Hola

BIENVENIDOS A TOD@S A ESTE BLOG, ESPERO QUE DISFRUTÉIS LEYENDO LAS ADAPTACIONES DE CRÓNICAS VAMPÍRICAS.

COMO SABÉIS LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN Y LAS HISTORIAS QUE ADAPTARÉ TENDRÁN EL NOMBRE DE LA AUTORA AL FINAL DE CADA HISTORIA


GRACIAS

22 febrero 2013

Shades Capitulo 01


Capitulo 01

Había sobrevivido al día tres después de Damon y mi primer día de
trabajo. Era una distracción bienvenida. El tiempo había volado en una
neblina de nuevos rostros, trabajo por hacer, y el Sr. Tyler Loockbood. El Sr.
Tyler Loockbood... me sonríe hacia abajo, sus ojos azules centelleando mientras se apoya
contra mi escritorio.



—Excelente trabajo, Lena. Pienso que haremos un gran equipo.

De alguna manera, me las arreglo para curvar mis labios hacia arriba en una
semblanza de sonrisa.

—Me voy, si eso está bien para ti —murmuro.

—Por supuesto, son las cinco treinta. Te veré mañana.

—Buenas noches, Ty.

Buenas noches, Lena.

Recogiendo mi bolso, me encojo de hombros en mi chaqueta y me encamino a la
puerta. Afuera, en el aire de la tarde en Seattle, tomo una respiración profunda. No
es suficiente para llenar el vacío en mi pecho, un vacío que ha estado presente
desde el sábado por la mañana, un doloroso vacío, recordatorio de mi pérdida.

Camino a la parada del autobús con la cabeza hacia abajo, mirando hacia mis pies
y contemplando la carencia de mi amada Wanda, mi viejo escarabajo... o el Audi.

Cierro la puerta de golpe inmediatamente a ese pensamiento. No. No pensaré en
él. Por supuesto. Puedo permitirme un coche… uno lindo, un nuevo auto.
Sospecho que ha sido demasiado generoso en el pago, y el pensamiento deja un
sabor amargo en mi boca. Lo descarto y trato de mantener mi mente entumecida y
tan en blanco como me es posible. No puedo pensar en él. No quiero empezar a
llorar otra vez, no en la calle.

El apartamento está vacío. Extraño a Katrina. La imagino recostada en la playa en
Barbados bebiendo un coctel frío. Enciendo la televisión de pantalla plana entonces
hay ruido para llenar el vacío y ofrecer alguna semblanza de compañía, pero no
estoy escuchando o viendo. Me siento y miro fijamente la pared de ladrillo. Estoy
entumecida. No siento nada excepto el dolor. ¿Cuánto tiempo soportaré esto?

El timbre de la puerta me despierta de mi angustia, y mi corazón da un vuelco.
¿Quién puede ser? Presiono el intercomunicador.

—Entrega para la Srta. Gilbert. —Una cansada, incorpórea voz responde, y la
decepción choca contra mí. Lánguidamente hago mi camino escaleras abajo y
encuentro a un joven masticando ruidosamente goma de mascar, sujetando una
caja de cartón grande, y apoyándose contra la puerta principal. Firmo por el
paquete y lo llevo escaleras arriba. La caja es enorme y sorprendentemente ligera.
Dentro hay dos docenas de rosas blancas de largos tallos recortados y una tarjeta.

Felicitaciones por tu primer día de trabajo.
Espero que estuviera bien.
Y gracias por el planeador. Fue muy considerado.
Tiene un lugar privilegiado en mi escritorio.
Damon

Miro fijamente la tarjeta tipeada, el agujero en mi pecho expandiéndose. No hay
duda, su asistente las envió. Damon probablemente tiene poco que ver con esto.

Es demasiado doloroso pensar acerca de ello. Examino las rosas. Son hermosas, y
no puedo obligarme a tirarlas a la basura. Obedientemente, hago mi camino dentro
de la cocina para tratar de encontrar un florero.

*  *  *

Y así la rutina continua: Levantarme, trabajar, llorar, dormir. Bueno, tratar de
dormir. No siempre puedo escapar de él en mis sueños. Ardientes ojos grises, su
mirada perdida, su cabello bruñido y brillante; todo me hechiza. Y la música…
muchísima música, no puedo soportar oír cualquier música. Tengo cuidado de
evitarla a toda costa. Incluso los Jingles de los comerciales me hacen estremecer.

No le he hablado a nadie, ni siquiera a mi madre o a Matt. No tengo la capacidad
para charla sin sentido ahora. No, no quiero nada de eso. Me he convertido en mi
propio estado aislado. Un mundo devastado, destruido por la guerra donde nada
crece y los horizontes son desolados. Sí, esa soy yo. Puedo interactuar
impersonalmente en el trabajo, pero es solo eso. Si le hablo a mamá, sé que me
romperé aún más, y no queda en mí nada que romper.

*  *  *

Encuentro difícil comer. Para la hora de almuerzo el miércoles, me las arreglo con
una taza de yogurt, y es la primera cosa que he comido desde el viernes. Sobrevivo
a base de una recientemente descubierta tolerancia a los lates y coca cola dietética.
Es la cafeína lo que me mantiene andando, pero me pone ansiosa.
Ty ha comenzado a revolotear sobre mí, irritándome, haciéndome preguntas
personales. ¿Qué quiere? Soy educada, pero necesito mantenerlo a un brazo de
distancia.

Me siento y empiezo a rastrear a través de una pila de correspondencia dirigida a
él, y estoy agradecida con la distracción de trabajo adicional. Mi e-mail hace ping y
rápidamente reviso para ver de quién es.
Santa mierda. Un e-mail de Damon. Oh no, no aquí… no en el trabajo.

De: Damon Salvatore
Asunto: Mañana
Fecha: Junio 8, 2011 14:05
Para: Elena Gilbert


Querida Elena:

Perdona esta intrusión en tu trabajo. Espero que esté yendo todo bien. ¿Recibiste
mis flores?

Noté que mañana es el show por la apertura de la galería de tu amigo, y estoy
seguro de que no tienes tiempo para comprar un auto, y es un largo camino para
conducir. Seré más que feliz de llevarte, si lo deseas.

