Hola

BIENVENIDOS A TOD@S A ESTE BLOG, ESPERO QUE DISFRUTÉIS LEYENDO LAS ADAPTACIONES DE CRÓNICAS VAMPÍRICAS.

COMO SABÉIS LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN Y LAS HISTORIAS QUE ADAPTARÉ TENDRÁN EL NOMBRE DE LA AUTORA AL FINAL DE CADA HISTORIA


GRACIAS

02 febrero 2013

¿El francés tiene un hijo? Capitulo 08


Capítulo 8
Elena se asustó al pensar en tener que luchar por la custodia de Thomas porque ella sólo podía ofrecerle amor. Intentó mantener la calma. -¿Cuál es exactamente tu oferta?
Damon sonrió como si ya la hubiera sometido a su voluntad.
-Thomas y tú os venís a vivir conmigo.
-¿Vivir contigo?
-repitió Elena-. ¿Qué significa eso para mí?
-Te compraré cajas y cajas de lencería sexy, disfrutarás de todo el sexo que puedas aguantar... y de una vida que cualquier mujer envidiaría.
-¿Qué pasará cuando te aburras?
-Seguiremos siendo civilizados.
-Yo no soy civilizada. En estos momentos, quiero asesinarte por tener el valor de insinuar que yo aceptaría esa oferta.
-¿Aunque sea lo que quieres? Si no, ¿por qué viniste a Bretaña?
-¿Cómo dices?
-Podías haber vendido la casa y no aparecer por aquí. Sin embargo, trajiste a tu hijo a tres kilómetros de Duvernay. Tu elección habla por sí sola -Damon la miró como si lo supiera todo-. Es evidente que querías verme tanto como yo a ti.
-¡No es verdad! -gritó Elena.
-Volviste a acostarte conmigo en cuanto pudiste.
-Púdrete, Damon -Elena pasó junto a él.
-Yo también me acosté contigo en cuanto pude.No dejo de anhelarte ni un segundo aunque esté furioso contigo.
-¿Ni un segundo? -le preguntó Elena involuntariamente.
-Incluso sueño contigo.
Elena disimuló una sonrisa. Si él sólo podía sentir anhelo por ella, se alegraba de que eso fuese un tormento constante para él. Sin embargo, ¿era posible que ella hubiera tenido el deseo subconsciente de volver a verlo en Bretaña? ¿La conocía él tan bien?
Fuera como fuese, no podía plantearse una relación sin ningún compromiso. Todo lo que hacía repercutía en Thomas y él ya estaba sufriendo grandes cambios. Al llevarlo a Francia lo había alejado de todo lo que conocía. Sin embargo, lo había hecho porque estaba convencida de que, si empezaban de nuevo, los dos saldrían ganando. Volver con Damon había sido un error, pero podía tragárselo y no repetirlo. Thomas sufriría si se acostumbraba a que sus padres estuvieran juntos y luego se separaban.
-Para Thomas sería difícil de soportar que nos metiéramos en una relación que podría resultar desastrosa al cabo de unos meses.
-Estoy seguro de que tú harías un esfuerzo para decir la verdad siempre y no tontear con tipos en motocicletas -susurró Damon con cierto tono sarcástico.
-Yo preferiría estar con un hombre que no pensara que es tan perfecto que yo tengo que hacer los esfuerzos para que vayan bien las cosas -sus ojos verdes tenían un brillo desafiante-. No hay nada más que hablar. Es el turno de tus abogados.
Damon estaba rígido por el desafío. La agarró de las manos y la atrajo hacia sí. Elena, desconcertada por que hiciera eso en medio de una discusión tan seria, lo miró con incredulidad.
-¿Qué te crees que estás haciendo?
-Tú sabrás, ma belle.
Elena notaba claramente su erección. Sabía que tenía que apartarlo de sí, pero no podía reunir la fuerza de voluntad para hacerlo. El deseo más ardiente estaba apoderándose de lo más profundo de ella. Él le hundió los posesivos dedos en la melena color caramelo y se adueñó de su boca expectante. La arrastró a una pasión tan repentina y profunda, que dejó escapar un jadeo de voracidad y miedo. Quería someter su cuerpo esbelto y poderoso, seducirlo hasta la locura y, luego, tumbarse en cualquier superficie horizontal como una recompensa lujuriosa y dispuesta. Sin embargo, la propia intensidad de su deseo la asustó tanto, que se separó bruscamente de él.
