HISTORIAS QUE ADAPTARÉ TENDRÁN EL NOMBRE DE LA AUTORA AL FINAL DE CADA HISTORIA


GRACIAS

23 marzo 2013

Shades Capitulo 15


Capítulo 15

-Oye —dice Damon gentilmente mientras me envuelve en sus
brazos—, por favor no llores Lena, por favor —ruega. Él está
en el piso del baño y yo en su regazo. Lo rodeo con mis
brazos y lloro en su cuello. Arrullando suavemente en mi cabello, gentilmente
acaricia mi espalda, mi cabeza.



—Lo siento nena —susurra, y me hace llorar más alto y abrazarlo más fuerte.

Nos quedamos así sentados como por siempre. Eventualmente dejo de llorar,
Damon se para, sosteniéndome, y me lleva hasta su cuarto donde me acuesta en
la cama. En un momento está junto a mí y las luces apagadas. Me jala a sus brazos,
y abrazándome fuertemente, finalmente me dejo llevar por un sueño oscuro y
turbulento.

*  *  *

Me despierto sobresaltada. Mi cabeza se siente confusa y caliente. Damon esta
adherido a mí como una enredadera. Se queja en sus sueños mientras me salgo de
sus brazos, pero no despierta. Sentándome miro el reloj. Son las tres de la
madrugada. Necesito Advil y agua. Saco mis piernas de la cama y voy hasta la
cocina en el gran salón.

En el refrigerador encuentro jugo de naranja y me sirvo un vaso. Mmm está
delicioso, mi confusa cabeza se esclarece de inmediato. Busco en los armarios
algún analgésico y eventualmente encuentro una caja de plástico llena de
medicinas. Agarro dos Advil y me los tomo con más jugo de naranja.


Vagando hacia la gran pared de vidrio, miro a la durmiente Seattle. Las luces
brillan y parpadean debajo del castillo de Damon en el cielo, ¿o debería decir
fortaleza?

Presiono mi frente contra la fría ventana, es un alivio. Tengo tanto que pensar
después de estas revelaciones de ayer. Coloco mi espalda contra el vidrio y me
deslizo hasta el piso. El gran salón se ve cavernoso en la oscuridad, con la única luz
viniendo de las tres lámparas sobre la isla de la cocina.

¿Podría vivir aquí? ¿Casarme con Damon? ¿Después de todo lo que ha hecho
aquí. ¿Todas las historias que este lugar guarda para él?
Matrimonio. Es casi increíble y por completo inesperado. Pero todo sobre Damon
es inesperado. Mis labios se curvan con ironía. Damon Salvatore, espera lo
inesperado, Cincuenta Tonos de Mierda.

Mi sonrisa cae. Me parezco a su madre. Eso me hiere profundamente, y el aire
abandona mis pulmones. Todas nos vemos como su mamá.

Cómo demonios voy a superar la revelación de ese pequeño secreto. No hay duda
de por qué no quería decírmelo. Pero de seguro él no puede recordar mucho de su
madre. Me pregunto una vez más si debería hablar con el Dr. Flynn. ¿Me dejaría
Damon? Tal vez él pueda llenar los espacios en blanco.

Sacudo mi cabeza. Me siento muy cansada, pero estoy disfrutando de la tranquila
serenidad del gran salón y de las hermosas piezas de arte, frías y austeras, pero a
su propia manera. ¿Podría vivir aquí? ¿Para bien o para mal? ¿En la salud y en la
enfermedad? Cierro los ojos, y apoyo mi cabeza contra el cristal, tomo una
profunda respiración.

La paz se rompe con un visceral y primitivo grito que hace que cada vello de mi
cuerpo se ponga en punta. ¡Damon! Santa mierda, ¿qué sucede? Me paro y corro de
regreso al cuarto antes de que el eco de ese horrible sonido se haya desvanecido,
mi corazón está acelerado con miedo.


Presiono uno de los interruptores de luz, y la luz junto a la cama de Damon se
enciende.  Él está dando vueltas y retorciéndose de agonía. ¡No! grita de nuevo y el
espeluznante y devastador sonido me atraviesa de nuevo.
Mierda, una pesadilla.

—Damon. —Me cierno sobre él, tomo sus hombros y lo sacudo para que
despierte. Abre sus ojos, y son salvajes y ausentes, escaneando rápidamente el
cuarto vacío antes de volver a mí.

—Te fuiste, te fuiste, deberías haberte ido —murmura, su muy abierta mirada se
vuelve acusadora y se ve tan perdido que mi corazón se estruja. Pobre Cincuenta.

—Estoy aquí. —Me siento en la cama junto a él—. Estoy aquí —murmuro
suavemente en un esfuerzo por tranquilizarlo. Extiendo mi brazo para colocar mi
palma en un lado de su cara intentando calmarlo.

—Te habías ido —susurra rápidamente, sus ojos siguen salvajes y asustados, pero
parece calmarse.

—Fui a tomar algo. Tenía sed.

Cierra los ojos y se frota el rostro. Cuando los abre de nuevo se ve desolado.

—Estás aquí. ¡Oh, gracias a Dios! —Me alcanza agarrándome fuertemente, y me
tira hacia abajo en la cama junto a él.

—Solo fui a tomar algo —murmuro.

Oh, la intensidad de su miedo… puedo sentirla. Su camiseta está empapada en sudor, y
su corazón late rápido mientras me abraza más cerca. Me está mirando como si
estuviera asegurándose a sí mismo de que realmente estoy aquí. Suavemente
acaricio su cabello y luego su mejilla.

—Damon por favor, estoy aquí, No me voy a ninguna parte —digo con dulzura.

—Oh Lena —suspira. Agarra mi barbilla y entonces su boca está en la mía. El deseo
barre a través de él, y mi cuerpo responde de inmediato, tan unido y en sintonía
con el suyo. Sus labios están en mi oreja, en mi garganta, y luego de regreso a mi
boca, sus dientes suavemente tiran de mi labio inferior, sus manos viajan por mi
cuerpo desde mi cadera hasta mis pechos sacándome la camiseta.  Me acaricia y
siento su recorrido por cada espacio de mi piel, produciéndome la misma reacción
familiar, su toque enviando escalofríos por todo mi cuerpo. Gimo cuando sus
manos acunan mis pechos y sus dedos aprietan mi pezón.

—Te quiero —murmura.

—Estoy aquí para ti. Sólo para ti Damon.

