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BIENVENIDOS A TOD@S A ESTE BLOG, ESPERO QUE DISFRUTÉIS LEYENDO LAS ADAPTACIONES DE CRÓNICAS VAMPÍRICAS.

COMO SABÉIS LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN Y LAS HISTORIAS QUE ADAPTARÉ TENDRÁN EL NOMBRE DE LA AUTORA AL FINAL DE CADA HISTORIA


GRACIAS

29 enero 2013

Matrimonio Español Capitulo 06


CAPÍTULO 06
Damon se sirvió otra copa de vino y su mano no estaba del todo firme. ¿Qué diablos le había obligado a remover tierra vieja? Nunca le había importado antes por qué Elena se había casado con él. Ella sólo había sido parte de un paquete, del que ella había estado dispuesta a formar parte. Había parecido refrescantemente diferente de las otras mujeres de sociedad, y esa fue la razón por la cual había decidido casarse con ella, a diferencia de cualquier otra.



Había indicado claramente los términos de su matrimonio, y había pensado que le estaría haciendo un favor al asegurarse de que su padre no pusiera sus manos en su herencia. Pero él había muerto poco después de la boda, y si lo que ella acababa de decir era cierto, su padre en realidad nunca había planeado sacarle la herencia de todos modos. Eso le molestaba ahora, no estaba acostumbrado a analizar a las personas equivocadamente. Apretó los labios. ¿Y encima qué había resultado ser su esposa? Bebió un trago de vino de golpe. Una monumental espina clavada en su costado...


La verdad era que ella había despertado un instinto protector en él desde el primer momento en que la vio. Y qué increíblemente ingenuo había sido. Había creído que su caparazón exterior de despreocupación era sólo eso: un caparazón, pero había jugado con él desde el primer momento.


La sensación de vulnerabilidad que lo había envuelto estos últimos días volvió y lo caló hasta la médula. Desde el primer momento en que la había vuelto a ver la había mirado como una amenaza peligrosa, pero se había convertido en todo lo contrario... Y cuando había entrado en el comedor momentos antes, había visto esos ojos enormes mirándolo fijamente, llenos de algo. Mirándolo como lo miraba antes, cuando había creído estúpidamente que tal vez su esposa sentía por él algo más de lo que demostraba.


Ella le había preguntado si era feliz. Y esa pregunta había tocado un nervio. Nick le había hecho más feliz que cualquier otra cosa que había conocido nunca, y para alguien que había planeado meticulosamente una vida construida para ganar poder, eso había sido… una revelación. Una revelación de la que ella era responsable. La ira volvió a atravesarlo y él le dio la bienvenida.


Ya había pasado más de una semana de idas y venidas. ¿Por qué no se aburría ella? ¿Por qué no había hecho un intento de ir a Sevilla, a la ciudad? ¿Por qué insistía en usar esos tres trajes zaparrastrosos día tras día?


¿Era por eso que se había sentido compelido a incitarla, a aguijonearla, preguntándole cosas  que  nunca  antes  le  habían  interesado? ¿Para  qué  le repitiera por qué lo había dejado? ¿De modo que él pudiera recordarlo y no olvidar? ¿Estaba en peligro de  olvidar? Apuró el último trago de  vino. No olvidaría. Y tan pronto como se terminara el divorcio, haría que se fuera de su


casa y establecerían los términos para que viera a Nick. Eso era todo lo que comprendía la relación que tenían ahora.


Cuando Elena bajó las escaleras a la mañana siguiente todo era un caos. Nick estaba en brazos de Damon, y él y Julia, el ama de llaves, estaban tratando de hablar por encima de los gritos y el llanto de Nick. La cara de éste estaba morada y Elena supuso que era porque estaba siendo ignorado. Se moría de ganas por levantarlo y calmarlo. No podía ser bueno para él esta excitación, tan poco tiempo después de la convulsión.


– ¿Qué tiene? –


Su voz pareció atravesar el caos y ambos se volvieron hacia ella. Incluso Nick se detuvo con un hipo. Damon la fulminó con la mirada. ¿Y qué esperaba después de lo de anoche? Daban dos pasos adelante y trescientos hacia atrás.


–María se fue –


Las especulaciones de Elena se detuvieron en seco, al igual que los gritos de
Nick – ¿María se fue? ¿Pero por qué? –


Damon le tendió una nota –Aquí, parece que tienen mucho en común –


Elena ignoró la pulla y leyó la nota. En efecto, María decía que no había sabido manejar bien la convulsión de Nick, y que, ahora que su madre estaba aquí, no veía cuál era su papel.


