Hola

BIENVENIDOS A TOD@S A ESTE BLOG, ESPERO QUE DISFRUTÉIS LEYENDO LAS ADAPTACIONES DE CRÓNICAS VAMPÍRICAS.

COMO SABÉIS LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN Y LAS HISTORIAS QUE ADAPTARÉ TENDRÁN EL NOMBRE DE LA AUTORA AL FINAL DE CADA HISTORIA


GRACIAS

27 marzo 2013

Shades Capitulo 17


Capítulo 17 

 -Hmm.

Damon está acariciando mi cuello mientras me despierto lentamente.

—Buenos días, nena —susurra y pellizca el lóbulo de mi oreja. Mis ojos revolotean
abriendo y cerrando de nuevo rápidamente. La brillante luz de principios de la
mañana inunda el piso del cuarto, y su mano está acariciando suavemente mi
pecho, burlándose gentilmente de mí. Bajando agarra mi cadera mientras se
encuentra detrás de mí, sosteniéndome cerca.



Me tiendo a su lado, disfrutando de su toque, y siento su erección contra mi
trasero. Oh mi… Una llamada a despertar de Damon Salvatore.

—Estás contento de verme —murmuro dormida, retorciéndome sugestivamente
en contra de él. Siento su sonrisa contra mi mandíbula.

—Estoy muy contento de verte —dice mientras pasa su mano sobre mi estómago y
baja hasta tomar mi sexo y explorarlo con los dedos—. Hay claras ventajas por
despertar tu lado, señorita Gilbert —bromea y suavemente me tira rodando por lo
que estoy yaciendo sobre mi espalda.

—¿Duermes bien? —pregunta mientras sus dedos siguen su sensual tortura. Está
sonriendo hacia mí, con su deslumbrante, sonrisa de caer muerta ante sus perfectos
dientes de modelo todo americano. Me quita el aliento.

Mis caderas empiezan a balancearse al ritmo de la danza que sus dedos han
comenzado. Él me besa castamente en los labios y luego se mueve hacia abajo a mi
cuello, mordiendo poco a poco, besando y chupando a medida que avanza. Gimo.
Es gentil y su tacto es ligero y celestial. Sus intrépidos dedos se mueven hacia
abajo, y poco a poco facilita uno dentro de mí, silbando en voz baja con
admiración.

—Oh, Lena —murmura con reverencia en contra de mi garganta—. Siempre estás
lista. —Mueve el dedo a tiempo con sus besos mientras sus labios, viajan
tranquilamente a través de mi clavícula y luego hacia abajo a mi pecho. Atormenta
primero uno, luego el otro pezón con dientes y labios, pero, oh-tan-suavemente y
ellos se contraen y alargan en dulce respuesta.

Gimo.

—Hmm —gruñe suavemente y levanta la cabeza para darme una ardiente mirada
de sus ojos grises—. Te quiero ahora. —Él se acerca a la mesa de noche. Se
desplaza por encima de mí, teniendo su peso sobre los codos, y frota su nariz a lo
largo de la mía mientras separa mis piernas con las suyas. Se arrodilla y desgarra el
paquete de aluminio.

—No puedo esperar hasta el sábado —dice, con los ojos brillando de alegría salaz.

—¿Tu fiesta? —jadeo.

—No. Puedo dejar de usar estos hijos de puta.

—Acertadamente llamados. —Doy una risita.

Me sonríe mientras saca el condón.

—¿Te estás riendo, señorita Gilbert?

—No. —Trato de no estirar la cara.

—Ahora no es el momento para reír. —Sacude la cabeza con amonestación y su
voz es baja, dura, pero su expresión —santo cielo— es glacial y volcánica a la vez.

Mi respiración está atrapada en mi garganta.

—Pensé que te gustaba cuando me reía —susurro con voz ronca, con mirada
perdida en las oscuras profundidades de sus tormentosos ojos.

—Ahora no. Hay un tiempo y un lugar para reír. Este no lo es. Tengo que
detenerte, y creo que sé cómo hacerlo —dice ominosamente, y su cuerpo cubre el
mío.
 
*  *  *

—¿Qué te gustaría para el desayuno, Lena?

—Tomaré sólo un poco de granola. Gracias, señora Jones.

Me ruborizo mientras tomo mi lugar en la barra del desayuno al lado de Damon.
La última vez que puse los ojos en la muy formal y correcta señora Jones, estaba
siendo arrastrada sin miramientos a la habitación por encima del hombro de
Damon.

—Te ves adorable —dice Damon en voz baja. Estoy usando mi falda de tubo de
color gris y una blusa de seda gris de nuevo.

—Al igual que tú. —Le sonrío tímidamente. Lleva una camisa azul claro y jeans, y
se ve bien y fresco y perfecto, como siempre.

—Tenemos que comprarte algunas faldas más —dice con total naturalidad—. De
hecho, me encantaría llevarte de compras.
Hmm… compras. No me gusta ir de compras. Sin embargo, con Damon, tal vez
no sea tan malo. Me decido por la distracción como la mejor forma de defensa.

—Me pregunto, ¿qué pasara hoy en el trabajo?

—Van a tener que reemplazar a esa imbécil desaseado. —Damon frunce el ceño,
frunciéndolo como si estuviera solo interviniendo en algo extraordinariamente
desagradable.

—Espero que tomen a una mujer como mi nuevo jefe.

—¿Por qué?

—Bueno, tienes menor probabilidad de oponerte a que me vaya con ella. —Me
burlo de él.

Sus labios tiemblan y comienza con su omelet.

—¿Qué es tan gracioso? —pregunto.

—Tú lo eres. Come tu granola, todo eso, si eso es todo lo que estás tomando.
Mandón como siempre. Frunzo mis labios hacía él, hincando el diente.

*  *  *

—Por lo tanto, la llave pasa aquí. —Damon señala el encendido debajo de la
palanca de cambios.

—Un lugar extraño —murmuro. Pero estoy encantada con cada pequeño detalle,
prácticamente rebotando como un niño pequeño en el cómodo asiento de cuero.
Damon finalmente va a dejarme conducir mi auto.

Me mira con frialdad, aunque sus ojos brillan con humor.

—Estás muy emocionada acerca de esto, ¿no? —murmura divertido.
Asiento con la cabeza, sonriendo como una tonta.

—Sólo huele ese olor a auto nuevo. Esto es aún mejor que el Especial Sumiso…
uhm, el A3 —añado rápidamente, sonrojándome.
La boca de Damon se tuerce.

—Especial Sumiso, ¿eh? Tienes una habilidad con las palabras, señorita Gilbert. —Se
inclina hacia atrás con una mirada de desaprobación de imitación, pero no me
puede engañar. Sé que él está disfrutando.

—Bueno, vamos. —Agita su mano de dedos largos hacia la entrada del garaje.
Aplaudo con mis manos, arranco el auto y el motor ronronea a la vida. Poniendo la
palanca de cambios en conducir, retiro el pie del freno y el Saab se mueve
suavemente hacia delante. Niklaus pone en marcha el Audi detrás de nosotros y una
vez que las barreras del garaje se levantan, nos sigue fuera de Escala a la calle.

—¿Podemos encender la radio? —pregunto a la espera de la primera señal de alto.

—Quiero que te concentres —dice bruscamente.

—Damon, por favor, puedo conducir con música. —Ruedo los ojos. Frunce el
ceño por un momento y luego alcanza la radio.