Gruñe y me besa de nuevo apasionadamente con un fervor y una desesperación
que no había sentido antes en él. Agarrando el borde de su camiseta, la jalo y me
ayuda a sacársela por la cabeza. Arrodillándose entre mis piernas, se apresura a
pararme y terminar de sacarme la camiseta.

Sus ojos están serios, deseosos, llenos de oscuros secretos, expuestos. Coloca sus
manos alrededor de mi rostro y me besa y nos hundimos en la cama una vez más.
Su muslo entre los míos por lo que está medio acostado encima de mí. Su erección
está rígida a través de su bóxer contra mi cadera. Me quiere, pero sus palabras de
más temprano eligen este momento para volver y atormentarme, lo que me dijo
sobre su madre. Y es como un balde de agua fría para mi libido. No puedo hacer
esto. No ahora.

—Damon… detente. No puedo hacer esto —susurro urgentemente contra su
boca, mis manos empujando sus brazos.

—¿Qué? ¿Qué está mal? —murmura y comienza a besar mi cuello, pasando
ligeramente la punta de su lengua por mi garganta. Oh…

—No, por favor. No puedo hacer esto. No ahora. Necesito tiempo, por favor.

—Oh, Lena, no pienses tanto en esto —susurra mientras pellizca el lóbulo de mi
oreja.

—Ah —jadeo, sintiéndolo en mi ingle, y mi cuerpo se arrima a él traicionándome.
Esto es tan confuso.


—Soy el mismo Lena. Te amo y te necesito. Tócame. Por favor. —Frota su nariz
contra la mía, y su silenciosa y sincera súplica me derrite.

Lo toco. Lo toco mientras hacemos el amor. Oh mi…
Se coloca sobre mí, mirándome, y en la penumbra de la tenue luz de la mesita,
puedo ver que está esperando, esperando mi decisión, y él está atrapado en mi
hechizo.

Tentativamente coloco mi mano en el suave parche de vello en su esternón. Jadea y
cierra los ojos como si le doliera, pero no quita mi mano esta vez. La muevo hacia
arriba a sus hombros, sintiendo el temblor atravesándolo. Gruñe, y lo acerco más a
mí, colocando ambas manos en su espalda, donde nunca ha sido tocado antes, en
sus omóplatos, sosteniéndolo hacia mí. Su gemido estrangulado me excita como
nada más.

Entierra su cabeza en mi cuello, besando y chupando y mordiéndome hasta llevar
su nariz hasta mi barbilla y besarme, su lengua poseyendo mi boca, sus manos
moviéndose por mi cuerpo una vez más. Sus labios se mueven hacia abajo, y más
abajo a mis pechos, adorándolos mientras mis manos van y se quedan en sus
hombros y espalda, disfrutando la flexibilidad y la curvatura de sus cincelados
músculos, su piel aún húmeda por las pesadillas.  Sus labios se cierran en mi
pezón, tirando y apretando, por lo que se hincha para encontrar las gloriosas
habilidades de su boca.

Gimo y paso mis uñas por su espalda. Y él jadea, un gemido estrangulado.

—Oh, joder Lena —dice ahogadamente, y es mitad grito, mitad gruñido. Llega
hasta mi corazón, pero también profundamente, aprieta todos los músculos por
debajo de mi cintura. ¡Oh, que puedo hacer por él! Mi Diosa interior se está
retorciendo con deseo, y ahora estoy jadeando, igualando su torturada respiración
con la mía.

Sus manos viajan al sur, sobre mi vientre, hasta mi sexo, y sus dedos están en mí, y
luego dentro de mí. Gruño mientras mueve sus dedos en mi interior, y levanto mi
pelvis para ir al encuentro de su toque.


—Lena —dice. De pronto me suelta y me sienta, se saca el bóxer y se inclina sobre
la mesita de luz para agarrar un paquete de aluminio. Sus ojos grises están
encendidos mientras me pasa el condón—. ¿Quieres esto? Aún puedes decir que
no. Siempre puedes decir no —murmura.

—No me des la oportunidad de pensarlo Damon. También te quiero. —Rasgo el
paquete con los dientes y me arrodillo entre sus piernas, y con temblorosos dedos
lo deslizo en él.

—Con cuidado —dice—. Me vas a acobardar Lena.

Me maravillo de lo que le puedo hacer a este hombre con mi toque. Se extendió
sobre mí, y por ahora mis dudas fueron alejadas y miré hacia la oscuridad,
temibles profundidades en mi mente. Estoy intoxicada con este hombre, mi
hombre, mi Cincuenta Tonos. Se voltea de pronto tomándome totalmente por
sorpresa, así que estoy encima de él. Whoa.

—Tú, tómame —murmura, sus ojos brillando con una feroz intensidad.

Oh, mi… lentamente, oh, tan lentamente, me hundo en él. Tira su cabeza hacia
atrás y cierra los ojos mientras gime. Agarro sus manos y comienzo a moverme,
disfrutando de la plenitud de mi posesión, disfrutando de su reacción, viéndolo
desenmarañarse debajo de mí. Me siento como una diosa. Me inclino hacia abajo y
beso su barbilla, pasando mis dientes a lo largo de su mandíbula sin afeitar.
Sabe delicioso. Clava sus manos en mis caderas, y ralentiza mi ritmo, lento y fácil.

—Lena tócame… por favor.

Oh. Me hago hacia adelante y me mantengo constante con mis manos en su pecho.
Y él grita, su grito casi un sollozo, y se incrusta profundamente en mí.

—Ooh —gimo, y paso gentilmente mis uñas por su pecho, a través de sus vellos
ahí, y gruñe ruidosamente y se gira bruscamente por lo que una vez más estoy
debajo de él.

—Suficiente —gime—. No más por favor. —Y es una súplica sincera.


Levantando las manos, coloco mis manos en su rostro, sintiendo la humedad de
sus mejillas, y lo acerco a mis labios para poder besarlo.
Entrecruzo mis manos en su espalda.

Gruñe profundo y bajo en su garganta mientras se mueve dentro de mí,
empujándome hacia delante y hacia arriba, pero no puedo encontrar mi liberación.
Mi cabeza está demasiado confusa con sus asuntos. Estoy demasiado envuelta en
él.

—Déjalo ir Lena —me urge.

—No.

—Sí —gruñe. Se mueve ligeramente y gira sus caderas, una y otra vez.
¡Dios! ¡Aaagh!

