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BIENVENIDOS A TOD@S A ESTE BLOG, ESPERO QUE DISFRUTÉIS LEYENDO LAS ADAPTACIONES DE CRÓNICAS VAMPÍRICAS.

COMO SABÉIS LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN Y LAS HISTORIAS QUE ADAPTARÉ TENDRÁN EL NOMBRE DE LA AUTORA AL FINAL DE CADA HISTORIA


GRACIAS

06 agosto 2012

Regalo o Castigo Capitulo 04


Testamento
Melisa POV
Me levanté temprano, para terminar de recoger las cosas que me pertenecían, me puse un chándal y salí a correr unas horas por un parque cercano, después de correr alrededor de dos horas me acerqué a la playa me di un baño y esperé sentada para ver el amanecer, mientras empezaba a iluminarse la playa por los
primeros rayos de sol, un chico alto, fuerte con el pelo de color cobrizo apareció por mi lado, parecía un ángel, pero un ángel triste.



-Hola-saludó sin mirarme y se metió en el agua-

Miré mi reloj, ya eran más de las diez, me levante de la arena y corriendo de nuevo volví a casa.

-Buenos días chicos.

-Buenos días hermanita, ¿qué estaba buena el agua?

-Sí, como siempre, ¿tenéis todo listo?

-Si-dijeron los dos-

-Bien, me ducho, desayunamos y nos vamos.

-Ok cuando salgas vienes y te curo la herida.

-Ya me la curo yo-contesté desde el baño-

Después de quince minutos, salí del baño y me empecé a curar la herida, por desgracia no me quitarían los puntos hasta dentro de un mes.

Curada la herida fui a mi cama y cogí la ropa que me iba a poner, en la parte de arriba me puse una camiseta con escote drapeado con efecto doble, sin mangas, fruncida en los hombros de color azul claro, unos pantalones piratas blancos con unas cómodas zapatillas azul clarito como la camiseta, salí de la habitación y fui a la cocina con mis hermanos.

-Bueno, pues ya estoy lista, a desayunar y fuera-dije frotando mis manos-

-Toma tus tostadas con aceite y tomate, y tu café.

-Gracias guapo-dije dándole un beso en la mejilla-

-¿Y yo qué soy invisible?

-Claro que no me olvido de ti pequeñajo-dije revolviéndole el pelo-

Estaba terminando de fregar los platos cuando alguien llamó a la puerta.

-Voy

-Buenos días, ¿es usted Melisa Waldorf?

-Sí, ¿quién es usted?

-Oh perdón, mi nombre es Héctor Bones, soy el abogado del señor y la señora Waldorf.

-¿Cómo?

-Oh, valla no sabía que vivían los tres juntos, mejor así me ahorro dos viajes-dijo Héctor-

-Esto y ¿a qué ha venido Héctor?

-Vengo, porque sus padres hicieron un testamento antes de morir.

-¿Cómo?-dije-

-Sí, veras tus padres no querían que si les pasase algo a ellos os quedaseis en la calle, por eso el testamento.

-Si eso ya lo entiendo, pero por qué ahora.

-El testamento según sus padres eran darlo cuando la mayoría de sus hijos fuesen mayor de edad, pensando en los dos pequeños que esperaban-dijo Héctor-

-¿Qué dos pequeños?

-¿Qué? ¿No lo sabéis? ¿No os lo dijeron?

-El qué no nos dijeron-pregunté algo cabreada, porque me estaba perdiendo-

-Vuestra difunta madre estaba embarazada de mellizos cuando murió, de tres meses para ser exactos y se supone que os lo tenían que haber dicho.

-¿Qué mi madre estaba embarazada?-dije sentándome por la noticia-

-Increíble-dijo mi hermano John-¿entonces se supone que tendríamos que ser cinco hermanos?

-Qué fuerte-contestó Sam-

Yo me quedé en shock, ya que no solo había perdido a mis padres, sino también a dos hermanos, respiré hondo para no desmoronarme delante de mis hermanos.

-Bueno y ¿qué dice el testamento?

-Melisa, ¿sabe que sus padres y ustedes no tuvieron problemas económicos nunca verdad?

-Así es.

-Bien, pues en vuestro poder ha quedado lo siguiente, estas cinco cartas, que sería una para cada hijo, la casa donde vivíais con vuestros padres aquí en Los Ángeles, una casa de una herencia familiar en Florida y una casita de campo en una reserva natural dentro del Estado de Washington además de una gran cantidad de dinero, tanto de sus ahorros, como de sus seguros de vida, que
eran unos cuantos.


-¿De cuánto dinero me está hablando?-pregunté-

-Suficiente para que ninguno de vosotros tres trabaje en su vida y viva sin preocupaciones.

-¿Nos está diciendo, que somos ricos?-preguntó alucinado mi hermano John-

-Sí así es.

-Jajajaja-empezó a saltar de alegría mi hermano John, mientras gritaba que éramos ricos-

-John, por favor te puedes comportar.

-Lo siento hermanita, pero uno no se entera todos los días de que es rico.

-¿Y ahora qué pasa?

-Pues, que todo pasará a vuestro poder cuando firméis todos estos papeles, por cierto esas cartas solo se pueden leer en vuestro dieciocho cumpleaños y tú a los 21, ah otra cosa tenéis una perrita en esa casa además de a vuestra nana que va allí de vez en cuando, además de él coche de vuestra madre, así que si
me acompañáis.


-Claro, pero hemos llamado a un taxi porque nos vamos de aquí.

-Vale, pues me seguís dejáis las cosas allí o me dejáis que las mande a dónde queréis que las envié.

-Claro.
-Bien, pues vamos-dijo un muy animado John

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