—Puedes reproducir tu iPod y discos mp3, así como CDs en esto —murmura.
Los dulces tonos demasiado fuertes de The Police de repente llenan el coche.
Damon baja la música. Hmm…

—Rey del Dolor.

—Tu himno. —me burlo de él, entonces inmediatamente me arrepiento cuando su
boca se aprieta en una delgada línea. Oh, no—. Tengo este álbum, en algún lugar.

—Sigo a toda prisa para distraerlo. Hmm… en algún lugar del apartamento en el
que he pasado muy poco tiempo.

Me pregunto cómo está Ethan. Debo tratar de llamarlo hoy. No voy a tener mucho
que ver en el trabajo.
La ansiedad florece en mi estómago. ¿Qué pasará cuando llegue a la oficina?
¿Todos sabrán acerca de Ty? ¿Cada uno sabrá de la participación de Damon?
¿Todavía tendré trabajo? Joder, si no tengo trabajo, ¿qué voy a hacer?
¡Casarte con el multimillonario, Lena! Mi subconsciente tiene su cara sarcástica
encendida. Ignoro a la voraz perra.

—Oye, Señorita Boca Inteligente. Vuelve. —Damon me arrastra al aquí y ahora
mientras me deslizo al siguiente semáforo—. Estás muy distraída. Concéntrate,
Lena —me regaña—. Los accidentes ocurren cuando uno no se concentra.
¡Oh por el amor de Dios!, y de repente soy catapultada en el tiempo a cuando Matt me
estaba enseñando a conducir. Yo no necesito otro padre. Un marido, tal vez, un
marido perverso. Hmm.

—Sólo estoy pensando en el trabajo.

—Nena, estarás bien. Confía en mí. —Damon sonríe.

—Por favor, no interfieras, quiero hacer esto por mi cuenta. Damon, por favor. Es
importante para mí —le digo con el mayor cuidado que puedo. No quiero discutir.
Su boca se pone una vez más en una línea obstinada dura, y creo que me va a
regañar otra vez.
Oh, no.

—No vamos a discutir, Damon. Hemos tenido una mañana maravillosa. Y
anoche fue… —Me fallan las palabras, anoche fue—: El cielo.
Él no dice nada. Miro hacia él y sus ojos están cerrados.

—Sí. El cielo —dice en voz baja—. Yo quería decir lo que dije.

—¿Qué?

—No quiero dejarte ir.

—No quiero irme.

Sonríe y es esta nueva, sonrisa tímida que disuelve todo a su paso. Chico, es
poderosa.

—Bien —dice simplemente, y se relaja visiblemente.

Conduzco en el estacionamiento a media cuadra de AIPS.

—Te acompañaré al trabajo. Niklaus me va a llevar a partir de ahí —ofrece
Damon. Bajo del auto, limitada por la falda de tubo, mientras que Damon sube
con gracia, a gusto con su cuerpo o dando la impresión de alguien a gusto con su
cuerpo. Hmm… alguien que no puede tolerar que lo toquen, no puede ser eso con
facilidad. Frunzo el ceño en mi pensamiento errante.

—No se te olvide que estaremos viendo a Flynn a las siete de esta tarde —dice
mientras extiende la mano hacía mí. Presiono el bloqueo de puertas a distancia y
tomo su mano.


—No lo olvidaré. Voy a compilar una lista de preguntas para él.

—¿Preguntas? ¿Acerca de mí?

Asiento con la cabeza.

—Yo puedo responder a cualquier pregunta que tengas sobre mí. —Damon se ve
ofendido.
Le sonrío.

—Sí, pero quiero la cara opinión imparcial del charlatán.
Él frunce el ceño y de repente me tira en sus brazos, sosteniendo ambas manos
fuertemente detrás de mi espalda.

—¿Es esto una buena idea? —dice, su voz baja y ronca. Me inclino hacia atrás para
ver la ansiedad que se avecina grande y ancha en sus ojos. Desgarra mi alma.

—Si no quieres, no iré. —Lo miro, parpadeando, con ganas de acariciar la
preocupación de su rostro. Tiro de una de mis manos y la libero. Le toco la mejilla
con ternura, está suave por la afeitada de esta mañana.

—¿Qué te preocupa? —le pregunto, mi voz suave y tranquilizadora.

—Que te vayas.

—Damon, cuántas veces tengo que decírtelo, no voy a ninguna parte. Ya me has
contado lo peor. No voy a dejarte.

—¿Entonces por qué no me has respondido?

—¿Responderte? —murmuro falsamente.

—Sabes de qué estoy hablando, Lena.
Suspiro.

—Quiero saber que soy suficiente para ti, Damon. Eso es todo.

—¿Y no tomarás mi palabra para ello? —dice exasperado, liberándome.


—Damon, todo esto ha sido tan rápido. Y por tu propia admisión, eres Cincuenta
Tonos de Mierda. No puedo darte lo que necesitas —murmuro—. No es sólo por
mí. Pero eso me hace sentir inadecuada, especialmente viéndote con Leila. ¿Quién
puede decir que un día no te encuentras con alguien a quien le gusta hacer lo que
haces? Y ¿quién puede decir que no, ya sabes… te enamoraras de ella? Alguien que
se adapte mucho mejor a tus necesidades. —El pensamiento de Damon con
cualquier otra persona me pone enferma. Miro hacia abajo a mis dedos anudados.

—Conocí a varias mujeres a las que les gusta hacer lo que me gusta hacer. Ninguna
de ellas me llamó la atención de la forma que lo haces. Nunca he tenido una
conexión emocional con ninguna de ellas. Es sólo que jamás han sido tú, Lena

—Debido a que nunca les diste una oportunidad. Has pasado demasiado tiempo
encerrado en tu fortaleza, Damon. Mira, vamos a hablar de esto más adelante.
Tengo que ir a trabajar. Tal vez el Dr. Flynn nos pueda ofrecer su visión. —Todo
esto es demasiado pesado para una discusión en un estacionamiento a las ocho y
cincuenta de la mañana, y Damon, por una vez, parece estar de acuerdo. Él
asiente con la cabeza, pero sus ojos se resisten.

—Ven —ordena, tendiéndome la mano.

*  *  *

Cuando llego a mi escritorio, encuentro una nota pidiendo que me vaya
directamente a la oficina de Elizabeth. Mi corazón salta en mi boca. Oh, eso es
todo. Voy a ser despedida.

—Elena. —Elizabeth sonríe amablemente, invitándome a sentarme en una silla
delante de su escritorio. Me siento y la miro a la expectativa, esperando que no
pueda escuchar el latir de mi corazón. Se alisa el cabello negro y espeso, y me
observa con sus sombríos ojos, azul claro.

—Tengo una noticia muy triste.

¡Triste! Oh, no.

—Te he llamado para informarte que Ty ha dejado la empresa bastante
repentinamente.

Me ruborizo. Esto no es triste para mí. ¿Debería decirle que ya lo sé?

—Su salida precipitada ha dejado una vacante, y nos gustaría que la llenaras, por
ahora, hasta que encontremos un sustituto.
¿Qué? Siento la sangre precipitarse de mi cabeza. ¿Yo?

—Pero, sólo he estado aquí durante una semana o así.

—Sí, Elena, lo entiendo pero Ty siempre fue un defensor de tus habilidades.
Tenía grandes esperanzas en ti.
Dejo de respirar. Tenía grandes esperanzas de tenerme en mi espalda, claro.

—Aquí hay una descripción detallada del trabajo. Da una buena mirada a través
de él, y podemos hablar de ello más tarde.