—Vamos nena, necesito esto. Dámelo.

Y exploto, mi cuerpo esclavo del suyo, y me envuelvo en él, aferrándome como
una enredadera mientras grita mi nombre, y llega al orgasmo conmigo, entonces
colapsa, todo su peso presionándome contra el colchón.

*  *  *

Acuno a Damon en mis brazos, su cabeza en mi pecho, mientras yacemos en el
resplandor de nuestro amor.

Paso mis dedos por su cabello mientras escucho su respiración normalizarse.

—Nunca me dejes —susurra, y giro los ojos sabiendo que no puede verme,

—Sé que estás girando tus ojos —murmura y escucho el rastro de humor en su
voz.

—Me conoces bien —murmuro.

—Me gustaría conocerte mejor.

—Volviendo a ti Salvatore. ¿De qué se trataba tu pesadilla?

—Lo usual.

—Dime.

Traga y se tensa antes de dejar escapar un suspiro, un largo suspiro.

—Debo tener como tres años, y el proveedor de la perra drogadicta está enojado
como el infierno otra vez. Fuma y fuma, un cigarrillo tras otro, y no puede
encontrar un cenicero. —Se detiene y me congelo mientras un aterrador frío se
agarra a mi corazón.

—Eso duele —dice—. Es el dolor lo que recuerdo. Eso es lo que me da pesadillas.
Eso y el hecho que ella no hizo nada para detenerlo.
Oh no. Esto es insoportable. Aprieto mi agarre sobre él, mis piernas y mis brazos
sosteniéndolo hacia mí, y no dejo que mi desesperación me ahogue. ¿Cómo pudo
alguien tratar así a un niño? Levanta la cabeza y clava su intensa mirada en mí.

—Tú no eres como ella. Nunca pienses eso. Por favor.

Parpadeo de vuelta a él. Es algo muy tranquilizador de escuchar. Coloca su cabeza
en mi pecho otra vez, y creo que ha terminado, pero me sorprende continuando.

—A veces en los sueño ella sólo está acostada en el piso. Y creo que está
durmiendo. Pero no se mueve. Nunca se mueve. Y tengo hambre. Mucha hambre.
Oh, mierda.

—Entonces hay un ruido fuerte y él regresa, y me golpea tan duro maldiciendo a la
perra drogadicta. Su primera reacción siempre fue usar los puños o el cinturón.

—¿Es por eso que no te gusta que te toquen?

Cierra los ojos y me abraza más fuerte.

—Eso es complicado —murmura. Con su nariz acaricia mis pechos, inhalando
profundamente, intentando distraerme.

—Cuéntame —le pido.
Suspira.

—Ella no me amaba. Yo no me amaba. El único toque que conocía era el... cruel. De
ahí surgió. Flynn lo explica mejor que yo.

—¿Puedo ver a Flynn?

Levanta la cabeza y me mira. Levanta la cabeza para mirarme.

—¿Lo de Cincuenta Tonos se te está pegando?

—Algo. Me gusta lo que se me está pegando por el momento. —Me retuerzo
provocativamente debajo de él y sonríe.

—Sí, señorita Gilbert, también me gusta eso. —Se hace hacia delante y me besa. Me
mira por un momento—. Eres tan preciosa para mí Lena. Hablaba en serio cuando
dije lo de casarme contigo. Nos podremos conocer el uno al otro entonces. Puedo
cuidarte. Tú puedes cuidarme a mí. Podemos tener hijos si queremos. Pondré mi
mundo a tus pies Elena. Te quiero en cuerpo y alma para siempre. Por favor
piénsalo.

—Lo pensaré, Damon. Lo pensaré —lo tranquilizó, tambaleándome una vez más.
¿Niños? Por Dios—. Sin embargo me encantaría hablar con el Dr. Flynn, si no te
importa.

—Lo que sea para ti nena. Lo que sea. ¿Cuándo te gustaría verlo?

—Mejor pronto que tarde.

—De acuerdo. Haré los arreglos en la mañana. —Mira el reloj—. Es tarde
deberíamos dormir.

Se voltea para apagar la luz de su mesita y me tira contra él.
Miro el reloj. Mierda. Son las tres cuarenta y cinco, Enrolla sus brazos a mi
alrededor, su frente contra mi espalda y acaricia mi cuello.


—Te amo Lena Gilbert, y quiero que estés siempre a mi lado —murmura mientras
besa mi cuello—. Ahora duerme.
Cierro los ojos.

A regañadientes, abro mis pesados parpados y una brillante luz llena el cuarto. Me
siento confusa, desconectada de mis miembros de plomo, y Damon está agarrado
a mí como una hiedra. Tengo más calor que de costumbre. De seguro son como las
cinco de la mañana. La alarma aún no ha sonado. Me enderezo para liberarme de
su calor, girándome en sus brazos, y murmura algo ininteligible en sueños. Miro el
reloj. Ocho cuarenta y cinco.

Mierda, voy a llegar tarde. Joder. Me tambaleo fuera de la cama y me apresuro al
baño. Me baño y salgo en menos de cuatro minutos.
Damon se sienta en la cama. Mirándome con una mal disimulada diversión junto
a algo de preocupación, mientras me termino de secar y de recoger mis ropas. Tal
vez espera a que reaccione a sus revelaciones de ayer. Ahora mismo, no tengo
tiempo.

Compruebo mi ropa —pantalón negro, camisa negra— todo un poco como la Sra.
R. pero no tengo un segundo para cambiar de opinión. Apresuradamente me
pongo un corpiño negro y bragas, consciente que él está mirando todos mis
movimientos. Es… desconcertante. Las bragas y el corpiño lo harán.

—Luces bien —ronronea Damon desde la cama—. Puedes reportarte enferma, lo
sabes. —Me da su devastadora, ladeada sonrisa ciento cincuenta por ciento
reventadora de bragas. Oh, es tan tentador. Mi Diosa interior hace pucheros
provocadoramente hacia mí.

—No, Damon, no puedo. No soy una megalómana Gerente General con una
bella sonrisa quien puede ir y venir como le plazca.

—Me gusta venir como me plazca. —Sonríe y lleva su gloriosa sonrisa a otro nivel
por lo que es totalmente IMAX  de alta definición.

—¡Damon! —lo regaño. Tiro mi toalla hacia él y se ríe.

—Hermosa sonrisa, ¿ah?

—Sí. Sabes el efecto que tienes en mí. —Me pongo mi reloj.