Elena miró a Damon, muda. Él la miró brevemente antes de tratar de calmar a
Nick, quien rápidamente había comenzado a chillar de nuevo.


–Dámelo a mí, déjame darle el desayuno. Debe tener hambre –


Elena vio como Damon ponía a Nick en brazos de Julia. Sintió un revoloteo nervioso en su vientre. Era obvio que Damon la culpaba por esto. Cruzándose de brazos le dijo –Damon, siento mucho que María se haya ido –


–Claro, me imagino. No tengo dudas de que estás gozando esto. Dime, ¿cuándo le pagaste para que se fuera? –


Elena se quedó boquiabierta, de manera poco elegante y farfulló indignada –
¿Cómo te atreves? Por supuesto que no tengo nada que ver con su marcha. Si contrataste a alguien lo suficientemente antiprofesional como para que a la
primer señal de una crisis se vaya, entonces no puedes culparme a mí –


Él se acercó y le dijo con tono sedoso –Antes de que regresaras todo funcionaba muy bien –


Su conciencia le reclamó respecto de eso, pues la verdad es que había empezado a tener sus dudas respecto de María desde el mes pasado, pero estaba demasiado enfurecido enfrentándose con Elena en este momento, a su rostro hermosamente enrojecido, como para ser racional o justo.


Elena lo fulminó con una mirada beligerante, con las manos a sus costados y los puños apretados –Pero regresé, y estoy aquí para quedarme. ¿También vas a acusarme de provocar las convulsiones de Nick? –


Por un largo momento se miraron fijamente. La ira de él era tangible e impresionante, pero luego Damon rompió el hechizo, dio un paso hacia atrás y se pasó una mano por el pelo.


–No. Por supuesto que no – La conciencia lo golpeó de nuevo al recordar el miedo paralizante de la otra noche, y de cómo Elena había sido la única capaz de mantener algo de cordura y calma. Se daba cuenta de que había llegado demasiado lejos con sus sospechas.


–Tengo que ir a Kuala Lumpur hoy, a una reunión de emergencia de tres días. Es algo que no puedo aplazar. Créeme que si pudiera lo haría –


La amargura en su tono le dijo a Elena exactamente cómo de atrapado se sentía.


–Bien, a riesgo de que te abalances sobre mi garganta con amenazas e insultos, me encantaría tener la oportunidad de cuidar a Nick mientras estás fuera. No creo que vayas a conseguir una niñera reemplazante en tan poco tiempo –


Él luchó por mantener su rostro impasible, para ocultar su frustración –Ya lo sé. Y créeme, que la única razón por la que estoy teniendo en cuenta esto es porque  mi  madre y  mi  hermana están de  vacaciones esta  semana. De  lo contrario se quedaría con ellas... –


Se pasó una mano impaciente por el pelo una vez más. Su gesto lo decía todo.


–Que quede claro Elena que lo dejo aquí a tu cargo con el mayor disgusto. Lo hago  sólo  porque  sé  que  todos  tus  movimientos  serán  monitoreados  y reportados a mí. Hernán se quedará aquí contigo y Julia le ayudará –


Ella apretó los labios. Así que iba a ser una virtual prisionera. Pero aún así... significaba tiempo a solas con Nick. Cuando habló su voz había perdido beligerancia –No tengo intención de poner un pie fuera de este lugar o de estas cuatro paredes. Todo lo que quiero es pasar tiempo con mi hijo. Te lo juro –


Los ojos de Elena se tornaron de un suave color oscuro aterciopelado, y un sinfín de emociones anidó en sus profundidades, aún cuando Damon sabía por instinto que ella trataba de ocultarlo. La recorría con la vista, pasando por el


abultamiento de sus firmes senos bajo la fina tela de su camisa y por sus pantalones vaqueros desgastados. Uno de los tres conjuntos con los que se había vestido desde que había llegado. Sus ojos, su cuerpo, su olor, todo era una amenaza que desestabilizaba su razón... la tuvo que empujar hacia atrás.


–Estaré haciendo chequeos regulares –

–No esperaría nada menos – respondió ella en voz baja.


Buscó su gesto de triunfo o cualquier otra señal de que ella había obtenido una victoria sobre él, pero no vio nada de eso. Su respuesta, lejos de confirmar lo que esperaba, lo confundió. Y algo más. Algo muy nebuloso e inquietante.