—Pero…

—Por favor, sé que esto es repentino, pero ya te has puesto en contacto con los
autores clave de Ty. Tus notas de capítulo no han pasado desapercibidas por los
otros coordinadores editoriales. Tienes una mente astuta, Elena. Todos
pensamos que puedes hacerlo.

—Está bien. —Esto es irreal.

—Mira, piensa en ello. Mientras tanto, puedes tomar la oficina de Ty.
Ella está de pie, efectivamente despidiéndome, y me tiende la mano. Yo lo agito en
completo aturdimiento.

—Me alegro de que se haya ido —susurra y una mirada embrujada cruza su rostro.
Mierda. ¿Qué le hizo a ella?
De vuelta en mi escritorio, agarro mi BlackBerry y llamo a Damon.

Él responde al segundo timbre.

—Elena. ¿Estás bien? —pregunta preocupado.

—Al parecer acaban de darme el trabajo de Ty, de manera temporal —dejo
escapar.

—Estás bromeando —susurra, asombrado.

—¿Tuviste algo que ver con esto? —Mi voz es más aguda de lo que debe ser.

—No, no, no en absoluto. Quiero decir, con todo respeto, Elena, sólo has
estado allí por una semana o así, y yo no quiero decir eso con poca amabilidad.

—Lo sé. —Frunzo el ceño—. Al parecer, Ty realmente me valoraba.

—¿Lo hizo ahora? —El tono de Damon es helado y luego suspira—. Bueno, nena,
si creen que puedes hacerlo, estoy seguro que puedes. Felicidades. Tal vez
deberíamos celebrar después de que veamos a Flynn.

—Hmm. ¿Estás seguro que no tuviste nada que ver con esto?

Está un momento en silencio, y luego dice con voz amenazadoramente baja:

—¿Dudas de mí? Me enoja que lo hagas.

Trago. Chico, se enoja tan fácilmente.

—Lo siento —respiro, escarmentada.

—Si necesitas algo, házmelo saber. Voy a estar aquí. Y, ¿Elena?

—¿Qué?

—Usa tu BlackBerry —añade lacónicamente.

—Sí, Damon.

Él no cuelga como yo esperaba, pero toma una respiración profunda.

—Lo digo en serio. Si me necesitas, estoy aquí. —Sus palabras son mucho más
suaves y conciliadoras. Oh, es tan voluble… sus cambios de humor son como un
metrónomo fijado en presto.

—Bien —murmuro—. Mejor me voy. Me tengo que mudar de oficina.

—Si me necesitas. Lo digo en serio —murmura.

—Lo sé, gracias, Damon. Te amo.

Percibo su sonrisa en el otro extremo del teléfono. Le he ganado de vuelta.

—También te amo, nena. —Oh, ¿Alguna vez me cansaré de él diciéndome estas
palabras?

—Hablaré contigo más tarde.

—Nos vemos, nena.

Cuelgo y echo un vistazo a la oficina de Ty. Mi oficina. Santo cielo… Elena
Gilbert, Coordinador Editorial Interino. ¿Quién hubiera pensado? Debería pedir
más dinero.

¿Qué pensaría Ty si lo supiera? Me estremezco ante el pensamiento y me
pregunto ociosamente cómo ha pasado la mañana, no en Nueva York como él
esperaba. Paseo en su ―mi oficina― me siento en el escritorio, y comienzo a leer la
descripción del puesto.

A las doce treinta, Elizabeth me llama.

—Lena, te necesitamos en una reunión a la una en la sala de juntas. Jerry Roach y
Kay Bestie estarán allí… ya sabes, ¿el presidente de la compañía y vicepresidente?
Todos los coordinadores editores van a asistir.
¡Mierda!

—¿Tengo que preparar algo?

—No, esto es sólo una reunión informal que hacemos una vez al mes. El almuerzo
será proporcionado.

—Estaré allí. —Cuelgo.

¡Santa Mierda! Compruebo a través de la lista actual de los autores de Ty. Sí, más
o menos tengo a esos definidos. Tengo los cinco manuscritos que él defendía, y dos
más, los cuales realmente deberían ser considerados para publicación. Tomo una
respiración profunda; no puedo creer que ya sea la hora del almuerzo. El día ha
pasado volando, y me encanta. Ha habido tanto para absorber esta mañana. Un
ping desde mi calendario anuncia una cita.
Oh, no… ¡Mia! En toda la emoción me he olvidado de nuestro almuerzo. Pesco un
vistazo a mi BlackBerry y trato desesperadamente de encontrar su número de
teléfono.

Mi teléfono vibra.

—Está aquí, en la recepción. —La voz de Claire es baja.

—¿Quién? —Por un momento, creo que puede ser Damon.

—El dios rubio.

—¿Ethan?

Oh, ¿qué es lo que quiere? Inmediatamente me siento culpable por no haberlo
llamado.

Ethan, vestido con una camisa a cuadros azules, camiseta blanca y pantalones
vaqueros, me sonríe radiantemente cuando aparezco.

—¡Vaya! Te ves ardiente, Gilbert —dice, asintiendo con admiración. Y me da un
abrazo rápido.

—¿Está todo bien? —pregunto.

Frunce el ceño.

—Todo está bien, Lena. Sólo quería verte. No he sabido nada de ti desde hace
tiempo, y quería comprobar cómo te está tratando el Sr. Mogul.
Me ruborizo y no puedo evitar mi sonrisa.


—¡Está bien! —exclama Ethan, levantando las manos—. Lo puedo saber por la
sonrisa secreta. No quiero saber nada más. Vine por la remota posibilidad de que
podrías salir almorzar. Me estoy inscribiendo en Seattle para los cursos de
psicología en septiembre. Para mi maestría.

—Oh, Ethan. Han pasado tantas cosas. Tengo un montón por decirte, pero en este
momento, no puedo. Tengo una reunión. —Una idea me golpea fuerte—. ¿Y me
pregunto si puedes hacerme un favor muy, muy, muy grande? —Junto las manos
en actitud de súplica.

—Claro —dice él, desconcertado por mi súplica.

—Se supone que debo estar almorzando con la hermana de Damon y Elliot…
pero no puedo comunicarme con ella, y me acaban de avisar de esta reunión. Por
favor, ¿la puedes llevar a almorzar? ¿Por favor?

—¡Ay, Lena! No quiero cuidar a ninguna mocosa.

—Por favor, Ethan. —Le doy la mirada más grande de ojos azules y pestañas más
larga que logro manejar. Él pone los ojos en blanco y sé que lo tengo.

—¿Me vas a cocinar algo? —murmura.

—Claro, lo que sea, cuando sea.

—Entonces, ¿dónde está?

—Debe estar por llegar. —Y como en el momento justo, oigo su voz.

—¡Lena! —llama desde la puerta principal.

Ambos nos giramos, y ahí está —toda curvas y altura con su elegante cabello corto
negro— usando un corto mini vestido de color verde menta y combinándolo con
altos tacones de bandas alrededor de los tobillos delgados. Ella se ve
impresionante.

—¿La mocosa? —susurra, mirándola boquiabierto.

—Sí. La mocosa que necesita de niñera —le susurro—. Hola, Mia. —Le doy un
abrazo rápido mientras ella se queda mirando descaradamente a Ethan—. Mia…
este es Ethan, el hermano de Katrina.

Él asiente, sus cejas levantadas por la sorpresa. Mia parpadea varias veces mientras
le tiende la mano.