—¿Lo hago? —Parpadea inocentemente.

—Sí, lo haces. El mismo efecto que tienes en todas las mujeres. Se vuelve realmente
molesto verlas a todas desmayadas.

—¿Lo hace? —Ladea su ceja hacia mí, más divertido.

—No juegues al inocente, Sr. Salvatore, realmente no te queda bien —murmuro
distraídamente mientras recojo mi cabello en una coleta y me pongo mis zapatos
negros de tacón alto. Allí, estos lo harán.

Cuando me inclino para darle un beso de despedida, me agarra y tira de mí hacia
abajo a la cama, inclinándose sobre mí y sonriendo de oreja a oreja. Oh. Es tan
hermoso, ojos brillantes con malicia, cabello suelto de acabo-de follar-de nuevo, esa
sonrisa deslumbrante. Ahora está juguetón.

Estoy cansada, todavía aturdida por todas las revelaciones de ayer, mientras que él
está brillante como un botón y sexy como la mierda. Oh, exasperante Cincuenta.

—¿Qué puedo hacer para tentarte para que te quedes? —dice suavemente, y mi
corazón da un vuelco y empieza a latir con fuerza. Es la tentación personificada.

—No puedes —refunfuño, tratando de levantarme—. Déjame ir.

Hace pucheros y me rindo. Sonriendo, trazo mis dedos sobre sus esculturales
labios, mi Cincuenta Tonos. Lo amo con toda su monumental mierda. Ni siquiera
he comenzado a procesar los eventos de ayer y cómo me siento acerca ellos.
Me inclino para darle un beso, agradecida de que me he cepillado mis dientes. Me
besa largo y fuerte y luego rápidamente me pone en mis pies, dejándome aturdida,
sin aliento, y un poco tambaleante.

—Niklaus te llevará. Más rápido que encontrar un lugar donde estacionar. Está
esperando afuera del edificio —dice Damon amablemente, y parece aliviado.

¿Está preocupado por mi reacción de esta mañana? Seguramente la última noche

—eh, esta mañana— probó que no voy a correr.

—Está bien. Gracias —murmuro, decepcionada de estar erguida sobre mis pies,
confundida por su indecisión, y vagamente irritada que una vez más no estaré
manejando mi Saab. Pero tiene razón, por supuesto, será más rápido con Niklaus.

—Disfruta tu perezosa mañana, Sr. Salvatore. Deseo poder quedarme, pero el hombre
que posee la compañía donde trabajo no aprobaría a su personal abandonando
sólo por sexo caliente. —Agarro mi bolso.

—Personalmente, señorita Gilbert, no tengo dudas que lo aprobaría. De hecho
podría insistir en ello.

—¿Porqué te estás quedando en la cama? No es como tú.
Cruza sus manos detrás de su cabeza y me sonríe.

—Porque puedo, señorita Gilbert.
Sacudo mi cabeza hacia él.

—Nos vemos, nena. —Le tiro un beso y estoy fuera de la puerta.

*  *  *

Niklaus está esperando por mí, y parece entender que voy tarde porque maneja
como un murciélago fuera del infierno para hacerme llegar a las nueve y cuarto.
Estoy agradecida cuando se detiene en la acera —agradecida de estar viva— su
manejo fue atemorizante. Y agradecida de que no estoy terriblemente tarde, sólo
quince minutos.

—Gracias Niklaus —murmuro, lívida. Recuerdo a Damon diciéndome que él
conducía tanques; quizás maneja para NASCAR, también.

—Lena. —Asiente en una despedida, y me precipito dentro de mi oficina, dándome
cuenta mientras abro la puerta de recepción que Niklaus parece haber superado la
formalidad de señorita Gilbert. Esto me hace sonreír.

Claire sonríe hacia mí mientras me precipito a través de recepción y hago mi
camino hacia mi escritorio.

—¡Lena! —me llama Ty—. Entra aquí.
Oh, mierda.

—¿Qué hora le llamas a esto? —chasquea.

—Lo siento. Me quede dormida. —Me sonrojo.

—No dejes que pase de nuevo. Consígueme algo de café, y luego necesito que
hagas algunas cartas. Ve por él —grita, haciéndome estremecer.
¿Por qué está tan enojado? ¿Cuál es su problema? ¿Qué he hecho? Me apuro hacia
la cocina para conseguir su café. Quizás debería haber abandonado. Podría estar…
bien, haciendo algo caliente con Damon, o desayunando con él, o sólo hablando,
lo que sería una novedad.

Ty apenas reconoce mi presencia cuando me atrevo a volver a su oficina para
entregarle su café. Empuja una hoja de papel hacia mí, que está escrita a mano con
una letra casi ilegible.

—Escribe esto, me lo traes para firmarlo, luego cópialo y envíalo a todos nuestros
autores.

—Sí, Ty.

No mira hacia arriba mientras me voy.
Es con cierto alivio que finalmente me siento en mi escritorio. Tomo un sorbo de té
mientras espero que mi computadora arranque. Reviso mis correos electrónicos.


De: Damon Salvatore
Asunto: Extrañándote
Fecha: Junio 15, 2011 09:05
Para: Elena Gilbert

Por favor usa tu BlackBerry.
x

Damon Salvatore
Gerente General, Salvatore Enterprises Holdings Inc.

De: Elena Gilbert
Asunto: Todos los derechos para alguien
Fecha: Junio 15, 2011 09:27
Para: Damon Salvatore

Mi jefe está loco.
Te culpo por mantenerme hasta tarde con tus... travesuras.
Deberías estar avergonzado de ti mismo.

Elena Gilbert
Asistente de Ty Hyde, Coordinador Editorial, AIPS

De: Damon Salvatore
Asunto: ¿Travesuras?
Fecha: Junio 15, 2011 09:32
Para: Elena Gilbert

No tienes que trabajar, Elena.
No tienes idea cuán consternado estoy por mis travesuras.
Pero me gusta mantenerte hasta tarde ;)
Por favor usa tu BlackBerry.
Oh, y cásate conmigo, por favor.

Damon Salvatore
Gerente General, Salvatore Enterprises Holdings Inc.


De: Elena Gilbert
Asunto: Vivir para hacer
Fecha: Junio 15, 2011 09:35
Para: Damon Salvatore

Sé que tu inclinación natural es hacia lo persistente, pero sólo detente.
Necesito hablar con tu psiquiatra.
Solo entonces te daré mi respuesta.
No me opongo a vivir en pecado.

