CAPITULO 10
La adrenalina seguía
corriendo por el cuerpo de Damon, y el sabor metálico del miedo estaba aún en
su boca. Cuando abrió la puerta todo lo que vio fueron dos pares de enormes
ojos violetas que lo miraban con suma determinación y valentía. Por un instante
la emoción que lo atravesaba lo paralizó, realmente no podía tocarlos porque
temblaba mucho.
Elena finalmente se
permitió el alivio, y luego todas las otras emociones que había estado
reprimiendo brotaron –Dam, lo siento mucho. No debería haber dicho que iría a
Sevilla. Si no hubiéramos ido esto no habría sucedido. Nick debería haber
estado en casa. Podría haber ido por mi cuenta. Tenías razón. En primer lugar,
nunca debí volver a aparecer. La culpa es mía –
El corazón de Damon se
apretó dolorosamente. Había sido su sugerencia, era culpa de él. Y sin embargo
ella se culpaba –Shh, Elena, está bien, Dame a Nick.
Ella se detuvo,
sintiendo su boca temblar y sus miembros bambolearse. Sabía que tenía que darle
a Nick, pero no podía. Lo intentaba, pero era como si sus brazos, que lo
abrazaban muy fuerte, estuvieran soldados a él. Se le escapó un sollozo –No
pued… no puedo dejarlo ir –
–Sí puedes. Aquí... –
Sintió que Damon ponía
las manos sobre las suyas y su calor pareció filtrarse en su piel fría. Nick se
movió instintivamente hacia su padre, y de alguna manera, finalmente, fue capaz
de relajar los brazos de su agarre mortal.
Él tomó a Nick y lo
mantuvo cerca durante un buen rato, y luego, incrédulamente, ella vio como se
lo entregaba a alguien detrás de él. Luego se volvió hacia ella y cogió de
nuevo sus manos en las suyas – ¿Crees que puedas caminar? –
Ella asintió con la
cabeza, sintiéndose un poco abstraída de todo. ¿Por qué no se iba ahora que
sabía que Nick estaba bien?
–Por supuesto, estoy bien
– Dio un paso y rápidamente sus piernas se doblaron, y como si Damon hubiera
estado esperando eso, la sostuvo y la cogió en brazos.
Su boca se sentía
hinchada, y al entrar a la otra habitación sus ojos parpadearon por la luz
intensa. Damon miraba su boca.
– ¿Qué pasó? –
Una fea voz provino del
lado de la puerta
–Le pegué cuando su mocoso no se callaba –
Elena se tensó
inmediatamente en una reacción instintiva a la voz horriblemente familiar y se
dio cuenta de que los dos hombres estaban allí, aunque probablemente atados.
También sintió la tensión de Damon. Sin embargo, sin decir una palabra caminó
hacia afuera y suavemente la depositó en la parte posterior de un jeep
calefaccionado, al lado de Nick, que estaba en un asiento de bebé y era
atendido por una mujer policía que sonreía amablemente a Elena.
Vagamente notó a la
policía, las luces intermitentes. También oyó una pelea y luego vio a Damon
volviendo de regreso hacia fuera, acunando su propia mano. Se sentó en el lado
del copiloto del jeep y el conductor maniobró expertamente para sacarlos de
allí.
Elena intuyó que él
había vuelto adentro y golpeado al hombre, y se sintió complacida. Lo habría
golpeado ella misma si hubiera tenido la fuerza.
El sueño se apoderaba de ella, no podía luchar contra él,
pero tenía que preguntar – ¿Y Hernán? ¿Cómo está Hernán? –
Damon se dio vuelta,
pero lo veía borrosamente
–Está en el hospital. Va a estar bien, gracias a ti y
el teléfono... –
Su voz se escuchaba
cada vez más lejos...