-De acuerdo -Damon lo dijo como si esa capacidad nueva de resistirse a él fuera lo mismo que ponerle una pistola en la cabeza-Vivir conmigo incluye un anillo de boda.
Elena parpadeó lentamente y sintió vértigo.
-No sé mucho de propuestas, pero creo que tendrías que haberlo dicho hace unos diez minutos. Era una propuesta de matrimonio... ¿verdad?
Damon se pasó  los dedos por el pelo y la miró con una intensidad abrasadora.
-¿Y qué iba a ser si no?
Elena hizo todo lo posible por apartar la mirada de sus rasgos arrebatadores.
-¿Estás seguro?
-Si nos casamos, Thomas tendrá una familia como Dios manda.
Damon vivía en la deliciosa fantasía de tener a Elena las veinticuatro horas del día. Se la imaginaba en la cama con dosel, acudiendo a París para reunirse con él en su piso en los ratos que tuviera libres, acompañándolo a viajes de trabajo...
Elena seguía impresionada y temerosa de creer que hablaba en serio.
-Sí, pero...
-Nuestro hijo nos necesita a los dos.
También necesitaría una niñera, se dijo Damon en una interrupción de lo que empezaba a ser un sueño erótico.
Un anillo de boda sería un verdadero compromiso por su parte, se dijo Elena. Empezó a notar que le inundaba una sensación de felicidad. ¿Por qué Damon no le había dejado claro desde el principio que estaba hablando de matrimonio? Tuvo la ligera sospecha de que la idea del matrimonio le podía haber surgido como un último recurso para acostarse con ella y de esa forma apaciguarla.
Elena no podía mirar a Damon. Se pondría furioso, con toda la razón, si adivinaba lo que estaba pensando. Al mismo tiempo, le costaba creer que estaba dispuesto a renunciar a su libertad sólo por Thomas. Incluso, si lo hiciera, necesitaría algo más que sexo y una loable voluntad de ser un buen padre para mantener un matrimonio. ¿No estaría juzgando mal a Damon? Quizá no estuviera enamorado de ella, pero quizá sí sintiera cariño por ella.
-¿Y nosotros? -preguntó bruscamente Elena.
-¿Nosotros? -Damon parecía desconcertado.
-Tú y yo... ¿Qué sientes por mí? -farfulló Elena.
Damon dejó escapar una risa ronca y la miró lujuriosamente de arriba abajo.
-Apetito -gruñó sin dudarlo.
-No me refiero a eso. Cuando te he preguntado lo que sentías por mí... -Elena hizo un esfuerzo porque estaba claro que él no iba a ayudarla lo más mínimo.
-¿Adónde quieres llegar?
-Mmm... Amor -Elena consiguió decirlo.
Damon se echó atrás inmediatamente.
-¿Qué tiene que ver el amor?
A Elena se le cayó el alma a los pies. Era como un portazo en las narices de sus sueños. Sólo con mencionar el amor, él se replegaba y no podía disimular su rechazo.
-Se necesitarán diez días para organizar la ceremonia civil -comentó Damon.
-Todavía no he aceptado.
Damon, rebosante de seguridad, la miró con unos ojos burlones.
-Haré los preparativos... ahora, acércate.
Damon empezó a atraerla hacia sí mientras la devoraba con la mirada. Elena tomó aliento. Sabía que era un momento decisivo en su relación con él. Nunca había planeado nada con él ni le había exigido nada. Sin embargo, tenía que pensar en Thomas. El propio Damon había dicho que las necesidades de su hijo eran más importantes que sus deseos egoístas. Ella no creía que su matrimonio durara más de seis meses si sólo se basaba en el sexo.
-En este instante, no estoy aceptando casarme contigo.
