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BIENVENIDOS A TOD@S A ESTE BLOG, ESPERO QUE DISFRUTÉIS LEYENDO LAS ADAPTACIONES DE CRÓNICAS VAMPÍRICAS.

COMO SABÉIS LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN Y LAS HISTORIAS QUE ADAPTARÉ TENDRÁN EL NOMBRE DE LA AUTORA AL FINAL DE CADA HISTORIA


GRACIAS

04 noviembre 2012

Comprado Capitulo 14


CAPÍTULO CATORCE



Damon se miró en el espejo del ascensor cuando salió de la habitación. Seguía siendo el mismo, pero no se sentía igual tras haber hecho el amor varias veces con Elena.

No sabía exactamente qué le estaba ocurriendo, pero se sentía como si le hubieran quitado una capa de protección y estuviera más expuesto que nunca.



—Estás un poco pálida, cariño, ¿te encuentras bien?


Elena se obligó a sonreír y asintió ante la pregunta de Caroline. La había convencido para que tomaran el aperitivo antes de cenar en el muelle, una manera patética de intentar retrasar lo inevitable: volver a verlo.

Se sentía humillada cada vez que recordaba cómo se había entregado a él aquella mañana en repetidas ocasiones.


—Aquí llega Damon—anunció Caroline.


Elena se quedó helada. Cuando se levantó lentamente, se giró con el cuerpo completamente dolorido, sobre todo entre las piernas, y cualquier emoción de humillación o de vergüenza desapareció y se vio sustituida por un sentimiento muy fuerte de deseo.


Damon se acercó a ella y la besó en los labios y Elena pensó que era puro teatro. Aun así, aquel beso la excitó y la hizo olvidarse de los dolores musculares.


Damon saludó a Caroline y se sentó a tomar una copa con ellas. Estaba pendiente de Elena, que llevaba vestido de punto negro ajustado con un maravilloso escote de pico. Al instante, se dio cuenta de que no quería que ningún otro hombre la mirara ni soñara con deslizar las manos por aquel escote para acariciarle el pecho

Aquello hizo que mirara a Elena malhumorado pero se  arrepintió pronto, al ver que ella parecía dolida, y decidió concentrarse en conversar con Caroline hasta que llegó Derek.


Mientras iban hacia el restaurante para cenar, se recriminó a sí mismo por enésima vez aquel día por estar dejando que aquella mujer le pusiera la vida patas arriba.


Una vez en el restaurante y mientras Caroline y Damon charlaban animadamente, Elena se dio cuenta de que Derek no parecía tan animado.


— ¿Qué te ocurre? —le preguntó.


Derek la miró, intentó sonreír, pero no lo consiguió. En aquel momento, su mujer y Damon dejaron de hablar y Elena presintió que realmente ocurría algo.


— ¿Qué ocurre? —insistió.


—Díselo —le indicó Ramona su socio—. Ya se lo he comentado yo esta mañana. Elena comenzó a preocuparse seriamente.



—Elena, cariño, me temo que hay un rumor muy desagradable circulando por ahí... sobre ti—le dijo Caroline.

Elena sintió un nudo en la garganta.


—A ver si lo adivino, Serena Gore-Black —se lamentó.


—Lo siento —contestó Caroline—. No es asunto de nadie lo que tú hayas hecho en el pasado, pero hay gente que tiene miedo de que los periodistas se enteren. Ya sabes que los cotilleos suelen aparecer en círculos de poder y dinero.

Elena se sentía fatal.


—Dios mío, no se me había pasado por la cabeza que...


— ¿Que tus meteduras de patas fueran a costarte tan caro? —le espetó Damon.


—Damon, por favor, no le hables así —la defendió Caroline.


-Da igual —intervino Elena con voz trémula—. La verdad es... la verdad es... que es cierto—confesó—. De alguna manera, es cierto —añadió con voz fuerte, pues no se quería hacer la mártir.


Todos los demás la miraron y Elena decidió concentrarse en Caroline, su aliada.


—La verdad es que es cierto que tuve una aventura con un hombre casado. Se llamaba Raúl Carro y era médico. Sin embargo, yo no sabía que estaba casado —le explicó con amargura y sin querer mirar a Damon por miedo a ver en sus ojos que no creía su versión de los hechos—. Estuvo un par de meses en el hospital en el que yo trabajaba, era español, no llevaba ni alianza ni nada parecido y no mencionó a su esposa ni a sus hijos en ningún momento — continuó encogiéndose de hombros—. Era alto, moreno y muy guapo, casi un dios... y cuando me pidió salir...


—No te pudiste resistir —sonrió Caroline comprendiendo perfectamente la situación—. Oh, cariño, supongo que fue espantoso cuando te enteraste.


—Sí, horrible —contestó Elena—. Sobre todo, cuando me enteré de que no solamente había estado saliendo conmigo sino con la mitad del hospital. Lo descubrí al final. Serena Cox, que era su apellido de soltera, fue otra de sus víctimas. De hecho, fue ella quien se enteró de que estaba casado y se encargó de llamar a su esposa... pero tuvo mucho cuidado de absolverse así misma de cualquier culpa. Siempre negó que hubiera tenido una aventura con él. Lo peor fue que le contó la historia a un periódico local y dio los nombres de varias enfermeras para que nadie se fijara en ella —concluyó—. No llegó a la prensa nacional, pero...

No podía olvidar aquel titular tan horrible.

Médico sin escrúpulos seduce a la mitad del hospital mientras su pobre esposa lo espera en casa.


