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BIENVENIDOS A TOD@S A ESTE BLOG, ESPERO QUE DISFRUTÉIS LEYENDO LAS ADAPTACIONES DE CRÓNICAS VAMPÍRICAS.

COMO SABÉIS LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN Y LAS HISTORIAS QUE ADAPTARÉ TENDRÁN EL NOMBRE DE LA AUTORA AL FINAL DE CADA HISTORIA


GRACIAS

14 marzo 2013

Mentiras Capitulo 15


Capítulo 15
–¡Elena! –gritó  Damon asustado mientras iba hacia ella.

Su primer impulso  fue abrazarla, pero  su cuerpo estaba  rígido  y estaba  sufriendo convulsiones. Tenía espuma en la comisura de los labios y la mandíbula apretada. Rápidamente, sacó el móvil y marcó  el número  de emergencias.

–Necesito  una  ambulancia. Mi prometida… Está embarazada... Creo que está teniendo un ataque.


Sabía que lo que decía  no tenía  demasiado sentido.  Intentaba mantenerse calmado para  poder ayudarla,  pero  era  muy complicado en esas circunstancias. El operador que lo atendía le hizo unas cuantas preguntas.
Unos  segundos después, el cuerpo de Elena perdió su rigidez  y la cabeza  cayó hacia  atrás. Llevó los dedos  al cuello,  rezando para encontrar su pulso.

–No me  dejes,  Elena –susurró con  desesperación–. Por favor, aguanta. Te quiero tanto…
Levantó  su mano, aún  llevaba el anillo  de compromiso. Besó la palma con desesperación, no podía dejar de llorar.  Nunca  había  estado  tan asustado.
Oyó algún  tiempo después a los médicos  en  la puerta de su piso.

 –¡Aquí! –gritó desde  el dormitorio.
Entraron deprisa y lo apartaron de Elena. Comenzaron  a ocuparse de ella mientras él los observaba completamente inmóvil.  La colocaron en una  camilla y se fueron deprisa al ascensor.

Cuando salieron a la calle, subió a la ambulancia con ellos.
De camino al hospital, sacó el teléfono móvil. No sabía a quién llamar,  no había  nadie.
La gente  en  la que  confiaba, especialmente su hermano, lo había traicionado. Se cubrió la cara con las manos  y trató  de calmarse.  No podía  perder el control en esos momentos. Elena lo necesitaba.
Damon escuchó en silencio mientras los médicos  le decían que Elena estaba muy grave. Le habían puesto suero  con  sulfato  de magnesio para  bajarle  la tensión arterial y evitar que tuviera convulsiones, pero  si ese tratamiento no funcionaba, iban a tener que hacer una cesárea  para sacar al bebé.

–¿Pero no es demasiado pronto para el niño?

–No nos quedaría más remedio –le dijo el médico–. Si no hacemos nada  y su condición no mejora, podrían morir  los dos. La única  cura para la eclampsia es sacar al bebé.  Estamos  haciendo pruebas para ver si sus pulmones han madurado lo suficiente. Está de treinta y cuatro semanas  de gestación y creo  que tendría posibilidades de sobrevivir sin muchas complicaciones.

Desesperado, se pasó las manos  por  el pelo  y cerró  los ojos. Sentía  que  él era  el culpable. Debería haberla cuidado y mimado durante todo  el embarazo. Pero,  en vez de hacerlo, la había  puesto en una situación muy complicada y ella se había visto obligada a trabajar en muy malas condiciones. Ni siquiera había  sabido  facilitarle  las cosas desde  que  retomaran  la relación, sometiéndola de nuevo  a las críticas y a la frialdad de su familia y sus amigos.

Fue hasta  la puerta de la habitación. Se detuvo antes  de entrar. Tenía  miedo  de que  su mera  presencia fuera  demasiado para Elena.