Elena miró a su hijo dormido. Había tomado su tiempo lograr que se durmiera, estaba demasiado excitado por el cambio en la rutina y tener Elena todo el tiempo, a cambio de María. Estaba exhausta. Y, sin embargo, más feliz que cualquier otro momento en su vida. Se agachó y amorosamente acomodó un mechón de pelo caído hacia atrás, y al hacerlo evocó otro momento vivido alguna vez, cuando miraba a Damon dormir después de haber hecho el amor. Su  corazón latía tan dolorosamente que  le  hacía daño. Después  de  mirar simplemente a Nick durante un largo minuto se volvió y se acurrucó en una silla, en la esquina del cuarto, quedándose al fin dormida. No quería dejarlo ni por un segundo.


Una semana más tarde Damon estaba en su despacho, mirando hacia el jardín por la ventana. Su regreso se ha retrasado debido a una crisis repentina en el mercado bursátil de Asia, que había requerido su presencia continua. Nunca habría ido si hubiera sabido que eso podía suceder. Observaba que Nick estaba próximo a  hacer otra de  sus cada vez más frecuentes rabietas, un  efecto secundario de la aproximación de su segundo cumpleaños. Cuando Elena trató de calmarlo, él la golpeó. Damon sintió que sus entrañas se tensaban por miedo a la represalia que ella pudiera tomar, e hizo el intento de acudir, sólo para encontrarse frenándose a sí mismo, obedeciendo a un instinto.


Mientras observaba se dio cuenta de que  Elena no había reaccionado a la palmada. Nick le pegó otra vez e hizo que Damon se sobresaltara, pero esta vez por Elena. Una vez más ella no respondió. Ignorando completamente a Nick, se levantó  para  poner  en  orden  sus  juguetes.  Finalmente,  Nick  comenzó  a calmarse, perplejo por esta falta de reacción. De repente, nervioso, Damon pensó en cómo habría reaccionado María en una situación similar. Sintió otra vez el pinchazo de su conciencia.


Después de  un rato Nick, caminando con tambaleo, obtuvo la atención de Elena, que se agachó a su nivel. Parecía estar hablando con él, y le mostró dónde la había golpeado. Damon podía ver incluso desde aquí que su piel había quedado roja. Parecía estar explicándole que no era correcto lo que había hecho, y luego Nick la abrazó y la besó. Elena también lo abrazó, y Damon sintió que su pecho se apretaba.



Se dio la vuelta bruscamente para salir de su despacho e ir afuera. La sensación que había provocado en su pecho verlos, ahora se había transformado en una fuerza aterradora. Elena  Gilbert  era una amenaza muy real, sólo que no estaba seguro desde qué dirección vendría.


Elena sabía que estaba allí y saberlo la hizo sentirse cautiva, sin embargo no quiso mirar a su alrededor, esperando que Nick reaccionara cuando lo viera. Él gritó y corrió hacia él, y ella lo dejó ir antes de darse la vuelta, sólo para que su corazón diera un vuelco. Era tan apuesto. Estaba vestido con un traje de color gris acero, corbata oscura y una camisa impecable, y su cabello peinado hacia atrás se estaba alborotando rápidamente por las manos pequeñas.


Elena se sentía tímida y torpe. Él se acercó y bajó a Nick, quien se retorcía en sus brazos. Ella no era consciente de cómo lo recorría con los ojos ávidamente, ni  de  la  respuesta llameante y  sorprendida en  los  de  él,  ya  que  estaban escondidos por los anteojos de sol.


– ¿Cómo te fue? –


Elena sonrió con ironía mientras comprobaba automáticamente lo que hacía Nick antes de levantar la vista –Bueno, dado que apenas hace dos horas desde tu última llamada, no hay mucho que informar –


Damon tuvo que frenar su reflejo de devolverle la sonrisa. En su lugar, hizo un gesto señalando sus brazos y las leves marcas rojas de las palmadas de Nick –
¿Nick? –


La vio ruborizarse y negar con la cabeza para luego sonreír, quitándole importancia –Él no es consciente de lo que hace. No fue gran cosa, sólo prueba sus límites y he tratado de hacerle ver que él no puede... – Se cruzó de brazos y puso las manos sobre las marcas, de repente asustada. ¿Pensaría que ella había devuelto el golpe?


