Próximo Destino
Melisa POV
Nos
montamos en el taxi y seguimos el coche de Héctor, en cinco minutos habíamos
salido del centro de la zona residencial de Los Ángeles, para entrar a la parte
de la ciudad donde vivían las personas más ricas del país y del extranjero,
mirara donde mirara todo lo que nos rodeaba eran grandes mansiones, con amplios
césped, enormes piscinas y lujosos coches.
Dos
minutos de entrar a ese barrio Héctor se detuvo delante de una enorme mansión
blanca, con grandes jardines y una gran pista de tenis, además de un lugar preparado
en invierno para patinar, al lado de la puerta había un letrerito que ponía
“Familia Waldorf”.
-Guau,
¿aquí es donde vivíamos?-preguntaron, mientras yo pagaba el taxi-
-Sí
aunque, no la recuerdo tan imponente.
-Jolín,
aquí tuvimos que armar unas movidas grandes, cuando éramos pequeños.
-No,
yo me encargaba de que no hicierais nada de eso-dijo una mujer mayor, acercándose
a nosotros-
-¿Nana?
-Sí
mi niña, soy tu nana-dijo abriéndome los brazos-
-Oh
como te he extrañado.
-Yo
también os he echado de menos mi niña, te pareces tanto a tu madre.
-Eso
me han comentado.
-Bueno
chicos pasad y os enseño vuestra casa y a tu vieja amiga Melisa.
-¿Mi
vieja amiga?
-Sí,
la perrita que te regalaron tus padres, días antes de iros a esas dichosas vacaciones.
-¿Y
dónde está?
-¿Te
acuerdas de su nombre?
-Sí
-Pues
llámala, seguro que te reconoce.
-!!Luna¡¡-grite-
Nada
más gritar su nombre una preciosa Huskie siberiana, blanca con una mancha en
forma de luna en su oreja derecha, corría hacia mí. Cuando llegó a mi lado me
puse de rodillas y la acaricie, mientras observaba sus preciosos ojos azules.
-Hola
preciosa, cuánto tiempo sin verte.
-¿Esa
perra es tuya?
-No,
es nuestra y se vendrá con nosotros.
-Bueno
muchachos entrar que os enseñe la casa.
-Esto,
id vosotros, yo voy a dar una vuelta por aquí.
-Vale.
Empecé
a andar por el camino de arena que había por el césped, mientras Luna me seguía
rodeé la casa y empecé a recordar momentos felices de mi infancia con mis
padres.
“Flash Back”
Año
1997, yo tenía 9 años, era verano y como todos los días John y yo, salíamos
corriendo a la piscina con nuestro padre Charles, mientras que nuestra madre
cuidaba de Samuel que por entonces tenía dos años, ese día celebramos el
comienzo de nuestras vacaciones de verano, papá contrató payasos e invitó a
nuestros vecinos y a sus hijos, que tenían nuestra edad.
Ese día me lo pasé genial, tenía a mi mejor
amiga Lucy a mi lado y siempre jugábamos a las princesas, salimos de mi
habitación después de jugar un rato y fuimos con las coronas a la piscina, pero
como siempre mi hermano John y su amigo Zack nos empujaron a la piscina, mi
madre como siempre le regaño al igual que la madre de Zack y le obligaron a
pedirnos perdón, nosotras enfadadas le dijimos que no le perdonábamos hasta que
no hiciesen lo que
nosotras
queríamos.
Ellos a regañadientes aceptaron y como éramos
muy malas, pues les hicimos vestirse de princesitas y hacer un desfile de moda,
iban
hasta maquillados.
Zack
y mi hermano se mosquearon mucho y se querían vengar pero no funcionó, el amigo
de mi hermano tenía mi edad pero se comportaba como un niño pequeño, por eso se
llevaba tan bien con John, cuando estaban los dos juntos, siempre me hacían
rabiar pero mis venganzas y las de mi mejor amiga Lucy eran peores. Lucy era la
hermana melliza de Zack y siempre inventábamos algo para fastidiar a nuestros
hermanos. Pero esa felicidad se fue cuando después del verano Zack y Lucy junto
a su hermano mayor, se marcharon de la ciudad.
“Fin Flash Back”
-Qué
te pasa mi niña, ¿por qué lloras?
-Eh!
Nada recuerdos-dije limpiándome las lágrimas-
-Les
echas de menos ¿verdad?
-Todos
los días y ahora más, nana ¿tú sabías que mi madre estaba embarazada de
mellizos?
-Sí
mi niña, tus padres estaban muy felices con la llegada de los mellizos y tu mamá
estaba entusiasmada, porque decía que sería una niña y un niño.
-¿Cómo
podía estar tan segura si solo estaba de tres meses cuando murió?
-Porque
tu madre siempre ha acertado estas cosas, cuando se quedó embarazada de ti,
ella sabía que ibas a ser una niña y lo mismo pasó con tus hermanos, era como
un don para esas cosas,-incluso dijo que tú algún día le darías tres o cuatro
nietos maravillosos aunque ella no los conociese.
-¿Cómo?
¿Ella sabía que iban a morir?