Elena Gilbert
Asistente de Ty Hyde, Coordinador Editorial, AIPS

De: Damon Salvatore
Asunto: BLACKBERRY
Fecha: Junio 15, 2011 09:40
Para: Elena Gilbert

Elena, si vas a empezar a discutir sobre el Dr. Flynn entonces USA TU
BLACKBERRY.
Esto no es una petición.

Damon Salvatore,
Ahora Enfadado Gerente General, Salvatore Enterprises Holdings Inc.



 Oh mierda. Ahora estaba furioso conmigo, también. Bueno, podía cocinarse por
todo lo que me preocupaba. Tomé mi BlackBerry de mi bolso y lo miré con
escepticismo. Mientras lo hacía, empezó a sonar. ¿No podía dejarme sola?

—Sí —chasqueé.

—Lena, hola...

—¡Stefan! ¿Cómo estás? —Oh, era bueno oír su voz.

—Estoy bien, Lena. Mira, ¿todavía estás viendo a ese chico Salvatore?

—Eh… sí… ¿Por qué? —¿A dónde va con esto?

—Bien,  está comprando todas tus fotos, y pensé que podría entregarlas en Seattle.
La exhibición cierra el jueves, entonces podría llevárselas el viernes a la tarde y
dejarlas, sabes. Y quizás podríamos tomar una copa o algo así. En realidad, estaba
esperando un lugar para dormir, también.

—Stefan, eso es genial. Sí, estoy segura que podremos trabajar en algo. Déjame
hablar con Damon y te llamaré de vuelta, ¿está bien?

—Genial, esperaré oír de ti. Adiós, Lena.

—Adiós. —Y se fue.

Santo cielo. No había visto u oído de Stefan desde su presentación. Ni siquiera le
pregunté cómo le fue o si vendió alguna fotografía más. Vaya amiga que soy.
Entonces, podía pasar la noche del viernes con Stefan. ¿Cómo estaría Damon con
eso? Tomo conciencia que estoy mordiéndome el labio hasta que duele. Oh, este
hombre tiene doble rasero. Puede —me estremezco ante el pensamiento— bañar a
su loca ex amante, pero probablemente obtendré un cargamento de mierda por
querer tomar una copa con Stefan. ¿Cómo voy a manejar esto?

—¡Lena! —Ty me sacó abruptamente de mi ensueño. ¿Todavía estaba enfadado?

—¿Dónde están esas cartas?

—Eh… llegando. —Mierda. ¿Qué estaba comiendo él?

Escribo su carta en la mitad de tiempo, la imprimo, y nerviosamente hago mi
camino hacia su oficina.

—Aquí tienes. —La pongo en su escritorio y me giro para irme. Ty rápidamente
echa sus críticos y perforadores ojos sobre ella.

—No sé qué estás haciendo por ahí, pero te pago para trabajar —ladra.

—Soy consciente de eso, Ty —murmuro disculpándome. Siento un lento rubor
arrastrarse hacia arriba a mi piel.

—Esto está lleno de errores —chasquea—. Hazlo de nuevo.

Mierda. Está comenzando a sonar como alguien que conozco, pero la rudeza de
Damon la puedo tolerar. Ty está empezando a molestarme.

—Y consígueme otro café mientras estas en eso.

—Perdón —murmuro y me escabullo fuera de su oficina tan rápido como puedo.
Santa mierda. Está siendo insoportable. Me siento de vuelta en mi escritorio,
apresuradamente rehago su carta, que tiene dos errores en ella, y la compruebo
exhaustivamente antes de imprimirla. Ahora está perfecta. Recojo otro café,
dejándole saber a Claire con un giro de mis ojos que estoy en profunda mierda.
Tomando una respiración profunda, me acerco a su oficina de nuevo.

—Mejor —murmura a regañadientes mientas firma la carta—. Fotocópiala, archiva
el original, y envíala a todos los autores. ¿Entendiste?

—Sí. —No soy una idiota—. Ty, ¿algo va mal?
Alza la vista, sus ojos azules oscureciéndose mientras su mirada va de arriba hacia
abajo por mi cuerpo. Mi sangre se enfría.

—No. —Su respuesta es concisa, ruda, y despectiva. Me quedo ahí como la idiota
que profesé no ser y luego arrastro los pies fuera de su oficina. Tal vez él también
sufre un trastorno de personalidad. Joder, estoy rodeada por ellos. Hago mi
camino hacia la fotocopiadora —que por supuesto está sufriendo un atasco de
papel— y cuando lo he arreglado, encuentro que se quedó sin papel. Éste no es mi
día.

Cuando finalmente vuelvo a mi escritorio, llenando sobres, mi BlackBerry vibra.
Puedo ver a través de la pared de vidrio que Ty está al teléfono. Respondo, es
Ethan.

—Hola, Lena. ¿Cómo te fue anoche?

Anoche. Un rápido montaje de imágenes parpadea a través de mi mente, Damon
de rodillas, su revelación, su proposición, macarrones y queso, mi llanto, su
pesadilla, el sexo, tocarlo…

—Eh, bien —murmuro poco convincentemente.
Ethan se detiene y decide actuar de acuerdo a mi negación.

—Genial. ¿Puedo recoger las llaves?

—Seguro.

—Estaré ahí en media hora. ¿Tendrás tiempo para tomar un café?

—No hoy. Llegue tarde y mi jefe está como un oso enojado con dolor de cabeza y
hiedras venenosas en el culo.

—Suena repugnante.

—Repugnante y feo. —Río.

Ethan ríe y mi humor se levanta un poco.

—Está bien. Te veo en treinta. —Cuelga.

Echo un vistazo a Ty y me está mirando. Oh mierda. Esmeradamente lo ignoro y
sigo llenando los sobres.

Media hora después mi teléfono vibra. Es Claire.

—Él está aquí de nuevo, en recepción. El dios rubio.

Ethan es una alegría de ver después de la angustia de ayer y el mal humor que mi
jefe está infligiendo en mí hoy, pero demasiado pronto, está diciendo adiós.

—¿Te veré en la noche?

—Probablemente me quedaré con Damon. —Me sonrojo.

—Lo tienes mal —observa Ethan con buen humor.

Me encojo de hombros. Eso no es ni la mitad del asunto, y en este momento me
doy cuenta, que lo tengo más que mal. Lo tengo de por vida. Y sorprendentemente,
Damon parece sentir lo mismo. Ethan me da un abrazo rápido.