Elena despertó mientras
era cargada hacia adentro de la casa. Le tomó un minuto que las cosas se
filtraran en su conciencia, y cuando lo hicieron se puso rígida –Nick ¿Dónde
está Nick? ¿Quién lo tiene? ¿Dónde…? –
–Él está bien. Está con
Caroline Lucía, que lo está alimentando y bañando –
Elena quiso zafarse de
los brazos de Damon
–No lo creo. Tengo que verlo –
Los brazos de él no la
dejaron escapar
–Elena, relájate. Él está bien. Tengo que limpiar ese corte que
tienes en el labio, y luego también necesitas comer –
Elena se obligó a
relajarse y dejar que él la llevara. Se sentía tan bien estar así, apretada
contra su pecho ancho. Se sentía protegida, querida y segura. Y eso era
peligroso.
Cuando llegaron hasta
la puerta del dormitorio de él la dejó sobre el suelo. Elena dio un paso. Se
sentía temblorosa, pero estaba bien. Él le tomó la mano y ella lo siguió por la
habitación hasta el baño. La hizo sentarse en el inodoro y luego rebuscó un
botiquín de primeros auxilios y cuando lo encontró lo jaló hacia abajo. Luego
se puso en cuclillas delante de ella y sacó un algodón y un antiséptico. Cuando
tocó ligeramente su labio ella contuvo el aliento por el dolor agudo. Se
percató entonces de que estaba sucia, llena de polvo y mugre por todas partes y
tenía manchas de sangre en su camiseta.
Damon le lanzó una
mirada –Debes haber estado congelada, hacía casi cero grados allí, estaban en
un lugar muy alto –
Elena negó con la
cabeza, realmente no había sentido el frío –Yo no... No lo sentí. Reservé la
manta para Nick por si él tenía frío... – Entonces sus dientes comenzaron a
castañetear, como si sus palabras hubieran desbloqueado algo a lo que ella se
estaba aferrando, algún control. Valientemente trató de ocultarlo.
Algo cruzó por el
rostro de Damon y luego dijo: –Vuelvo en un segundo –
Se levantó y salió de
la habitación, y lo oyó salir al pasillo. Ella se levantó temblorosa y se miró
en el espejo. Estaba blanca, con dos manchas de color rojo brillante en las
mejillas. Tenía los ojos demasiado brillantes también. Un aparatoso corte
serpenteaba en un costado de su labio y latía dolorosamente. Eficientemente
empezó a guardar las cosas en el botiquín de primeros auxilios.
–Deja eso, yo lo haré.
Siéntate –
–Oh – Elena no había
escuchado que volvía. Se sentó y vio que le tendía un vaso. El olor del brandy
le golpeó la nariz mientras él se lo ponía en el lado de la boca que no estaba
partida, haciéndola beber un poco. Ella no discutió pues el escalofrío todavía
estaba allí. El líquido le quemó el fondo de la garganta y tosió un poco, pero
pudo sentir que funcionaba, calentándole las entrañas y calmando el temblor.
–Lo siento, esto nunca
hubiera pasado si... No puedo creer que haya expuesto a
Nick en semejante
peligro... –
Damon se agachó frente
a ella de nuevo y dijo con severidad – ¡Basta con eso! Pudo haberme ocurrido a
mí con la misma facilidad –
Elena palideció. La
idea de que Damon y Nick fueran secuestrados era más terrible para ella que la
idea de lo que esos hombres podrían haberle hecho.
Sacudió la cabeza como
para despejar el temor, era una imagen terrible –Aún así, fueron por mí porque
sabían –
Él se llevó un dedo a
los labios –Shh. Fueron por ti porque uno de ellos era primo de Hernán. Se
aprovechó porque conocía los movimientos de Hernán y pensó que si actuaba con
inteligencia, haría dinero rápido. No eran más que unos matones estúpidos.
Fuiste muy valiente, mi querida –
Ella negó con la
cabeza, confundida por la calidez de sus ojos, por la ternura –
No, en realidad tenía
miedo –
–Pero protegiste a Nick,
eres fuerte. No sabía que eras tan fuerte... –
Se levantó colocándose
entre sus piernas y puso su boca sobre la de ella con suavidad, aleteando como
una bendición, era un beso sanador. Elena quería hundirse en él, en su beso.
Quería tomar lo que le estaba ofreciendo, tomar su esencia, hacerlo suyo. Sabía
que acababan de pasar por
algo inusitado y habían sobrevivido. No era más que agradecimiento, eso
era todo. Ella sabía todo acerca de momentos como éste, de sobrevivir. La
euforia pronto se desvanecería y su resentimiento todavía estaría allí, en
alguna parte, debajo de la superficie.
