-Bueno linda ya estoy aquí para servirte, mi nombre
es Jonathan ¿es la primera vez que vienes, verdad?
-Sí, me gustaría cambiar, la verdad y no seguir
teniendo la apariencia de una niña.
-Oh ya veo, hay un chico de clase que te gusta y
quieres que se fije en ti ¿verdad?
Yo me sonrojé
-No te preocupes no eres la primera ni la última,
además eres hermosa, asique tengo poco trabajo contigo-dijo riéndose-
-Jonathan otra vez cotilleando, cotorra-le dijo otro
chico-
-Venga Sam no seas así, solo quiero que se sienta a
gusto, o acaso es que ¿le tienes celos?
-No Jonathan yo confió en ti, sino no saldría
contigo-dijo guiñándome un ojo-
-Bien pues vamos a ver qué look te sienta mejor….ya
lo tengo, ¿confías en mí?
-Claro, sorpréndeme-dije riéndome-
-Perfecto, pero antes quiero que te pongas algo de
esa ropa nueva que has comprado.
-Ok, ahora vuelvo voy a cambiarme.
Decidí ponerme unos short vaqueros y una camiseta de
mangas ¾ regulable color violeta acompañados con unos zapatos con un poco de
tacón vaqueros.
-Ya estoy lista-dije saliendo del baño-
-Guau nena, estás hermosa con esa ropa y cuando haga
mi magia estarás fantástica.
Primero me lavó la cabeza, después me puso algo de
color rojo en ella, y una hora después me empezó a cortar el pelo y a secarlo.
-Bueno hermosa ya estás lista-dijo echándome laca-
-¿Puedo verme?
-Claro
Le dio la vuelta a la silla y ante mí apareció una
chica hermosa, con un pelo brillante de un tono rojizo que me hacía ver
increíble.
-Y bien ¿qué te parece?
-Me encanta Jonathan, eres increíble
-De nada es mi trabajo
-Ven mírate de cuerpo entero y ves el cambio
completo
Cuando lo hice me impacté ya que la persona que me
mostraba el espejo no se parecía en nada a la chica que entró. Me despedí de Jonathan
con la promesa de volver a verlo y ahora sí di por terminado el día de compras,
nada más salir de la peluquería la gente se quedaba mirándome, los hombres con
asombro y las mujeres con envidia, por una vez me sentía realmente hermosa y
eso me gustaba.
Cuando llegué al parking dejé las cosas en los
asientos y el maletero y salí dirección a casa, ya que había pasado toda la
mañana de compras. Por el camino paré en una tienda de comida chatarra y seguí
mi camino de vuelta a casa.
Cuando llegué a casa estacioné y saqué las cosas del
maletero, en un principio pensé que no había nadie en casa, pero al entrar me
encontré a Alia, Dylan y Peter en el salón, mientras mi padre o mi madre se
escuchaban por la cocina.
-Ya estoy en casa-dije dejando las cosas en la
entrada-
-Que bien hija pensé que te había pasado….-empezó mi
padre cuando se calló-
-¿Ellen?-dijo asombrado-
-Sí, papá soy yo
-Bruce ¿qué pasa?-preguntó mi madre-
-Ellen estás hermosa, pero mírate vas a volver locos
a los chicos de clase cuando te vean mañana.
-¿Qué pasa?-preguntó mi hermano asomando la cabeza
al recibidor, de donde no había pasado-
-Pero… ¿qué diablos te has hecho? no pensarás ir con
esa ropa a clase ¿no?
-Dylan claro que voy a ir así, de eso trata mi
cambio-dije riéndome-o es que no me veo bien.
-Estás increíble y es por eso por lo que lo digo, si
antes le tenía que quitar de encima a Alia los moscones, ahora que tú vas a ir
así más aún, tendré el doble de trabajo-dijo algo enojado-
-No necesito que los espantes, sé defenderme yo
sola-dije enojada-
-Sí claro, por eso estuviste a punto de matarte hace
medio año
Eso realmente lo sentí como una enorme cachetada,
las lágrimas pronto empezaron a salir de mis ojos, nunca dejaría de echarme en
cara lo que pasó.
-Lo siento hermanita-dijo abrazándome-perdóname
No podía hablar por las lágrimas, además de que su
comentario todavía me dolía, si mi hermano nunca me perdonaba por lo que hice y
menos lo olvidaba ¿cómo lo iban a hacer los demás?
Me separé de él despacio y sin decir nada subí a mi
habitación, cerrando detrás de mí la puerta, cogí una camisa grande y unos
pantalones de algodón y me fui a la ducha, en ella me desahogué tranquila y
después de vestirme y quitarme el maquillaje que Jonathan me echó salí a mi
habitación donde me esperaba mi madre.
-Cielo ¿estás bien?-preguntó mi madre-
-Sí, no te preocupes.
-¿Realmente lo estás?
-Sí, cuando aparqué fuera me esperé alguna que otra
reacción parecida-dije sonriendo-
-Te sienta muy bien ese color de pelo y la ropa es
hermosa, seguro él se fijará en ti, si no lo hace es que es ciego y no te
merece-dijo abrazándome-
-Mamá no te preocupes vale, estoy bien, además esto
no lo he hecho por él, sino por mí, para sentirme bien conmigo misma.
-Sabes has madurado mucho desde lo ocurrido y eso me
alegra mucho hija.
-Gracias mamá, bueno estoy agotada, ¿me disculpas
con los demás?
-Claro hija, descansa-dijo besando mi frente-
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