Nunca  se había  sentido tan apenado. Se arrepentía mucho de lo que había  ocurrido.
Abrió despacio y entró. La habitación estaba  en penumbra. Vio a Elena tumbada en la cama y conectada a todo  tipo de aparatos.

Se le acercó  despacio para  no molestarla. Seguía muy pálida.  Tenía  los ojos cerrados, pero  fruncía el ceño.  No sabía si estaría  preocupada o dolorida, quizás fueran las dos cosas.
Vio que respiraba con dificultad y se le encogió el corazón.

Acercó una  silla y se sentó.  Le tomó  la mano  que tenía  más cerca y se la llevó los labios.

–Lo siento,  Elena –le susurró con la voz entrecortada por la emoción–. No sabes cuánto lo siento…

–Damon, Damon, despierta.

Abrió los ojos al oír esas palabras  y no pudo evitar gemir  cuando intentó levantar  la cabeza. Sentía  mucho dolor  en el cuello.  Tardó en acostumbrarse a la luz que entraba por la ventana. Ya era de día.
Miró a Elena, seguía dormida. Habían elevado un poco  la cama  y tenía  una  nueva  bolsa de suero.  Se giró  entonces mientras se frotaba el cuello.  Tyler estaba detrás  de él y lo miraba con preocupación.

–¿Qué es lo que ha pasado?  –le preguntó su amigo.
 Con cuidado para no despertarla, se puso de pie.

 Le hizo un gesto para que salieran  los dos de la habitación.  Vio a Cameron en el pasillo, también parecía muy preocupado.

–¿Qué hacéis los dos aquí?

–La cena  de anoche fue muy tensa  –le dijo Devon–. Traté  de  llamarte después de  que  te fueras, pero  no contestabas. Así que fui a tu piso. El portero nos dijo que una ambulancia se había  llevado a Elena al hospital. Así que vinimos para ver cómo se encontraba.
Damon cerró  los ojos. Seguía  con  un  nudo en  la garganta.

–¿Estás bien? Creo  que  deberías sentarte –le dijo entonces Cameron–. ¿Has comido?
Él negó  con la cabeza.

–¿Quieres  contarnos lo que ha ocurrido? –le preguntó Tyler.

–No sabría por dónde empezar. ¿Cómo os sentiríais vosotros si hubierais cometido el peor  error de vuestra vida y creyerais que no hay manera de arreglarlo?

–No conozco toda  la historia, pero  creo  que  no eres el único  culpable –le dijo Tyler entonces.

 –Mi hermano la atacó –replicó  Damon furioso–.  intentó violarla y, cuando Elena se defendió, él me llamó contándome una ingeniosa historia. Me dijo que se habían acostado juntos  y que,  cuando él le dijo que  era un  error, ella lo amenazó con  contarle que había  tratado de violarla para que yo no rompiera el compromiso.

Tyler y Cameron lo miraban estupefactos.

–¿Cómo  voy a superar algo así? –les dijo Damon–.¿Cómo  va Elena a perdonarme? Ayer, antes  de ir al restaurante, fui tan  magnánimo como  para  decirle que  la perdonaba –añadió con  sarcasmo–.  Le dije que quería olvidar el pasado  para poder tener un futuro  juntos y le aseguré que la perdonaba por haberme sido infiel.

Cameron y Tyler  se acercaron y lo agarraron cada uno  de un hombro.

–No sé qué  decir  –susurró Tyler–.  Sé que  la quieres.

–Sí, nunca he dejado de quererla. Y, aun así, le he hecho mucho daño. ¿Cómo  voy a conseguir que vuelva a confiar  en mí?

2 comentarios:

  1. dios me mori con la espera¡ y con este capitulo peor jaja¡ espero con ganas el proximo¡ me muero de gasas de saber que pasara¡

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  2. Lo siento pensé que tenía ya subidos los caps al blog y programados para publicarse solos pero no ha sido así.
    Mañana si no hay problema subiré el otro capítulo

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