Se apartó suavemente,
aunque sintió que era la cosa más difícil que había hecho nunca.
Sonrió tontamente y
su labio palpitó.
Se sentía sucia
–Me gustaría darme una ducha... –
Después de un momento
él se levantó y su expresión cálida fue reemplazada por una inexpresiva.
–Por supuesto
¿Necesitas una mano? –
–No, gracias – dijo Elena
a toda prisa, demasiado aprisa. Tenerlo cerca cuando se sentía tan vulnerable
sería un suicidio emocional.
Ella fue a su
habitación y al baño. De pie bajo la lluvia caliente se restregó la piel,
lavando cualquier parte que esos animales pudieran haber tocado. Cuando por fin
se sintió limpia salió. Se puso rápidamente una bata y se frotó el cabello,
secándolo, y fue a la habitación.
Casi de inmediato, como
si hubiera estado escuchando los movimientos, la puerta de comunicación se
abrió y entró Damon –La cena. Debes comer –
Elena sabía que no
debía discutir, y lo siguió hasta la cocina donde un humeante plato de estofado
la esperaba con un poco de pan crujiente. Su estómago rugió e Damon apoyó la
espalda contra el fregadero mientras ella se sentaba y comía bajo su
supervisión.
– ¿Quieres un poco de
vino? –
Elena negó con la
cabeza. Los efectos del brandy ya se le había subido a la cabeza –Sólo un poco
de agua, por favor –
Un vaso lleno se
materializó en cuestión de segundos. Elena recorría con
su mirada a Damon,
realmente desconcertada de ver este lado de él. Él se apartó del fregadero y
percibió su mirada. Ella se sonrojó y bajó los ojos.
– ¿Cuánto tiempo
estuvimos...? Quiero decir, ¿cuándo supiste qué...?
– ¿No lo sabes? –
Ella negó con la cabeza
–Me vendaron los ojos y anduvimos un tiempo largo. No me pongo reloj y uno de
los hombres arrojó la bolsa de Nick y se rompió el teléfono – Tuvo que reprimir
un estremecimiento.
Damon se sentó, como si
sintiera la necesidad de estar cerca –Mi teléfono sonó esta mañana, cuando
marcaste, y los encontramos a las seis de la tarde. Los llevaron a una parte
remota del parque nacional que está al este de aquí, a unas ocho horas. Si no
hubieras llamado y dado la alarma todo se habría retrasado, posiblemente hasta
mañana. Habíamos perdido la señal cuando
entraron en el parque... –
Elena se estremeció de
nuevo ahora que todo tenía sentido para ella. Se levantó bruscamente y su silla
sonó duramente en el piso de mosaicos. El pánico volvió –Necesito ver a Nick.
Tengo que saber que est… –
Damon rodeó la mesa –Él
está bien, Elena –
–No me importa, tengo
que verlo –
Ella salió de la cocina
y Damon iba detrás de ella. El miedo irracional estimulaba sus movimientos,
haciéndolos espasmódicos. Se dirigió a la habitación de Nick y empujó la puerta
con su corazón latiendo rápido. Caroline Lucía, que estaba arropando a Nick, se
dio la vuelta. Él estaba profundamente dormido. Elena se hundió contra la
puerta. Las lágrimas de alivio picaban sus ojos.
Vio a Caroline Lucía
mirar preocupada a Damon, y sintió que él le daba vuelta y la dirigía a su
habitación.
– ¿Ves? Él está bien.
Ahora tú también tienes que dormir –
Damon sabía que su voz
sonaba ronca por la emoción reprimida. Elena lo miró y sus ojos brillaron.
Verla aquí, con Nick, cuando había pensado... había temido lo peor. Pero no
debía pensar en el miedo, no podía dejar
que lo apresara de nuevo, pues antes
casi lo había deshecho. Todavía podía sentir el puñetazo en la cara del hombre,
la policía lo tiró hacia atrás, y supo que podría haber ido mucho más lejos.