Hazme saber.

Damon Salvatore
Gerente General, Salvatore Enterprises Holdings Inc.


Lágrimas nadan en mis ojos. Precipitadamente dejo mi escritorio y huyo hacia los
servicios para escapar en una de las casillas. El show de Stefan. Mierda. Había
olvidado todo acerca de ello, y le prometí ir. Mierda, Damon está en lo cierto;
¿Cómo voy a llegar hasta allí?

Presiono mi frente. ¿Por qué Stefan no ha llamado? Ahora que lo pienso, ¿porqué
nadie ha llamado? He estado tan distraída, he notado que mi celular ha estado en
silencio.

¡Mierda! ¡Soy tan idiota! Todavía lo tengo desviado al BlackBerry. Damon ha
estado tomando mis llamadas, o simplemente ha tirado el BlackBerry lejos. ¿Cómo
consiguió mi dirección de e-mail?

Conoce mi talla de zapatos, una dirección de e-mail apenas va a representarle
algunos problemas.

¿Puedo verlo nuevamente? ¿Podré soportarlo? ¿Quiero verlo? Cierro mis ojos e
inclino mi cabeza hacia atrás mientras la pena y el anhelo cortan a través de mí. Por
supuesto que quiero.


Tal vez, quizás le puedo decir que he cambiado de opinión… No, no, no. No puedo
estar con alguien que obtiene placer en infligirme dolor, alguien que no puede
amarme.
Recuerdos torturantes destellan a través de mi mente, el planeador, estrechar
manos, besar, la bañera, su gentileza, su humor, y su oscura, amenazante, sexy
mirada. Lo extraño. Han sido cinco días, cinco días de agonía que se han sentido
como una eternidad.

Envuelvo mis brazos alrededor de mi cuerpo, abrazándome estrechamente,
manteniéndome junta. Lo extraño. Realmente lo extraño… Lo amo. Simplemente.

Lloro hasta quedarme dormida en la noche, deseando no haberme marchado,
deseando que pudiera ser diferente, deseando que pudiéramos estar juntos.
¿Cuánto tiempo durará este horrendo sentimiento abrumador? Estoy en el
purgatorio.

Elena Gilbert, ¡estás en el trabajo! Debo ser fuerte, pero quiero ir al show de Stefan, y
en lo más profundo, la masoquista en mí, quiere ver a Damon. Tomando una
profunda respiración. Me encamino a mi escritorio.

De: Elena Gilbert
Asunto: Mañana
Fecha: Junio 8, 2011 14:25
Para: Damon Salvatore

Hola Damon:
Gracias por las flores; son encantadoras.
Sí, apreciaría un aventón.
Gracias.

Elena Gilbert.
Asistente de Ty Hyde, Coordinador Editorial, AIPS


Revisando mi teléfono, encuentro que todavía está puesto en desviado. Ty está en
una reunión, así que rápidamente llamo a Stefan.

—Hola, Stefan. Soy Lena.

—Hola extraña. —Su tono es tan cálido y acogedor que es casi suficiente para
empujarme por el borde otra vez.

—No puedo hablar mucho tiempo. ¿A qué hora debo estar allí mañana para tu
espectáculo?

—¿Aún vienes? —suena excitado.

—Sí, por supuesto. —Sonrío, mi primera sonrisa genuina en cinco días mientras
me imagino su amplia sonrisa.

—Siete treinta.

—Te veo, entonces. Adiós, Stefan.

—Adiós, Lena.


De: Damon Salvatore
Asunto: Mañana
Fecha: Junio 8, 2011 14:27
Para: Elena Gilbert

¿A qué hora quieres que te recoja?

Damon Salvatore
Gerente General, Salvatore Enterprises Holdings Inc.


De: Elena Gilbert
Asunto: Mañana


Fecha: Junio 8, 2011 14:32
Para: Damon Salvatore

El show de Stefan comienza a las 7:30. ¿Qué hora sugerirías?

Elena Gilbert
Asistente de Ty Hyde, Coordinador Editorial, AIPS


De: Damon Salvatore
Asunto: Mañana
Fecha: Junio 8, 2011 14:34
Para: Elena Gilbert

Querida Elena:
Portland está algo lejos. Te recogeré a las 5:45.
Estoy deseando verte.

Damon Salvatore
Gerente General, Salvatore Enterprises Holdings Inc.


De: Elena Gilbert
Asunto: Mañana
Fecha: Junio 8, 2011 14:38
Para: Damon Salvatore

Te veo entonces.

Elena Gilbert
Asistente de Ty Hyde, Coordinador Editorial, AIPS


Oh mi… Voy a ver a Damon, y por primera vez en cinco días, mi espíritu se
eleva un poco y me permito preguntarme cómo ha estado.


¿Me ha extrañado? Probablemente no como yo lo he extrañado. ¿Habrá encontrado
una nueva sumisa de dondequiera que ellas vengan? El pensamiento es tan
doloroso que lo desecho inmediatamente. Miro a la pila de correspondencia,
necesito ordenarla para Ty y meterme de lleno en ello mientras trato de expulsar
a Damon de mi mente otra vez.

Esa noche en la cama. Me remuevo y giro tratando de dormir. Es la primera vez en
mucho tiempo que no he llorado hasta quedarme dormida.

En mi mente, visualizo el rostro de Damon la última vez que lo vi, mientras
dejaba su apartamento. Su expresión torturada me persigue. Recuerdo que no
quería que me fuera, lo cual fue un obstáculo. ¿Por qué me quedaría cuando las
cosas habían llegado a tal impasse2? Estuvimos siempre evadiendo nuestros
problemas, mi miedo al castigo, su miedo a… ¿qué? ¿Al amor?

Girándome de lado. Abrazo mi almohada. Llena de una tristeza abrumadora. Él
piensa que no merece ser amado. ¿Por qué se siente de esa manera? ¿Tiene esto
algo que ver con su formación? ¿Su madre de nacimiento, la prostituta adicta al
crack? Mis pensamientos me asedian hasta tempranas horas hasta que
eventualmente caigo en un agitado, exhausto sueño.