—Encantado de conocerte —murmura Ethan suavemente y Mia parpadea una vez
más; en silencio por una vez. Ella se sonroja.
Santo cielo. No creo que jamás la haya visto ruborizada.

—No puedo hacer lo del almuerzo —le digo sin convicción—. Pero Ethan se ha
comprometido a llevarte, ¿si te parece bien? ¿Podemos intentarlo en otra ocasión?

—Seguro —dice en voz baja. Mia tranquila, esto es novedoso.

—Sí, me la llevo de aquí. Nos vemos, Lena —dice Ethan, ofreciéndole a Mia su
brazo. Ella lo acepta con una tímida sonrisa.

—Adiós, Lena. —Mia se vuelve hacia mí y murmura—: ¡Oh. Mi. Dios!                —
Dándome un guiño exagerado.
Jesús… ¡a ella le gusta!

Los despido a medida que salen del edificio. Me pregunto, ¿cuál es la actitud de
Damon acerca de su hermana saliendo en una cita? El pensamiento me inquieta.
Ella tiene mi edad, por lo que no puede objetar, ¿verdad?

Estamos hablando de Damon. Mi subconsciente sarcástica está de vuelta, con su
afilada boca, chaqueta y bolso en el hueco de su brazo. Me deshago de la imagen.
Mia es una mujer adulta y Damon puede ser razonable, ¿no? Descarto el
pensamiento y regreso a la oficina de Ty… eh… mi oficina a prepararme para la
reunión.

Son las tres y media cuando regreso. La reunión ha ido bien. Incluso he conseguido
la aprobación para el progreso de los dos manuscritos que defendí. Es una
sensación embriagadora.


Sobre mi escritorio está una enorme cesta de mimbre repleta de impresionantes
rosas blancas y rosa pálido. Vaya… la fragancia únicamente es celestial. Sonrío al
recoger la tarjeta. Sé quien las envió.

Felicidades, señorita Gilbert
¡Y todo por tu cuenta!
Sin la ayuda de tu más que amistoso, cercano, megalómano, Gerente General
Con Amor
Damon

Recojo mi BlackBerry y le mando un correo electrónico.


De: Elena Gilbert
Asunto: La megalomanía...
Fecha: 16 de junio de 2011. 15:43
Para: Damon Salvatore.

…es mi tipo favorito de manía. Gracias por las hermosas flores. Han llegado en
una cesta de mimbre enorme que me hace pensar en picnics y mantas.
X


De: Damon Salvatore
Asunto: Aire Libre
Fecha: 16 de junio de 2011. 15:55
Para: Elena Gilbert

 Maníaca, ¿eh? El Dr. Flynn puede tener algo que decir acerca de eso. ¿Quieres ir a
un picnic? Podríamos divertirnos al aire libre, Elena... ¿Cómo está yendo tu
día, nena?

Damon Salvatore
Gerente General, Salvatore Empresas Holdings Inc.

Oh Dios. Me ruborizo leyendo su respuesta.


De: Elena Gilbert
Asunto: Frenético
Fecha: 16 de junio de 2011. 16:00
Para: Damon Salvatore.
El día ha pasado volando. Apenas he tenido un momento para pensar en otra cosa
que trabajar. ¡Creo que puedo hacer esto! Te diré más cuando esté en casa. Ir al aire
libre suena… interesante.

Te amo.
P.D: No te preocupes por el Dr. Flynn.

Mi teléfono vibra. Es Claire desde la recepción, desesperada por saber quién envió
las flores y lo que sucedió a Ty. Metida en la oficina todo el día, he echado de
menos los chismes. Le digo rápidamente que las flores son de mi novio y que sé
muy poco acerca de la partida de Ty. Mi BlackBerry vibra y recibo otro correo
electrónico de Damon.


De: Damon Salvatore
Asunto: Voy a tratar...
Fecha: 16 de junio de 2011. 16:09
Para: Elena Gilbert.

…de no preocuparme.
Nos vemos, nena. X

Damon Salvatore
Gerente General, Salvatore Enterprises Holdings Inc.

A las cinco y media, recojo mis cosas del escritorio. No puedo creer lo rápido que el
día se ha ido. Tengo que volver al Escala y prepararme para reunirme con el Dr.
Flynn. Ni siquiera he tenido tiempo de pensar en las preguntas. Quizá hoy
podamos tener una reunión inicial, y tal vez Damon me dejará verlo de nuevo.

Aparto el pensamiento mientas me lanzo fuera de la oficina, agitando un rápido
adiós a Claire.

También tengo el cumpleaños de Damon en que pensar. Sé lo que voy a darle.
Me gustaría que lo recibiera esta noche antes de que nos encontremos con Flynn,
pero, ¿cómo? Al lado de la plaza de estacionamiento hay una pequeña tienda
vendiendo baratijas turísticas. La inspiración me golpea y me dirijo al interior.

*  *  *

Damon está en su BlackBerry, de pie y mirando por la pared de cristal cuando
entro a la gran sala media hora más tarde. Volviéndose hacia mí, me sonríe
radiantemente y concluye su llamada.

—Ros, eso es genial. Dile a Barney y nos iremos desde allí… Adiós.
Camina hacia mí mientras me detengo con timidez en la entrada. Se ha cambiado
ahora a una camiseta blanca y pantalones vaqueros, todo chico malo y humeante.
Vaya.

—Buenas noches, señorita Gilbert —murmura, y se inclina para besarme—.
Felicitaciones por tu ascenso. —Él envuelve sus brazos alrededor de mí. Huele
delicioso.

—Te has duchado.

—Acabo de tener una sesión de ejercicio con Claude.

—Ah.

—Logré derribarlo sobre su trasero dos veces. —Damon destella, todo juvenil y
satisfecho de sí mismo. Su sonrisa es contagiosa.

—¿Eso no sucede a menudo?

—No. Es muy satisfactorio cuando sucede. ¿Hambrienta?

Niego con la cabeza.

—¿Qué? —Me frunce el ceño.

—Estoy nerviosa. Acerca del Dr. Flynn.

—Yo también. ¿Cómo estuvo tu día? —Él me libera, y le doy un breve resumen.

Escucha atentamente.

—Eh… hay una cosa más que debo decirte —agrego—. Iba a almorzar con Mia,
supuestamente.

Levanta las cejas, sorprendido.

—Nunca mencionaste eso.

—Lo sé, lo olvidé. No pude ir debido a la reunión, y Ethan la llevó a almorzar en
mi lugar.
Su rostro se oscurece.

—Ya veo. Deja de morderte el labio.

—Voy a refrescarme —le digo cambiando de tema y girándome para retirarme
antes de que pueda reaccionar más.

*  *  *

El trayecto en auto desde el apartamento de Damon hasta la oficina del Dr. Flynn
es corto. Muy útil, medito, para sesiones de emergencia.

—Usualmente corro de casa hasta aquí —dice Damon mientras estaciona mi
Saab—. Este es un gran auto. —Me sonríe.

—También, lo creo. —Sonrío de vuelta—. Damon… yo… —Miro ansiosamente
hacia él.

—¿Qué es Lena?

—Toma. —Saco la pequeña caja de regalo negra de mi bolso—. Esto es para ti por
tu cumpleaños. Quería dártelo ahora… pero solo si prometes no abrirlo hasta el
sábado, ¿está bien?
Parpadea en sorpresa y traga.

—Está bien —murmura cautelosamente.