Habría puesto en peligro a Nick, porque no habría sido capaz de controlarse a
sí mismo, en cambio Elena había exhibido calma y control y había antepuesto a Nick
primero, en cada paso del camino.
Cuando su teléfono sonó
en medio de una reunión casi había ignorado el llamado, pero de alguna manera
había sabido que era ella. Había atendido y luego se dio cuenta de lo que
estaba escuchando. Aún podía sentir el miedo y el pánico que se habían
apoderado de sus entrañas.
El revoltijo de
pensamientos cesó cuando Elena se apartó de él para ir a su habitación – ¿Vas a
estar bien? –
Elena lo miró. Sabía
que debía decir que sí, que estaría bien, gracias, y buenas noches, pero su
boca parecía no funcionar. Sólo por esta noche. Sólo compláceme esta noche, y
mañana seguiré con el resto de mi vida.
Ella lo miró y levantó
la barbilla ligeramente
– ¿Podrías...? Quiero decir, que yo sé que tú no… que
nosotros no… –
Se detuvo. Ni siquiera
podía hilar dos palabras juntas. Se dio vuelta mortificada y avergonzada, pero
sintió que Damon la jalaba por la espalda.
– ¿Quieres dormir
conmigo? –
El color abrasó sus
mejillas. No lo podía ni mirar
–No así... pero, sí, por favor. No quiero estar
sola –
Sin decir una palabra Damon
la tomó de la mano y la condujo por el pasillo hasta la puerta del cuarto de
él. En la penumbra le desató el cinturón de la bata y cuando empezó a
protestar, pues no llevaba nada debajo, él la hizo callar. Se puso la bata
sobre sus hombros y luego se quitó su propia ropa hasta que ambos estuvieron
desnudos.
La llevó hasta la cama
y esperó a que se metiera adentro, para luego meterse él en el otro lado. Elena
pensó que iba a dejar que descansara sola, pero de inmediato sintió el calor y
la dureza de su cuerpo cuando la estrechó contra su pecho, con las piernas ahuecando
su trasero. Pudo sentir su cuerpo excitado contra el suyo y ella cambió de
posición ligeramente.
Él la acercó aún más,
pasando un brazo posesivo alrededor de su vientre, y le susurró al oído –Está
bien. Es algo que no puedo evitar contigo tan cerca. Duérmete, Elena –
El calor, el placer y
la seguridad burbujearon por las venas de Elena. Finalmente dejó descansar la
espalda contra el pecho de Damon. La calidez y la fuerza de su cuerpo se
filtraban a sus huesos y a su piel. Le había dicho que no había sentido frío
antes, y realmente no lo había tenido, pero ahora se daba cuenta de que sí,
sólo que lo había bloqueado. Un tipo de frío que esperaba nunca volver a
experimentar. El frío de la desesperanza, que aún con todo lo que había vivido
antes, no lo había sentido hasta hoy.
Sabía que tenía que
haber dormido un rato, porque cuando se despertó un poco más tarde podía sentir
el brazo Damon más pesado a su alrededor. Más que un peso muerto. En ese
momento sentía que podía engañarse y pensar que podía ser muy feliz para
siempre.
Envalentonada al saber
que Damon estaba dormido, le pasó la mano suavemente arriba y abajo por su
brazo, dejando su mano descansar sobre la de él. La sentía fuerte y grande, con
dedos largos y capaces. Vibrante y viva. Volvió la cabeza para tratar de ver su
cara dormida y él se movió. Ella se puso tensa pensando que se iba a romper el
hechizo. Él se iba a despertar, olvidándose de todo lo sucedido y preguntándose
qué diablos estaba haciendo ella en su cama...
Elena se congeló. Damon
volvió a moverse y ella lo pudo sentir contra su trasero. No estaba tan duro
como antes, pero parecía volver a la vida. Sus mejillas se volvieron más
calientes en la oscuridad cuando su mano comenzó a moverse perezosamente sobre
su vientre, hacia arriba, hasta la curva de un pecho, ahuecándolo ligeramente.
Elena contuvo el
aliento. Apretó su vientre mientras la mano se movía hacia arriba, abarcando su
pecho totalmente, atrapando su pezón endurecido entre dos dedos, apretándolo
suavemente. No tenía sentido tratar de hacerse la tonta. Todo su cuerpo estaba
tarareando, cantando, y lo sentía moverse inquieto contra ella, ahora grande y
duro como una roca.