*  *  *

El día avanza y avanza, lentamente, y Ty está inusualmente atento. Sospecho que
es el vestido ciruela de Katrina y las botas de tacón alto negras que he tomado de su
armario, pero no me detengo en el pensamiento. Resolví ir a comprar ropa con mi
primer cheque de pago. El vestido me queda más suelto de lo que estaba. Pero
pretendo no notarlo.

Finalmente, son las cinco treinta, recojo mi chaqueta y mi bolso, tratando de calmar
mis nervios. ¡Voy a verlo!
                                                         
 —¿Tienes una cita esta noche? —Ty pregunta mientras pasea más allá de mi
escritorio en su camino hacia afuera.

—Sí. No. No realmente.

Me arquea una ceja, su interés claramente abierto.

—¿Novio?

Me sonrojo.

—No, un amigo. Un exnovio.

—Quizás mañana te gustaría tomar una bebida después del trabajo. Has tenido
una estelar primera semana, Lena. Deberíamos celebrar. —Sonríe y una
desconocida emoción revolotea sobre su rostro, haciéndome sentir incómoda.

Colocando sus manos en los bolsillos, pasa a través de las puertas dobles. Frunzo
el ceño a su espalda. Beber con el jefe, ¿es esa una buena idea?
Sacudo mi cabeza. Tengo una tarde con Damon Salvatore por la que pasar primero.
¿Cómo voy a hacer esto? Me apresuro a los servicios para hacer unos retoques de
último minuto.

En el gran espejo en la pared, le doy una larga y dura mirada a mi rostro. Tengo mi
palidez habitual, círculos oscuros alrededor de mis muy grandes ojos. Me veo
desolada, obsesionada.
J
esús, desearía saber cómo usar maquillaje. Aplico una máscara y delineador de
ojos, y pellizco mis mejillas, esperando traer algo de color en ellas. Ordenando mi
cabello de forma que cuelgue artísticamente hacia abajo por mi espalda, tomo una
profunda respiración. Esto tiene que lograrlo.

Nerviosamente camino a través del vestíbulo con una sonrisa y un ondeo de mano
hacia Claire en recepción. Pienso que ella y yo podríamos ser amigas. Ty está
hablando a Elizabeth mientras me encamino hacia las puertas. Sonriendo
ampliamente, se apresura hacia afuera para abrir las puertas para mí.

—Después de ti, Lena —murmura.

—Gracias. —Sonrío, avergonzada.

Afuera en la cuneta, Niklaus está esperando. Abre la puerta trasera del auto. Miro
vacilante a Ty, quien me ha seguido afuera. Está mirando hacia el Audi Sub con
desdén. Giro y entro en la parte de atrás, y ahí está sentado, Damon Salvatore,
vistiendo su traje gris, sin corbata, su camisa blanca abierta en el cuello. Sus ojos
grises resplandecen.

Mi boca se seca. Se ve glorioso excepto porque está frunciéndome el ceño. ¡Oh, no!

—¿Cuándo fue la última vez que comiste? —chasquea mientras Niklaus cierra la
puerta detrás de mí.

Mierda.

—Hola, Damon. Sí, es bueno verte también.

—No quiero tu boca rápida ahora. Respóndeme. —Sus ojos llamean.
Santo cielo.

—Uhm… tomé un yogurt a la hora de almuerzo. Ah, y un plátano.

—¿Cuándo fue la última vez que tuviste una comida apropiada? —pregunta
ásperamente.

Niklaus se desliza en el asiento del conductor y enciende el auto, y nos pone en el
tráfico.

Miró hacia arriba y Ty está ondeando una mano hacia mí, como si pudiera verme
a través del vidrio oscuro, no sé. Ondeo una mano de vuelta.

—¿Quién es ese? —chasquea Damon.

—Mi jefe. —Espío al hermoso hombre a mi lado, y su boca está presionada en una
dura línea.

—¿Y bien? ¿Tu última comida?

—Damon, eso realmente no te concierne —murmuro, sintiéndome
extraordinariamente valiente.

—Cualquier cosa que hagas me concierne. Dime.

No, esto no lo hace. Gimo en frustración, rodando mis ojos hacia el cielo, y Damon
entrecierra los ojos. Y por primera vez en mucho tiempo, quiero reír. Trato
fuertemente de contener la risa nerviosa que trata de burbujear hacia arriba. El
rostro de Damon se suaviza mientras me esfuerzo por mantener el rostro serio, y
veo un trazo de sonrisa besando sus esculpidos labios.

—¿Y bien? —pregunta, su voz más suave.

—Pasta alla vongole, el viernes pasado —susurro.

Cierra los ojos mientras la furia y posiblemente remordimiento, barren a través de
su rostro.

 —Ya veo —dice, su voz inexpresiva—. Parece que has perdido al menos dos kilos
posiblemente más desde entonces. Por favor come, Elena. —Reprende.

Miro fijamente mis dedos entrelazados en mi regazo. ¿Por qué siempre me hace
sentir como una niña errante?

Cambia de posición y gira hacia mí.

—¿Cómo estás? —pregunta, su voz aún suave.

Bien, como la mierda realmente… trago.

—Si te dijera que he estado bien, estaría mintiendo.
Inhala bruscamente.

—Yo también —murmura, se acerca y toma mi mano—. Te extraño —agrega.

Oh no. Piel contra piel.

—Damon, yo…

—Lena, por favor. Necesitamos hablar.

Voy a llorar. No.

—Damon, yo… por favor… ya he llorado mucho —murmuro, tratando de
mantener mis emociones bajo control.

—Oh, nena, no. —Jala mi mano, y antes de que me dé cuenta, estoy sobre su
regazo. Tiene sus brazos a mi alrededor, y su nariz está en mi cabello—. Te he
extrañado demasiado, Elena. —Respira.

Quiero forcejear fuera de su agarre, mantener alguna distancia, pero sus brazos
están envueltos alrededor de mí. Me presiona contra su pecho. Me derrito. Oh,
aquí es donde quiero estar.