Tomando un profundo suspiro, se lo entrego, ignorando su expresión de
desconcierto. Él sacude la caja, y produce un satisfactorio ruido. Frunce el ceño. Sé
que está desesperado por ver lo que contiene. Entonces sonríe, sus ojos se
encienden con entusiasmo juvenil. Oh cielos… él luce de su edad y tan hermoso.

—No puedes abrirlo hasta el sábado —le advierto.

—Lo entiendo —dice—. ¿Por qué estás dándome esto ahora? —Lo empuja dentro
del bolsillo de su chaqueta azul de rayas, cerca de su corazón.
Cuán apropiado, pienso. Sonrío hacia él.

—Porque puedo, Sr. Salvatore.

Su boca se tuerce con una diversión irónica.

—Veo, señorita Gilbert, que robo mi línea.

Somos recibidos en la suntuosa oficina del Dr. Flynn por una animada y amistosa
recepcionista. Ella saluda a Damon cariñosamente, un poco demasiado cariñosa
para mi gusto… por Dios, ella es lo suficiente vieja para ser su madre, y él sabe su
nombre.

La habitación es sobria: de un verde pálido con dos sofás de color verde oscuro que
se enfrentan a dos sillas de cuero, y tiene un atmosfera de club de caballeros. El Dr.
Flynn está sentado en el escritorio al final de la habitación.

Mientras entramos, se levanta y camina hacia nosotros a la sala de estar. Lleva
pantalones negros y una camisa azul claro con el cuello abierto… sin corbata. Sus
brillantes ojos azules no parecen perderse nada.

—Damon. —Sonríe de manera amistosa.

—John. —Damon sacude la mano de John—. ¿Recuerdas a Elena?

—¿Cómo podría olvidarla? Elena, bienvenida.

—Lena, por favor —mascullo mientras él sacude mi mano firmemente. Me encanta
su acento inglés.

—Lena —dice amablemente, dirigiéndose con nosotros hacia el sofá.

Damon señala uno de ellos para mí. Me siento, tratando de lucir relajada,
descansando mi mano en el reposa brazos del sofá, y él se extiende en el sofá al
lado de mí de manera que estamos en un ángulo recto el uno del otro. Una mesa
pequeña con una lámpara simple está entre nosotros. Noto con interés una caja de
pañuelos al lado de la lámpara.

Esto no es lo que esperaba. Tenía en mi mente una imagen con una habitación
completamente blanca y un chaise longue negro de cuero; mi Diosa interna se
habría sentido más en casa entonces.


Luciendo relajado y en control, el Dr. Flynn toma asiento en una de las sillas y
toma un bloc de notas de cuero. Damon cruza las piernas, su tobillo descansando
en su rodilla, y extiende su brazo a lo largo de la parte trasera del sofá,
alcanzándome a través de este con su otra mano, encuentra mi mano en el reposa
brazos y me da una apretón tranquilizador.

—Damon ha solicitado que lo acompañes en una de nuestras sesiones             —
comienza el Dr. Flynn gentilmente—. Solo para que sepas, tratamos estas sesiones
con absoluta confidencialidad…

Levanto mi ceja a Flynn, deteniéndolo a mitad de discurso.

—Oh… um… he firmado un CDC —murmuro, avergonzada que él se haya
detenido. Ambos Flynn y Damon me miran y Damon suelta mi mano.

—¿Un contrato de confidencialidad? —La frente del Dr. Flynn se arruga, y mira
curiosamente a Damon.
Damon se encoge de hombros.

—¿Empiezas todas tus relaciones con mujeres con un CDC? —le pregunta el Dr.
Flynn.

—Con las contractuales, lo hago.

El Dr. Flynn crispa los labios.

—¿Has tenido otro tipos de relaciones con mujeres? —pregunta, y él luce
divertido.

—No —responde Damon después de un segundo, y él también luce divertido.

—Como pensé. —El Dr. Flynn regresa su atención a mí—. Bueno, supongo que no
tenemos que preocuparnos sobre confidencialidad, pero, ¿puedo sugerir que los
dos discutan esto en algún momento? Como tengo entendido, tú no entras ya en
ese tipo de relación contractual.

—Espero, un diferente tipo de contrato —dice Damon suavemente, mirándome.
Me sonrojo y el Dr. Flynn estrecha sus ojos.

—Lena, tendrás que perdonarme, pero probablemente sé mas sobre ti de lo que
crees. Damon ha estado muy comunicativo.
Miro nerviosamente a Damon. ¿Qué ha dicho él?

—¿Un CDC? —continúa—. Eso debió sorprenderte.

Parpadeo hacia él.

—Oh, creo que la sorpresa de eso ha palidecido en insignificancia, dado las
revelaciones más recientes de Damon —respondí, mi voz suave y dudosa. Sueno
tan nerviosa.

—Estoy seguro. —El Dr. Flynn sonríe gentilmente—. Así que, Damon, ¿qué te
gustaría discutir?

Damon se encoge de hombros como un malhumorado adolescente.

—Elena quería verte. Quizás deberías preguntarle a ella.

El rostro del Dr. Flynn muestra su cara de sorpresa una vez más, y me mira con
astucia.
Mierda. Esto es mortificante, miro abajo hacia mis dedos.

—¿Estarías más cómoda si Damon nos deja por un momento?

Mis ojos se dirigen a Damon y él me está mirando expectante.

—Sí —susurro.

Damon frunce el ceño y abre la boca pero la cierra otra vez rápidamente y se
pone de pie en un suave y grácil movimiento.

—Estaré en la sala de espera —dice, su boca en una línea dura, malhumorada.

Oh no.

—Gracias, Damon —dice el Dr. Flynn impasible.


Damon me da una larga mirada buscando algo, luego camina molesto fuera de la
habitación, pero no golpea la puerta. Al menos. Inmediatamente me relajo.

—¿Él te intimida?

—Sí, pero no tanto como solía hacerlo. —Me siento desleal pero es la verdad.

—Eso no me sorprende, Lena. ¿Con qué te puedo ayudar?

Miro hacia abajo a los nudillos de mis dedos. ¿Qué puedo preguntar?

—Dr. Flynn yo nunca antes he estado en una relación, y Damon es… bueno,
Damon. Y la última semana más o menos, una gran cantidad de cosas han
pasado. No he tenido la oportunidad de pensar bien las cosas.

—¿Sobre qué necesitas pensar?

Levanto la mirada hacia él, y su cabeza esta ladeada a un lado mientras me mira
con compasión, creo.

—Bueno… Damon me dice que él está feliz de renunciar… er… —Tropiezo y me
detengo. Esto es mucho más difícil de lo que había imaginado.
El Dr. Flynn suspira.

—Lena, en el muy limitado tiempo que lo has conocido, has hecho más progreso
con mi paciente de lo que yo he hecho en los últimos dos años. Tienes un profundo
efecto en él. Debes de ver eso.

—Él también tiene un profundo efecto en mí, solo que no sé si soy suficiente para
llenar sus necesidades —susurro.

—¿Es eso lo que necesitas de mí? ¿Seguridad?

Asiento.

—Las necesidades cambian —dice simplemente—. Damon se ha encontrado en
una situación donde sus métodos para arreglárselas ya no son efectivos. Muy
simple, tú lo forzaste a confrontar algunos de sus demonios y a reconsiderar las
cosas.

Parpadeo hacia él. Esto es lo mismo que Damon me ha dicho.

—Sí, sus demonios —murmuro.