Damon frunció el ceño y se apartó de ella.
-Entonces, ¿qué estás haciendo?
-Me gustaría aceptar, pero creo que no puedo. No tenemos bastante en común...
-¡Tenemos un hijo y una atracción sexual que echa chispas!
-Si no funciona, hará mucho daño a Thomas. Muchos maridos y mujeres acaban odiándose cuando se separan...
-¿Siempre eres tan optimista?
-Estoy dando prioridad a Thomas, como has dicho que teníamos que hacer -Elena levantó la barbilla-. Si me caso contigo, sé que haré todo lo posible para que salga bien, pero no estoy segura de que tú vayas a hacerlo.
Damon estaba poniéndose muy nervioso.
-¿Por qué no?
-Estás muy mimado. Todo es muy fácil para ti. Eres guapo, rico y triunfador y no estás acostumbrado a esforzarte por las relaciones.
La firme mandíbula de Damon había adoptado un aire agresivo.
-Pero, naturalmente, podría hacer un esfuerzo si tuviera que hacerlo.
-Arrastrarme hasta la cama más cercana no lo sería -replicó Elena con cierto bochorno, aunque sabía que tenía que decirlo.
-¿Desde cuándo te he arrastrado? Estamos dando vueltas al mismo asunto.
-No, tú no escuchas lo que te digo. Quiero casarme contigo, pero no si eso significa que Thomas acabe pagando el error que he cometido yo...
-No puedo darte ninguna garantía milagrosa.
 -Si me amaras, no la necesitaría.
-Puedo hacerte feliz sin amor -susurró Damon con gran convicción.
-¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar para hacerme feliz? -a Elena se le había ocurrido algo.
-No me echo atrás.
Por lo menos, se consoló Elena, era bastante improbable que Thomas, si heredaba la seguridad de su padre, padeciera de falta de autoestima.
-Has dicho que se necesitarán diez días para organizar la boda. Tienes ese tiempo para convencerme de que tengo que casarme contigo.
-¿Convencerte? -Damon frunció el ceño-. Ni hablar.
-Tienes desde hoy hasta la ceremonia para convencerme... mientras, ocuparemos camas separadas -añadió Elena.
El silencio era estremecedor.
Damon la miró con un brillo burlón en los ojos.
-Es una broma, ¿verdad?
Elena se puso seria.
-No es ninguna broma. Nunca hemos tenido una relación normal...
-¿Lo normal son las camas separadas?
-El mero hecho de que eso sea lo primero que te preocupe demuestra que...
-Soy suficientemente sincero como para reconocer que las camas separadas no me atraen nada.
-Se trata de estar juntos, de salir a cenar y esas cosas. Nunca lo he hecho -Elena apretó los labios-. Con nadie. Antes de conocerte, salía en grupo y luego me quedé embarazada.
Damon se quedó muy quieto.
-¿Y después de que naciera Thomas?
Elena se rió forzadamente al darse cuenta de lo poco que entendía cómo le había cambiado la vida desde que fue madre.
-Las madres solteras no son muy apreciadas por los estudiantes. Además, no tenía tiempo para salir. Estudiaba, cuidaba a Thomas y trabajaba varias noches a la semana para conseguir algo de dinero.
Damon empezaba a sentir remordimiento por la privilegiada existencia que había tenido y había dado por normal. Podía imaginarse lo que habría supuesto para él ser padre cuando era casi un adolescente y se estremeció. Ella tuvo que tomar una responsabilidad impropia de su edad. Thomas la había privado de la libertad y la diversión. Además, había pasado por la universidad y eso era un mérito enorme.
-No pienses que no me invitaron a salir, ¡porque lo hicieron! -quería que lo supiera.
-¿Por qué no lo hiciste?
Elena hizo una mueca.
-Los chicos tienden a pensar que eres fácil si ya tienes un hijo. Cuando lo comprendí, salir sólo era un problema.
Damon estaba muy serio.