Descanso mi cabeza junto a la suya, y el besa mi cabello repetidamente. Este es el
hogar. Huele a lino, suavizante de ropa, gel de baño, y mi olor favorito, Damon.
Por un momento, me permito la ilusión de que todo va a estar bien, y eso alivia mi
alma devastada.

Algunos minutos más tarde, Niklaus se detiene en el borde de la acera, aunque
todavía estamos en la ciudad.

—Vamos. —Damon me mueve fuera de su regazo—. Estamos aquí.
¿Qué?

—Helipuerto en lo alto de este edificio. —Damon mira hacía el edificio a moda
de explicación.

Por supuesto. Charlie Tango. Niklaus abre la puerta y me deslizo fuera. Me da una
sonrisa cálida, como la de un tío que hace que me sienta segura. Le sonrío de
vuelta.

—Debería devolverte el pañuelo.

—Consérvelo, señorita Gilbert, con mis mejores deseos.

Me sonrojo mientras Damon viene alrededor del auto y toma mi mano. Mira
enigmáticamente a Niklaus, quien le devuelve la mirada impasiblemente, sin revelar
nada.

—¿A las nueve? —le dice Damon.

—Sí, señor.

Damon asiente mientras gira y me conduce a través de las puertas dobles dentro
del grandioso vestíbulo. Reparo en la sensación de sus grandes manos y sus largos
y expertos dedos curvados alrededor de la mía. Siento la familiar presión. Estoy
atraída, como Ícaro hacia su sol. Me he quemado ya, y aun así estoy aquí
nuevamente.

Alcanzando los elevadores, presiona el botón de llamada. Doy una mirada hacia él
y está vistiendo su enigmática media sonrisa. Mientras las puertas se abren, suelta
mi mano y me conduce dentro.

Las puertas se cierran y arriesgo una segunda mirada. Él mira hacia mí, vivos ojos
grises, y ahí está en el aire entre nosotros, esa electricidad. Es palpable. Puedo
incluso probarla, pulsando entre nosotros, jalándonos juntos.

—Oh mi… —Jadeo mientras me deleito brevemente en la intensidad de esta
atracción visceral, primitiva.

—Lo siento también —dice, sus ojos nublados e intensos.

El deseo pulsa oscura y letalmente en mi ingle. Toma mi mano y roza mis nudillos
con su pulgar, y todos mis músculos se contraen tensándose, deliciosa y
profundamente en mi interior.

Santo cielo. ¿Cómo puede seguir haciéndome esto?

—Por favor no muerdas tu labio, Elena —susurra.

Miro hacia él, liberando mi labio. Lo deseo. Aquí, ahora, en el elevador. ¿Cómo no
podría?

—Sabes lo que eso me hace —murmura.

Oh, sigo afectándolo. Mi Diosa interior despierta de su enfado de cinco días.
Abruptamente la puerta se abre, rompiendo el hechizo, y estamos en la azotea.
Hace viento, y a pesar de mi chaqueta negra, estoy fría. Damon pone su brazo a
mi alrededor, jalándome a su lado, y nos apresuramos al otro lado donde Charlie
Tango está en el centro del helipuerto con sus hélices girando lentamente.

Un hombre alto, rubio, de mandíbula cuadrada en un traje oscuro brinca fuera y
agachándose, lentamente corre hacia nosotros. Estrechando manos con Damon,
grita por encima del ruido de las hélices.

—Listo para irse, señor. ¡Es todo suyo!

—¿Todas las verificaciones hechas?

—Sí, señor.

—¿Lo recogerás alrededor de las ocho treinta?

—Sí, señor.

—Niklaus está esperando por ti afuera en el frente.

—Gracias, Sr. Salvatore. Viaje a salvo a Portland. Señora. —Me saluda. Sin soltarme,
Damon asiente, se agacha y me conduce a la puerta del helicóptero.
Una vez dentro me abrocha firmemente el arnés. Ciñendo las correas
apretadamente. Me da una mirada conocedora y su sonrisa secreta.

—Esto te mantendrá en tu lugar —murmura—. Debo decir que me gusta este arnés
en ti. No toques nada.

Me sonrojo de un profundo carmesí, y corre su dedo índice hacia abajo por mi
mejilla antes de colgarme los audífonos. Me gustaría tocarte también, pero no vas a
dejarme. Le frunzo el ceño. Además ha puesto las correas tan ceñidas que apenas
puedo moverme.

Se sienta en su lugar y se pone las correas a sí mismo. Entonces empieza a hacer
todas sus comprobaciones antes del vuelo. Es simplemente tan competente. Es
muy atrayente. Se pone sus audífonos, enciende el interruptor y las hélices
aceleran, aturdiéndome.

Girando, me mira.

—¿Lista, nena? —Su voz hace eco a través de los audífonos.

—Sí.

Sonríe con su sonrisa de niño. Wow, no la he visto desde hace mucho.

—Torre Sea-Tac, aquí Charlie Tango–Tango Eco Hotel, permiso para partir de
Portland vía PDX, Por favor confirme, cambio.

La voz incorpórea del controlador de tráfico aéreo contesta, dando instrucciones.

—Jamie, torre, Charlie Tango lista, Cambio y fuera. —Damon enciende dos
interruptores, aferra la palanca, y el helicóptero se eleva lenta y suavemente hacia
el cielo del crepúsculo.

Seattle y mi estómago caen lejos de nosotros, y hay tanto que ver.

—Perseguimos el amanecer, Elena, ahora el crepúsculo. —Su voz viene a
través de los audífonos. Me giro para mirarlo sorprendida.
¿A qué se refiere? ¿Cómo es que puede decir las cosas más románticas? Sonríe, y
no puede evitarlo, pero le sonrío de vuelta, tímidamente.

—Aunque con el sol de la tarde, hay mucho más que ver esta vez —dice.
La última vez que volamos a Seattle estaba oscuro, pero esta tarde, la vista es
espectacular, literalmente fuera de este mundo. Estamos por encima de los
edificios más altos, yendo más y más alto.

—Escala está ahí fuera. —Señala hacia el edificio—. Desde allí puedes ver la aguja
espacial3. —Estiro mi cabeza

—Nunca he ido.

—Te llevaré, podemos comer ahí.
¿Qué?