Lo sorprendió su reflejo inmediato de proteger a Nick. Era casi como si no quisiera que él lo supiese –Lo manejaste bien. Los vi. –


Su boca se abrió y algo frío se instaló en su pecho. Por supuesto, no había confiado en ella ni por un segundo – ¿Quieres decir que nos espiabas? –


Él negó con la cabeza y se quitó los anteojos de sol, sus ojos parecían tan tristes que le quitó el aliento –No, los vi por la ventana antes de salir –


–Oh... – Elena se mordió el labio –Entonces lo siento – Miró a Nick de nuevo –Es hora de su siesta ahora –


– ¿Por qué no lo acuestas y luego te reúnes conmigo en mi estudio? Tengo un par de cosas que me gustaría discutir contigo –


¿Sería  sobre   la   custodia...  o  el  divorcio  ya   sería  un   hecho?   Elena racionalmente sabía que  no podía ser, pero igualmente su corazón estaba encogido. Asintió con la cabeza y recogió a Nick en sus brazos para llevarlo adentro. En el último segundo Damon se inclinó y besó la cabeza de Nick. Su cabeza estuvo cerca de sus pechos, y Elena pudo sentir que respondían. Cerró los ojos débilmente y reunió voluntad para apartarse. Cuando lo logró, lo hizo con piernas temblorosas.


Poco tiempo después Elena llamó a la puerta de Damon y la abrió. Él estaba hablando  por  teléfono,  pero  hizo  un  gesto  para  que  entrara.  Se  sentía demasiado ansiosa como para sentarse, por lo que vagó alrededor, mirando los libros en los estantes, y todos los lugares a su alrededor. ¿Tan ansiosa iba a estar por una semana sin verlo? ¿No era patético? Especialmente cuando él tan obviamente la despreciaba.


–Siéntate –


Se dio vuelta con aire de culpabilidad. No se dio cuenta que la conversación había terminado. Se sentó con cautela, con las manos en su regazo, y se obligó a mirarlo firmemente.


Él se reclinó hacia atrás en su gran sillón de cuero por un segundo y luego se puso de pie. Todo el aire parecía haberse contraído en la sala mientras Elena lo observaba acercarse. Estaba sin chaqueta y sin corbata de nuevo. Se sentó en el borde del escritorio y al hacerlo la tela de los pantalones se pegó estirada sobre  un  poderoso  muslo.  Tragó  con  la  garganta  seca  y  esperó  tener  el suficiente autocontrol como para desviar la vista.


–He hecho los arreglos para que algunas niñeras vengan mañana para ser entrevistadas –


Elena inmediatamente se enderezó –Pero… –


Él hizo un gesto con la mano para hacerla callar –No es por cómo has cuidado a Nick esta última semana. Siento haber estado fuera por más tiempo de lo que pensaba –


Elena se encogió de hombros y evitó sus ojos penetrantes –No fue difícil, no me dio nada de trabajo, Damon. Él es mi hijo, me encargaría de él todos los días si pudiera –


Él reprimió su irritación creciente –Bueno, los dos sabemos que no es así como van a ser las cosas –


–Sí. Lo sé –


Él se levantó entonces caminando inquieto detrás de ella. Tuvo que darse vuelta torpemente para poder mirarlo. Se detuvo y se enfrentó a ella con las manos metidas en los bolsillos. Él no había planeado discutir el tema con ella ahora, pero de algún modo éste parecía ser un buen momento.


–Me gustaría que participaras en las entrevistas. No quiero que se repita lo que pasó con María, y posiblemente estés más capacitada para decidir si están calificadas –


Elena también se puso de pie para enfrentarse a él. Sabía que decirle algo así lo estaría matando, sólo su preocupación por Nick lo había logrado, pero aún así, ésta era la primera vez que le otorgaba algo cercano al respeto como madre de Nick. Su voz sonó ronca –Te lo agradezco. Gracias. Pero... si sientes que no estás listo para contratar otra niñera estoy más que feliz de seguir cuidando a Nick –


Él sacudió la cabeza con un gesto de negación –No. Como te dije antes, no quisiera que se apegue a ti sólo para causarle un dolor injustificado después, cuando no estés cerca de forma permanente. Y también voy a necesitar otra niñera más o menos rápido, porque no vas a estar a la mano todo el tiempo –


Elena se dejó caer pesadamente. Quería que se fuera. Rápidamente hizo un cálculo mental, tal vez podría quedarse cerca alquilando un pequeño departamento en Osuna.


– ¿Elena? –


Su cabeza se irguió –Lo siento, ¿qué? – No había oído una palabra de lo que acababa de decirle.