A punto de decir Dam,
se detuvo, recordando sus palabras burlonas de la otra noche – ¿Damon...? –
–Shh –
Presionó sus labios
en la
parte posterior de su cuello
besándola hasta el hombro. El fuego hacía estragos entre sus piernas y Elena
las entreabrió, en un tácito ruego. Damon sacó la mano de su pecho,
deslizándola hacia abajo en un viaje sensual a través de la comba de su cintura
y subiendo por su cadera, bajando por sus muslos y volviendo a subir para
instalase entre sus piernas y abrirla para él. Sintió que se guiaba a sí mismo
entre sus muslos, buscando la unión caliente y húmeda.
Contuvo el aliento
cuando la encontró, y su mano volvió a presionar su vientre para acercarla a él
aún más y sus dedos largos y buscadores encontraron ese punto. La subió en un
movimiento y lo tuvo allí, donde ella más lo ansiaba, empujando profundamente. Elena
se retorció aún más hacia atrás y él subió un brazo, inclinándose y encontrando
su boca con la suya. El beso fue suave. Toda la experiencia era tan suave que
rompía el corazón. Tuvo el cuidado de mantenerse alejado de la parte dolorida
de su boca.
La cabeza de él se
movió hacia abajo, creando un ritmo que la acercaba rápidamente hacia
el nirvana, y
cuando su boca
encontró un pico
duro, estirándolo hacia adelante descaradamente, y amamantándolo con
fiereza, el nirvana se rompió a su alrededor, dentro de ella. Se aferró a su
brazo, sintiendo que el ritmo de él se aceleraba hasta que en el último empuje
lo sintió derramarse en su interior.
Permanecieron así
durante un buen rato, Damon arrastró a Elena apretadamente contra él, casi como si quisiera que sus cuerpos se
fundieran juntos. Finalmente la dejó libre y Elena se acostó sobre su espalda. Damon
se incorporó y ella lo miró, aún sin aliento. Él sólo la miraba. Un fino brillo
de sudor hacía brillar la piel de ella, quien levantó la mano y trazó su
mandíbula. Él giró su cara y tomó su dedo profundamente en la boca, chupándolo.
Un pulso latía entre
sus piernas. ¿Cómo tenía el poder de excitarla tan fácilmente, tan rápidamente?
Sabía que sus ojos se habían agrandado.
Él frunció el ceño
ligeramente. Mientras observaba la expresión de ella algo se apoderó de él.
¿Podía ser posible?
–Tú... esto te asusta,
¿verdad? Estar aquí conmigo, en la cama... –
Ella sólo lo miró, el
miedo y la confusión eran evidentes en los ojos de ella. No sabía cómo no lo
había visto antes, seguramente demasiado cegado por la lujuria y por los
acontecimientos.
Ella asintió con la
cabeza lentamente, y luego dijo con voz trémula –Aterrada... Siento que me
convierto en otra persona... alguien que no conozco... – y luego susurró las
últimas palabras –Y sin embargo lo necesito, lo anhelo, y eso me hace sentir...
–
La boca de él se arqueó
levemente – ¿Lasciva? ¿Lujuriosa? ¿Sexy? ¿Sensual? –
Elena hizo una mueca
–Bueno... algunas de esas cosas –
Él se acercó entonces y
le dejó sentir la evidencia del resurgimiento de su excitación. Encontró su
mano y la llevó hacia abajo, haciendo que rodeara su eje, moviendo su mano
hacia arriba y hacia abajo guiada por la suya.
Su voz sonó áspera,
ronca –El sexo es confuso, gutural, maravilloso y básico… lo único que sé es
que nunca lo he experimentado con nadie como lo hago contigo. Tú eres todas
esas cosas, Elena, y mucho más... –
Él quitó su propia mano
y descansó sobre ella apoyado en ambos antebrazos, con su peso deliciosamente
oprimido contra ella. Mantuvo la mano de ella sobre él, moviéndose arriba y
abajo, y observó fascinada como la pasión glaseaba los ojos de él y tensaba la
piel de sus pómulos. El deseo la inundaba, pero ella sólo se preocupaba por dar
placer a él.