—Damon, rompimos.
                                                         
3 Aguja espacial: Se refiere a la cima del edificio que termina en una punta, como aguja. Que señala
al espacio.

—Lo sé. Aún puedo llevarte ahí y alimentarte. —Me mira encolerizado.

Sacudo mi cabeza y me sonrojo antes de tomar un método menos confrontacional.

—Es muy hermoso aquí arriba, gracias.

—Impresionante, ¿no?

—Es impresionante que puedas hacer esto.

—¿Halagos de usted, señorita Gilbert? Pero soy un hombre de muchos talentos.

—Estoy completamente consciente de eso, Sr. Salvatore.

Gira y me sonríe, y por primera vez en cinco días. Me relajo un poco, quizás esto
no será tan malo.

—¿Cómo es el nuevo trabajo?

—Bien, gracias por el interés.

—¿Cómo es tu nuevo jefe?

—Oh, está bien. —¿Cómo puede decirle a Damon que Ty me hace sentir
incómoda? Damon se gira y me mira atentamente.

—¿Qué está mal? —pregunta.

—Aparte de lo obvio, nada.

—¿Lo obvio?

—Oh, Damon, realmente a veces eres muy obtuso.

—¿Obtuso? ¿Yo? No estoy seguro de apreciar su tono, señorita Gilbert.

—Bien, entonces no lo hagas.

Sus labios se curvan en una sonrisa.

—He extrañado tu rápida boca.

Jadeo y quiero gritar: ¡Yo te extrañé —todo de ti— no solo tu boca! Pero me callo y
miro fijamente hacia fuera del vidrio de pecera que es el parabrisas de Charlie
Tango mientras continuamos hacia el sur. El crepúsculo está hacia nuestra derecha,
el sol bajo en el horizonte, —grande, resplandeciendo con un llameante naranja— y
soy Ícaro nuevamente, volando demasiado cerca.

*  *  *

El crepúsculo nos ha seguido desde Seattle, y el cielo está bañado de ópalo, rosas y
aguamarinas entretejidos juntos como solo la madre naturaleza sabe hacer. Es una
despejada y vivificante tarde, y las luces de Portland centellean y titilan, dándonos
la bienvenida mientras Damon maneja el helicóptero hacia abajo en el helipuerto.
Estamos en lo alto de una extraña construcción de ladrillos marrones en Portland
que dejamos tres semanas atrás.

Jesús, no ha sido hace demasiado tiempo. Aún siento como si conociera a Damon
de toda una vida.

Apaga a Charlie Tango, deslizando varios interruptores entonces las hélices se
detienen, y eventualmente todo lo que oigo es mi respiración a través de los
audífonos. Hmm. Esto me recuerda brevemente mi experiencia Thomas Tallis.
Palidezco. Simplemente no quiero ir ahí justo ahora.

—¿Buen paseo, señorita Gilbert? —pregunta, su voz como la miel, sus ojos grises
centelleando.

—Sí, gracias, Sr. Salvatore —le respondo educadamente.

—Bien, vamos a ver las fotos del chico. —Extiende su mano hacia mí y tomándola,
salgo de Charlie Tango.

Un hombre de cabello gris con barba, camina a nuestro encuentro, sonriendo
ampliamente, y lo reconozco como el anciano de la última vez que estuvimos aquí.


—Joe. —Damon sonríe y suelta mi mano para sacudir la de Joe cálidamente—.
Mantenlo a salvo para Stephan. Estará aquí alrededor de las ocho o nueve.

—Lo haré, Sr. Salvatore, señora —dice, asintiendo hacia mí—. Su auto espera bajando
las escaleras, señor. Oh, y el elevador está fuera de servicio; tiene que usar las
escaleras.

—Gracias, Joe.

Damon toma mi mano y nos encaminamos a las escaleras de emergencia.

—Es bueno para ti que solo sean tres pisos, en esos tacones —murmura él hacia mí
en desaprobación.

No es broma.

—¿No te gustan las botas?

—Me gustan mucho, Elena. —Su mirada se oscurece y creo que podría decir
algo más pero se detiene—. Vamos. Lo tomaremos con calma. No quiero que
caigas y te rompas el cuello.

*  *  *

Nos sentamos en silencio mientras nuestro chofer nos lleva a la galería. Mi
ansiedad había retornado con más fuerza, y me doy cuenta de que nuestro tiempo
en Charlie Tango ha sido el ojo de la tormenta. Damon está quieto y cavilando…
aprehensivo incluso; nuestro humor luminoso de más temprano ha desaparecido.
Hay mucho que quiero decir, pero este viaje es demasiado corto. Damon mira
pensativo por la ventana.

—Stefan es solo un amigo —murmuro.


Damon voltea y me mira fijamente, sus ojos oscuros y protegidos, sin dar nada.
Su boca, oh, su boca es distrayente, y espontáneamente. La recuerdo sobre mí,  en
todas partes. Mi piel palpita. Cambia de posición en su asiento y frunce el ceño.

—Esos hermosos ojos se ven demasiado grandes en tu rostro, Elena. Por favor,
dime que comerás.

—Sí, Damon, comeré —respondo automáticamente, una trivialidad.

—Lo digo en serio.

—¿Lo haces? —No puedo mantener el desdén fuera de mi voz. Honestamente, la
audacia de este hombre; este hombre quien me ha puesto a través del infierno
sobre los pasados días. No, eso no es cierto. Yo me he puesto a mí misma a través
de un infierno. No, es él. Sacudo mi cabeza, confundida.

—No quiero pelear contigo, Elena. Te quiero de regreso, y te quiero a salvo —
dice suavemente.
¿Qué? ¿A qué se refiere?

—Pero nada ha cambiado. —Aún eres cincuenta tonos.

—Hablaremos en el camino de regreso. Estamos aquí.

El auto se detiene en frente de la galería, y Damon baja, dejándome sin palabras.
Abre la puerta del auto para mí, y salgo.

—¿Por qué haces eso? —Mi voz es más fuerte de lo que esperaba.

—¿Hacer qué? —Damon es tomado por sorpresa.

—Decir algo como eso y entonces simplemente paras.

