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BIENVENIDOS A TOD@S A ESTE BLOG, ESPERO QUE DISFRUTÉIS LEYENDO LAS ADAPTACIONES DE CRÓNICAS VAMPÍRICAS.

COMO SABÉIS LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN Y LAS HISTORIAS QUE ADAPTARÉ TENDRÁN EL NOMBRE DE LA AUTORA AL FINAL DE CADA HISTORIA


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31 enero 2013

Matrimonio Español Capitulo 08


CAPÍTULO 08
Damon estaba bajo el chorro castigadoramente caliente de la ducha. Todo su cuerpo estaba tenso y su vientre anudado de extremo auto reproche, auto recriminación y auto repugnancia. Había cedido al más débil de los deseos, aunque no se había sentido débil en ese momento, sino en medio de un campo de fuerza arrollador, dirigido en una sola dirección: poseer a Elena.


Con manos salvajes clavaba los dedos en su pelo mojado mientras permanecía de pie, bajo las intensas agujas de la ducha.


Dam. Lo había llamado Dam. La única que acortaba su nombre. Se le había escapado un día antes de casarse y aún podía recordar cómo se había ruborizado. Entonces él le había dicho, arrastrando las palabras lacónicamente
–Está bien. Me gusta – Y en realidad así había sido, le había gustado. Había pensado que quería darle a entender algo.


Pero escucharlo ahora de nuevo fue conmocionante. Parecía tan correcto. Tanto como lo fue besarla y llevarla a la cama. Y estaba seguro de que ella lo sabía. Seguramente lo había usado como una especie de gatillo.


¿Cómo pudo acostarse con ella? Y no sólo una vez, él tuvo que recordarse, sino dos veces y sin mediar demasiado tiempo. Ella era lo peor de lo peor. Había abandonado a su bebé. A él. En los dos últimos meses de su embarazo se había enfriado. Rotó la ducha a agua fría, y acogió con beneplácito la claridad helada que traía.


Ella estaba en deuda con él. No había tenido ninguna intención de prolongar su estancia, ya tenía previsto sugerirle que se mudara a Osuna o a Sevilla, pero ahora... Ahora eso podía esperar y que esta pasión irritante que sentía siguiera su curso y luego, entonces, él la dejaría ir y le diría adiós. Una vez que el divorcio fuera un hecho y se acordara la custodia en su favor, se aseguraría de tener que verla tan poco como fuera posible. Los intermediarios podrían encargarse de los momentos en que se encontrara con Nick.


Pero con ese pensamiento vino una imagen de Nick siendo llevado de un lugar para otro. Damon desestimó ese sentimiento de inmediato, pues era algo que millones de niños en todo el mundo tenían que soportar, y sobrevivían. Pero su hijo no debería simplemente tener que sobrevivir...


Salió de la ducha. Se dijo que sus pensamientos estaban tan claros como fría había sido el agua que había rozado su piel. Sin embargo, su vientre aún se sentía apretado, aún lleno de algo, indefinible e incómodo. Miró a través de la puerta del baño las sábanas arrugadas sobre la cama. Como burlándose de él, el sugestivo olor a sexo y a sus cuerpos parecía envolver sus sentidos, y para su consternación, la reciente y castigadora ducha fría fue olvidada y su cuerpo empezó a reaccionar de nuevo.


Aferrándose a la claridad de pensamiento y aplastando el resentimiento en su pecho  y  su  vientre,  se  acercó  a  la  puerta  de  comunicación y  entró  a  la habitación de Elena. Esta era toda la claridad que necesitaba, del tipo físico. Después de todo, no era más que su amante ahora...


–Gracias, Caroline Lucía –


Elena tomó a Nick de los brazos de su nueva niñera para llevarlo afuera. Lo abrazó fuerte y hundió la cara en su cuello, haciéndole ruiditos fuertes con sus besos. Escuchó su risa y la pura alegría que le producía el sonido. Cuando llegaron afuera se empezó a retorcer para bajarse y correr. Ella lo agradeció, cualquier distracción era bienvenida para apartar de su mente de lo que había sucedido la otra noche y cada noche desde entonces. Su cuerpo estaba todo sensible, doliendo en lugares secretos.