—No hay que insistir en ellos… están en el pasado. Damon sabe cuáles son sus
demonios, así como yo… y ahora estoy seguro que tú también. Estoy mucho más
preocupado con el futuro y conseguir que Damon este en el lugar donde él
quiere estar.

Frunzo el ceño y el levanta una ceja

—El termino técnico es TCSB… lo siento. —Sonríe—. Eso significa Terapia
Centrada en Soluciones Breves. Esencialmente es orientada a objetivos. Nos
concentramos en donde Damon quiere estar y cómo lograr que llegue ahí. Es un
método dialéctico. No hay ningún punto en darse golpes de pecho sobre el
pasado… todo eso ha sido tratado por cada médico, psicólogo, y siquiatra que
Damon haya visto. Sabemos por qué es de la manera que es, pero es el futuro lo
que importa. Dónde Damon se ve, dónde quiere estar. El que tú te fueras logró
que él se diera cuenta y tomara en serio esta terapia. Se dio cuenta que su objetivo
es una relación amorosa contigo. Es así de simple, y eso es en lo que hemos estado
trabajando hasta ahora. Por supuesto ahí hay algunos obstáculos… por ejemplo su
haphephobia.

Oh Jesús… ¿Su qué? jadeo.

—Lo siento. Quiero decir su miedo de ser tocado —dice el Dr. Flynn, sacudiendo
su cabeza como si estuviera regañándose—. Lo que estoy seguro estás al tanto.

Me sonrojo y asiento. ¡Oh eso!

—Él tiene un mórbido auto-desprecio. Estoy seguro que eso no es una sorpresa
para ti. Y por supuesto también esta su parasomnia… um… lo siento terrores
nocturnos, para las personas sin lenguajes técnicos.

Parpadeo, tratando de absorber todas esas palabras largas. Sé sobre todas estas
cosas. Pero Flynn no ha mencionado mi principal preocupación.


—Pero él es un sádico, seguramente, como tal, tiene sus necesidades las cuales yo
no puedo llenar.
El Dr. Flynn en realidad pone los ojos en blanco, y su boca se presiona en una dura
línea.

—Eso ya no es reconocido como un término psiquiátrico. No sé cuantas veces
tengo que decirle eso a él. Ya ni siquiera es clasificado como una paraphilia, no
desde los noventa.

El Dr. Flynn me ha perdido otra vez. Parpadeo hacia él. Y él sonríe gentilmente.

—Esta es una manía mía. —Sacude la cabeza—. Damon solo piensa lo peor de
cualquier situación. Es parte de su auto-desprecio. Por supuesto, existe una cosa
como el sadismo sexual, pero no es una enfermedad; es un estilo de vida. Y si es
practicada con seguridad, en una relación por adultos sanos y con el
consentimiento de ambos, entonces no hay ningún problema. Mi entendimiento es
que Damon ha llevado todas las relaciones de sus BDSM de esta manera. Tú eres
la primera amante que no lo ha consentido, así que él está dispuesto a no hacerlo.
¡Amante!

—Pero seguramente no es tan simple.

—¿Por qué no? —El Dr. Flynn se encoge de hombros con buen humor.

—Bueno… por las razones que lo hace.

—Lena, ese es el punto. En términos de terapia centrada en soluciones. Es así de
simple. Damon quiere estar contigo. Ahora, para hacer eso, él necesita renunciar
a los aspectos más extremos de ese tipo de relación. Después de todo, lo que tú le
estas pidiendo no es irrazonable… ¿Lo es?
Me sonrojo. No, no es irrazonable, ¿lo es?

—No lo creo. Pero estoy preocupada que él sí lo piense,

—Damon reconoce eso y ha actuado correctamente. Él no está loco. —Él Dr.
Flynn suspira—. En pocas palabras, no es un sádico, Lena. Él es un enojado,
 asustado, y brillante joven, que recibió unas cartas de mierda cuando nació. Todos
podemos darnos golpes de pecho sobre eso, y analizar, el quién, el cómo y el por
qué hasta morir… o Damon puede seguir adelante y decidir cómo quiere vivir.
Él encontró algo que funcionaba por unos años, más o menos. Pero desde que te
conoció, no le funcionó más. Y como consecuencia, está cambiando su modus
operandi. Tú y yo tenemos que respetar su decisión y apoyarlo.
Lo miro con la boca abierta.

—¿Esa es mi seguridad?

—Tan bien como suena Lena. No hay garantías en esta vida. —Él sonríe—. Y esa es
mi opinión profesional.

Sonrío débilmente también. Doctor Bromas… por Dios.

—Pero él piensa en sí mismo como un alcohólico en recuperación.

—Damon siempre pensará lo peor de sí mismo. Como he dicho, es parte de su
auto-desprecio. Eso es lo real, no importa qué. Naturalmente está ansioso sobre
hacer estos cambios en su vida. Se está exponiendo potencialmente a un completo
mundo emocional de dolor, que, incidentemente, ha tenido una probada cuando lo
dejaste. Como es de esperar está un poco aprehensivo. —Dr. Flynn hace una
pausa—. Mi intención no es estresarte sobre cuán importante es el rol que tienes en
su conversión… en su camino al cambio. Pero lo tienes. Damon no estaría en este
lugar si no te hubiera conocido. Personalmente no creo que la analogía del
alcohólico es muy buena, pero si funciona para él ahora, entonces creo que
deberíamos darle el beneficio de la duda.

Darle a Damon el beneficio de la duda. Frunzo el ceño al pensamiento.

—Emocionalmente, Damon es un adolescente Lena. Él saltó esa fase en su vida
totalmente. Ha canalizado toda su energía a través de su exitoso mundo de
negocios, y tiene todas las expectativas. Su mundo emocional tiene que ponerse al
día.

—Así que, ¿cómo lo ayudo?

El Dr. Flynn se ríe.

—Solo sigue haciendo lo que estás haciendo. —Sonríe hacia mí—. Damon esta de
cabeza. Es entretenido de ver.

Me sonrojo, y mi Diosa interior se está abrazando con alegría, pero algo me
molesta.

—¿Puedo preguntarte algo más?

—Por supuesto.

Tome un profundo respiro.

—Parte de mí piensa que si él no estuviera así de roto no… me querría.

Las cejas del Dr. Flynn se disparan en sorpresa.

—Eso es algo muy negativo para decir de ti misma Lena. Y francamente dice más
sobre ti de lo que dice de Damon. Allí no se trata de él con su auto-desprecio,
pero estoy sorprendido con ello.

—Bueno, mírelo a él… y luego míreme a mí.

El Dr. Flynn frunce el ceño.

—Lo he hecho. Veo a un atractivo joven, y veo a una atractiva mujer. Lena, ¿Por
qué no piensas en ti como alguien atractiva?

Oh no… no quiero que esto sea acerca de mí. Me quedo mirando mis dedos. Hay
un toque en la puerta que me hace saltar. Damon regresa a la habitación,
mirándonos a los dos. Me sonrojo y miro rápidamente a Flynn. Que está sonriendo
indulgentemente a Damon.

—Bienvenido de nuevo, Damon —dice.

—Creo que el tiempo se ha acabado, John.

—Casi, Damon. Únete a nosotros.

Damon se sienta, a mi lado esta vez, y pone su mano posesivamente en mi
rodilla. Su acción no pasa desapercibida para el Doctor Flynn.