–Dije que vamos a tener que ir a Sevilla para conseguirte algo de ropa y hacer algo con tu pelo –


Se puso de pie otra vez, sintiéndose totalmente confundida – ¿De qué estás hablando? –


Él frunció el ceño –Lo que acabo de decir. La gala de la feria anual de abril será la próxima semana, y necesito que vengas conmigo –


Elena sacudió la cabeza y repitió en voz alta – ¿La gala de la feria anual de abril? –


-Sí. Es uno de los principales eventos en el calendario de Sevilla – explicó él –El año pasado no estabas aquí, así que la gente empezó a especular y como uno de los patrocinadores del festival, tengo que hacer un discurso cada año, y, naturalmente, hay una gran cantidad de medios cubriendo el evento – Un


destello de cinismo cruzó su rostro –Y como tenemos la suerte de contar con
tu presencia este año, me vas a acompañar y ayudar a  acallar las malas lenguas


Elena  automáticamente empezó  a  protestar, aduciendo varias  razones,  la menor de las cuales es que sería una farsa total. Pero él la hizo callar, sacando una mano del bolsillo y acercándose. Demasiado.


– ¿No crees que es lo menos que podrías hacer? –


Ella lo miró, sintiéndose mareada. -Bueno, yo... por supuesto... ¿Pero no pensará la gente que es raro? ¿Y qué pasará cuando se sepa que nos estamos divorciando? ¿No será obvio que algo estaba pasando?


Descartó sus palabras con un gesto con la mano –No me preocupa eso. Sólo estoy interesado en el aquí y ahora. Estoy involucrado en una importante operación con un banco en Madrid, y su director general ha sido invitado. Será bueno para mí demostrar que mi matrimonio en realidad existe –


Una semana más tarde, mientras Elena se preparaba para el evento, reflexionó sobre las palabras de Damon y se estremeció de nuevo. Esa frialdad, ese nivel de ambición, le resultaba muy familiar. De alguna manera, verlo ser un buen padre para Nick, la había seducido a creer que tenía un lado que había creído que existía cuando lo había conocido, cuando se había enamorado de él. Pero eso era peligroso. Con sus acciones acababa de recordarle que en realidad era un hombre de negocios sin corazón, sin espacio para el amor o la emoción en su vida. A menos que se tratara de su hijo. Debía recordar eso o ella sería la tonta más grande.


La semana anterior se había pasado volando. Hacía tres días Damon la había llevado a Sevilla, en una gira relámpago por las tiendas y le había comprado un armario lleno de ropa, literalmente. Había protestado, pero fue en vano. Y cuando llegaron a la casa había supervisado personalmente que su ropa andrajosa fuera desechada. Ella había protestado por el atropello, pero la había ignorado nuevamente. En verdad, estar de nuevo en una animada y vibrante ciudad había sido casi demasiado para ella. Había encontrado los sonidos, el tráfico y todo, un poco abrumador. Sabía que con el tiempo se acostumbraría nuevamente, pero no se había perdido la mirada graciosa que Damon le había dado. Tendría que tener más cuidado.


Se retorció ante el espejo, tratando de alcanzar la cremallera del vestido de seda que había elegido para vestirse, cuando oyó una voz.


– ¿Necesitas que te ayude con eso? –


Ella se giró sobresaltada, con su corazón latiendo alocadamente, y sujetó la parte delantera abierta de su vestido con sus manos – ¡Discúlpame! – Ella ocultó su sorpresa y pánico detrás de la afrenta.


Él echó a  andar rápidamente hacia ella, que  no podía respirar. Tenía un esmoquin negro, camisa blanca, corbata de lazo blanca aún sin enlazar, colgando descuidadamente… era la viva imagen de la perfección masculina. Y aunque ella lo había visto así... eso había sido antes. Había estado embarazada en ese momento, y más tarde había tenido otras preocupaciones. Pero ahora cada sentido parecía indecentemente más intenso. En alerta máximo.


Él  tomó  sus  hombros  y  le  dio  vuelta.  Sintió  que  sus  manos  llegaban  a  la cremallera  y  la  subía  lentamente,  sus  dedos  le  rozaron  la  espalda.  El peluquero al que Damon la había llevado le había cortado el pelo en una melena bien definida, y ahora caía en suaves ondas hasta justo debajo de la mandíbula. La parte trasera de su cuello quedaba al descubierto, y había algo en eso que la hacía sentir intensamente vulnerable...


No podía usar sostén con este vestido, y mientras el cierre subía pudo sentir la tela apretándose alrededor de sus pechos, rozándole los pezones, lo que hacía que se sintieran más sensibles. Estaba tan tensa que temió partirse en dos. Las manos de él se detuvieron en algún lugar en la mitad de sus omóplatos, ¿y fue su imaginación o sus dedos se demoraron allí por un segundo?


Él le dio vuelta otra vez y la miró de arriba a abajo, pero no había calidez en sus ojos. Eso ayudó a que su pulso se enfriara un poco. Eso, y la mortificación de que sus pezones debían verse como dos guijarros duros contra la tela.