—Elena, estamos aquí. Donde querías estar. Hagamos esto y entonces
hablamos. Particularmente, no quiero una escena en la calle.

Me sonrojo y echo un vistazo alrededor. Está en lo correcto. Es demasiado público.
Presiono mis labios juntos mientras él me mira hacia abajo.

—Está bien —murmuro de mala gana. Tomando mi mano, me conduce al interior
del edificio.

Estamos en un almacén reconvertido, paredes de ladrillo, oscuros pisos de madera,
techos blancos, y tuberías blancas. Es de aire moderno, y hay muchas personas
deambulando por el piso de la galería. Probando vino y admirando el trabajo de
Stefan. Por un momento, mis problemas se derriten lejos mientras me doy cuenta de
que Stefan ha realizado su sueño. ¡Así se hace, Stefan!

—Buenas tardes y bienvenidos al espectáculo de Stefan Rodríguez. —Una mujer
joven vestida de negro con un muy corto cabello marrón, usando lápiz labial rojo,
y grandes pendientes de aro, nos recibe.

Echa un breve vistazo hacia mí; entonces uno mucho más largo de lo que es
estrictamente necesario a Damon, entonces gira de regreso hacia mí,
parpadeando mientras se sonroja.

Mi frente se arruga. Él es mío, o lo era. Trato fuertemente de no fruncirle el ceño.
Mientras sus ojos recuperan su enfoque, vuelve a parpadear.

—Oh, eres tú, Lena. Queremos tu opinión en todo esto, también. —Sonriendo, me
entrega un folleto y me dirige a una mesa llena con bebidas y bocadillos.
¿Cómo sabe mi nombre?

—¿La conoces? —Damon frunce el ceño.
Sacudo mi cabeza, igualmente desconcertada.
Se encoge de hombros, distraído.

—¿Qué te gustaría de beber?

—Tomaré una copa de vino blanco, gracias.
Su entrecejo se frunce, pero contiene su lengua y se dirige a la barra libre.

—¡Lena!

Stefan viene disparado atravesando una multitud de personas.

¡Santo cielo! Está vistiendo un traje. Se ve bien y está sonriéndome radiante. Me
envuelve en sus brazos, abrazándome fuertemente. Y es todo lo que puedo hacer
para no estallar en lágrimas. Mi amigo, mi único amigo mientras que Katrina está
lejos. Lágrimas llenan mis ojos.

—Lena, estoy tan contento de que lo hayas hecho. —Suspira en mi oído, entonces se
detiene y abruptamente me extiende a un brazo de distancia, mirándome
fijamente.

—¿Qué?

—Hey, ¿estás bien? Luces tan, bien, extraña. Dios mío, ¿has perdido peso?

Pestañeo alejando mis lágrimas.

—Stefan, estoy bien. Solo estoy tan feliz por ti. —Mierda, no él, también—.
Felicitaciones por el espectáculo. —Mi voz tiembla mientras veo la preocupación
grabada en su oh-tan familiar rostro, pero tengo que mantenerme unida.

—¿Cómo llegaste hasta aquí? —pregunta.

—Damon me trajo —digo repentinamente aprehensiva.

—Oh. —El rostro de Stefan cae y me suelta—. ¿Dónde está? —Su expresión se
oscurece.

—Ahí fuera, consiguiendo bebidas. —Señalo con la cabeza en dirección a Damon
y veo que está intercambiando comentarios amables con alguien esperando en la
línea. Damon mira hacia arriba cuando miro en su dirección y nuestros ojos se
traban. Y por un breve momento nos quedamos mirando el uno al otro.

Santo cielo… Este hermoso hombre me quiere de vuelta, y profundamente dentro
de mí, una dulce alegría se despliega como una gloriosa mañana en la madrugada.

—¡Lena! —Stefan me distrae, y soy arrastrada nuevamente al aquí y ahora—. Estoy
tan contento de que vinieras, escucha, debo advertirte…

Repentinamente, la señorita “muy corta cabellera y lápiz labial rojo” lo corta.

—Stefan, la periodista del Portland Printz está aquí para verte. Vamos. —Me da una
sonrisa educada.

—¿Cuán genial es esto? La fama. —Sonríe y no puedo resistirme así que sonrío de
vuelta; es tan feliz—. Te atraparé luego, Lena. —Besa mi mejilla, y lo miro pasear
hasta una mujer joven parada junto a un alto y larguirucho fotógrafo.

Las fotografías de Stefan están por todas partes, y en algunos casos magnificadas
sobre grandes lienzos. Hay de ambas; a blanco y negro y a color. Hay una belleza
etérea en muchos de los paisajes. En una te lleva a un lago en Vancouver, es de
tarde y nubes rosa se reflejan sobre el agua. Brevemente, soy transportada por la
tranquilidad y la paz. Es impresionante.

Damon se une a mí, y tomo una respiración profunda y trago, tratando de
recobrar algo de mi equilibro anterior. Me alcanza una copa de vino blanco.

—¿Está a la altura? —mi voz suena más normal.

Me mira con curiosidad.

—El vino.

—No. Raramente lo hace en esta clase de eventos. El chico aquí tiene talento, ¿no?

—Damon está admirando también la foto del lago.

—¿Por qué crees que le pedí a él que tomara tu foto? —No puedo ocultar el orgullo
en mi voz. Sus ojos se deslizan impasibles de la fotografía hacia mí.

—¿Damon Salvatore? —El fotógrafo del Portland Printz enfoca a Damon—.
¿Puedo tomar una foto, señor?

—Seguro. —Damon esconde su ceño fruncido. Doy un paso hacia atrás, pero él
sujeta mi mano y me jala a su lado. El fotógrafo nos ve juntos y no puede ocultar su
sorpresa.

—Sr. Salvatore, gracias. —Toma un par de fotos—. ¿Señorita…? —pregunta.

—Gilbert —replico.

—Gracias, señorita Gilbert. —Se escabulle.

—Busqué fotos tuyas en citas, en internet. No había ninguna. Es por eso que Katrina
pensó que eras gay.

La boca de Damon se curva con una sonrisa.

—Eso explica tu inapropiada pregunta. No, no tengo citas, Elena; sólo contigo.
Pero tú lo sabes. —Sus ojos queman con sinceridad.