-No tienes que contestarme, pero ¿has estado con alguien aparte de mí?
Elena, sorprendida, levantó la mirada y se encontró con los ojos de Damon. Se ruborizó y negó con la cabeza.
Damon sintió una opresión en el pecho y resopló con fuerza. Se dio la vuelta. Su hijo había sido como un cinturón de castidad. Estaba avergonzado de alegrarse. Comprendía que le había destrozado la vida cuando tenía diecisiete años. Paradójicamente, aquella había sido la única vez en que había confiado que su amante tomaría precauciones. Él había pensado más en su placer que en la seguridad.
-De acuerdo... -Damon sacó pecho como un hombre dispuesto a aceptar una obligación desagradable-. Te demostraré que puedo hacerte feliz sin sexo... espero que no pienses que yo también seré feliz.
-A lo mejor te sorprendes.
-No lo creo.
Comieron con Thomas en un gran comedor lleno de retratos de antepasados. Después de comer, Damon le dijo a Elena que iban a tomar un avión a París.
-No te enfades, pero Thomas tiene una cita con un especialista esta tarde.
-Qué rapidez... -Elena no quería discutir nada que pudiera ser por el bien de su hijo-. El dinero manda...
-No en este caso. El especialista es un amigo de la familia.
Elena se sonrojó. Fueron a la casa de Elena para que pudieran hacer una maleta porque él había propuesto que pasaran la noche en París. Cerró la cremallera de la bolsa y se volvió. Damon la miraba desde el quicio de la puerta. Estaba irresistiblemente atractivo. Se le secó la boca y se le contrajeron los músculos del vientre.
-Nunca vivirás aquí -aseguró él.
Elena se encogió de hombros como si no le importara.
-Siempre me planteo ganar -susurró él delicadamente.
Ella bajó las pestañas para protegerse de la mirada de Damon. Le tensión sexual era muy intensa y se le había desbocado el corazón. Tomó aliento entrecortadamente. Los pezones se le habían endurecido contra el sujetador y sintió que las mejillas le ardían.
Él extendió una mano, ella la agarró y dejó que la atrajera contra sí.
-No podemos -dijo ella vacilantemente.
-Un beso...
Elena podía oír a Thomas que jugaba con los coches en el piso de abajo. Damon se inclinó, ella notó su aliento en las mejillas. Estaba tan excitada, que dejó de respirar. Sin ponerle una mano encima, la besó en los labios y se deleitó con el ansia con que ella los separó para ofrecerle su ardiente interior. Ella se estiró hacia él rendida al penetrante movimiento de su lengua y al palpitar que sentía entre los muslos. -Damon... -masculló vacilantemente Elena.
-Deja de comportarte como una descarada... es nuestra primera cita.
-¿Nuestra primera cita? -repitió Elena. Damon frunció el ceño.
-Me has pedido lo que has llamado una relación normal...
Elena estaba anonadada.
-¿Te he pedido eso?
-Una petición que era un desafío para que rehiciera lo que parece ser que hice muy mal hace cuatro años.
-Así... así fue.
Damon se rió.
-Será mejor que aprendas a negarte de forma muy clara. Se necesitan dos personas para esto y voy a necesitar toda la ayuda del mundo.
Elena, asombrada y contrariada, agarró la bolsa que tenía a sus pies y bajó las escaleras. Empezaba a pensar que lo de las camas separadas había pasado de ser una precaución de sentido común a ser una condición bastante ingenua. Empezaba a convencerse de que, en aquel aspecto, no era superior a él; quizá lo amara, pero en cuanto al deseo era tan culpable como él.

1 comentario:

  1. jaja¡ que gracia el final jaja¡ gracias y espero el próximo con ganas¡ >^.^<

    ResponderEliminar

Post Relacionados

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...