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BIENVENIDOS A TOD@S A ESTE BLOG, ESPERO QUE DISFRUTÉIS LEYENDO LAS ADAPTACIONES DE CRÓNICAS VAMPÍRICAS.

COMO SABÉIS LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN Y LAS HISTORIAS QUE ADAPTARÉ TENDRÁN EL NOMBRE DE LA AUTORA AL FINAL DE CADA HISTORIA


GRACIAS

03 enero 2013

Cruel Prólogo


PRÓLOGO
Damon  Salvatore miró durante un largo rato los fríos rasgos de la mujer muerta. Su hermana pequeña. Sólo tenía veinticuatro años y toda la vida por delante. Pero ya no. Esa vida se había apagado en un terrible accidente de coche y él había llegado demasiado tarde para evitarlo, para protegerla.


Debería haber seguido sus instintos y haberle insistido en que volviera a casa semanas antes... Si lo hubiera hecho, se habría dado cuenta del peligro en que se encontraba su hermana.

Ese pensamiento le hizo apretar los puños mientras, el dolor y la culpabilidad lo invadían. Luchó por mantener el control, tenía que calmarse y llevarse a su hermana a casa. Su padre y él la llorarían allí, y no en ese frío país donde la habían seducido aprovechándose de su inocencia, marcando así el oscuro camino que la había conducido hasta ese trágico final. Alargó una temblorosa mano y deslizó un dedo sobre una mejilla helada. Eso casi lo hundió. El accidente no le había marcado la cara y eso hacía que fuera más difícil de soportar todavía, porque le parecía que su hermana volvía a tener ocho años, cuando se aferraba con fuerza a su mano. Haciendo acopio de todo su control, se inclinó hacia delante y la besó en su húmeda frente sin vida.

Se giró bruscamente y, con una voz ronca por el dolor, dijo:

—Sí. Es mi hermana. Bonnie Salvatore —una parte de él no podía creer que estuviera pronunciando esas palabras, que no se tratara de una terrible pesadilla. Se apartó a un lado para dejar que el empleado de la morgue subiera la cremallera de la funda que envolvía el cuerpo.

Damon  murmuró algo ininteligible y salió de la sala embargado por una claustrofóbica sensación para dirigirse al hospital deseando respirar algo de aire fresco. Aunque era una estupidez porque el hospital se encontraba exactamente en mitad de un Londres cargado de humo.
Una vez fuera, respiró hondo, ignorando las miradas que atraía con su cuerpo alto y esbelto y su magnífico físico de piel aceituna, Parecía un dechado de potente masculinidad contra el telón de fondo del hospital bajo la luz de la mañana.
No veía nada más que el dolor que sentía por dentro. El doctor lo había descrito como un trágico accidente, pero Damon  sabía que había sido mucho más que eso. Dos personas habían muerto en el choque: su hermanan su bella, querida e indomable Allegra, y su artero amante, Nicklaus Gilbert. El hombre que la había seducido premeditadamente, con una mano puesta sobre su fortuna y con la otra evitando que Damon  interfiriera. La rabia volvía a arder en su interior. No había presentido lo que Gilbert tramaba hasta que ya había sido demasiado tarde y ahora lo sabía todo, pero esa información ya no suponía nada porque no servía para traer de vuelta a Allegra.
Pero una persona había sobrevivido al choque. Una persona había salido de ese hospital justo una hora después de que la hubieran atendido la noche anterior. Recordó las palabras del doctor:
«No tiene ni el más mínimo rasguño en su cuerpo, es realmente increíble. Era la única que llevaba el cinturón de seguridad y no hay duda de que eso le salvó la vida. Es una mujer afortunada».
Una mujer afortunada. Elena Gilbert. La hermana de Nicklaus. Los informes decían que era Nicklaus el que conducía, pero eso no hacía que Elena Gilbert fuera menos responsable. Damon  apretó los puños con más fuerza, tenía la mandíbula tan tensa que se estaba haciendo daño. 

Había tenido que enfrentarse al desmoralizador momento en que el médico le había informado de que su hermana tenía altos niveles de drogas y alcohol en el organismo.
Cuando su conductor se detuvo frente a las escaleras del hospital, se obligó a moverse y se sentó en el asiento trasero. Según se alejaban de ese nefasto lugar, tuvo que contener un momento de pánico en el que sintió la necesidad de decirle al conductor que se detuviera y volver para ver a Bonnie una última vez; como si tuviera que asegurarse de que estaba realmente muerta, de que se había marchado para siempre.

Pero no lo hizo y controló ese momento de pánico. Estaba muerta y su cuerpo era lo único que yacía allí. Era consciente de que ésa había sido la única vez en años que algo lo había golpeado a través del alto muro de hierro que había levantado para proteger sus emociones... y su corazón. Desde ese momento se había vuelto más fuerte e impermeable y ahora tenía que hacer uso de esa fuerza. Sobre todo por el bien de su padre. Tras conocer la muerte de su única y amada hija, había sufrido un leve infarto y seguía en el hospital.
Atrapados en la hora punta londinense, su mente volvió a centrarse en la mujer que había tenido mucho que ver en ese terrible y trágico día. El hermano de esa mujer estaba muerto, pero los dos eran igual de culpables por lo que habían planeado juntos. Eran un equipo y Damon  sabía que no descansaría hasta que la obligara a sentir parte del dolor que él estaba sintiendo ahora. El hecho de que ella hubiera salido del hospital tan poco tiempo después del choque, hacia que ese amargo sentimiento fuera más fuerte todavía, Había salido ilesa e impune.
Ahora tenía que esperar antes de poder llevarse a casa a su hermana, donde la enterrarían con sus antepasados mucho antes de lo que debería haber sido.
Observó las concurridas calles por las que pasaban personas centradas en sus asuntos y a las que no les importaba nada el resto del mundo. Elena Gilbert era una de esas personas.
Y en ese mismo momento. Damon  supo que haría todo lo posible por encontrarla y hacerle enfrentarse a lo que se merecía.

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