Aún  no  podía  hacer  frente  a  lo  que  estaba sucediendo y  a  lo  que  había sucedido, la forma tan desenfrenada en que se había comportado esa noche. Literalmente le había rogado a Damon que le hiciera el amor, cuando, evidentemente, lo que él quería es que se marchara.


Y sin embargo, ahora la quería como su amante.


¿Y por qué ese pensamiento no la llenaba de indignación como debería? ¿Y sí en cambio la llenaba de calor fundido? Cada noche, desde entonces, cuando se iban a la cama, ya sea que Damon la llevara desde su cama a la de él, o fuera directamente a la suya, luego la dejaba sola. Luego del paraíso, la espalda. Una y otra vez. Eso la exacerbaba, y asi mismo la hacía temer las consecuencias que podría traer.


Puso  a  Nick  en  el  suelo  mirándolo  caminar  con  pasitos  veloces.  Había descubierto el arte de la jardinería… el arte de tirar grandes puñados de tierra y plantas a otra parte, por lo general a su ropa. Ella sonrió y lo siguió diligentemente, pero por una vez su hijo no lograba bloquear todo otro pensamiento.  Por  más  que  no  quisiera,  imágenes  eróticas,  imágenes  sin sentido, pasaban por su cabeza con una facilidad desconcertante y frecuente.


Distraída aceptó el gusano retorcido que Nick le tendía con orgullo. Era evidente que Damon pretendía que fuera su amante como una forma de castigo, fuera cual fuera el tiempo que quedara de su matrimonio...


Hizo una mueca. Las frecuentes ausencias de Damon durante el matrimonio le habían dejado tiempo suficiente para estar sola y dudar de lo que pensaba... y sentía. Sin embargo, cuando estaban juntos esas dudas desaparecían con facilidad,  y  así  había  caído  más  y  más  en  un  abismo  de  sentimientos vulnerables. Había sido tan seductor. Venir del desierto emocional de sus padres  a  estar  con  un  hombre  tan  dinámico  como  Damon,  que  parecía realmente preocuparse por ella, desearla, aún en su avanzado embarazo. Pero se había equivocado, tal vez no sobre la pasión, que evidentemente todavía estaba allí, pero sí acerca de todo lo demás...


Miró con impotencia a Nick. En ese fatídico día, cuando ella estaba embarazada de siete meses, se había dado cuenta de tanto...


– ¡Papá! –


Elena se congeló. ¿Cómo no lo sintió llegar? ¿Acaso no estaba en su cerebro todo el tiempo, con ella en cada momento?


Miró a su alrededor para ver a Nick tirarse a las piernas de Damon. Él miraba hacia abajo, sonriendo, haciendo caso omiso de las dos enormes huellas de manos sucias que ahora adornaban su traje inmaculado. El corazón de Elena latía rápidamente. Él le echó una mirada rápida y fría.


–Pensé en regresar temprano y llevar a pasear en coche a Nick... –


Elena se puso en pie torpemente y se sacudió los pantalones vaqueros sucios. Se sentía desarreglada e inadecuada –Oh... está bien – Una vez que Caroline Lucía hubo reemplazado a María, Elena había asumido que Damon esperaría que siguiera la rutina original. Hoy su tiempo con Nick aún no había terminado y sintió un dardo de dolor al ver que tan fácilmente podía Damon ejercer ese control.


Él empezó a alejarse con Nick parloteando sin sentido, aupado en sus brazos. Ridículamente las lágrimas le picaron los ojos, como si su corazón estuviera siendo arrancado de su pecho simplemente por verlos alejarse.


Antes de llegar a la casa Damon se dio vuelta, tenía una mirada de leve impaciencia en su rostro insoportablemente guapo – ¿Y bien? ¿No vienes tú también? –


Por un momento una aturdida Elena se quedó allí, y luego balbuceó –Bueno... pensé... Quiero decir, sí... sí, iré, si te parece bien –


Él asintió bruscamente con la cabeza, y Elena nerviosa los siguió mientras desaparecían dentro de la casa. La sensación de estar sobre una cuerda era vívida e inquietante. Tenía que aprender a dominar sus emociones, pero por ahora sólo sentía la alegría zumbando en ella por la simple invitación que le había hecho Damon.