–Y ahora si me pudieras regresar el favor... –


Elena lo miró confundida. Y entonces se dio cuenta de que estaba hablando del lazo de su corbata. Su corazón dio un vuelco. Él nunca había sido capaz de hacer uno, y siempre le pedía a ella que lo ayudara. Habían sido momentos robados de placer culpable... Recordó repentina e intensamente haberlo hecho una vez, había presionado su vientre hinchado por el embarazo contra su cuerpo, sintiendo su excitación creciente… Luego habían llegado tarde a la función. No se sentía capaz de hacer lo que le estaba pidiendo ahora y mantenerse en una pieza.


– ¿No tienes un prefabricado? – Preguntó con no poca desesperación. Las cejas de Damon se juntaron – ¿Es demasiado complicado para ti? –
Él se sentía ridículamente enojado. Se maldijo por ceder al impulso de venir aquí. Fue a marcharse dando media vuelta pero ella lo agarró del brazo. Lo miró con algo indefinible en las profundidades violeta de sus ojos, enmarcados por la


sedosidad de su piel perfecta y el color crema oscuro de su vestido. Por un instante sintió que no podía respirar.


–Espera. Déjame intentarlo. Ha pasado tiempo, eso es todo –


Se puso delante de él y llegó hasta la corbata. Él llevó la cabeza hacia atrás en forma automática para ayudar, y para evitar mirarla. Su limpia y suave fragancia flotaba en el aire. Ella se movió más cerca y Damon pudo sentir el roce suave de su vestido contra él, fue un roce fugaz pero ella se apartó tan bruscamente que él miró hacia abajo rápidamente. Ella se disculpó.


Y entonces él ya no pudo apartar la mirada. Ella tenía la cara enrojecida y la lengua sobresaliendo ligeramente a través de los pequeños dientes mientras se concentraba  en  la  corbata.  Sus  pestañas  eran  increíblemente  gruesas  y oscuras, tanto que proyectan sombras de media luna en las mejillas. Podía ver la profundidad de la hendidura en el vestido y la forma en que empujaba sus pechos ligeramente, haciéndolos lucir plenos y voluptuosos. Una vez más ella se tambaleó contra su cuerpo, y tuvo que apretar la mandíbula con tanta fuerza que sintió sus dientes rechinar. Su erección estaba dura y pesada contra su ropa interior, no se había sentido tan ardiente por una mujer desde…


–Ahí está – Había más que un poco de alivio en la jadeante voz de Elena cuando se apartó. Hacer el lazo y mantenerse de pie había sido todo un logro, su conquista personal del Everest. Sin poder mirarlo, balbuceó –Sólo tengo que ponerme los zapatos, recoger el abrigo y el bolso y ya estaré lista para… –


–Aquí, vas a necesitar estos. –


Elena levantó la vista rápidamente, y luego hacia abajo hasta donde Damon tenía los anillos de boda y de compromiso en la palma de su mano.


–Aún los tienes... – ella exhaló. Había amado estos anillos. Su anillo de bodas era de platino simple y su anillo de compromiso era una antigüedad. Ella misma lo había elegido, un diamante verde cuadrado rodeado de pequeños diamantes claros en un engaste Art Decó. Observó cómo le tomaba la mano y se lo colocaba eficientemente deslizando los anillos en el dedo anular, pero como había perdido peso quedaban flojos.


–Tendré que hacerlos ajustar –


– ¿Para qué, qué sentido tendría? –


Elena miró hacia arriba y quiso reprimir el dolor punzante. No podía creer que ella acabara de decir eso –Por supuesto. No sé en qué estaba pensando –


–Voy a darle un vistazo a Nick. Nos vemos abajo –


Cuando   se   fue,   Elena   respiró   hondo,   estremeciéndose.   Toda   esta experiencia había tomado más de ella de lo que quería admitir. Miró los anillos que brillaban en su dedo y se sintió como una impostora. Maldijo su bocota otra vez.


Se comprobó ante en el espejo y se detuvo, llevándose una mano hasta el pelo.
¿Cuál habría sido la reacción de Damon si la hubiera visto para esta misma época el año anterior? Con ese pensamiento vino la incómoda verdad. Tarde o temprano él lo sabría... ¿y qué haría?



–Me gusta Caroline Lucía. Creo que hemos tomado la decisión correcta –


Elena miró con sorpresa a Damon en la parte trasera del coche mientras se dirigían a la gala. Su helicóptero los había llevado hasta un pequeño aeródromo privado, en las afueras de la ciudad. Que hubiera dicho «nosotros» le había parado el corazón.


