Hola

BIENVENIDOS A TOD@S A ESTE BLOG, ESPERO QUE DISFRUTÉIS LEYENDO LAS ADAPTACIONES DE CRÓNICAS VAMPÍRICAS.

COMO SABÉIS LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN Y LAS HISTORIAS QUE ADAPTARÉ TENDRÁN EL NOMBRE DE LA AUTORA AL FINAL DE CADA HISTORIA


GRACIAS

02 noviembre 2012

Comprado Capitulo 12


CAPÍTULO DOCE


Al llegar a Ciudad del Cabo, Tyler, el ayudante de Damon, se lo llevó para tratar unos asuntos de última hora y Elena subió sola a ver la suite que les habían dado en el hotel, propiedad de un amigo de Damon.

Damon le había dejado muy claro que, una vez en África, no había escapatoria, que iban a tener que dormir juntos. A pesar de que había conseguido escapar a cualquier contacto físico con él, estaba nerviosa y evitaba sus miradas.


Una vez deshecho el equipaje bajó a dar una vuelta y, estando en la recepción esperando para que le dieran un mapa de la zona, oyó una voz inconfundible a sus espaldas.

—Vaya, vaya, vaya, pero si es Elena Gilbert. Qué pequeño es el mundo.

Elena se giró lentamente y se encontró con la mujer que había competido con ella durante años. Primero, en la escuela de enfermería y, años más tarde, en el hospital. Lo peor había sido que había terminado compitiendo con ella por un hombre y ambas habían sufrido.

—Vaya, Serena Cox. Hola.

La aludida sonrió de manera desagradable.

—Serena Gore—Black —la corrigió—. Estoy casada con Jeremy —añadió señalando a un hombre que estaba en el mostrador.

Elena lo miró. Lo había conocido en una cena en el lago Como y sabía que trabajaba en la empresa de Damon en Londres. Qué cruel coincidencia.

_ ¿Y tú con quién has venido? —quiso saber Serena.

—Con Damon Salvatore  —contestó Elena.

Su eterna enemiga la miró con envidia, lo que no le produjo ninguna satisfacción.

— ¿De verdad? —le preguntó fijándose en la carísima ropa que llevaba—. Veo que te va muy bien.

—Te tengo que dejar... —contestó Elena forzándose a sonreír.

En aquel momento, llegó el marido de Serena y saludó a Elena. Parecía un hombre muy amable.

—Mira, cariño, me acabo de encontrar con Elena Gilbert, fuimos compañeras de trabajo en el Royal hace unos años —le dijo Serena a Jeremy.

Cuando la pareja se hubo ido, Elena pensó que no era nada bueno que Serena andará por allí. Aquella mujer siempre había sido problemática.

Cuando Damon entró en la suite aquella noche, Elena estaba lista para bajar a cenar. Se había puesto un vestido de seda color crema que enfatizaba sus curvas. De repente, aunque no había querido ni mirarla, la recordó desnuda en su cama y sintió que el deseo se
apoderaba de él.

Mientras se vestía de gala para la cena pensando en que le encantaría deshacerle el moño que le habían hecho en la peluquería y despojarla de aquel vestido, se dijo que debía controlarse, que ya tendrían tiempo luego.

—Ya estoy, vamos —anunció Damon.

Elena se giró hacia él. Se había mantenido de espaldas todo el tiempo para no verlo desnudo. Una vez en la puerta y antes de cerrarla, Damon se quedó mirándola intensamente.

— ¿Qué pasa? Vamos a llegar tarde.

Sin mediar palabra, la tomó entre sus brazos y la besó. Al instante, Elena sintió que la pasión de la noche anterior volvía de nuevo, gimió excitada y desesperada.

—Damon, no me pienso volver a acostar contigo. Esto no entraba en el trato —le aseguró desesperada—. Por favor.

—El trato ha cambiado —contestó Damon—. Antes te ibas a hacer pasar por mi pareja, pero ahora vas a tener que actuar como si realmente lo fueras en todos los aspectos. Piénsalo bien. ¿Por qué te quieres negar un placer así?

Elena lo miró confusa.

—Es sólo sexo... sexo maravilloso... no hace falta que nos caigamos bien...ni siquiera que nos respetemos a la mañana siguiente —le aseguró Damon.

Elena se estremeció ante aquellas palabras. Por lo menos, Raúl Carro había escondido su deseo tras una falsa máscara de amor. Damon no se molestaba en hacer esas cosas y, de cierta manera, debería estarle agradecida por ello.

Elena comenzó a avanzar por el pasillo y Damon la siguió.

Los cónyuges y los hijos de la comitiva habían llegado aquel día y, cuando Damon y Elena llegaron al comedor situado en una plataforma sobre la playa, Elena vio que había mucha gente y le pareció que aquello tenía nada que ver con el ambiente protegido y acogedor del lago Como.

Casi inmediatamente, se dio cuenta de que Serena estaba mirando y, de manera automática, le apretó la mano a Damon, que se la había agarrado nada más salir del ascensor.

— ¿Qué te ocurre?

—Nada... nada —contestó Elena buscando protección en él.

La cena fue algo caótica, pero placentera. Caroline se sentó a su lado durante el café.

—Esto es muy diferente a lo de la semana pasada, ¿verdad?

Elena sonrió y asintió. Algunos de los presentes se habían dirigido al bar que había al aire libre y en el que había una orquesta interpretando piezas de jazz.

— ¿Y cómo os conocisteis Damon y tú? —le preguntó la mujer de Derek.

Elena intentó buscar una respuesta ambigua.

—De manera poco convencional, te lo aseguro. Caroline sonrió.

—No me sorprende viniendo de un hombre como Damon. No es precisamente convencional,¿verdad?

Elena miró al hombre del que estaban hablando, que estaba en la barra, siendo el centro de atención de los demás, orgulloso y atractivo con sus pantalones oscuros y su camisa clara. No, desde luego que no era convencional. Era complejo y duro aunque en la cama y cuando la besaba...

Elena sintió que el corazón le daba un vuelco y cerró los ojos un momento. A continuación, suspiró y se sintió algo más relajada.

—No, no lo es.

—Bueno, creo que será mejor que nos vayamos por los hombres. Hay muchas mujeres por aquí mirando a Damon con interés y, aunque sé que sólo tiene ojos para ti, creo que sería mejor que no les diéramos oportunidad de que te bajaran de tu pedestal.

Elena se puso en pie algo nerviosa.

¿Bajarla del pedestal? Pero si Damon nunca la había tenido en ningún pedestal. ¿Cómo la iba a bajar de un lugar en el que nunca la había puesto? Ante aquel pensamiento, se sintió realmente incómoda y se preguntó por qué.

La única respuesta que se le ocurrió fue que realmente le gustaría que Damon la tuviera en un pedestal porque... de alguna manera... se había enamorado de él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Post Relacionados

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...