—¿Tienes alguna otra pregunta, Lena? —pregunta el doctor Flynn y su
preocupación es obvia. Mierda… No debería haber hecho esa pregunta. Sacudo mi
cabeza.

—¿Damon?

—No hoy, John.

Flynn asiente.

—Puede ser beneficioso para los dos volver. Estoy seguro de que Lena tendrá más
preguntas.

Damon asiente, renuente.
Me sonrojo. Mierda… Él quiere hurgar. Damon agarra mi mano y me mira
atentamente.

—¿Bien? —pregunta suavemente.

Le sonrío, asintiendo. Sí, vamos a ir por el beneficio de la duda, cortesía del buen
doctor de Inglaterra.

Damon aprieta mi mano y se da la vuelta hacia Flynn.

—¿Cómo está ella? —pregunta suavemente.
¿Yo?

—Lo conseguirá allá —dice en modo tranquilizador.

—Bien. Mantenme actualizado con su progreso.

—Lo haré.

Santa mierda. Están hablando sobre Leila.

—¿Deberíamos salir y celebrar tu ascenso? —me pregunta Damon
deliberadamente.

Asiento tímidamente mientras Damon se pone de pie.
Decimos nuestros rápidos adioses al Doctor Flynn, y Damon me conduce fuera
con indecorosa prisa.

*  *  *

En la calle, se da la vuelta hacia mí.

—¿Cómo ha sido eso? —Su voz está ansiosa.

—Estaba bien.

Me mira sospechosamente. Ladeo mi cabeza a un lado.

—Señor Salvatore, por favor no me mire de esa forma. Bajo las órdenes del doctor le
voy a dar el beneficio de la duda.

—¿Qué significa eso?

—Ya verás.

Su boca se tuerce y sus ojos se estrechan.

—Entra en el auto —me ordena mientras abre la puerta del pasajero del Saab.
Oh, cambio de dirección. Mi BlackBerry vibra. Lo saco de mi bolso.
¡Mierda, Stefan!

—Hola.

—Lena, hola…

Miro fijamente a Cincuenta, quien me está mirando sospechosamente.


—Stefan —vocalizo hacia él. Me mira sin inmutarse, pero sus ojos se endurecen.
¿Cree que no me doy cuenta? Vuelvo mi atención a Stefan otra vez.

—Siento no haberte llamado. ¿Es sobre mañana? —preguntó a Stefan, pero miro a
Damon.

—Sí, escucha… hablé con un tipo en la casa de Salvatore, así que sé dónde voy a enviar
las fotos, y debería llegar entre las cinco y las seis… Después de eso, estoy libre.
Oh.

—Bueno, la verdad es que estoy con Damon en este momento, y si quieres, dice
que te puedes quedar en su casa.

Damon aprieta su boca en una dura línea. Hmm, menudo anfitrión está hecho.
Stefan está callado un momento, absorbiendo esta noticia. Me encojo. No he tenido
oportunidad de hablarle sobre Damon.

—Bien —dice finalmente—. Esta cosa con Salvatore, ¿es seria?

Le doy la espalda al auto y ando al otro lado de la acera.

—Sí.

—¿Cuán serio?

Pongo los ojos en blanco y paro. ¿Por qué tiene Damon que estar escuchando?

—Serio.

—¿Está ahora contigo? ¿Por eso estás hablando en monosílabos?

—Sí.

—De acuerdo. ¿Tienes permitido salir mañana?

—Claro que lo tengo permitido. —Espero. Automáticamente cruzo los dedos.

—Así que, ¿dónde quedamos?

—Podrías recogerme del trabajo —ofrezco.

—Está bien.

—Te enviaré la dirección por mensaje.

—¿Qué hora?

—¿Di seis?

—Claro. Te veré entonces, Lena. Estoy deseándolo. Te echo de menos.
Sonrío.

—Genial. Te veré entonces.

Apago el móvil y me doy la vuelta.

Damon está inclinado contra el auto mirándome cuidadosamente, su expresión
imposible de leer.

—¿Cómo está tu amigo? —pregunta fríamente.

—Está bien. Me va a recoger del trabajo, y creo que iremos a tomar algo. ¿Te
gustaría unírtenos?

Damon duda, sus ojos grises fríos.

—¿No crees que intentará algo?

—¡No! —Mi tono es exasperado, pero me abstengo de poner los ojos en blanco.

—Está bien. —Damon sube las manos en derrota—. Sales con tu amigo, y te veo
más tarde por la noche.

Estaba esperando una pelea, y su fácil consentimiento me desconcierta.

—¿Ves? Puedo ser razonable. —Sonríe con suficiencia.

Mi boca se tuerce. Eso ya lo veremos.

—¿Puedo conducir?

Damon parpadea hacia mí, sorprendido por mi petición.


—Preferiría que no lo hicieras.

—¿Por qué, exactamente?

—Porque no me gusta que me lleven.

—Lo soportaste esta mañana, y pareces tolerar que Niklaus te lleve.

—Confío en la conducción de Niklaus incondicionalmente.

—¿Y no la mía? —Pongo mis manos en mis caderas—. Honestamente, tu obsesión
por el control no conoce límites. He estado conduciendo desde que tenía quince
años.

Se encoge de hombros en respuesta, como si eso no tuviese importancia en
absoluto. Oh, ¡es tan exasperante!
¿Beneficio de la duda? Bueno, que se joda.

—¿Es éste mi coche? —pregunto.

Frunce el ceño hacia mí.

—Claro que es tu coche.

—Entonces dame las llaves, por favor. Lo he conducido dos veces, y solo para ir y
volver del trabajo. Te estás llevando toda la diversión. —Estoy en modo pucheros
completamente.

Los labios de Damon se mueven con una sonrisa reprimida.

—Pero no sabes a dónde vamos.

—Estoy segura de que puedes iluminarme, señor Salvatore. Has hecho un gran trabajo
hasta ahora.

Me mira asombrado y después sonríe, su nueva sonrisa tímida que me desarma
completamente y me deja sin respiración.

—Gran trabajo, ¿eh? —murmura.

Me sonrojo.

—La mayor parte, sí.

—Bueno, en ese caso. —Me da las llaves, da la vuelta hasta la puerta del conductor,
y la abre para mí.

*  *  *

—Izquierda aquí —ordena Damon, y nos dirigimos norte hacia la I-5—.
Demonios, suavemente, Lena. —Se sujeta del tablero.
Oh, por todos los cielos. Pongo los ojos en blanco, pero no me giro para mirarlo.
Van Morrison canta con voz suave de fondo a través del sistema de sonido del
coche.

—¡Frena!

—¡Estoy frenando!

Damon suspira.

—¿Qué ha dicho Flynn? —Oigo su ansiedad en su voz.

—Te lo he dicho. Dice que debería darte el beneficio de la duda. —Maldición,
quizás debería haber dejado a Damon conducir. Entonces le podría mirar. De
hecho… señalo para parar el coche.

—¿Qué estás haciendo? —replica, alarmado.

—Dejándote conducir.

—¿Por qué?

—Para poder mirarte.
Ríe.

—No, no, querías conducir. Así que, tú conduces, y yo te miro.

Le miro con el ceño fruncido.

—¡Mantén tus ojos en la carretera! —grita.

Mi sangre hierve. ¡Bien! Paro en la cuneta justo antes de un semáforo y salgo
furiosa del coche, dando un portazo, y me quedo de pie en la acera, los brazos
cruzados, lo miro. Él sale del coche.

—¿Qué estás haciendo? —pregunta enfadado, mirándome fijamente.