–A mí también me gusta... –


Cuando habían entrevistado a las candidatas a niñeras los días anteriores, por primera vez ambos habían estado de acuerdo en algo. Ninguna de ellas les había  simpatizado.  O  estaban  demasiado  interesadas  en  hacerle  ojitos  a Damon, o en la casa, o en la cantidad de dinero que se le pagaría. Elena evocó la bilis celosa que la había invadido cuando otra rubia de risita tonta había coqueteado con Damon.


Entonces Julia les había dicho que una amiga suya estaba buscando trabajo. La habían entrevistado y supieron inmediatamente que era lo que buscaban. Elena prefería contratar a alguien de la ciudad e Damon pareció estar de acuerdo.


El coche estaba llegando a destino sin problemas, estacionó frente a un enorme e impresionante edificio de estilo morisco. Elena trataba de ocultar su temor y su sensación de torpeza y Damon siguió su mirada.


–Este es el Palacio de Don Pedro. Rivaliza con la Alhambra de Granada en su conservación de dibujos y grabados –


Él salió del coche y Elena vio que estiraba una mano para tomar la suya. Recordó otras ocasiones como ésta, cuando también había estado atento a ella, haciéndola sentir segura y a gusto. La emoción quería invadirla y luchó para sofocarla. Respiró hondo y trató de salir con gracia, sosteniéndose de su mano.


Una vez que estuvo junto a él en el inicio de una alfombra roja, registró los flashes intermitentes de los paparazzi, la muchedumbre, las mujeres increíblemente hermosas ataviadas a la moda y con las mejores joyas. También


había hombres guapos, pero ninguno tan apuesto como el hombre a su lado. Por  un  momento  se  sintió  aturdida,  sobrecogida  y  temerosa  por  la  obvia exclusividad del evento.


La gala estaba teniendo lugar en el espectacular Salón de Embajadores. Elena estaba hipnotizada por el techo, que era una cúpula de madera con millares de estrellas centellantes. Estaba tan embelesada que se quedó boquiabierta y cuando volvió a bajar los ojos sorprendió a un par de mujeres que la miraban y se reían ligeramente detrás de sus manos. Su cara se volvió carmesí mientras recordaba ese otro momento en el baño de Londres, cuando había oído a aquellas mujeres venenosas. Pero, se tranquilizó a sí misma, ella era diferente ahora, más fuerte.


– ¿Quiénes son? ¿Las conoces? –


Elena oyó la voz de Damon cerca de su oído y reprimió la necesidad de parpadear para despejar sus ojos llorosos. Ella negó con la cabeza –No. Estaba estupefacta por el techo, y me temo que debo haber demostrado un respeto excesivo, algo poco apropiado para este evento –


Él se inclinó para sondearla con la mirada, pero Elena miró hacia otro lado y tomó  un  sorbo  de  champaña,  que  se  deslizó  por  su  garganta  como  una explosión efervescente. Había tantas sensaciones que la seguían tomando por sorpresa.


Damon observó más detenidamente a las mujeres que Elena había estado mirando y se le hundió el corazón. Una de ellas era Mercedes López. Él no había sido totalmente sincero con Elena en sus razones para querer traerla. A pesar de que le servía tenerla aquí para reafirmar su respetabilidad, después de que ella se había burlado de su matrimonio, también la había traído para disuadir los avances de las otras mujeres, y pudo ver que Mercedes avanzaba hacia ellos ahora.


Habían sido amantes algunos años antes de que se casara con Elena, y con la notable ausencia de su esposa en los últimos años, Mercedes había retomado la campaña para reanudar la relación. Damon había esperado que tener a su lado a Elena podría enviarle un mensaje. No sabría decir por qué ahora no le gustaba, cuando antes le había atraído, pero algo había pasado, porque así era.


Inconscientemente jaló de Elena para acercarla, y pudo sentir su rigidez en respuesta. Eso lo enojó y la miró, pero ella estaba mirando a la otra mujer con los ojos muy abiertos. Inexplicablemente, se sintió protector.


Tan pronto como llegó Mercedes hasta ellos habló en un español rápido e íntimo y puso sus brazos alrededor del cuello de Damon, tomándose total libertad con la tradicional y cálida forma de saludo español. Sus besos en ambas mejillas demoraron más tiempo de lo debido, y fueron demasiado cerca


de su boca. Es hermosa, pensó Elena. Y sin duda debe ser su amante, pues la intimidad quedaba patente en cada movimiento sinuoso de la mujer.


Era muy seductora. Alta, morena y delgada. De fulgurantes ojos marrones bien delineados, y pechos perfectos que se bamboleaban y mecían con cada gesto que hacía. Caderas exuberantes y una cintura diminuta.