—Nos vemos luego, Lena.

Vuelvo a mi escritorio, lidiando con mi comprensión. Oh, lo que haría por un día
por mi cuenta, para sólo pensar en todo esto.

—¿Dónde has estado? —Ty está repentinamente cerniéndose sobre mí.

—Tenía un asunto que atender en recepción. —Realmente me está poniendo de los
nervios.

—Quiero mi almuerzo. Lo usual —dice abruptamente y vuelve a pisar su oficina.
¿Por qué no me quedé en casa con Damon? Mi Diosa interior cruza sus brazos y
frunce sus labios; quiere saber la respuesta a eso, también. Recojo mi bolso y mi
BlackBerry y me dirijo a la puerta. Compruebo mis mensajes.


De: Damon Salvatore
Asunto: Extrañándote
Fecha: Junio 15, 2011 09:06
Para: Elena Gilbert

Mi cama es muy grande sin ti.
Parece que voy a tener que ir a trabajar después de todo.
Incluso los megalómanos Gerentes Generales necesitan algo qué hacer.
 x

Damon Salvatore
Girando sus pulgares Gerente General, Salvatore Enterprises Holdings Inc.

Y hay otro de él, temprano esta mañana.


De: Damon Salvatore
Asunto: Discreción
Fecha: Junio 15, 2011 09:50
Para: Elena Gilbert

Es la mejor parte del valor.
Por favor usa discreción… tus correos electrónicos del trabajo son monitoreados.
¿CUÁNTAS VECES TENGO QUE DECIRTE ESTO?
Sí. Mayúsculas gritonas como dices. USA TU BLACKBERRY.
El Dr. Flynn nos puede ver mañana en la tarde.
X

Damon Salvatore
Todavía enojado Gerente General, Salvatore Enterprises Holdings Inc.

E incluso uno más tarde… Oh no.


De: Damon Salvatore
Asunto: Grillos
Fecha: Junio 15, 2011 12:15
Para: Elena Gilbert

No he oído de ti.
 Por favor dime que estás bien.
Sabes cómo me preocupo.
¡Enviaré a Niklaus a comprobar!
x

Damon Salvatore,
Demasiado ansioso Gerente General, Salvatore Enterprises Holdings Inc.

Rodé mis ojos, y le llamé. No quiero que se preocupe.

—Teléfono de Damon Salvatore, Andrea Parker habla.

Oh. Estoy tan desconcertada porque no es Damon el que responde que me
detengo en la calle, y el hombre joven detrás de mí murmura enojado mientras se
desvía para no chocar contra mí. Me detengo bajo el toldo verde de Deli.

—¿Hola? ¿Puedo ayudarle? —Andrea llena el incómodo vacío del silencio.

—Perdone… Ehm… Deseaba hablar con Damon…

—El Sr. Salvatore está en una reunión en este momento —corta con eficiencia—.
¿Puedo tomar su mensaje?

—¿Puede decirle que llamó Lena?

—¿Lena? ¿Cómo Elena Gilbert?

—Ehm… sí. —Su pregunta me confunde.

—Deme un segundo por favor, señorita Gilbert.

Escucho atentamente mientras baja el teléfono, pero no puedo decir qué está
pasando. Unos segundos más tarde Damon está en la línea.

—¿Estás bien?

—Sí, estoy bien.

Escucho la rápida liberación de su respiración contenida. Está aliviado.

—Damon, ¿por qué no estaría bien? —susurro tranquilizadoramente.

—Normalmente eres tan rápida en responder mis correos electrónicos. Después de
lo que te dije ayer, estaba preocupado —dice tranquilamente, y entonces está
hablando a alguien en su oficina.

—No, Andrea. Diles que esperen —dice severamente. Oh, conozco ese tono de voz.
No puedo oír la respuesta de Andrea.

—No. Dije que esperen —chasquea.

—Damon, obviamente estás ocupado. Sólo llamé para dejarte saber que estoy
bien, y me refiero a que también estoy ocupada hoy. Ty ha estado restallando el
látigo. Ehm… quiero decir…  —Me sonrojo y caigo en silencio.

Damon no dice nada por un momento.

—Restallando el látigo, ¿eh? Bien, hubo un tiempo en que podía haberlo llamado
hombre suertudo. —Su voz está llena de humor seco—. No lo dejes echársete
encima, nena.

—¡Damon! —lo regaño y sé que está sonriendo.

—Solo vigilándolo, eso es todo. Mira, me alegra que estés bien. ¿A qué hora te
recojo?

—Te enviaré un correo electrónico.

—De tu BlackBerry —dice severamente.

—Sí, señor —chasqueo de regreso.

—Hasta más tarde, nena.

—Adiós…
Sigue en la línea.

—Cuelga —lo reprendo, sonriendo.
Suspira pesadamente al teléfono.

—Desearía que nunca hubieras ido a trabajar esta mañana.

—También yo. Pero estoy ocupada. Cuelga.

—Cuelga tú. —Escucho su sonrisa. Oh travieso Damon. Amo al Damon
Travieso. Mmm… Amo a Damon, y punto.

—Hemos estado aquí antes.

—Estas mordiendo tu labio

Mierda, está en lo cierto. ¿Cómo es que sabe?

—Ya ves, piensas que no te conozco, Elena. Pero te conozco mejor de lo que
piensas —murmura seductoramente de forma que me debilita y me hace sentir
mojada.

—Damon, hablaré contigo más tarde. Justo ahora, realmente también desearía no
haberme ido esta mañana.

—Esperaré su correo electrónico, señorita Gilbert.

—Buen día, Sr. Salvatore.

Colgando, miro fuera del frío y fortificado vidrio de la ventana de la tienda de
Deli. Oh, incluso por teléfono me posee. Sacudiendo mi cabeza para aclararla de
todos los pensamientos de Salvatore, me dirijo al Deli, deprimida por todos los
pensamientos sobre Ty.

*  *  *

Está frunciendo el ceño cuando regreso.

—¿Está bien si tomo mi almuerzo ahora? —pregunto tentativamente. Levanta la
mirada hacia mí y su ceño se profundiza.


—Si es necesario —chasquea—. Cuarenta y cinco minutos. Recupera el tiempo que
perdiste esta mañana.

—Ty, ¿puedo preguntarte algo?

—¿Qué?