—Entonces, ¿nunca llevaste a tus… —Miro alrededor nerviosamente para verificar
que nadie puede oírnos—… sumisas fuera?

—A veces, no en citas. De compras, ya sabes. —Se encoje de hombros. Sus ojos no
dejan los míos.

Oh, entonces sólo en el cuarto de juegos; su cuarto rojo del dolor y su apartamento.
No sé cómo sentirme acerca de ello.

—Sólo tú, Elena. —Suspira.

Me sonrojo y miro fijamente hacia abajo, a mis dedos. A su propia manera, se
preocupa por mí.

—Tu amigo aquí parece más un hombre de paisajes, no retratos. Vamos a ver
alrededor. —Extiende su mano hacia mí, y la tomo.

Vagamos pasando algunas fotos más y me doy cuenta de un par asintiendo hacia
mí, sonriendo ampliamente como si me conocieran. Debe ser porque estoy con
Damon, pero un hombre joven esta mirándome descaradamente. Raro.

Giramos la esquina, y puedo ver por qué he estado recibiendo miradas extrañas.
Colgando de una pared lejana hay siete enormes portarretratos… de mí.

Los miro en blanco, estupefacta, la sangre drenándose de mi rostro. Yo: haciendo
pucheros, riendo, frunciendo el ceño, seria, divertida. Todas en súper close up4,
todas en blanco y negro.
                                                         
4 Close Up: Fotografía, toma de cine o televisión que se muestra enmarcada y en escala
relativamente grande. De cerca.

¡Santa mierda! Recuerdo a Stefan jugando con la cámara en un par de ocasiones
cuando se encontraba de visita y cuando había estado conduciendo con él y su
asistente de fotografía. Había tomado instantáneas, o eso pensé. No estas
abiertamente invasivas.
Miro hacia arriba a Damon, quien está mirando fijamente, transfigurado, a cada
uno de los cuadros por turno.

—Parece que no soy el único —murmura crípticamente, su boca puesta en una
dura línea.
Pienso que está enojado. Oh, no.

—Discúlpame —dice, sujetándome con su brillante mirada gris por un momento.
Se gira y se dirige al escritorio de recepción.

¿Cuál es el problema ahora? Miro hipnotizada mientras habla animadamente con
la señorita “muy corta cabellera y lápiz labial rojo” Pesca su billetera y saca su
tarjeta de crédito.
Mierda. Debe haber comprado una de ellas.

—Hey. Tú eres la musa. Esas fotografías son estupendas. —Un hombre joven con
una mata de cabello rubio brillante me sobresalta. Siento una mano en mi codo y
Damon está de regreso.

—Eres un chico con suerte. —Mata rubia sonríe a Damon, quien le dedica una
fría mirada.

—Lo soy —murmura oscuramente, mientras me jala a su lado.

—¿Acabas de comprar una de ellas?

—¿Una de ellas? —resopla sin quitar los ojos de ellas.

—¿Compraste más de una?
Él rueda los ojos.

—Las compré todas, Elena. No quiero a algún extraño comiéndote con los ojos
en la privacidad de su hogar.

Mi primera inclinación es reír.

—Prefieres hacerlo tú —me burlo.

Me mira hacia abajo, sorprendido con la guardia baja por mi audacia, pienso, pero
está tratando de ocultar su diversión.

—Francamente, sí.

—Pervertido —boqueo hacia él y muerdo mi labio inferior para prevenir mi
sonrisa.

Su boca cae abierta, y ahora su diversión es obvia. Sujeta su barbilla
pensativamente.

—No puedo discutir esa afirmación, Elena. —Sacude su cabeza, y sus ojos se
suavizan con humor.

—Podría discutirlo en otra ocasión contigo, pero he firmado un CND5.

Suspira, mirándome, y sus ojos se oscurecen.

—Lo que me gustaría hacer con tu boca rápida —murmura.
Jadeo, sabiendo a qué se refiere.

—Eres muy grosero. —Trato de sonar en shock y fracaso. ¿Acaso no tiene límites?
Me sonríe, divertido, y luego frunce el ceño.

—Te ves muy relajada en esas fotos, Elena. No te veo así muy a menudo.
¿Qué? ¡Whoa! Cambio de tema —hablando de incongruencias— de divertido a
serio.
                                                         
5 CND: Contrato de no divulgación.

Me sonrojo y echo un vistazo hacia abajo a mis dedos. Él inclina mi cabeza hacia
atrás, e inhalo bruscamente al contacto con sus largos dedos.

—Te quiero así de relajada conmigo —susurra. Todo trazo de humor se ha ido.
Profundamente en mi interior esa alegría se agita de nuevo. Pero, ¿cómo puede ser
eso? Tenemos asuntos pendientes.

—Debes parar de intimidarme si quieres eso —chasqueo.

—Debes aprender a comunicarte y decirme cómo te sientes —chasquea de vuelta,
sus ojos llameando.
Tomo una respiración profunda.

—Damon, tú me quieres como sumisa. Ahí es donde radica el problema. Creo
que los sinónimos eran y cito: “obediente, flexible, manejable, tratable, pasiva,
sometida, resignada, paciente, dócil, mansa y sumisa. No se suponía que te mirara.
No hablarte a menos que me dieras permiso de hacerlo”. ¿Qué esperas? —le siseo.
Parpadea, y su ceño se profundiza a medida que continúo.

—Es muy confuso estar contigo. No quieres que te desafíe, pero entonces te gusta
mi “boca rápida”. Quieres obediencia, excepto que cuando no lo hago, entonces
puedes castigarme. Simplemente no sé qué camino tomar cuando estoy contigo.
Entorna los ojos.

—Buen punto bien hecho, como de costumbre, señorita Gilbert. —Su voz es fría—.
Ven, vamos a comer.

—Solo hemos estado aquí por media hora.

—Has visto las fotos, has hablado con el chico.

—Su nombre es Stefan.

—Has hablado con Stefan; el hombre que, la última vez que vi, estaba tratando de
poner su lengua en tu renuente boca mientras estabas borracha y enferma        —
gruñe.