—Esto se pone cada vez mejor —comentó Damon.


Por  primera  vez,  Elena  pensó  en  cómo  afectaría  aquello  también  a  Derek,  que  había invertido todo lo que tenía en aquella fusión y tenía que mantener a cuatro hijas. Elena sintió ganas de vomitar.

— ¡Y ahora vuelve a servirse de la misma historia para dejarte mal! —protestó Derek.

Elena se encogió de hombros a pesar de que sentía pánico porque era evidente que Damon no creía nada de lo que acababa de decir.


—Supongo que no ha querido dejar pasar la oportunidad. Derek se secó la frente perlada de sudor.

—No tengo nada en contra de Gore—Black. Es un buen hombre, pero creo que no se ha casado con una buena mujer. Creo que lo mejor sería que se fuera. No queremos personas que metan cizaña, ¿verdad, Damon?

—No, claro que no —contestó el aludido.


Elena pensó que debía de estar arrepintiéndose de haberla llevado allí con él y se sintió fatal por ser la protagonista de un escándalo en mitad de unas negociaciones tan importantes.


—Elena, no te preocupes —le dijo Caroline cuando se despidieron al terminar la cena—. Derek está tan enfado que no me sorprendería que mañana por la mañana esa mujer ya se hubiera ido.


Elena le apretó la mano.

—Oh, no, por favor. Eso no haría sino empeorar las cosas.


Pero Caroline le acarició la mejilla, le dio las buenas noches y volvió a insistir en que no se preocupara.


Un  rato  después,  tras  ducharse, Elena salió  a  su  habitación  y  la  encontró  vacía.  Sin embargo, vio que Damon estaba sentado en el balcón tomándose una copa de vino. Parecía tan frío y distante que se asustó. ¿Creería que se lo había inventado todo?


—Damon...—le dijo asomándose.


Damon giró la cabeza y la miró con frialdad.


—Vete a la cama, Elena. No estoy de humor para aguantar más mentiras.


Dolida, Elena se giró y volvió a entrar en su habitación, se metió en la cama y se hizo un ovillo, pero no se pudo dormir hasta que no oyó entrar a Damon mucho tiempo después. Damon se tumbó a su lado, pero no hizo amago ni de abrazarla ni de hacerle el amor.


A la mañana siguiente, fingió estar dormida y no se levantó de la cama hasta que Damon no se hubo ido.


No le gustaba nada la situación actual. Para empezar, no le gustaba que todo el mundo estuviera al tanto de la humillación que había sufrido y, para seguir, poner a Damon en una posición tan incómoda le resultaba espantoso.


Lo mejor era que se fuera. Si, tenía que irse. No había otra opción. Si se quedaba, Serena podría minar la fusión de Damon y Derek.

Elena decidió que no iba a recoger nada al fin y al cabo, la ropa que tenía allí ni siquiera era suya, así que tomo prestado un exquisito pantalón de lino y una preciosa blusa blanca, agarró su teléfono móvil, su tarjeta de crédito rezando para tener suficiente dinero para volver a casa, se sentó y escribió una nota a  Damon diciéndole que sentía mucho haber dañado su reputación justo en aquel momento de su vida en el que las apariencias eran fundamentales, y le deseó suerte en las negociaciones.

Elena estaba convencida de que Damon estaría encantado de perderla de vista. Después de cómo la había mirado la noche anterior...

Elena suspiró aliviada cuando aceptaron su tarjeta de crédito para pagar el vuelo de vuelta al Reino Unido.

¡Estaba esperando la cola para embarcar cuando le pareció ver a Serena y a su marido! No se lo podía creer, así que se quedó mirándolos fijamente. En aquel momento, Serena levantó la mirada y sus ojos se encontraron. Sin dudarlo, la pelirroja fue hacia ella.


— ¿Estás contenta ahora que todo el mundo se ha enterado de que a mí también me engañó? —Le espetó señalando a su marido—. Me han echado como si fuera una apestada...


— ¿Vas a algún sitio? —le preguntó Damon apareciendo de repente a su lado.


—A casa —contestó Elena con voz trémula. Damon la agarró del brazo y la sacó de la cola.


— ¿No has leído la nota que te he dejado? —le preguntó Elena.


—Claro que sí, la he leído y la he tirado a la basura.


—Yo me voy a casa —insistió Elena cruzándose de brazos— No pienso volver al hotel ahora que soy la causante de tu vergüenza.


—Pero si Serena se va a casa.


— ¿Y qué? Eso no hará sino empeorar las cosas. ¿Quién te dice que no acudirá a la prensa cuando llegue a Inglaterra?


—No lo va a hacer porque su marido está tan avergonzado que le ha dicho que, si vuelve a hablar de esto, se divorciará de ella —le aseguró Damon—. Derek ha ido a hablar con ellos esta mañana y no le ha costado mucho que Serena confesara que actuó de forma maliciosa para dejarte en mal lugar. Por suerte, el rumor no ha llegado a oídos de Buchanen

Elena se quedó mirándolo perpleja.

—Te debo una disculpa —declaró Damon—. Te pido perdón por haber dudado de ti, Elena. 

Elena se quedó con la boca abierta. Damon la estaba mirando de una manera que hizo que se derritiera.


—Por favor, vuelve conmigo.


Elena no sabía qué hacer.


—Ya sé que te dije que accedía a acompañarte a las negociaciones, pero... —comentó.


Sin embargo, la sola idea de separarse de él se le hacía insoportable. Damon lo comprendió cuando Elena le apretó la mano. Un inmenso alivio se apoderó de él.

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