-No,
pero ambos sabían que algo iba a cambiar en su vida y que tú te tendrías que
hacer cargo de tus hermanos, por eso me dijo días antes, que quería llamar a su
abogado para hacer cambios en su testamento para incluir a los mellizos.
-Pero
si sabía algo así, ¿por qué los puso si ni siquiera llegaron a nacer?
-Ella
quería que tú y tus hermanos se enterasen de que iban a tener unos hermanos, ya
que temía que ese verano pasase algo, ella quería que tuvieses algo de ellos y
por eso me entregó esto para ti-me dijo enseñándome el colgante favorito de mi
madre con dos pequeños corazones que tenían grabados dos iniciales-
-¿Qué
significan estas iniciales?
-Son
las iniciales de los nombres de tus hermanos Esperanza e Isaac
-Gracias,
por guardarlo tanto tiempo-dije dándole un beso-
-De
nada y ahora según me han dicho tus hermanos os queréis marchar de Los Ángeles
¿no?
-Sí,
nana ¿sabes a dónde nos íbamos de vacaciones, el año del accidente?
-Sí,
os ibais a Washington tenéis allí una casa de campo, donde vivían tus antepasados
si quieres saber cosas de tu familia ve allí y pregunta por Sara Clear, ella
conocía a tus padres desde pequeña y también conoció a tu abuelo.
-¿Ella
conocía a mi madre y a mi padre?
-Sí
fueron compañeros en el instituto, tu padre era el padrino de su hija Trisa, ella
es un año mayor que tú, siempre estabais juntas según me decía tu madre, y
decíais que erais primas y hermanas.
-¿Valla
ese pueblo se llama Coos Bay?
-Sí,
pero eso ya te lo dijo Héctor
Yo
asentí con la cabeza y me levante del césped.
-Entonces,
iremos a Coos Bay.
-Espera,
antes de que os valláis quiero darte este par de llaves son del coche de tu
madre y este papel me lo dieron por el seguro de tu padre, en el cúal podéis
elegir el coche que queráis.
-Gracias,
nana me gustaría ver mi habitación y la de mis padres ¿puedo?
-Claro,
esta es tu casa y no tienes que pedirme permiso para nada-me dijo mientras me
guiaba dentro de la casa-
-Todo
está como lo dejamos aquel día ¿verdad?-dije al pasar por el salón dónde
estaban tirados unos peluches encima del enorme sofá-
-Sí,
no quisimos tocar nada.
Subimos
a la segunda planta y abrí la tercera puerta a la izquierda, que me conducía a
mi enorme habitación.
La
habitación era de color azul claro, llena de póster de cantantes y de países a
dónde fui con mis padres de vacaciones, tenía un armario enorme con vestidor,
un balcón con vistas a una playa
privada
y a la piscina y junto al vestíbulo, un piano negro de cola, en el que mi madre
me enseño a tocar.
Después
de estar un rato en mi habitación, fui a la de mis padres y nada más entrar mis
ojos se llenaron de lágrimas reviviendo aquel fatídico día dónde los perdí para
siempre. El armario estaba abierto, las zapatillas de estar por casa de mis
padres estaban junto a la cama, el bote de colonia favorito de mi madre estaba
abierto como aquel día y sus pendientes favoritos estaban encima de su mesita
de noche.
Miré
a mi nana y ella se acercó a mí, la cual me había dejado sola todo este tiempo.
-Nana
-Dime
mi niña.
-Quiero
que todo esto lo sigan cuidando y limpiando y por favor, todas las cosas de
valor de mis padres, me gustaría que me las dieses, es lo único que me queda de
ellos, además de las viviendas y el dinero por ahora me llevaré los pendientes
y el pilla-corbatas de mi padre. Cuando esté todo ¿me lo puedes enviar a la
casa de campo de Coos Bay, como frágil y urgente? Por favor.
-Claro
mi niña, te lo enviaré todo al igual que los coches y a Luna.
-Gracias
nana.
Bajamos
al piso de abajo dónde me esperaban intrigados mis hermanos y a la vez tristes.
-¿Bueno
chicos nos vamos?
-¿Claro
pero a dónde?
-Nos
vamos a Coos Bay un pueblo de Washington, en la Península de Olympic.
-Qué
bien.
-Melisa
¿nos podemos llevar estos peluches?-preguntaron mis hermanos-
-¿No
sois ya bastante grandes para llevar peluches?
-Es
para tenerlo de recuerdo huele a mamá.
-Claro,
Héctor vemos ese coche y ya allí en Oregón compro el otro coche.
-Claro
venid por aquí, a se me olvidaba vuestras cosas ya las he enviado al aeropuerto.
-Gracias
Héctor.
-Bueno
pues este es el coche de vuestra madre-dijo Héctor levantando la tela de un
Ford color rojo de finales de los ochenta, edición lujo, muy bien conservado-
-Guau
me encanta este coche chicos, ¿por favor me dejáis que me lo quede?
-Por
mí no hay problema, pero mientras tanto lo conducimos John o yo hasta que
puedas sacarte el carnet.
-Vale.
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