Cuando su cabeza se fue
hacia atrás y los músculos de su cuello se tensaron como cables supo que estaba
cerca. Él alcanzó su mano y la detuvo, acercándose y presionando su boca a la
suya, entonces él la llenó de nuevo. Ella soltó una exclamación y se arqueó hacia
arriba, queriendo todo de él, cada pulgada. Él comenzó a moverse y, de nuevo
juntos, alcanzaron las alturas resplandecientes.
A la mañana siguiente
se despertó y Elena descubrió a una bulliciosa Julia en la habitación con una
bandeja de desayuno. Automáticamente fue a sentarse, pero entonces se dio
cuenta de que estaba desnuda y rápidamente levantó la sábana. Julia pareció no
darse cuenta de nada inusual al encontrar a Elena en la cama de Damon.
Acomodó al lado de Elena
la bandeja y revoloteó a su alrededor como mamá gallina, esponjándole las
almohadas. Cuando se estaba yendo Elena le preguntó por Nick y Julia le dijo
que Caroline Lucía ya lo había alimentado, y que estaba abajo con Damon.
Elena se hundió. El
desayuno parecía apetitoso, pero su estómago estaba revuelto. Un millón de
cosas golpeaban a la vez en su cerebro. Había pasado la noche en la cama de Damon
y él no la había devuelto a la suya en mitad de la noche. Habían hecho el amor,
o al menos eso fue lo que sintió. Sentía el corazón en un puño. Estaba tan
profundamente agotada que la idea de partir una vez más, esta vez no por
elección suya, la llenaba de pavor.
Oyó un ruido y la
puerta se abrió. Era Damon. Su boca se secó y las mejillas se le encendieron
con los recuerdos de la noche anterior.
Sus ojos fueron de ella
al desayuno – ¿No tienes hambre? –
La boca de ella se
apretó cuando lo vio entrar –Realmente no... – No podía leer su expresión.
Parecía distante, distinto del hombre que la había llevado y regresado del
cielo la noche anterior. El hombre que había sido tan tierno.
Él estuvo parado ante
la ventana durante un momento antes de darse vuelta – Mira, Elena, lo de
anoche... Lo siento... Nunca quise que... que sucediera lo que pasó. Cuando me
ofrecí a dormir contigo quise decir exactamente eso. Dormir, Elena se irguió
sobre las almohadas sosteniendo la sábana contra sí. El dolor lacerante borró
la noche anterior y con necesidad de auto protegerse se levantó rápidamente,
apresurándose a frenarlo para que no dijera más –Oh, no, por favor no te
preocupes. Yo tampoco esperaba eso. Fue sólo un efecto del día. Las
circunstancias extremas –
Sus mejillas estaban
rojas, y miró con desesperación su vestido que estaba tirado en una silla del
rincón. Él vio su mirada, y con la mandíbula rígida se acercó para
alcanzárselo.
Todo lo que ella quería
hacer era salir de allí y lejos de la piedad que él debía sentir. Había venido
a ofrecerle confort y ella se había tomado toda clase de libertades con eso.
¿Acaso no había dejado tácitamente en claro después de la otra noche que
cualquier deseo por ella se había esfumado? Al final, su papel como su amante
había sido ridículamente corto. Pero anoche, casi había creído que...
Él le entregó la bata.
Le dio una rápida mirada y vio que su rostro era como el granito. Ella se
sintió rabiosa y desconcertada, como si tuviera un cuchillo ensartado el
corazón. ¿Tanto lo lamentaba? Tendría que hacer las gestiones para irse pronto
de la casa, pues en lo concerniente a él, ella no podía confiar en sí misma.
Tomó la bata y se la
puso sin mostrar ni un sólo pedazo de su carne. Se levantó de la cama y dijo
–Voy a comer en el piso de abajo... me gustaría ver a Nick de todos modos –
Él la detuvo justo
antes de que levantara la bandeja –Déjame a mí –
Elena se sintió aún más
expuesta. Seguramente había visto sus manos temblorosas. Él tomó la bandeja y
se marchó, y ella lo siguió, sintiéndose miserable.