Esa noche, mientras los temblores en el cuerpo de Elena comenzaban a remitir y su corazón reanudaba su ritmo normal, rezó en silencio para que Damon no se levantara aún de la cama. El dolor apretaba sus entrañas. ¿Era así como se sentían sus amantes? ¿O era diferente con ellas, más afectuoso? Como lo había sido alguna con ella... antes de que ella hubiera escuchado sus palabras venenosas. Era demasiado doloroso volver allí, no podía permitirse pensar en aquello. Estaba aquí y ahora con ella y esta vez el tiempo era limitado.


Él se había apartado para ponerse de costado y en el ansia de tocarlo, para mantenerse conectados, Elena apretó la frente contra su espalda, con una de sus piernas sobre la de él y un brazo alrededor de su pecho. Sintió que se ponía tenso  por  un  segundo  y  su  mente  dio  un  respingo  pensando  que  iba  a levantarse e irse de nuevo.


Pero después de un largo momento lo sintió relajarse, y se alegró interiormente. Oyó que su respiración se volvía profunda y prolongada. Se sintió sumamente emocionada y apretó los labios contra su ancha espalda, como para ahogar las palabras que amenazaban con escaparse. No tenía idea de lo que quería decir, ni de lo que sentía. Y luego, mientras el sueño reclamaba su cuerpo, su mente lo supo. Sentía pesar. Pesar por haberse ido, pesar por haberse alejado, pesar por no haber tenido aún el valor de explicar.


Sin siquiera darse cuenta de lo que estaba haciendo, apretó otro beso en su piel fresca, esta vez más cerca de su cuello, y le susurró: –Lo lamento, lo lamento tanto... – una y otra vez lo repitió mientras lo besaba suavemente.


Entonces el mundo se dio vueltas, y Damon salió de la cama mirándola con el desprecio escrito en su cara antes de saber por qué se había levantado.


Había estado despierto...


Elena removió un brazo y tiró de la sábana a su alrededor, su corazón latía dolorosamente mientras observaba a Damon alcanzar sus pantalones y tirar de ellos.


– ¿Lo lamento? – Él se rió con dureza – ¿Qué lamentas, Elena? –


Elena se sentía inquieta, inestable y en estado de shock. Tenía que decírselo. Ahora.  Alcanzó  la  lámpara  junto  a  su  cama  y  la  encendió.  Las  sombras bailaban, y las llanuras del cuerpo esculpido de Damon y su cara arrojaban formas en relieve.


Pero antes de que pudiera decir una palabra Damon ya estaba caminando hacia su propio dormitorio.


Ella extendió una mano – ¡Espera! –


Pero no se detuvo. La ignoró y siguió caminando.


Elena se negó a desistir y se levantó de la cama, tirando de la sábana alrededor de ella y siguiéndolo a su habitación.


Él la escuchó y se dio vuelta diciéndole fríamente: –Ya he tenido bastante por esta noche. Por favor, vete –


Elena hizo lo que pudo para ignorar la punzada de hielo y dolor –Por favor, necesito decirte... explicarte… –


Él avanzó y ella retrocedió, a pesar de sus intenciones. Era demasiado grande, demasiado intimidante y demasiado masculino. Su cuerpo comenzó a palpitar en ese preciso instante.


–Las explicaciones no son algo que me interese, Elena. Las explicaciones son para la gente que está interesada en escuchar lo que el otro tiene que decir. Mi interés en este tema se limita al dormitorio y en cómo me voy a asegurar de que no tengas acceso ni un minuto con Nick que no esté autorizado por mí –


Él la observó, ruborizada, despeinada, sexy. Con su cara tensa. Y tomó una decisión en décimas de  segundo, en una reacción instintiva. Sabía lo que estaba haciendo, y su debilidad hizo que su voz fuera insoportablemente dura – De hecho, he estado pensando. El divorcio está en marcha, y creo que has pasado aquí tiempo suficiente. He sido más que generoso en lo que a Nick se refiere, pero ha llegado el momento de que te vayas –


La cabeza de Elena tambaleó. Parecían haber pasado de cero a mil de tensión emocional en un nanosegundo.