—Pareces, un poco de mal humor hoy. ¿He hecho algo para ofenderte?
Parpadea hacia mí momentáneamente.

—No creo que esté de humor para hacer una lista de tus faltas justo ahora. Estoy
ocupado. —Continúa mirando la pantalla de su computadora, efectivamente
despachándome.
Whoa… ¿Qué he hecho?

Me giro y dejo su oficina, y por un momento pienso que voy a llorar. ¿Por qué me
ha tomado una aversión tan repentina e intensa? Una idea indeseada estalla en mi
mente, pero la ignoro. No necesito su mierda justo ahora, he tenido suficiente con
la mía.

Salgo del edificio hacia el Starbucks de al lado, ordeno un latte, y me siento junto a
la ventana. Tomando mi iPod de mi cartera, me coloco los audífonos. Elijo una
canción al azar y presiono repetir entonces se reproducirá una y otra vez. Necesito
música para pensar.

Mi mente va a la deriva. Damon el sádico. Damon el sumiso. Damon el
intocable. Los impulsos edípicos de Damon. Damon bañando a Leila. Gimo y
cierro mis ojos mientras la última imagen me persigue.
¿Realmente puedo casarme con este hombre? Es demasiado que llevar. Es
complejo y difícil, pero profundamente sé que no quiero dejarlo a pesar de todos
sus problemas. Nunca podría dejarlo. Lo amo. Preferiría cortarme mi brazo
derecho.

Justo ahora, nunca me había sentido tan viva, tan vital. He encontrado toda clase
de sentimientos confusos, profundos y nuevas experiencias desde que lo conocí.
Nunca es un momento aburrido con Cincuenta.

Recordando mi vida antes de Damon, es como si todas las cosas estuvieran en
blanco y negro como las fotos de Stefan. Ahora mi mundo entero es de un rico,
brillante y saturado color. Estoy volando en un rayo de luz deslumbrante. La luz
deslumbrante de Damon. Aún soy Ícaro, volando demasiado cerca al sol.
Resoplo a mí misma. Volando con Damon; ¿quién puede resistirse a un hombre
que puede volar?

¿Puedo renunciar a él? ¿Quiero renunciar a él? Es como si hubiera presionado un
botón y me hubiera encendido desde el interior. Ha sido educativo conocerlo. He
descubierto más acerca de mí misma en las semanas pasadas que nunca antes. He
aprendido acerca de mi cuerpo, mis límites de dureza, mis límites suaves, mi
tolerancia, mi paciencia, mi compasión, y mi capacidad de amar.

Y entonces me golpea como un relámpago, esto es lo que necesita de mí, a lo que
tiene derecho, un amor incondicional. Nunca lo recibió de la perra drogadicta, es lo
que necesita.
¿Puedo amarlo incondicionalmente? ¿Puedo aceptarlo por quién es sin importar
sus revelaciones de la noche pasada?
Sé que está dañado, pero no creo que sea irreparable. Suspiro, recordando las
palabras de Niklaus. “Es un buen hombre, señorita Gilbert”.

He visto la prueba de peso de su bondad, su trabajo de caridad, su ética de
negocio, su generosidad; y aún no lo ve por sí mismo. No siente que merezca
cualquier amor. Dada su historia y predilecciones, no tengo una idea de su auto-
odio. Por eso no dejó entrar a nadie. ¿Puedo pasar esto?
Dijo una vez que no podría empezar a entender las profundidades de su
depravación. Bien, él me lo dijo ahora, y dado los primeros años de su vida, no me
sorprende. Creo que fue solo un shock oírlo en voz alta. Al menos me lo dijo; y
parece más feliz ahora de lo que era. Lo sé todo.

¿Se devaluaría su amor por mí? No, no lo creo. Nunca se sintió de este modo antes
y tampoco yo. En verdad, juntos hemos llegado muy lejos.

Las lágrimas pinchan y llenan mis ojos al recordar sus últimas barreras
desmoronarse anoche cuando me dejó tocarlo. Jesús, tomó a Leila y toda su locura
para llevarnos allí.

Quizás debería estar agradecida. El hecho de que la haya bañado no es un trago
tan amargo en mi lengua ahora. Me pregunto qué prendas le dio. Espero que no mi
vestido cereza. Me gustaba ese.

¿Así que puedo amar incondicionalmente a este hombre con todos sus problemas?
Porque no se merece menos. Aún necesita aprender límites y pequeñas cosas como
empatía, y a ser menos controlador. Dice que ya no siente compulsión por hacerme
daño; quizás el Dr. Flynn pueda arrojar algo de luz sobre esto.
Fundamentalmente, eso es lo que más me importa; que siempre necesite eso y que
siempre pueda encontrar una mujer que piense que lo necesita, también. Frunzo el
ceño. Sí, esa es la tranquilidad que necesito. Quiero ser todo para este hombre, su
Alfa y su Omega y todas las cosas entre ellas porque él lo es para mí.

Espero que Flynn tenga respuestas, y quizás entonces pueda decir sí. Damon y
yo podemos encontrar nuestra propia porción de cielo cerca al sol.
Veo fuera la animada hora de almuerzo en Seattle. La señora de Damon Salvatore;
¿quién iba a pensarlo? Echo un vistazo a mi reloj. ¡Mierda! Salto del asiento y me
lanzo a la puerta; una hora entera de solo estar sentada; ¿A dónde se fue el tiempo?
Ty va a estar como un basilisco.

*  *  *

De regreso en mi escritorio. Afortunadamente no está en su oficina. Parece que me
he salido con la mía. Miro intensamente la pantalla de mi computadora, sin ver,
tratando de ensamblar mis pensamientos en modo de trabajo.

—¿Dónde estabas?
Salto. Ty está parado, cruzado de brazos, a mi lado.

—Estaba en el sótano, fotocopiando —mentí. Los labios de Ty se presionaron en
una delgada, intransigente línea.

—Me voy a las seis treinta a tomar el avión. Necesito que estés aquí hasta entonces.

—Bien. —Sonrío dulcemente como si pudiera manejarlo.

—Me gustaría mi itinerario para Nueva York impreso y fotocopiado diez veces. Y
empaca los folletos. ¡Y tráeme algo de café! —gruñe y se encamina a su oficina.
Exhalo un suspiro de alivio y le saco la lengua mientras cierra la puerta. Bastardo.

*  *  *

A las cuatro en punto, Claire llama de recepción.