Cuando llego al pie de
la escalera él se volvió hacia ella con ojos cautos –La policía vendrá en una
hora para tomarte una declaración ¿Estás preparada para eso? –
El corazón de Elena se
contrajo. Parecía genuinamente preocupado, así que asintió con la cabeza –Sí.
Voy a estar bien –
Siguió a Damon hasta
comedor y se sintió enormemente aliviada al ver a Nick jugando felizmente con Caroline
Lucía, aparentemente sin sufrir efectos adversos por lo sucedido en la víspera.
Damon desapareció en su
oficina después de que la policía se fue. Había permanecido sentado a su lado
durante toda la entrevista, y Elena había sentido su tensión creciente a medida
que relataba los hechos. Sin lugar a dudas debía pensar que ella tenía algún
grado de culpa. ¿Y cómo no pensarlo?
Después de jugar con Nick
hasta la hora de su siesta, Elena se retiró al jardín vallado del patio privado
afuera de su habitación. Bajo la sombra de un árbol inmenso trató de leer, pero
renunció cuando se dio cuenta de que era inútil.
Sus mejillas se
encendieron de nuevo, y sus entrañas se retorcieron de vergüenza cuando pensó
en la noche anterior. ¿Qué iba a pasar ahora?
Tendría que llamar al
agente de bienes raíces y ver si había encontrado algo. Una cosa era clara:
tenía que salir de allí tan pronto como fuera posible. Sin dudas Damon le
permitiría un tiempo de gracia, teniendo en cuenta lo que había sucedido, pero
no podía aprovecharse de eso. Era demasiado inestable respecto a él, apenas
capaz de dominarse.
Muy probablemente el
divorcio saldría con rapidez, Damon querría verse libre lo antes posible para
seguir adelante con su vida, incluso posiblemente se volviera a casar. Cuanto
antes ella cortara y pusiera cierta distancia, más pronto podría recuperar algo
de control... seguir adelante con las cosas. Elena tenía los puños apretados de
manera inconsciente, en rechazo a sus pensamientos.
Oyó el estridente
timbre de su teléfono móvil sonar en el interior de su habitación y se apresuró
a atenderlo. Su corazón latió un poco errático al darse cuenta exactamente de
quién debía ser. Los tentáculos del pasado la cercaban como fantasmas,
reclamándola, pero trató de alejar ese sentimiento de aprensión.
Como había esperado,
era una llamada para recordarle su cita. Colgó, y se abrazó a sí misma, con una
repentina sensación de frío. En este momento a ella le habría gustado tener a
alguien a quien recurrir, alguien con quien compartir sus inquietudes, sus
preocupaciones. Por un momento fugaz, se preguntó con nostalgia lo que sería
ser amada, completa y profundamente, por alguien como Damon... sentirse
apoyada.
En ese
momento sonó un golpe
en su puerta.
Abrió, y el
objeto de sus pensamientos y fantasías estaba allí de
pie, mirándola sombrío. Ella se aferró a la puerta. Aquí estaba… seguramente
quería hablar de sus planes.
– ¿Puedes venir a mi
estudio? Hay algo que me gustaría hablar contigo –
–Por supuesto – dijo
ella con voz débil y sensación de mareo.
Ya en el estudio, Damon
le pidió a Elena que se sentara en el sofá de cuero que estaba sobre la pared
de estantes hasta el techo, pero ella negó con la cabeza –Está bien, prefiero
estar de pie –
Él se dirigió a su
escritorio, cogió un expediente y se paró frente a ella. Por un momento
excesivamente largo él se limitó a mirarla, como si estuviera tratando de
descifrarla, haciendo que los nervios de Elena se crisparan.
– ¿Cómo está tu boca? –
le preguntó entonces, inofensivamente.
Elena parpadeó y tuvo
que ignorar a la fuerza la imagen de su cara acercándose a la suya, dándole un
ligero beso que apenas había sentido. Ella la tocó con cautela –Está bien...
mucho mejor –
Luego bajó la mano –
¿De qué...? ¿De qué querías hablar? –
Él echó una mirada al
expediente que tenía en la mano y luego a ella con un brillo duro en sus ojos.