–Damon –


–Veo que Dam se ha ido por la ventana. Imitó su voz en una parodia cruel de su pasión –Dam, te deseo tanto. Dam te necesito… –


– ¡Basta! – Elena gritó con tal vehemencia que él paró. Estaba desollando su corazón con un látigo, destrozándolo a pedazos, y en ese momento supo con certeza que se había enamorado de él de nuevo, en realidad nunca había dejado de amarlo. De lo contrario, no tendría el poder para herirla tan profundamente.


–Todo lo que quiero decirte es donde he estado desde ese día, Damon. No es fácil para mí decirlo, sobre todo cuando te pones así... –


–Y sé por qué – Él tenía los brazos cruzados y una expresión de mofa en su rostro.


– ¿Por qué? – preguntó ella, como si ella ya no pudiera adivinar la respuesta.


–Porque ya habrás encontrado la manera de parecer lo más lastimosa posible –



Empezó a caminar alrededor de ella, entonces, mareándola, pero como sabía que él no pararía, apretó los dientes y se quedó inmóvil.


– ¿Necesitas que te muestre la nota de nuevo, Elena? Todavía la tengo, en el piso de abajo –


Ella ocultó un estremecimiento. Aún podía recordar lo que había escrito, la bilis en su garganta mientras lo hacía y el dolor increíble en su corazón.


Ella negó con la cabeza, mareada –No... No necesito verla –


Porque fuiste muy clara –No estoy lista para ser esposa y madre. Tengo cosas que quiero hacer, cosas que quiero ver...   – ¿Era así? Perdóname, quizá haya olvidado el texto exacto –


Ella se volvió e intentó afrontarlo, pero él soslayó sus esfuerzos.


–Damon, sé lo que esa nota parecía. Pero créame, sólo la escribí porque yo nunca esperaba volver a verte, ni a Nick ni a ti –


Él se detuvo y se volvió hacia ella. Ella dio un paso atrás. Estaba lívido. Ella se dio cuenta de cómo debieron sonar sus palabras y se estremeció. Había salido todo mal. Bueno, bien y mal.


–No, espera. No es lo que... –


–No, estoy seguro de que no lo es. Pero tu herencia se acabó y como no encontraste otro  lechón dispuesto, volviste  por  el  dinero fácil  del  acuerdo prenupcial, usando a Nick como un conveniente as en la manga, como forma de ganarte el favor –


Elena abrió la boca pero no salió nada, y en todo caso Damon aún no había terminado.


Acercándose se paró justo en frente de ella. Peor que antes, ahora se limitó a mirarla sin emociones –Has estado muerta para mí desde que te fuiste, Elena, y muerta para Nick. Y en muchos sentidos creo que hubiese sido preferible si te hubieras muerto, o al menos te hubieses mantenido alejada –


Él no podía saber lo que estaba diciendo. No podía haber ninguna pista sobre qué tan cruelmente cerca de la verdad habían estado esas palabras. Elena se reconfortó a sí misma con ese pensamiento, mientras permanecía allí, sintiendo el hielo gotear en su sangre y su corazón congelándose. Sus palabras habían trasuntado tanto odio que tuvo que alejarse de él. Antes de que la redujera por completo. Había pensado que había estado en el infierno y de regreso ya, pero esto tenía en segundo final.



Ella miró en su dirección, hacia un lugar impreciso –Estoy de acuerdo contigo acerca de mudarme. Yo ya había pensado en alquilar algún lugar en Osuna. Mañana me ocuparé de ello –


Entonces se volvió y regresó a su habitación, cerrando la puerta detrás de ella. En un momento de aquella negra parodia su sábana quedó atrapada en la puerta y no pudo seguir adelante. Reacia a abrir la puerta de nuevo y enfrentarse a la ira de Damon y a su evidente auto repugnancia, dejó caer la sábana y se dirigió a su cuarto de baño. Se puso una bata, cerró la puerta y luego cayó al suelo en la oscuridad y dejó caer la cabeza sobre sus rodillas, con ganas de  acurrucarse en una pelota tan pequeña como fuera posible. Por mucho que lo intentara no podía olvidarlo, las palabras de Damon daban vueltas y vueltas. Y con ellas otra palabra: tonta... tonta...

1 comentario:

  1. wow¡ cada vez esta mejor¡ me muero de ganas por saber que le paso a elena¡ gracias y espero el próximo¡ >^.^<

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