—Él nunca me ha golpeado —escupo hacia él.
Damon me frunce el ceño, furia emanando de cada poro.

—Ese es un golpe bajo, Elena —susurra amenazante.

Me sonrojo y Damon pasa sus dedos a través de su cabello, tensándose con rabia
apenas contenida. Lo miro ferozmente de regreso.

—Te estoy llevando por algo de comer, te estás desvaneciendo en frente de mí.
Encuentra al chico, di adiós.

—Por favor, ¿podremos quedarnos más tiempo?

—No. Ve. Ahora. Dile adiós.

Lo miro ferozmente, mi sangre hirviendo. El Sr. maldito fanático del control es
bueno. Enojada es mejor que llorosa.
Arrastro mi mirada de él y exploro la habitación por Stefan. Él está hablando a un
grupo de mujeres jóvenes. Camino en dirección a él y lejos de Cincuenta. ¿Sólo
porque me trajo aquí tengo que hacer lo que dice? ¿Quién infiernos piensa que es?

Las chicas están pendientes de cada palabra de Stefan. Una de ellas jadea mientras
me acerco, sin duda reconociéndome de los portarretratos.

—Stefan.

—Lena. Disculpen, chicas. —Stefan les sonríe y pone su brazo a mi alrededor, y en
algún nivel me divierte. Stefan todo suave, impresionando a las damas.

—Luces enojada —dice.

—Tengo que irme —murmuro tercamente.

—Acabas de llegar.

—Lo sé, pero Damon necesita regresar. Las fotos son fantásticas Stefan,  eres muy
talentoso. —Sonríe con alegría.

—Fue tan genial verte.


Stefan me arrastra en un gran abrazo de oso, girándome, así puedo ver a Damon en
la galería. Está frunciendo el ceño, y noto que es porque estoy en los brazos de
Stefan. Entonces en un movimiento bien calculado, envuelvo mis brazos alrededor
del cuello de Stefan. Pienso que Damon se va a morir. Su mirada feroz se oscurece
a algo muy siniestro, y lentamente hace su camino hacia nosotros.

—Gracias por avisar acerca de las fotos que me tomaste —balbuceo.

—Mierda, disculpa. Lena. Debería habértelo dicho. ¿Te gustan?

—Um… No lo sé —respondo sinceramente, momentáneamente perdiendo el
balance por su pregunta.

—Bueno, están todas vendidas, así que a alguien le gustaron. ¿Cuán genial es eso?
Eres una chica de póster. —Me abraza más estrechamente mientras que Damon
nos alcanza mirándome. Frunciéndome el ceño ahora, aunque afortunadamente,
Stefan no lo ve.
Stefan me suelta.

—No seas una extraña, Lena. Oh, Sr. Salvatore, Buenas noches.

—Sr. Mikaelson, muy impresionante. —Damon suena glacialmente cortés—. Me
disculpo porque no podamos quedarnos más tiempo, pero ambos necesitamos
dirigirnos de regreso a Seattle, ¿Elena? —Hace hincapié en “ambos” de manera
sutil y toma mi mano mientras lo hace.

—Adiós Stefan. Felicitaciones otra vez. —Le doy un rápido beso en la mejilla y antes
de que lo sepa Damon me está arrastrando fuera del edificio. Sé que esta
hirviendo con silenciosa ira, pero también yo.

Mira rápidamente arriba y debajo de la calle entonces se dirige a la izquierda y
repentinamente me arrastra en un callejón lateral, abruptamente presionándome
arriba en contra de una pared. Sujeta mi rostro entre sus manos, forzándome a
mirar hacia arriba en sus determinadamente ardientes ojos.
Jadeo, y su boca se abalanza hacia abajo. Está besándome, violentamente.
Brevemente nuestros dientes chocan, entonces su lengua está en mi boca.


El deseo explota como el cuatro de julio6 a través de mi cuerpo, y estoy besándolo
de vuelta, igualando su fervor, mis manos enredadas en su cabello, jalándolo,
fuertemente. Gime, un bajo sonido suave en la parte de atrás de su garganta que
reverbera a través de mí, y sus manos se mueven hacia debajo de mi cuerpo sobre
mi muslo, sus dedos enterrándose en mi carne a través del vestido cereza.

Pongo toda la angustia y mi corazón roto de los pasados últimos días en nuestro
beso. Vinculándolo a mí, y eso me golpea —en este momento de cegadora
pasión— él está haciendo lo mismo, él siente lo mismo.

Rompe el beso, jadeando. Sus ojos están iluminados con deseo, disparando la
nuevamente caliente sangre que palpita a través de mi cuerpo. Mi boca cae abierta
mientras trato de arrastrar el preciado aire en mis pulmones.

—Tú. Eres. Mía —gruñe, enfatizando cada palabra. Se aleja de mí y se inclina con
las manos sobre sus rodillas como si hubiera corrido un maratón—. Por el amor de
Dios, Lena.

Me apoyo sobre la pared, jadeando, tratando de controlar la desenfrenada reacción
en mi cuerpo, tratando de encontrar mi equilibrio otra vez.

—Lo siento —susurro una vez que mi respiración regresa.

—Deberías. Sé lo qué estaban haciendo. ¿Deseas al fotógrafo, Elena?
Obviamente él tiene sentimientos por ti.
Me sonrojo y sacudo mi cabeza.

—No. Es solo un amigo.

—He pasado toda mi vida adulta tratando de evitar cualquier emoción extrema.
Entonces tú… tú haces aflorar sentimientos en mí que me son completamente
ajenos. Es muy… —Frunce el ceño estrechando la palabra—... inquietante.
Me gusta el control, Lena, y alrededor de ti, eso solo… —Se detiene, su mirada intensa—… se evapora.

—Ondea su mano vagamente, entonces la pasa a través de
su cabello y toma una respiración profunda. Sujeta mi mano—. Vamos,
necesitamos hablar y tú necesitas comer.

6 Cuatro de Julio: aniversario de la independencia de Estados Unidos. Hace referencia a los clásicos
fuegos artificiales que estallan en la conmemoración de este evento.

2 Impasse: Del francés, significa punto muerto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Post Relacionados

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...