Sosteniendo en alto los papeles le dijo –Este es el resultado de la
investigación que he hecho sobre tu paradero en los últimos dos años –
¿Él sabía? La
posibilidad hizo que el pánico la invadiera. Esto no era lo que había esperado.
Sacudió con la cabeza, como para despejarla. ¿Había oído bien? –No sé de lo que
estás hablando... ¿Me has investigado? –
Él asintió con gravedad
–Un poco después del hecho, lo admito, pero no lo hice de inmediato por
circunstancias atenuantes, ya sabes, convertirse en padre soltero, y poco
después una caída de la bolsa que
amenazaba la vida de millones en Europa –
El desplome del mercado
que la mujer había mencionado en la fiesta...
Como si hubiera leído
sus pensamientos, él dijo –El crash sobre el cual pareces no saber nada –
Elena quería hundirse
en el sofá detrás de ella, pero no lo haría. No estaba segura de estar lista para
ir hacia donde se dirigía inevitablemente, especialmente a la luz de la
reciente llamada telefónica. Quería, cobardemente, alargar el tiempo.
–No sé a dónde quieres
ir con esto –
–Yo tampoco – Golpeó el
expediente con la mano abierta – ¿Quieres saber lo que mis investigadores
descubrieron? –
Elena se encogió apenas
de hombros y meneó la cabeza al mismo tiempo. No,
no quería ver los
hechos de su vida ventilados en papeles. Sobre todo si…
–Aquí, echa una mirada
–
Le entregó el
expediente, y con su corazón palpitándole en el pecho Elena lo abrió. Estaba
vacío. Ni un sólo papel. La recorrió una sensación de alivio mezclada con algo
más.
Él empezó a caminar y
finalmente apoyó la cadera contra el borde de su escritorio, cruzando los brazos
sobre su formidablemente y amplio
pecho. Arqueando una ceja le dijo –Creo que estoy listo para tu explicación,
Elena.
Porque a menos que
hayas estado sentada en la cima de una montaña de la India, meditando durante
dos años, no has estado en ninguna otra parte del mundo. Y, créeme, hemos
buscado –
Podía imaginarse que
sí.
Aquí estaba. El momento
de la verdad.
Ella cuidadosamente
bajó el expediente y fue a pararse junto a la ventana, mirando hacia afuera por
un largo tiempo, rezando para tener valor. Cuando se dio la vuelta Damon sólo
la miraba, su expresión era inescrutable, no daba indicios de calidez o de
cualquier otra cosa. Aquí estaba. Tenía que decírselo. Él más que nadie merecía
saberlo.
–No has encontrado
ningún rastro mío porque cuando me fui del hospital aquel día corté todas mis
tarjetas y todo otro rastro de papeleo. Utilicé mi segundo nombre, Louise, y el
apellido de soltera de mi madre, Miller. Moví mi herencia a una cuenta bancaria
en Suiza y fui retirando el efectivo a
medida que lo necesitaba –
Elena sabía que estaba
hablando y mirando a Damon mientras lo hacía, pero se sentía alejada, como si
se estuviera viendo a sí misma desde una cierta distancia. Se agarró al
respaldo de la silla que estaba frente a ella.
–Eso todavía no me dice
a dónde has estado. Sólo explica por qué no pudimos detectarte – Su voz era
plana. Adusta.
Elena respiró y tragó
con dificultad, trató de decir las palabras tan desapasionadamente como le era
posible, pero sus dedos se clavaban en el respaldo de la silla –Estuve en
Francia, una pequeña ciudad a las afueras de París. He estado allí desde el día
siguiente en que salí del hospital. En una clínica –
Vio que Damon fruncía
el ceño y ella sintió un sudor frío en la frente. Rezó para tener la fortaleza
de llevar esto a cabo. Cerró los ojos por un segundo y los volvió a abrir. Y
respirando profundamente dijo...
–Era... es... una
clínica de cáncer –
woow¡ que bomba le soltó elena¡ eso no me lo esperaba¡ a ver como reacciona el¡ gracias por el capitulo y espero con ganas el próximo y poder ver que es lo que dirá el¡ jaja >^.^<
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