—Tengo a Mia Salvatore para ti.
¿Mia? Espero que no quiera llevarme al Mall.57

—¡Hola, Mia!

—Lena, hola. ¿Cómo estás? —Su excitación es contagiosa.

—Bien. Ocupada hoy. ¿Y tú?

—¡Estoy tan aburrida! Necesito encontrar algo que hacer, así que estoy
organizando una fiesta de cumpleaños para Damon.
¿El cumpleaños de Damon? Jesús, no tenía idea.

—¿Cuándo es?

—Lo sabía. Sabía que no te lo diría. Es el domingo. Mamá y papá nos quieren a
todos en una cena para celebrar. Estoy invitándote oficialmente.
                                                         
57 Mall: Importantes centros comerciales en Estados Unidos.

—Oh, qué lindo. Gracias, Mia.

—He llamado a Damon y le dije, y me dio tu número aquí.

—Genial. —Mi mente está en una barrera plana. ¿Qué infiernos le voy a dar a
Damon para su cumpleaños? ¿Qué le compras a un hombre que lo tiene todo?

—¿Y quizás la próxima semana, podemos ir a almorzar?

—Seguro. ¿Qué tal mañana? Mi jefe se irá a Nueva York.

—Oh, eso sería genial, Lena. ¿A qué hora?

—Digamos, ¿doce y cuarenta y cinco?

—Ahí estaré. Adiós, Lena.

—Adiós. —Colgué.

Damon. Cumpleaños. ¿Qué en la tierra voy a regalarle?


De: Elena Gilbert
Asunto: Antediluviano
Fecha: Junio 15, 2011 16:11
Para: Damon Salvatore

Querido Sr. Salvatore:
¿Cuándo, exactamente, ibas a decirme?
¿Qué le daré a mi hombre viejo por su cumpleaños?
¿Quizás algunas baterías nuevas para su planeador?
A x

Elena Gilbert
Asistente de Ty Hyde, Coordinador Editorial, AIPS


De: Damon Salvatore
Asunto: Prehistórico
Fecha: Junio 15, 2011 16:20
Para: Elena Gilbert

No te burles de los ancianos.
Me alegro de que estés vivita y coleando.
Y que Mia ha estado en contacto.
Las baterías son siempre útiles.
No me gusta celebrar mi cumpleaños.
X

Damon Salvatore
Sordo como una tapia Gerente General, Salvatore Enterprises Holdings Inc.


De: Elena Gilbert
Asunto: Mmmm.
Fecha: Junio 15, 2011 16:24
Para: Damon Salvatore

Querido Sr. Salvatore
Puedo imaginarte haciendo pucheros mientras escribías esa última oración.
Eso hace cosas para mí.
A xox

Elena Gilbert
Asistente de Ty Hyde, Coordinador Editorial, AIPS


De: Damon Salvatore
Asunto: Rodando los ojos
Fecha: Junio 15, 2011 16:29
Para: Elena Gilbert

Señorita Gilbert:
 ¡¡¡USARÁS TU BLACKBERRY!!!
X

Damon Salvatore
Con la palma temblando, Gerente General, Salvatore Enterprises Holdings Inc.

Ruedo mis ojos. ¿Por qué está tan tocado por los correos electrónicos?


De: Elena Gilbert
Asunto: Inspiración
Fecha: Junio 15, 2011 16:33
Para: Damon Salvatore

Querido Sr. Salvatore
Ah… tus palmas temblantes no pueden estar quietas por mucho, ¿o sí?
Me pregunto, ¿qué tendría que decir el Dr. Flynn acerca de eso?
Pero ahora sé que darte por tu cumpleaños, y espero que me deje adolorida… ;)

A x


De: Damon Salvatore
Asunto: Angina
Fecha: Junio 15, 2011 16:38
Para: Elena Gilbert

Señorita Gilbert
No creo que mi corazón pueda soportar el golpe de otro correo electrónico como
ese, o mis pantalones, para el caso.
Compórtate.
X

Damon Salvatore

Gerente General, Salvatore Enterprises Holdings Inc.


De: Elena Gilbert
Asunto: Tratando
Fecha: Junio 15, 2011 16:42
Para: Damon Salvatore

Damon:
Estoy tratando de trabajar para mi muy molesto jefe.
Por favor para de distraerme y trata de hacer lo mismo.
Tu último correo electrónico casi me hace quemarme.
X
PD: ¿Puedes recogerme a las 6:30?


De: Damon Salvatore
Asunto: Ahí estaré
Fecha: Junio 15, 2011 16:38
Para: Elena Gilbert

Nada me sería más gratamente placentero.
Aunque, puedo pensar en muchas cosas que pueden darme grato placer, y estás
envuelta en ellas.
X

Damon Salvatore
Gerente General, Salvatore Enterprises Holdings Inc.

Me sonrojo leyendo su respuesta y sacudo mi cabeza. Bromear por correo
electrónico está del todo bien y bueno, pero realmente necesitamos hablar. Quizás
una vez que hayamos visto a Flynn. Bajé mi BlackBerry y terminé mi conciliación
de caja chica.

*  *  *

Alrededor de las seis y quince, la oficina está desierta. Tengo todo listo para Ty.
Su taxi del aeropuerto estaba en camino, y sólo tengo que entregarle sus
documentos. Miro nerviosamente a través del vidrio, pero aún está sumido en su
llamada telefónica, y no quiero interrumpirlo no con el humor con el que estaba
hoy.

Mientras esperaba que terminara, se me ocurrió que no había comido hoy. Oh
mierda, esto no iba a ir bien con Cincuenta. Rápidamente pasé a la cocina para ver
si habían dejado algunas galletas.

Mientras abría la jarra común de galletas, Ty apareció inesperadamente en la
entrada de la cocina, sorprendiéndome.
Oh, ¿Qué está haciendo aquí?
Me miró.

—Bien, Lena, creo que quizás este es un buen momento para discutir tus faltas. —
Entró, cerrando la puerta tras él, y mi boca se secó instantáneamente mientras las
campanas de alarma sonaban y perforaban mi cabeza.
Oh joder.
Sus labios se curvaron en una sonrisa grotesca, y sus ojos brillaban en un cobalto
oscuro.

—Por fin te tengo por tu cuenta —dijo, y lentamente lamió su labio inferior.
¿Qué?

—Ahora… ¿vas a ser una niña buena y escuchar muy cuidadosamente lo que digo?

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