Epílogo
Ciertamente, los esmóquines debían haber sido diseñados en
honor a Damon Salvatore, pensó Elena a su lado en el altar. Estaba tan
arrebatador que tuvo que desnudarle mentalmente para no sentirse intimidada,
aunque ella también estaba muy guapa gracias al vestido de novia de Vera Wang
que April había escogido para ella. Dejar la organización de la boda en manos
de April había sido la segunda mejor decisión que había tomado Elena; la
primera había sido casarse con ese hombre que había resultado tener tantas
inseguridades como ella.
Jack, que actuaba de padrino, estaba de pie al lado de Damon.
El esmoquin le quedaba tan impecable como a su hijo, pero a diferencia de éste,
llevaba además unos pendientes plateados y negros. Como madrina de la boda,
April había elegido un vestido largo de color azul hielo mucho más formal que
el vestido veraniego que ya había elegido para su propia boda que tendría lugar
en Hawai. Esa otra boda se celebraría en la intimidad familiar, aunque April y
Jack iban a dejar que Riley llevara a su mejor amiga del colegio para que
tuviera a alguien de su edad con quien estar. Damon ya había regalado a sus
padres las tierras del estanque y pronto derribarían la casita de invitados
para construir su propia casa de vacaciones.
—¿Quién entrega a la novia?
Nita se levantó del banco delantero. Estaba majestuosa con un
caftán suelto en tonos azules.
—Yo —dijo con una voz que no daba lugar a dudas. Nita había
acompañado a Elena por el pasillo, algo que les había parecido perfecto a las
dos. Virginia todavía estaba en Colombia, defendiendo a los que no tenían ni
voz ni voto. Damon le había enviado un móvil, y Elena y ella habían hablado con
más frecuencia, pero Elena sabía que el móvil no tardaría en acabar en algún
orfanato o en el bolsillo de algún médico.
Riley se levantó del banco delantero de la iglesia. Estaba
muy hermosa y parecía muy feliz con su vestido de color azul pastel y los
capullos de rosa blancos adornando su pelo oscuro. Jack cogió la guitarra para
hacer los acompañamientos en la balada que habían compuesto juntos para la
ceremonia. La asombrosa voz de Riley resonó en la iglesia, y cuando Jack se le
unió en los coros, los pañuelos aparecieron por todas partes.
Era el momento de pronunciar sus votos. Damon bajó la mirada
hacia ella, sus ojos brillaban con ternura tal como Elena sospechaba que
brillaban los suyos. A su alrededor todo era perfecto: la luz de las velas, las
orquídeas, su familia y sus amigos.
Elena se puso de puntillas.
—Gracias a April —susurró ella—, tienes la boda con la que
soñabas desde que eras una niñita.
La explosión de risa de Damon era una razón más para que Elena
amara a ese hombre con todo su corazón.
Pasaron la noche de bodas a solas en la casa de la granja.
Por la mañana tomarían el avión privado de Jack para pasar la luna de miel en
la casa que éste poseía en el sur de Francia, pero esa noche se conformaban con
estar desnudos y saciados en la confortable cama que habían colocado delante de
la chimenea de la sala.
Ella deslizó una rodilla entre los muslos de Damon.
—Pues para ser dos tíos que se burlan de los hombres que se
abrazan, Jack y tú habéis dado hoy un buen espectáculo.
Damon apretó los labios contra su pelo.
—Al menos no nos hemos peleado, que es más de lo que tú
puedes decir.
—No fue culpa mía. ¿Cómo iba a saber que Karen Ann tenía
intención de colarse en el banquete?
—Apuesto lo que quieras a que jamás amenazará a otro pastel
de boda. Pasaste por encima de dos linebackers para llegar hasta ella.
Elena sonrió.
—Mi parte favorita es cuando April empezó a gritar «¡No, Elena!
¡Te cargarás el Vera Wang!»
Damon se rió entre dientes.
—La mía es cuando Annabelle se acercó corriendo para echarte
una mano.
Comenzaron a rozarse las narices. Una cosa llevó a la otra, y
pasó algún tiempo antes de que reanudasen la conversación.
—Todavía estoy tratando de acostumbrarme a tener una esposa
rica—dijo él.
—Es duro. —Bueno, era cierto que sus cuadros se estaban
vendiendo como churros. La gente normal, que no sabía nada de arte, pero sabía
muy bien lo que le gustaba, se los quitaba de la mano en cuanto los terminaba.
Su trabajo también le había dado a Damon una orientación sobre a qué se
dedicaría en el futuro. April y él iban a dedicarse a los negocios, y
comenzarían por comercializar una línea de ropa basada en los fantásticos
diseños de Elena. April creía que para el año siguiente tendría a la venta los
primeros artículos. Para cuando Damon se retirara, y si la cosa marchaba bien,
esperaban ampliar la línea con muebles y decoración para el hogar. Considerando
el impecable gusto y la perspicacia comercial de Damon, Elena no dudaba del
éxito que tendrían.
Damon observó el enorme lienzo que dominaba la pared más
larga de la sala, era la razón de que celebraran allí la noche de bodas y no
arriba, en el dormitorio. Acarició el hombro de Elena.
—No creo que ningún novio haya tenido un regalo de boda
mejor.
—Lo vi en un sueño. —Elena acomodó la cabeza en el hueco del
cuello de Damon—. Es exactamente como va a ser nuestra vida. Apenas dormí
mientras lo pintaba.
Elena había pintado la granja, pero como en todas sus
creaciones, ése era un mundo mágico donde el verano daba paso al invierno, la
primavera al otoño. Había abierto las paredes de la casa de la granja para
mostrar qué ocurría en el interior. En una habitación, todos estaban sentados
alrededor de un árbol de Navidad. En otra, rodeaban a una anciana que apagaba
la vela de una tarta de cumpleaños. Los perritos retozaban en la cocina. Había
una fiesta por la victoria de la Superbowl en el patio trasero, y la
celebración del Cuatro de Julio se desarrollaba en el patio lateral. En el
porche delantero, una diminuta figura vestida con un traje de castor, pero sin
cabeza, estaba sentada sobre una calabaza de Halloween. Un camino llevaba al
estanque, donde un padre y su hija tocaban la guitarra al lado del agua y una
mujer con una larga melena rubia levantaba los brazos al cielo. Había caballos
pastando. Unos pájaros de fantasía estaban posados en el tejado del granero. Y
muy por encima de la granja, descendía un globo con un par de bebés sonrientes
en la canasta, cada cuál más encantador.
El anillo de boda de Damon brilló bajo la tenue luz de las
llamas cuando señaló hacia el lado izquierdo de la tela.
—Después del globo, esa parte es la que más me gusta.
Elena no tuvo problema en adivinar a qué parte se refería.
—Sabía que sería así.
La caravana gitana, que tanto amaba, estaba asentada bajo un manto de
árboles. Gruesas vides sujetaban las ruedas firmemente en su lugar. Damon y
ella estaban de pie al lado, y todos sus seres queridos bailaban a su
alrededor.
FIN
Susan Elisabeth Phillips
Nacida para Seducir
A continuación......
Matrimonio Español
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