—No. ¿Qué estás tú haciendo?

—No puedes estacionar aquí.

—Lo sé.

—¿Entonces por qué lo has hecho?

—Porque me he cansado de tus órdenes ladradas. ¡O conduces o te callas sobre mi
conducción!

—Elena, entra en el coche antes de que consigamos una multa.

—No.

Parpadea hacia mí, perdido completamente, después pasa sus manos por su
cabello, y su enfado se convierte en desconcierto. Es tan cómico de repente, y no
puedo evitar sonreírle. Frunce el ceño.

—¿Qué? —dice bruscamente una vez más.

—Tú.

—¡Oh, Elena! Eres la mujer más frustrante del planeta. —Lanza sus manos al
aire—. Bien, conduciré yo.

Agarro los bordes de su chaqueta y lo empujo hacia mí.

—No, tú eres el hombre más frustrante del planeta, señor Salvatore.


Me mira, sus ojos oscuros e intensos, enreda sus brazos alrededor de mi cintura y
me abraza, sujetándome cerca.

—Puede que estemos hechos el uno para el otro entonces —dice suavemente e
inhala profundamente, su nariz en mi cabello. Envuelvo mis brazos a su alrededor
y cierro los ojos. Por primera vez desde esta mañana, siento cómo me relajo.

—Oh… Lena, Lena, Lena —respira, sus labios presionados contra mi cabello. Aprieto
mis brazos a su alrededor, y nos quedamos de pie, inmóviles, disfrutando un
momento de inesperada tranquilidad, en la calle. Soltándome, abre la puerta del
pasajero. Entro y me siento en silencio, mirándolo dando la vuelta al coche.
Volviendo a encender el coche, Damon sale al tráfico, tarareando distraídamente
con Van Morrison.

Whoa. Nunca lo he escuchado cantar, ni siquiera en la ducha, nunca. Frunzo el
ceño. Tiene una voz preciosa, por supuesto. Hmm… ¿me ha escuchado cantar?
¡No te estaría pidiendo que te casaras con él si lo hubiera hecho! Mi subconsciente tiene
sus brazos cruzados y está llevando Burberry a cuadros… caray. La canción
termina y Damon sonríe con suficiencia.

—Sabes, si hubiésemos conseguido una multa, el coche está a tu nombre.

—Bueno, es algo bueno que me hayan ascendido, puedo permitírmelo —digo con
suficiencia, observando su adorable perfil. Sus labios se mueven… Otra canción de
Van Morrison empieza a reproducirse mientras coge la vía de acceso a la I-5,
dirigiéndose al norte.

—¿A dónde vamos?

—Es una sorpresa. ¿Qué más dijo Flynn?
Suspiro.

—Habló sobre FFFSTB o algo.

—STBT. La última opción terapéutica —murmura.

—¿Has probado otras?

Damon bufa.

—Nena, he estado sometido a todas ellas. Cognitivismo, Freud, funcionalismo,
Gestalt, conductismo… Lo nombras, a lo largo de los años lo he hecho —dice y su
tono traiciona su amargura. El rencor en su voz es angustiante.

—¿No crees que este último acercamiento vaya a ayudar?

—¿Qué dijo Flynn?

—Dijo que no escarbara en tu pasado. Que te concentraras en el futuro, donde
quieras estar.

Damon asiente pero se encoge de hombros a la vez, su expresión cuidadosa.

—¿Qué más? —insiste.

—Habló sobre tu miedo a ser tocado, aunque lo llamó de otra manera. Y sobre tus
pesadillas y tu auto aborrecimiento. —Lo miro, y en la luz de la tarde, está
pensativo, mordiéndose la uña del pulgar mientras conduce. Me mira
rápidamente.

—Los ojos en la carretera, señor Salvatore —lo amonesto, mi ceja levantada hacia él.

Parece divertido, y ligeramente exasperado.

—Has estado hablando con él eternamente, Elena. ¿Qué más dijo?
Trago.

—No cree que seas un sádico —susurro.

—¿De verdad? —dice Damon en voz baja y frunce el ceño. La atmósfera en el
coche desciende en picado.

—Dice que el término no está reconocido en psiquiatría. No desde los noventa —
murmuro, rápidamente intentando rescatar el ánimo entre nosotros.

La cara de Damon se oscurece, y exhala lentamente.

—Flynn y yo tenemos opiniones discrepantes en eso —dice en voz baja.


—Dice que siempre piensas lo peor de ti mismo. Sé que eso es verdad                —
murmuro—. También mencionó sadismo sexual, pero dijo que eso era una elección
de estilo de vida, no una condición psiquiátrica. Puede que eso sea sobre lo que
estás pensando.

Sus ojos grises van hacia mí otra vez, y su boca se asienta en una línea sombría.

—Así que… una charla con el buen doctor y eres una experta —dice ácidamente y
gira sus ojos al frente.

Oh querido… Suspiro.

—Mira, si no quieres escuchar lo que ha dicho, no me preguntes —murmuro
suavemente.

No quiero discutir. De todos modos él está en lo cierto, ¿qué demonios sé yo sobre
toda esa mierda? ¿Quiero siquiera saber? Puedo hacer una lista con sus puntos
salientes, su obsesión por el control, su posesividad, sus celos, su sobreprotección,
y comprendo completamente de dónde viene. Puedo incluso entender por qué no
quiere ser tocado, he visto las cicatrices físicas. Solo puedo imaginar las mentales, y
sólo he echado un vistazo a sus pesadillas una vez. Y el doctor Flynn dijo…

—Quiero oír lo que discutieron —Damon interrumpe mis pensamientos mientras
sale de la I-5 en la salida 172, dirigiéndose al oeste hacia el sol que se está
hundiendo lentamente.

—Me llamó tu amante.

—¿Lo hizo? —Su tono es reconciliador—. Bueno, no es nada sino fastidioso en esos
temas. Creo que esa es una descripción acertada. ¿No lo crees?

—¿Pensabas en tus sumisas como amantes?

La frente de Damon se arruga una vez más, pero esta vez está pensando. Gira el
Saab suavemente al norte otra vez. ¿A dónde vamos?

—No. Eran compañeras sexuales —murmura, su voz cuidadosa otra vez—. Eres
mi única amante. Y quiero que seas más.
 
Oh… ahí está esa palabra mágica otra vez, rebosante de posibilidades. Me hace
sonreír, y por dentro me abrazo a mí misma, mi Diosa interior irradiando alegría.

—Lo sé —susurro, intentando mucho esconder mi entusiasmo—. Sólo necesito un
poco de tiempo, Damon. Para entender estos últimos pocos días.

Me mira extrañamente, perplejo, su cabeza inclinada a un lado.
Después de un latido, el semáforo en el que estábamos parados se vuelve verde. Él
asiente y sube el volumen de la música, y nuestra conversación se ha acabado.
Van Morrison está todavía cantando, más optimistamente ahora, sobre ser una
noche maravillosa para bailar a la luz de la luna. Miro por la ventana a los pinos y
los abetos espolvoreados de oro por la luz que se desvanece del sol, sus largas
sombras estirándose a través de la carretera. Damon ha entrado en una calle más
residencial, y estamos dirigiéndonos al oeste hacia el Sound.

—¿A dónde vamos? —pregunto otra vez mientras gira en la carretera. Capto una
señal de tráfico, 9th Ave NW. Estoy perpleja.

—Sorpresa —dice y sonríe misteriosamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Post Relacionados

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...