La incipiente y novedosa euforia de Elena por estar en un lugar tan hermoso con Damon estaba a punto de desaparecer, estallando como un globo barato. Se sentía transportada en el tiempo. Otra vez la marginada torpe, pero no sentiría lástima de sí misma. Todo esto era un juego, y lo jugaría como si su vida dependiera de ello. Cuando se divorciaran Damon podría hacer lo que quisiera, pero mientras tanto seguían casados. Y, Dios ayudara a su pobre corazón maltratado, los celos que crecían en su interior estaban a punto de explotar.


Se interpuso hábilmente entre Damon y la otra mujer y pudo sentir el impacto inicial de él, lo que hizo que contuviera la respiración por un momento y exhaló cuando sintió que él recogía el guante, moviéndose detrás de ella y rodeando su cintura con los brazos para que se apoyara contra él.


Elena tendió la mano y habló con un recortado y aristocrático inglés – ¿Cómo estás? Soy Elena, la esposa de Damon. No creo que nos hayamos conocido antes –


La otra mujer tuvo que dar un paso atrás. Una fugaz mirada furiosa transformó sus rasgos perfectos y luego se recompuso. Elena casi sintió lástima por ella.


–Querida, esta es Mercedes López, una vieja amiga mía y jefe de la mayor empresa de relaciones públicas en el sur de España.


Un cuchillo se retorcía en el corazón de Elena. ¡Sí, claro! Se alegraba de no poder ver la cara de Damon para leer su expresión. Qué miradita secreta le estaría haciendo a la otra mujer. Para su intenso alivio, Mercedes se excusó y se fue, claramente entendiendo la insinuación, o bien por una seña de Damon de que volvería a verla pronto.


–Ven, hay algunas personas que me gustaría presentarte –


Y antes de que pudiera indagar sobre la otra mujer, Damon tomó la mano de Elena y la condujo entre la multitud. Sin duda este era el sentido de su papel aquí, ser la esposa sumisa, demostrar con su presencia que todo estaba bien, que todo era respetable.


El cuerpo de Damon todavía latía. Cuando había hecho ese pequeño y adorable movimiento para bloquear a Mercedes, lo había cogido totalmente por sorpresa. Y se había encendido. Ella nunca antes se había mostrado posesiva.



Seguramente sería porque ahora estaba de vuelta por su dinero y haría lo que fuera necesario...


Pero otra voz le recordó que ya había estado embarazada antes, indispuesta por mucho de tiempo y no pudiendo asistir a estas funciones, así que ¿cómo iba a saber cómo actuaba?


Elena encontró que  las personas que Damon le  presentó eran realmente agradables. Eran otras parejas y también sus colegas del mundo de la banca. Y ninguna de las mujeres miraba a Damon como si quisieran devorarlo. Estaba feliz de hablar y acostumbrarse al español aquí, y había recibido una mirada cálida de Damon, que la había hecho sentir absurdamente feliz.


Ella entendía a medias la conversación y una de las mujeres la tomó del brazo, justo cuando Elena estaba queriendo entender las últimas palabras –... el desplome del mercado –


Elena frunció el ceño en tono de disculpa –Lo siento, ¿qué? –


–La caída del mercado europeo de hace dieciocho meses... ¿no te acuerdas? El desplome general de  la  economía  que  prácticamente provocó una  recesión mundial –


Elena sacudido su cerebro sin descanso para tratar de recordar si había oído algo –Lo siento... No lo recuerdo... –


Damon   tenía   el   ceño   fruncido,   dirigiéndole   una   mirada   intensa.   La conversación se había detenido a su alrededor. Ella sabía bien por qué no había oído nada. Fingió un gesto de sorpresa retrasada y de auto desaprobación, riéndose nerviosamente.


–Oh, ese crash, por supuesto que sí. Lo siento, yo no estaba segura de lo que querías decir –


La mujer se echó a reír – ¿Cómo puedes estar casada con el hombre que controla las finanzas de Europa y no recordar eso? ¡Tendrías que haber estado enterrada bajo una roca!


O algo muy parecido...


Elena sonrió débilmente y deseó que la tierra se la tragara. Sentía el brazo de Damon apretando su cintura y levantó la vista con recelo sólo para encontrarse con su mirada celeste teñida de hielo nuevamente. Era evidente que no lo había engañado con su actuación.


Y la noche no iba a mejorar. El corazón de Elena se hundió hasta los zapatos cuando vio quién se acercaba ahora. Caroline, la hermana de Damon. Era demasiado tarde para escapar. La multitud se desvaneció, y sólo quedaron ellos, Caroline y su marido.

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